AZCAPOTZALCO Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA
Por: María Elena Solórzano
Cuando un pueblo no satisface sus necesidades
primarias: comida, vestido y techo se convierte en un animalillo herido al que
ya no le importa la vida, si va a morir lentamente de hambre, mejor morir de un
balazo, es menos doloroso y humillante, las condiciones de los peones que
trabajaban en las haciendas eran iguales o peores a la esclavitud, y la
libertad era sólo una palabra, la mujer sufría los malos tratos de los patrones
y del compañero, siempre fue un secreto a voces que en las haciendas de México
existía el derecho de pernada y
consistía en que el patrón pasaba las primeras noches con la desposada,
En La panchita dice ...borrachita me voy para la capita, a servirle al patrón
que me mando llamar desde ayer...El marido recibía a su mujer con
resentimiento, ese es uno de los motivos que dan origen al desprecio del varón
por la mujer. “todas son iguales” pues todas han sido violadas.
No hay un relato directo sobre la vida
de los peones en las haciendas de Azcapotzalco, pero no han de haber sido muy
diferentes a las del resto del país, aunque aquí por lo menos eran menos
crueles. Martín Oyamburú (descendiente
de vascos) afirma, así se lo contaron sus antepasados: en las haciendas había
galerones, jacales donde vivían los
peones, y llegó a existir una escuela de primeras letras. Los de Azcapotzalco
también se incorporaron al movimiento revolucionario, y cuentan algunas gentes
anécdotas sobre estos hechos, como la que platica el señor Ramón Flores León:
“Cierta tarde junto con Trinidad Soriano,
sin previsión alguna fuimos a ver el tiroteo que había entre carrancistas y
zapatistas allá por el rancho de “La Naranja”, que era propiedad del Lic. Angel
Zimbrón. Caminábamos sin advertir el peligro, cerca de la Av. Azcapotzalco,
cuando de pronto surgieron cinco o seis jinetes a galope furioso. Cuando los
vimos nos paramos; seguramente eran buenos pa’ tirar, nos aventaron de balazos,
afortunadamente no nos tocó alguno, porque de pronto nos sentamos sobre un
“pollito” (así llamaban a unos asientos de adobe), fuera de la tienda “Estrella
del norte” y solamente nos cayó la tierra de la pared. Ellos venían corriendo
de sur a norte y nosotros corrimos hacia la casa de Trinidad Soriano, quien
vivía a una cuadra de donde estábamos. Ya dentro todavía escuchamos como
pasaron echando balazos a diestra y siniestra.
Ya más tarde nos aventuramos a salir; nos fuimos caminando hasta la
cabecera de Azcapotzalco y casi llegando a la casa de don Modesto Paredes, nos
salieron cuatro zapatistas que nos dijeron “¿Quién vive?” y Trinidad Soriano
replicó “Gente buena, gente buena”. “Vamos a llevarlos con mi general”,
exclamaron, y al llegar a unas dos cuadras de donde está la Delegación vieja,
frente a la tienda “Del sol” había otros soldados zapatistas que forzaron la
puerta a culetazos. En el momento en que violentamente abrieron la puerta
tocaba la campanilla del teléfono y contestó el que la hacía de jefe en ese
momento, diciendo: “Dígale que aquí estoy en representación de mi general
Genovevo de la O (zapatista), con cinco mil hombres esperando a los
carrancistas” y aventó la bocina.
La parroquia estaba abandonada, pues días antes habían entrado los
carrancistas hasta dentro de la iglesia con todo y caballos. Retablo.
Los relatos sobre la vida que llevaban los peones de las haciendas
durante el porfiriato son realmente sobrecogedores, sin embargo aquí en
Azcapotzalco, dicen las gentes mayores sobrevivientes a esa época, no fue así,
cuentan que las condiciones de los peones no eran tan terribles y que tenían
por lo menos su jacal y sus animales y que no eran azotados como en otras
partes, no hay escritos sobre el asunto
y pues sólo estos testimonios tenemos como datos de la época.
Los habitantes de Azcapotzalco también se enrolaron en las luchas
revolucionarias para luchar por un México mejor, no sabemos cuantos héroes
anónimos ofrendaron su vida, los tepanecas siguen luchando porque Azcapotzalco
sea próspero, pero ahora con diferentes armas.
En el Diario de la mañana EL PAÍS del
jueves 20 de agosto de 1914 aparece la noticia de la llegada de don Venustiano
Carranza a la prefectura de Azcapotzalco El 19 DE AGOSTO DE
1914. Se dice que la entrada del Jefe constitucionalista fue triunfal y que
el día 21 de agosto a las 8.00 saldría para la ciudad de México. Se le hizo una
calurosa recepción al entonces Jefe del Ejército constitucionalista.
Con muchas horas de anticipación la
población proveniente de los diferentes barrios de Azcapotzalco esperaba
ansiosa la llegada del jefe máximo del movimiento constitucionalista. Con
muchas horas de antelación, desde que el sol despuntó en el horizonte empezó a
llegar la gente con el anhelo y la
curiosidad de mirar y conocer al Sr. Carranza, en muy poco tiempo la población
se arremolinó frente a la Prefectura (hoy Casa de Cultura Azcapotzalco).
El edificio de la prefectura fue
engalanado y se acondicionó para recibir dignamente a tan célebre personaje, el
Primer Jefe del Ejército Constitucionalista pernoctaría con toda su comitiva en
esa breve estancia en Azcapotzalco.
A las 16:20 la gran multitud que llenaba
las calles y los jardines de Azcapotzalco, se volvió a inquietar, pues se
corrió la voz que ahora sí, arribaría el Sr. Carranza, que ya se encontraba en
las goteras de la población, y que en cuanto descansara unos minutos reanudaría
su marcha.
Después de esa noticia, la espera ya
no fue tan larga, al poco rato llegó hasta la plaza, frente a la Parroquia y a
la entonces Prefectura. El Sr. Venustiano Carranza desmontó frente a la puerta
principal de la Prefectura a las 16:25.
El
gentío estalló en las más imponentes ovaciones y vítores que no cesaron en
largo rato.
El señor Venustiano Carranza llegó
acompañado de los generales Alberto Cabrera Torres, Rafael Buelna, José Santos
Coy y de sus dos ayudantes, el mayor y
el capitán primero Dávila.
Saludo a la multitud y enseguida
desmontó, se acercó mucha gente, querían saludar personalmente al general
y Primer Jefe del movimiento en ese
momento triunfador.
En la calle no cesaban los vítores al
Primer Jefe del movimiento, rompiendo con frecuencia la multitud en atronadores
aplausos, a gritos pedían que el señor Carranza saliera al balcón (donde ahora
el Sr. Jefe delegacional realiza la ceremonia del grito) para ser visto y
saludado por las personas que no lograron entrar al edificio. Accediendo a los
deseos del gentío, el señor Carranza salió al balcón principal, saludando al
pueblo que, delirante contestó con una
ovación sin precedentes.
En el edificio que ocupaba la
Prefectura en Azcapotzalco pernoctó don Venustiano Carranza para hacer al día
siguiente su triunfal entrada a la Ciudad de México.
Los
enfrentamientos siguieron y ya eran tomadas las poblaciones por los villistas o
por los zapatistas. El siguiente artículo así lo muestra.
El Pueblo. Diario de la mañana. H. Veracruz,
martes 3 de agosto de 1915.
ENTRADA DEL
GENERAL PABLO GONZÁLEZ A LA URBE CAPITALINA
Villa de Guadalupe a 1º de agosto de 1915.
COMUNICADO:
...Fuerzas del coronel Nuncio y del mayor Márquez
pertenecientes también al general Cepeda tomaron hoy Azcapotzalco, persiguiendo
al enemigo hasta Tacuba. Estoy esperando las partes de estos jefes para conocer
las bajas habidas en este encuentro.
Comunicarme el general Lechuga que en el curso de
los combates habidos, ha sido tiroteado desde algunas casas particulares.
Hoy ha quedado establecido aquí en Azcapotzalco el
cuartel general, mañana se hará la entrada de todas las fuerzas de México, pero
como antes digo, la plaza ya está dominada por nosotros y me honro en ponerla a
las órdenes de esa Primera Jefatura.
El
General en Jefe
Los habitantes de
Azcapotzalco también se enrolaron en las luchas revolucionarias para luchar por
un México mejor, no sabemos cuántos héroes anónimos ofrendaron su vida, los
tepanecas siguen luchando porque Azcapotzalco sea próspero, pero ahora con
diferentes armas.
El
General en Jefe
Los
habitantes de Azcapotzalco también se enrolaron en las luchas revolucionarias
para luchar por un México mejor, no sabemos cuántos héroes anónimos ofrendaron
su vida, los tepanecas siguen luchando porque Azcapotzalco sea próspero, pero
ahora con diferentes armas.
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