ESA ÚLTIMA GOTA
Por: Gustavo Aquino Domínguez
Intenté
engañar a la lluvia que amenazaba con desprenderse del cielo, asomé mis narices
a la puerta y de repente cayeron unas tímidas gotas. Regresé a mi guarida, sin
embargo a través de la ventana no apareció tormenta alguna.
Esta
vez di un paso, simulando salir a la calle. Nada. Ni un chisguete ni una brisa
mojada de primavera. Pensé que no llovería, que logré distraer a la naturaleza
fingiendo mi vagabundez cotidiana.
Me
desprendí de mi abrigo anti lluvias y salí.
Mala
decisión.
Alcé
la vista por encima de aquellas unidades habitacionales de El Recreo, se
juntaban algunos nubarrones, seguí mi trajinar hacia la Avenida Camarones
Al
llegar a la esquina, inició el chaparrón. Caminé suponiendo que sería una
ligera mojada. No fue así, al llegar a la otra cuadra cayó totalmente un
vendaval que remojó aquellos huesos hartos de la inmortalidad de aquellas minúsculas
gotas.
Continué
hasta el entronque con la avenida Azcapotzalco. El ruido de los automóviles y
el aquel vendaval no cesaban en mi oído.
Resignado
caminé tranquilamente bajo aquel diluvio, aceptando que ahí estaba mi destino.
Siempre que me mojaba me enfermaba, pero hoy al leer esto mi cuerpo deseo con anheló profundo poder mojarme alguna ves , felicidades
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