LLORONA DEL MERCADO DE LA PROHOGAR
Por Martín Borboa
Gómez (Grupo Formiga)
Lupita era de Texcoco
un día así nomás se fue,
dicen que sufría por un loco
que la dejó, quien sabe por qué.
Ella se subió a un camión
sin saber qué rumbo tendría,
y así se dio la ocasión
que a Azcapotzalco vendría.
El hambre le hizo
notar
que de Texcoco
había escapado,
y en este nuevo
lugar
segundo chance le
había llegado.
Pronto consiguió
un empleo
en el Merado de
la Prohogar,
al trabajo no le
hacía el feo
y barbacoa
aprendió a preparar.
Parecía que había
renacido
la muchacha
cantaba al limpiar,
a su patrón lo
tenía complacido
“¡Qué bueno que
vino a ayudar!”
Pero un día muy
triste en sus sueños
aquel loco la
vino a buscar,
con reclamos y
gritos extraños
no la paró de
atormentar.
Solo en sueños el
loco venía
Lupita sudaba
temblando,
angustia y miedo
tenía
hasta que
despertaba gritando.
Desde entonces no
quiso dormir
se olvidó de
descansar,
¿Por qué cuando
volvía a sonreír
se vino todo a
fastidiar?
Lupita ya no
cantaba
ni bailaba al
trabajar,
distraída ya solo
estaba
sin parar de
lagrimear.
Tristeando ya
estaba la pobre
y la gente empezó
a murmurar:
“¡La muchacha ya
sacó el cobre…
panzona seguro ha
de estar!”
Sus patrones no
se opusieron
a que disfrazara
su malestar,
“Vete allá atrás”
le dijeron
“puras cebollas vas
a picar”.
Sepa Dios que
tristezas cargaba
y al mercado
entero impactó,
que al trabajo
nunca faltaba
y de llorar ya no
terminó.
A Don Gober, su
patrón, le dijo
que algo le
picaba en los ojos,
su mujer a Gober
predijo:
“Pronto solo serán
despojos”.
Diario Lupita
moqueaba
ya sin comer
vivía,
su juventud se
apagaba
y menos fuerzas
tenía.
Ni tres meses
duró la muchacha
en la decadencia
de su vida,
y en aquel puesto
de barbacha
un moño negro
lucía.
Poco tiempo
después se escuchaba
que de la zona de
huacales venía,
un lastimoso
lloro rogaba:
“¡Déjame rehacer
mi vida!”
Desde entonces vapores
funestos,
un olor a cebolla
picada,
aromatiza
pasillos y puestos
que deja el ánima
desgraciada.
El moño negro no
se quitó
para el dolor de
Lupita velar,
y este tema ya se
evitó:
¡la clientela se
vaya a espantar!
Pero si un día
usted desea
éste asunto comprobar,
vaya la tarde que
sea
al Mercado de la
Prohogar.
Acerque su nariz
a la reja
o sea el último
cliente en salir,
verá el cebollazo
que deja
esa alma que no
pudo vivir.
Excelente Poema!! Felicidades Martín Borboa
ResponderEliminarJa ja ja pobre muchacha y creo que si huele a cebolla yo voy seguido a ver a mi amiga cuca que tiene o tenia un puesto de comida ahí hace un año por lo de la pandemia no voy prometo ir y comprobar 🥰
ResponderEliminarMuy buenas rimas Martín. Un saludo y felicitaciones a la "Hormiga en línea" por promover está bonita tradición en época de día de muertos ��
ResponderEliminar