CORRIDO PARA
RAFAEL HERNÁNDEZ BARBA
CUENTA CUENTOS Y NARRADOR DE AZCAPOTZALCO
Autora: María Elena Solórzano C.
1967 presente lo tengo yo,
ya que nació un gran hombre,
orgullo de Azcapotzalco,
chintololo por adopción.
Sus padres lo bautizaron
con el nombre de Rafael,
su apelativo completo
Rafael Hernández Barba.
Fue un niño muy despierto,
de un carácter muy alegre,
de inteligencia preclara,
pues llegó hasta la UNAM.
Estudio la Biología
pero nunca la ejerció,
la vida le reservaba
un camino de esplendor.
Empezó contando cuentos,
se convirtió en narrador,
y por todos los rumbos,
muchas historias contó.
El magnífico cuentacuentos
fue recorriendo la legua:
Azcapotzalco, Iztapalapa,
Coyoacán y Obregón.
En todas partes dejaba,
con sus bellas narraciones,
sonrisas en todas las plazas,
ramilletes de emociones.
Era de sangre liviana,
todo el mundo lo quería,
por eso cuando murió
todo el mundo lo lloró.
De su Escuela de Cronistas,
surgió un entusiasta grupo,
su semilla germinó
y la cosecha empezó.
Hoy lo llora Azcapotzalco,
su ausencia nos pesa mucho,
deja un inmenso vacío,
imposible de llenar…
Oye palomita blanca,
oye palomita azul
lleven por todos los pueblos
este mensaje fatal.
El mero once de diciembre
del año de dos mil veinte
el coronavirus lo venció
y entonces Rafa murió.
su ausencia nos pesa mucho,
deja un inmenso vacío,
imposible de llenar…
Oye palomita blanca,
oye palomita azul
lleven por todos los pueblos
este mensaje fatal.
El mero once de diciembre
del año de dos mil veinte
el coronavirus lo venció
y entonces Rafa murió.
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