LAS
ENSEÑANZAS DE DON OCTAVIO
Por el
cronista Marcelino Peña Fernández.
Tesoro Arqueológico en Azcapotzalco 1988 México Desconocido Número 13.
Todo
comenzó en Malinalco
El
primer encuentro…
Porque sin memoria histórica e identidad ancestral cultural, no
puede existir ninguna transformación de la realidad. El pueblo primer tiene que
cambiar
la percepción de sí
mismo para poder transformarla…
Guillermo Marín.
Todo
comenzó en el año 1986 mi búsqueda me
llevo al oficio de vendedor conocedor libros en una época donde el libro
impreso era una herramienta fundamental para acercarse saber la obtención de
todo tipo de conocimiento, por lo cual yo encontraba buscando un local para
poner una librería en el centro de Azcapotzalco entonces conocí a un empresario
de libro llamado Guillermo Bautista que quería poner una librería en
Azcapotzalco entonces me entreviste con los señores Gonzales eran dueños de la
vinatería Salgado ellos tenían un local a un lado del restaurante “Las cazuelas”
entonces me contacte con su hermano Antonio
dentista que me cito en Santa María Malinalco, entonces tuve la fortuna
de conocer a don Octavio que también realizaba trabajos de plomería en la vieja
calle Aspiros, número 7 al primer contacto me saludo de un modo extraño diciéndome -Tengo
mucho tiempo sin verte, a lo que yo respondí sorprendido de manera respetuosa,
yo no lo conozco, a lo que el respondió –Pero eres tu Marcelino Peña de Xochinauac a lo que yo respondí quien ha sido oriundo de Santa María Malinalco fue mi abuelo Marcelino
Peña Vilchis mi abuelo era oriundo de Santa María Mallinalco para mi sus
palabras resonaron en mi ser puesto que yo llevaba un tiempo constantemente presente
en mi mente la evocación del recuerdo y el pensamiento la vida de mi abuelo y
lo que había sido su existencia en estas tierras de Azcapotzalco,
posteriormente don Octavio me ayudo a reconstruir mi historia familiar después de
ese encuentro me invito a conocer su colección arqueología en su museo
comunitario que en ese momento se encontraba en la primera privada de Tula número
7 cabe señalar que la recuperación de mi historia familiar fue un acto
necesario.
Yo
a la fecha me preguntó como sin conocerme supo que en esa etapa de mi vida me
encontraba constantemente evocando la memoria de mi abuelo, que llevaba mí
mismo nombre… Con gran expectativa quería sobre mi pasado a eso le llamo
enganche.
Ya desde hace algunos años vivíamos nuestros sueños híbridos con la música de Rockdrigo Gonzales; el mundo era muy distinto yo decidí buscar el origen desde mi natal barrio originario de Xochinauac, para continuar mi ruta en todo Azcapotzalco. Al realizar mi prácticas de conocimiento antiguo me di cuenta la importancia de conocer nuestra lengua ancestral, en esa búsqueda de las manifestaciones del ser, y las enseñanzas, del algún maestro que me mostrará el mundo desde una realidad aparte; de pronto se abrieron las puertas de la percepción y tuve la oportunidad de conocer a mi maestro Don Octavio del cual quiero preservar sus experiencias y proteger su legado.
Inusitado Tesoro
Arqueológico en Azcapotzalco 1988 México Desconocido Número 13.
El encuentro con don Octavio; fue para el que escribe
entrar a otra forma de pensar y de ver la vida él decía que la historia
universal oficial estaba equivocada, por tal motivo tenía una gran preocupación
por la veracidad de la historia de México que también decía que estaba tergiversada
en un 70 por ciento.
El me permitió ver a través de sus enseñanzas la
cosmovisión de nuestros antepasados, desde aquellos años, los años ochenta él
me hablaba de la necesidad de realizar un rescate de la memoria histórica,
debido a que estamos sometidos a un perveso circulo vicioso inmerso en una mente
colonizada, producto del dominio europeo, por las siguientes razones: desde
nuestra tierna infancia la educación oficial siembra en nosotros un sentido euro
centrista, lo cual demostrare en el transcurso de mi narrativa, durante
diversos relatos de acontecimientos que compartí con el maestro, fue tal la
influencia de sus enseñanzas que decidí proteger su legado que llego hasta mi a
través de distintas experiencias y conversaciones, lo que conmemora la practica
ancestral de la tradición oral y nos acerca a la percepción de un nuevo
conocimiento.
Don
Octavio decía: “que la vida cotidiana en el Anáhuac, los saberes eran enseñados
de padres a hijos, siendo el conocimiento su verdadera herencia.”
Quiero expresar de antemano que en el curso de la recopilación de dichos relatos e historias el lector deberá abrir las puertas de su percepción para abrigar otro tipo de conocimiento pues en las enseñanzas del maestro se pueden descubrir un cúmulo de invaluables significados históricos y nuevos saberes.
Importancia de la Orientación
Don
Octavio aseguraba que en el contexto de las civilizaciones del mundo antiguo
como los toltecas, teotihuacanos, tepanecas y mexicas, debido a su cosmovisión
orientaron sus templos y ciudades de manera astronómica buscaron vincular sus
centros ceremoniles y ciudades con el firmamento, por lo anterior los puntos
cardinales eran de vital importancia en la filosofía antigua.
Con
don Octavio tuve la oportunidad de realizar diversas prácticas espirituales
entre ellas, destaco, una práctica denominada comer el sol, que consiste en una
serie de ejercicios de respiración fijando la vista directamente hacia el astro
rey. Chasqueando los dientes a un ritmo de 7x7 lo cual produce una carga de
energía entre otros efectos…
Lo
que yo quiero destacar es que también realizábamos diversos recorridos históricos
en lugares emblemáticos por la entonces llamada delegación Azcapotzalco de
dichas enseñanzas prácticas resulto por iniciativa de la cronista Yolanda García
Bustos y del que cuenta esta historia, en un arranque de creatividad y con
mucho entusiasmo por los nuevos saberes entonces nació el recorrido histórico
cultural llamado: “El príncipe Tlaltecatzin
deambula el bici”, el propósito de dicho recorrido histórico es mostrar la
riqueza cultural que a través de la transmición oral nos entregó Don Octavio
Romero Arzate dándole vida a un sendero con una nueva interpretación histórica,
lo cual despertó en nosotros diversas inquietudes filosóficas, e históricas del
rescate del rescate de nuestro verdadero pasado tepaneca; lo que impulso a propios
y extraños a buscar el legado arqueológico de Azcapotzalco. Dichos recorridos también
se realizaban con el objetivo fundamental la preservación de dichas enseñanzas.
Cabe
señalar que algunos de estos aprendizajes tuvieron lugar en un sitio llamado Museo
Príncipe Tlaltecatzin ubicado posteriormente en la calle libertad número 35 Azcapotzalco
centro el cual era dirigido por don Octavio Romero Arzate, que en su momento
nos mostró diversas piezas arqueológicas en este sitio maravillosos que ahora sería
catalogado como un museo comunitario, pero en nuestro presente solo que la
añoranza pues de dicho museo solo se conserva la fachada como mínimo vestigio
de su gloria..
Año de 1988
Fue el año de 1988 cuando me
encontraba en una práctica de conocimiento antiguo con don Octavio, por lo cual
yo me sentí totalmente sorprendido por su saber, cuando tuvimos la siguiente
charla:
-Yo insistí en que me permitiera
participar en sus excavaciones a lo cual el replico sin pena alguna.
-Se llaman escarbaciones (después
de muchos años de reflexionar sus palabras y pensar profundamente en sus acciones
llegue a las siguiente conclusión: el realizaba sus descubrimientos usando
todos sus sentido abiertos y sus manos, para debelar algún secreto por ello así
denomino a su técnica ya que una excavación es algo que se hace de modo técnico
con herramienta) yo tenía en ese tiempo 27 años y vivía con unas grandes ansias
de saber por ello yo le insistía frecuentemente, que me entregara la llave de
su conocimiento para poder realizar dichas escarbaciones (al maestro que por
cierto no le gustaba que le dijeran maestro me decía soy Octavio llámame por mi
nombre) por otro lado ante mí insistencia de obtener la clase de su saber Octavio
me respondió parando mi tiempo, parando
mi mundo… Y entonces me miró
fijamente a los ojos declarando –¡No y nunca trates de abrir puertas que no
puedas cerrar!, lo que me hizo bajar la cara reverencialmente y me conforme,
con la práctica de dichos recorridos, en los lugares emblemáticos de
Azcapotzalco…
En
Pantaco donde se exhiben las banderas del norte
Un
lunes del mes de agosto un mañana nublada y lluviosa, Don Octavio me hizo
colocarme dirigiendo mi vista hacia el rumbo del oriente para persignarme
mirando hacia el sol haciendo un circulo sobre mi rostro trazando la señal de
la cruz haciendo la trinidad con mis dedos. Pero en realidad dicho acto tenía
más bien un sentido de salutación a los cuatro rumbos, rito fundamental para
nuestros antepasados; lo cual me emociono de sobremanera, entonces me pregunto ¿Qué
vez allí? Dirigiendo su mano al cerro del chiquiuite lo cual me genero gran
asombro al ver dicho cerro con unas post modernas antenas combinando en su paisaje
el presente y el pasado, entonces le dije -¡Qué impresionante es el cerro del chiquiuite!
para mí fue una visión que rebaso lo cotidiano.
Calle Aspiros barrio Santa
María Malinalco obra gráfica Marisol Gutiérrez.
Entonces
me dijo -¡Míralo bien y dime! ¿Porque le dicen el Chiquiuite?, a lo que yo respondí:
-Es una gran canasta donde ponen las tortillas, elaborado de tiras de carrizo,
por lo que esta perforado por todos sus lados, entonces él me dijo:
-obsérvalo
bien a lo que yo respondí -¿Lo observo, lo miro o lo veo? A lo que él replico ¡A mí no me vengas con fregaderas de
que eres muy letrado! ¡Tú ponle atención!, apenas pude percibir como saco de su
bolsillo, el silbato de ehecatl y lo coloco en sus labios, produjo un gran sonido
semejante al soplido del viento lo cual provoco que se alterara mi percepción
de la realidad, y en ese momento vi el prodigio de como se posó una nube densa
y negra sobre la cúspide del cerro, y de pronto el cerro comenzó a derramar por
sus faltas abismales cantidades de agua, y en el horizonte se dibujaba el
rostro de una intensa tormenta, donde los truenos, me hicieron perderme en el goce
de mis sentidos al tiempo que veía como una gran ola se precipitaba hacia
nosotros, y en ese exacto momento don Octavio me dio un fuerte golpe en el plexo
solar que me lanzo como a diez metros de donde originalmente nos encontrábamos
de pie, observando el prodigio pero realmente desperté del ensueño y don Octavio
me preguntó ¿Qué te paso? ¿Te perdiste? Quedaste como encantado a lo que respondí:
por unos minutos vi a ese cerro vivo y
entonces me dijo sarcásticamente: ya no fumes esa yerba si no la controlas, le
dije -No Octavio por favor que yo ya no le hago a esa hierba voladora, y más
sabiendo que hay otras formas seguras de volar entonces paso su brazo izquierdo
sobre mis hombros y me dijo fue ehecatl, el viento y tlaloc la lluvia; que
bueno que lo has visto, por lo tanto me sentí muy afortunado de haber tenido tan
hermosa iniciación, en este mismo lugar donde deambularon tepanecas, y aztecas;
cuando fueron los mejores años del valle del Anáhuac, continuo diciendo hay
mucha gente que no sabe ni donde están paradas, y siempre andan desorientadas
pero sabes que estas eran las costas del lago salado de la cuenca de la Anáhuac
y por ello Azcapotzalco está localizado en estas tierras privilegiadas y
benditas, donde deben de saber que aquí vivieron un tiempo los Aztecas y
empezaron a concebir la idea de Tenochtitlan, construir su ciudad más al centro
el lago, y como ya te dije antes orientado sus teocaltin y plazas de modo
astronómico, a lo que yo pregunte con sorpresa ¿Cómo sabes todo esto Octavio?
Porque estoy en contacto con mis antepasados las ánimas son mis guías, las mismas
que me indican donde debo escarbar para rescatarlas, porque las piezas guardan
secretos en la memoria de todos los tiempos.
Pero
volviendo a Pantaco este lugar es muy especial porque como decía don Octavio
aquí los mexicas comenzaron a concebir la idea de donde ubicar el templo;
en
cuanto a su etimología náhuatl viene de Pantli bandera y co locativo náhuatl
este lugar es muy importante pues era un punto de paso obligado donde los visitantes
a las ciudades importantes del Anáhuac debían de mostrar sus banderas, lugar
que tenía una función vital en cuanto a la entrega de tributos; en Pantaco
circundado la fuente Xancopican o los Tulares de Acocolco, lo dicho por don Octavio
se puede confirmar lo dicho por el Arqueólogo Gilberto Pérez Rico en su trabajo
Monografía sobre la Fuente Xancopica, que ahí fue el lugar donde los mexicas
comenzaron a concebir la idea de como edificar la ciudad de Tenochtitlan pues
estos se vinieron a esconder a estos terrenos pantanosos llenos de tulares y de
víboras debido a que fueron expulsados de Chapultepec aquí ellos observaban
detenidamente el cerro del Tepeyac el lugar donde habitaba la de la falda de
serpientes, la Coatlicue, y la madre tierra; dicho más dulcemente nuestra
venerada madre Tonantzin, también aquí vivieron durante muchos años caminando y
durmiendo bajo el cobijo del hermoso firmamento viendo el movimiento cósmico de
la luna la enjoyada Coyozauzqui y los 400 surianos los zenzotlatoa, en este
mítico lugar fijaron su atención sobre Tonalli, el sol que se desplaza por el
oriente tocando el cerro de la estrella y al fondo de todo esto el paisaje era
enmarcado por dos enigmáticas montañas, el cerro humeante Popocatepetl el
guerrero amoroso, e Iztaccíhuatl la mujer blanca, la mujer dormida, el perfecto
paisaje natural que hizo a nuestros antepasados concebir el mito de la guerra
cósmica donde Coyozauzqui buscara a todo costa impedir que el sol
Huitzilopochtli emerja como un poderoso ser dador de vida, a pesar de su
cercanía con la concepción de la muerte por ser el dios guerrero, por lo
anterior el pueblo azteca cultivo una vocación para mantener en movimiento
constante al sol, como pueblo elegido era un honor sacrificarse para que la
vida fluyera y el sol no se apagara jamás, entonces instituyeron el sacrificio
alimentando al cosmos con su sangre, tal sacrificio era reservado que era
reservado para seres iniciados, no cualquiera tenía el privilegio de morir de
esa manera, ofrendándose ritualmente en lo alto de los teocalis, lo que se
instituye de un modo pedagógico para la cosmovisión del mundo náhuatl en la Leyenda
de los Soles, cito: “…es de noche aun no brilla el sol, aun no hay
aurora se reunieron los dioses, se juntaron en consejo en lo que ahora es
Teotihuacán uníos se dijeron; venid acá y quien toma a su cargo ¿Quién se hecha
a cuestas el oficio de ser el sol y de ser la aurora?..” este mito cósmico
renueva el significado del sacrificio entre los antiguos mexicanos teniendo
como personajes principales a Nanauatzin el purulento y a Teccuzitecatl el
señor del caracol…
Al
conocer a don Octavio tuve la oportunidad de revalorar estos sitios ahora
aparentemente sombríos cubiertos ahora de una tosca modernidad industrial;
donde convergen diversos significados históricos, por lo cual me siento
profundamente agradecido con mi maestro que me permitió despertar mi conciencia
así como abrir las puertas de la percepción de mis sentidos por esto entendí
que don Octavio tenía la capacidad de comunicarse con las ánimas, sus guías
como es el caso de Tlacatecuhtli el señor de la casa de las águilas, un
sacerdote mexica que don Octavio decía que era la dualidad espiritual de
Cuauhtemoctzin cuando el gran Tlacatecuhtli hizo contacto con don Octavio le
pidió que desenterrara unos objetos de poder que se encontraban en la última
morada de este ser, y esto fue en Nextlatilco lo que ahora es; la colonia
Tlatilco aquí en Azcapotzalco, Tlacatecuhtli le revelo a don Octavio, que tres
días previos a que se diera la última batalla en la gran Tenochtitlan este ser
le indico que se realizó un importante ritual que fue el sacrificio sagrado
entonces este le indico el lugar exacto donde debería excavar y el producto de
dicho rescate está ampliamente documentado en la revista de divulgación
cultural de nombre México Desconocido del mes de marzo de 1988 número 133, este
artículo se llama: Inusitado tesoro arqueológico en Azcapotzalco y es de la
autoría del doctor Jorge Paulat, donde se hacen constar los objetos hallados
por don Octavio que son entre otros: cuchillo de obsidiana labrado y
pulimentado en sus dos partes, este es en sí una síntesis precisa de la
mitología que sustentaba ideológicamente al impero del antiguo México, una
vasija con pictogramas al estilo de la Tira de la Peregrinación o Códice
Boturini, un sello que se utilizaba para decorar labores como era el caso de
cuando se elaboraba pan de amaranto, unas vasijas ceremoniales esas vasijas
sirvieron alguna vez, para contener el principio vital que es la sangre y los
corazones de los sacrificados, también ahí se mostró el hacha que tiene labrada
la figura de un personaje con el nombre pictográfico de Cuauhtémoc el sol
poniente, el águila que desciende, y cae sobre su presa, esta pieza de
invaluable riqueza, don Octavio nos decía que perteneció a nuestro señor
Cuauhtémoc pues era su cetro de poder o su bastón de mando, piezas que algún
día regresaran para ser honradas por los mexicanos y entonces se cumpla a
cabalidad la consigna de Cuauhtémoc, dejare para otras entregas los valiosos
relatos que don Octavio me narro como fue su experiencia con la curandera
Pachita que operaba con la ayuda del hermanito Cuauhtémoc y las revelaciones
que tuvo al siendo su ayudante; Pachita la que también fue maestra de Jacobo
Ginberg y Alejandro Jodorowsky así como su amistad quebrantada con la curandera
sacerdotisa de los hongos María Sabina. Además en otras entregas mostrare las
increíbles historias como la del Cuerno de Fernando de Roa, y la de su
inseparable amigo el pequeño hombrecito el chaneque.
Interesante que apareciera un artículo sobre el Museo y don Octavio en la revista México Desconocido, gracias por este artículo que nos compartes Marcelino Peña y esperamos que continúes con otra parte sobre el tema.
ResponderEliminarPor mi parte sigo indagando más artículos y escritos en publicaciones sobre el Museo Príncipe Tlaltecatzin y don Octavio Romero, pues al parecer he encontrado dos más posiblemente de los que he registrado, saludos.
Atte. El Centinela de Xancopinca