lunes, 21 de noviembre de 2022

 

SAN JUAN TLILHUACA.

PARTE 4.

LA CURA DE ALMAS EN EL TLILHUACA DEL SIGLO XX 

Por Seminarista Sebastián Romero Olmos

 

He señalado ya el modo en el que se desarrolló a grandes rasgos la evangelización del barrio antiguo de San Juan Tlilhuaca y para ello se ha echado mano de los pocos datos que se tienen y que rescatan varios autores interesados en esta materia.

            Hasta el momento se ha apuntado que Tlilhuaca fue por mucho tiempo una estancia dependiente del curato de Azcapotzalco y probablemente piense el lector de modo muy similar a mí al suponer, que, debido a la gran extensión de esta población, a su importancia sociopolítica, al carácter de su gente, a sus tradiciones y devociones tan marcadas, muy pronto hubiera merecido elevar a su sencilla ermita al grado de parroquia, sin embargo, este acontecimiento no se dio sino hasta el siglo pasado.

            La erección de la parroquia de San Juan Bautista- Tlilhuaca, Azcapotzalco (nombre bajo el que está registrado el curato), se dio el día 24 de abril de 1947, habiendo asistido a la Mitra de México un grupo de fieles de la comunidad apoyados por el cura párroco de Azcapotzalco a solicitar esta gracia para el antiguo Tlilhuaca[1].

            La respuesta del Arzobispado no demoró mucho y ya para inicios del mes de mayo, el Señor Arzobispo de México, Mons. Luis María Martínez, nombró a su primer párroco, el Pbro. Gregorio Hernández, quien al llegar a la recién erigida parroquia se dio cuenta de que no había una casa parroquial en donde hospedarse, por lo que vivió durante su administración en una casa vecina al templo perteneciente a la familia Vargas, de la cual se tiene registro incluso en documentos virreinales como tantas otras familias del barrio.

            Se sabe que el padre Gregorio respetó profundamente las tradiciones del pueblo y llevó una sana convivencia con los vecinos de San Juan, sin embargo, su tiempo en medio de ellos fue breve, debido a que falleció en 1950, apenas tres años después de su llegada.

            La Mitra proveyó un pastor nuevo para aquella comunidad, llegando el Pbro. Néstor Gordillo, a quien se le describe tan respetuoso como su predecesor. Fueron similares incluso en la brevedad de su Ministerio, pues tan solo durante cuatro años pastoreó el padre Gordillo a San Juan Tlilhuaca.

Según los habitantes de San Juan, los problemas llegaron en 1953, junto con el Pbro. Luis Reyes Manríquez, su tercer párroco. Lo describen como un hombre rígido, estricto, autoritario, que cuestionó las tradiciones y devociones populares, que intentó controlar y centralizar toda actividad religiosa, llegando muy pronto a suprimir toda cofradía y a eliminar un buen número de festividades y tradiciones como la de los ya mencionados animeros, así como a la totalidad de cofradías y mayordomías.

            Sin embargo, no todo fue malo en esa época, pues el padre Manríquez realizó importantes obras de remodelación del templo y sus inmediaciones. En su administración se edificó la capilla lateral del Santísimo, se construyó la casa parroquial, se construyó una escuela primaria llamada Íñigo de Loyola, acompañada por religiosas y en la cual se capacitó a señoritas de Tlilhuaca para convertirse en profesoras, se aplanó el atrio y se colocó la hoy emblemática cruz atrial, se construyó el claustro de la parroquia y la barda perimetral y quizás una de sus obras más importantes, se colocó la puerta sur de ingreso al atrio parroquial dedicada al Sagrado Corazón y bendecida por el señor Arzobispo.

(Foto: Alumnas y profesoras de la escuela primaria instalada en la parroquia junto al Pbro. Luis Reyes en un festival, 1955 – 1960)

En materia pastoral, Reyes Manríquez fundó en Tlilhuaca la Acción Católica, a la cual dividió en cuatro secciones: señores, que se encargaban de las obras materiales de la comunidad y de la representación de la Semana Santa, muy tradicional en San Juan Tlilhuaca, agrupación que dio paso en 1954 a la fundación de la Hermandad de nuestro padre Jesús, existente hasta el día de hoy y bendecida por Mons. Luis María Martínez; mujeres, quienes promovían las actividades pastorales como catequesis y ejercicios espirituales; jóvenes, que impartían la catequesis y realizaban colectas en favor de la parroquia y señoritas, quienes impartían clases en la escuela primaria.

            Fue sumamente polémica la administración de este sacerdote, tanto así que llegó el momento en que los fieles intentaron sacarlo de la parroquia a la fuerza valiéndose de la policía, sin embargo, se cuenta que los feligreses que defendían al párroco hicieron sonar las campanas y así, el pueblo no dudó en hacerse presente para defender a su pastor y expulsar a los uniformados.

(Foto: Bendición de la puerta lateral sur de la Parroquia. Mons. Luis María Martínez. Arzobispo de México 1955 – 1960).

Muy seguramente llegaron las quejas de muchos fieles y el rumor del escándalo antes narrado a oídos del Arzobispo, quien le dio otro encargo y envió a un sacerdote un tanto más prudente en su lugar. No es la intención de este trabajo de investigación el realizar un resumen de la obra de cada párroco, sino señalar a todos en general y detallar algunos hechos de suma significación para la comunidad parroquial de San Juan Tlilhuaca. Así, a continuación, se presenta el listado de los curas párrocos que por dicha comunidad han pasado.

 

Nombre del Párroco

Años de su Administración

1

Pbro. Gregorio Hernández

1947- 1949

2

Pbro. Néstor Gordillo

1949- 1953

3

Pbro. Luis Reyes Manríquez

1953- 1960

4

Pbro. José Manuel Barajas Espinosa

1960

5

Pbro. Vicente Orozco Naranjo

1960- 1968

6

Pbro. José Guadalupe Hernández

1968- 1973

7

Pbro. José Tamayo Martínez

1973- 1979

8

Pbro. Constantino Navarrete

1979

9

Pbro. Ricardo de León Herrera

1980- 1999

10

Pbro. Gustavo Salinas Cuéllar

1999- 2005

11

Pbro. Jorge Aníbal González Sandoval

2005- 2017

12

Pbro. Fco. Alejandro Fernández Zamora

2017- 2018

13

Pbro. Fco. Anselmo Bravo Burbano

2018- presente

 

Cabe señalar muy especialmente al Pbro. Ricardo de León Herrera, el párroco quien más tiempo ha estado en la comunidad, con diecinueve años, que se vieron interrumpidos por su repentino fallecimiento. Sin embargo, a la fecha se le recuerda como un gran pastor que supo entender y amar a su comunidad, se habla de él como “el cura que andaba en bicicleta” recorriendo toda la comunidad, saludando a la gente, deteniéndose a conversar, dialogar, bendecir, confesar. Es tanto el cariño del pueblo a este gran pastor, que le dieron su nombre al auditorio parroquial.

            En cuanto a su pastoral, es importante referir que el territorio que abarca la parroquia, aunque geográficamente es reducido, comprende una población sumamente nutrida, pues recordemos que la Ciudad de México “crece hacia arriba”, se calculan poco más de 20, 000 habitantes dentro de la jurisdicción parroquial, mismos que se encuentran distribuidos en las colonias: San Juan Tlilhuaca, Unidad Habitacional Francisco Villa, Unidad Habitacional Presidente Madero y Unidad Habitacional Miguel Hidalgo.

            La comunidad cuenta con dos pequeñas capillas auxiliares, una en la Unidad Madero, dedicada a la Santa Cruz y otra en Miguel Hidalgo consagrada a Santa María de Guadalupe.

            Recién erigida la parroquia, sus límites eran mucho más extensos, incluía tres ranchos y una hacienda, en términos actuales, ocupaba el espacio de lo que hoy son diez parroquias y rectorías vecinas: San Antonio de Padua (Petrolera); Divina Institución de la Eucaristía; San Pedro Xalpa; San Miguel Amantla; Divina Providencia (Hacienda del Rosario); San Felipe Neri (Prados del Rosario); Nuestra Señora del Rosario; Nuestra Señora del Carmen (Trancas); San Martín de Porres (Pasteros) y Purísima Concepción (Tierra Nueva).

            Hoy día, los retos más grandes de la parroquia son: los jóvenes, a quienes le cuesta trabajo buscar debido a la enorme brecha generacional que existe y a la dificultad para comunicar la fe en clave moderna. Por otro lado, la unificación de la comunidad, así como el rescate de la identidad de pueblo es una tarea de todos que la fe puede ayudar a cumplir, pues se han suscitado grandes divisiones entre los fieles. Finalmente, es preciso revalorar, recuperar en su totalidad y promover, especialmente entre los jóvenes, las tradiciones religiosas del pueblo para no perder la maravillosa herencia cultural de esta población originaria que se mueve en medio de una gran Ciudad que pareciera devorarlo todo.

            A lo largo de los años, los sacerdotes que han pasado por la comunidad han visto necesario para la satisfacción de las necesidades pastorales la creación de diversos grupos parroquiales cuyos miembros colaboren con el párroco para responder a las demandas del pueblo. Así el día de hoy existen más de veinte grupos parroquiales de diversa índole, desde los devocionales como el del Rosario y la Adoración Nocturna, los de Pastoral Profética como la Escuela de Pastoral y el Catecumenado, los juveniles como su Pastoral propia y un Ministerio de Música, hasta la Hermandad de Jesús, muy característica de San Juan, que se dedica a organizar las representaciones de Semana Santa.

Modificaciones de la edificación a lo largo de la historia

Ya antes he señalado algunas modificaciones que se han hecho al templo y a sus inmediaciones, especialmente durante la década de los 50’ del siglo pasado, durante la polémica administración del padre Luis Reyes Manríquez, “el cura constructor”.

            Es impreciso señalar quién y cuándo se realizó la sustitución del antiguo retablo barroco que se presume que presidía el altar mayor del templo y del cual se conservan unas cuantas pinturas de alrededor del siglo XVII y se colocó en su lugar el actual monumento neoclásico que también fue intervenido tras el Concilio Vaticano II para responder a la Reforma Litúrgica plasmada en la Constitución Sacrosanctum Concilium, teniendo como cambio principal la separación del altar del conjunto del retablo, finalizando con la tradición ad orientem tan clásica del rito tridentino y adoptando la forma actual verso populo.

El padre Manríquez vio la necesidad de anexar al lado izquierdo del templo una pequeña capilla para resguardar al Santísimo Sacramento, cosa que hoy en día no permitirían las autoridades encargadas de la conservación de los bienes históricos. Muy seguramente esta obra habrá eliminado un altar lateral, que, aunque habría sido sencillamente ornamentado, tenía un gran valor histórico para el templo.




(Foto: Veneración de Nuestra Señora de los Dolores por un grupo de mujeres de Tlilhuaca. 1955 – 1960)

 

El mismo sacerdote consideró conveniente el dignificar el atrio parroquial que es de grandes proporciones respecto al de otras parroquias aledañas, exceptuando a la de los santos Felipe y Santiago, y a sabiendas de que constituía un espacio privilegiado por el pueblo para las reuniones y asambleas vecinales. Así, consiguió aplanar una parte de este, sembró árboles cuyas raíces en la actualidad han terminado por destruir buena parte del aplanado y decidió, además, colocar una gran cruz atrial, que sería utilizada cada año el viernes santo para escenificar la crucifixión del Señor.

            Igualmente, en 1951, don Juan Sandoval Oliveros y su esposa quisieron hacer una aportación al templo con el fin de dignificarlo y embellecerlo tras su elevación al grado de parroquia, y muy probablemente como parte de las obras de restauración que en la época se habrían realizado debido al mal estado de conservación en que se encontraba el edificio, sugiriendo la colocación de azulejos en la cúpula principal y en la del campanario. Así se hizo, y a la fecha lucen con singular belleza, como señala en su texto el investigador Urdapilleta, sin tener algún ejemplo que le iguale, al menos en Azcapotzalco.

 Cruz Atrial de la parroquia. Al lado izquierdo con adoradores nocturnos y devotos del Sagrado Corazón (1955- 1960), a la derecha un viernes santo a finales de los años 90’.                

Más adelante, en tiempos del padre Ricardo de León, se realizaron los trabajos de construcción de salones parroquiales al costado izquierdo de la parroquia con la finalidad de facilitar y promover las actividades de evangelización y la coordinación de los diferentes grupos parroquiales. Ello se realizó con ayuda de todos los miembros de los grupos, quienes colaboraron desde la compra de materiales hasta la obra de construcción misma.

Vista del Templo parroquial, claustro, casa parroquial y salones desde arriba. 2020.                                                                                  

Conclusiones

Al recabar durante varios meses y en diversas fuentes de investigación los datos, historias e imágenes aquí presentadas, nos es posible admirar el valor y riqueza histórica y cultural de la antiquísima población de San Juan Tlilhuaca, un barrio que al pasar de los años ha conservado su esencia, sus hermosas y variadas tradiciones, el carácter fuerte de su gente y la profunda fe llena de expresiones singulares e inigualables.

            Es impresionante recorrer la inmensidad de la capital mexicana y encontrar pequeños rincones como este, donde pareciera que el tiempo se ha detenido, donde queda de manifiesto la resistencia de la comunidad a ser engullida del todo por la feroz urbanización. Resulta asombroso ubicar rincones de fe viva en medio de ciudades que avanzan a ritmos vertiginosos, siempre a prisa, sin tiempo, sin capacidad de asombro.

            Me emociona pensar en las historias que narrarían los muros del templo, las casas, los parques, los ahuehuetes, las calles si tan solo pudieran hablar. Pero más me emociona aún pensar en lo que lograríamos si nuestro pueblo conociera su riqueza histórica, la valorara, la transmitiera con orgullo y la acrecentara, y alcanzar esto sí que es posible.

            Un fruto esencial del presente trabajo de investigación es el inicio de los esfuerzos en pos de la conservación y promoción de la cultura e historia de Tlilhuaca, ayudado especialmente por la comunidad parroquial, sitio y personas que dan coherencia y cohesión a la totalidad de la historia local y a quienes agradezco profundamente su inapreciable colaboración en el presente estudio.

 Aguardamos con emoción los resultados de estos trabajos, particularmente en este 2022, año en que celebramos el Jubileo Parroquial por los 75 años de su erección, festejo que también será posible gracias a la investigación realizada.

            En Dios, trabajamos y aguardamos los frutos.

 

 

 

Bibliografía

·         Julio César Farías Reyes, Historia e identidad en San Juan Tlilhuacan, un pueblo de Azcapotzalco, durante el siglo XX, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2017.



[1] Julio César Farías Reyes, Historia e identidad en San Juan Tlilhuacan, un pueblo de Azcapotzalco, durante el siglo XX, p.158.

 

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