TODOS SOMOS
CRONISTAS
Por Don Nayarito Cantalicia
De donde yo vengo, en tiempo de mis ancestros, la gente no sabía escribir en la gran mayoría de los casos, pero tenía muchas cosas que contar. Así que por medio de su ingenio, para conservar la temática de sus historias fundamentales, lo registraron en tejidos, aplanando estambre con miel o cera, o en elaboradas y multicolores piezas planas que antes se hacían con semillas y ahora con chaquira, distintivo del arte huichol. Pero esa ayuda del registro vino después. Lo primero era tener algo que contar. Y así ha sido por siglos. Después en algún momento surgió la manera de registrarlo en algo tangible, portátil, didáctico. Ni a quien se le ocurriera usar letras. Eso ya fue mucho después, se los aseguro. Es decir, la trama del asunto, el deseo de contarlo, y él quien lo relatara, son una combinación antiquísima. Los cronistas y la crónica son cosa vieja. La escritura es muy joven en comparación. ¿O seremos capaces de afirmar –demostrando- que antes de la escritura, no hubo jamás crónica ni cronistas?.
Ya ubicado en Azcapotzalco, mi paisano Don Jimeno, (“Jimenillo
el bolerillo” para los amigos), lleva más de 30 años ejerciendo su oficio de
bolero en el Jardín Hidalgo, en el corazón de Azcapotzalco. Entre el monumento
a Miguel Hidalgo y la fachada de nuestra Catedral, ha lustrado el calzado de
políticos, gente del espectáculo, estudiantes, mujeres embarazadas, clérigos,
oficinistas, cantantes, y hasta distinguidos autores de cuando hay feria
internacional del libro en dicho Jardín.
La de gente que ha conocido, y sucesos que ha atestiguado:
desfiles, bodas, misas de cuerpo presente, cierre de la avenida por vendimia
decembrina, excavaciones que momentáneamente dejan ver ruinas prehispánicas
bajo el suelo de la Avenida Azcapotzalco. ¡Uy!, la de cosas que nos ha contado
cuando hemos ido de compras al centro de la alcaldía y pasamos con él. Claro
que como todo buen bolero, tiene su periódico para el cliente, pero ningún
diario supera las anécdotas y acontecimientos que nos ha relatado Jimenillo.
¿A POCO PORQUE NO
LOS HA ESCRITO, NO ES CRONISTA?
¿A poco el cuñado de Jimenillo, que es campanero de la
iglesia del barrio cercano, que tantas fiestas patronales ha visto y ayudado a
organizar, por más que nos cuenta sobre las celebraciones religiosas y los
obstáculos que cada año vencen para que todo salga bien, no es cronista porque
no lo he tecleado en Word ni en Whatsapp a nadie? Si no hay quien lo detenga,
solo habla de sus fiestas, y de que si vino el Obispo a dar la bendición, que
si este año la portada de flores no la trajeron de Xochimilco porque Don
Evaristo se enfermó, y ahora la trajo su ex yerno desde Lerma, y de pilón les
regaló hartos cohetes, y entonces que los García querían que a su hija la
quinceañera le hicieran su misa y mejor esos cohetes fueran para la niña en vez
de para el santo de su parroquia, y a cambio ellos ponían la bebida. Y entre
que son peras o manzanas, ya se apalabraron para la mayordomía del año próximo
y que hasta ofrecen traer al Niñopa de visita, ahora que se recupere Don
Evaristo. En fin. No para de relatar, y
creo que jamás lo va a escribir. ¿Y por ello no le alcanza para cronista?,
¿Sus vivencias de décadas de campanero no valen como crónica?
No hombre. Eso sería un error. Evitemos caer en soberbia discriminación de oficios: Para ser cronista no es condición escribirlo.
Les aseguro que en muchos casos, el que escribe o publica,
lo supo porque alguien se lo contó o le facilitó el documento que explica la
trama. Y está bien. Es muy válido. La fuente es otra, y uno a veces por ganas
de compartir o difundir, le dedica tiempo y lo escribe. ¿Quién es el cronista,
quien lo contó o quien lo difundió? Yo
creo que ambos, pues los dos están al servicio de la crónica. Y esa es mi burda
definición subjetiva e individual:
Cronista es “el
que está al servicio de la crónica, aun sin darse cuenta”.
Mi buen amigo Jimenillo NO escribe, pero cuenta, narra, difunde, comparte, transmite, informa, recuerda,
memoriza, relata. Nos ha hablado de las veces que han estado asaltando
atrás del kiosco mientras en el templete de enfrente hay danza, música o
charlas ante público nutrido. Del día que vinieron unos honorables combatientes
mexicanos del escuadrón 201 a ver si se organizaba una muestra fotográfica en
la Casa de la cultura, y se fueron con la cabeza triste sin pena ni gloria ante
la indiferencia oficial de aquel periodo. Del atleta que ganó su medalla en uno
de los maratones locales, y en cuanto se bajo del podio, se metió a la entonces
Parroquia, a dejarle su premio a la Virgen del Rosario. Y así, infinidad de
historias, que las cuenta en el tiempo exacto que tarda en darle su boleada a
un par de zapatos. Con él, la boleada
incluye la crónica.
En la valiosa revista “La
hormiga en línea”, en donde varios hemos aprovechado para relatar acerca de
Azcapotzalco, el escrito sirve para difundir a un público actual y futuro sin
tener que reunirnos en el mismo tiempo y sitio. Pero eso es solo aprovechar
avances tecnológicos. El contenido del relato y quien lo dice, ya existen. Un
texto es solo UNA forma de divulgar el relato. También podría llamarles por teléfono y contarles de que trata el
artículo, y el objetivo se alcanzaría igual. ¿o no?
CRISTINA PACHECO,
SU PARQUE Y SU EJEMPLO
Hago un breve paréntesis para traer a cuento el nombre de Doña Cristina Pacheco, de quien en
agosto de 2017, se le puso nombre a un Parque
de bolsillo, justo a un lado del “Centro Cultural Casa de la palabra José
Emilio Pacheco”. (Hermosa manera de que tan interesantes personas –y pareja
sentimental- hayan quedado unidos en espacios de desarrollo y expresión).
Me gusta mucho el ejemplo profesional de Doña Cristina Pacheco que con micrófono
y camarógrafo, ha ido a la calle, justamente a entrevistar a gente como mi
amigo Jimenillo, gente de oficios esforzados en pleno trajín urbano, a ver que le pueden relatar para que en sabrosas
confidencias colectivas, le ayuden a darle contenido a su programa. Ella se
presenta como periodista y narradora, conductora de un programa. Deja a su interesante entrevistado, por
ejemplo el bolero o el tendero, ser el cronista. Él, por haber sido testigo
de un acontecimiento, o escuchado de sus mayores una historia, o visto en
fotografías difundidas, o incluso
conocido al autor de algún suceso, o porque se refiere a su oficio o ubicación,
le da sustento a su mensaje, y con voluntad lo cuenta. Al final del programa,
donde uno relató, otra lo condujo, y nosotros lo atendimos, el proceso
comunicativo de la crónica cumplió su
objetivo, y nadie tuvo que usar letras para nada.
Esto es lo que sucede en la realidad, y en cualquier sitio
en donde haya quien quiera contar el acontecimiento que recuerda, planea, o
está viviendo. ¿O es que aunque un
temblor lo sentimos todos, nomás los que lo escriban pueden dar crónica de
ello? Como dicen los chavos, ¿es
neta?
FOGATAS Y JUGLARES
La crónica ya era vieja antes de que nacieran los símbolos
acuñados en arcilla. La crónica se escuchaba ante paisajes, ante fogatas, mucho antes que registrarlas en
máquina de escribir o computadora. Los cronistas podían llevar penacho o collar
de cuentas, o tener aun las armas ensangrentadas mientras contaban una vez más
como habían cazado a tal animal, o como la fiera había tragado el brazo del
compañero en el intento.
La oralidad y las
señas con las manos son más antiguas que la escritura y la imprenta juntas.
La crónica se cantaba caray, los juglares eran un “archivo”,
no meto las manos al fuego por su objetividad, pero el oficio era difundir la
crónica y era exclusivamente oral, musical y algo de danza. Lo digo porque hay quien opina que quien no publica por
escrito, no es cronista. Tienen todo el derecho a estar perfectamente equivocados.
Don “Chava” Flores cantó numerosas veces sobre los detalles del trajín social y
urbano de su época, retratando en crónicas musicalizadas sus observaciones. Y
en Azcapotzalco tenemos además, el orgullo de que fue vecino un tiempo. Los juglares
de todas las épocas se han valido de la oralidad, compartiendo crónicas de sitio en sitio.
REVISTA DE LA
CRONICA “LA HORMIGA EN LINEA”
Actualmente hay muchos esfuerzos en el internet que reúnen
crónicas. Reconozco que muchos abarcan extensiones territoriales inmensas, por
ejemplo un continente. Otras solo se enfocan en una nación, un personaje, o una
institución. Pero hasta ahora no he visto una página de internet mexicana con más
artículos que “La hormiga en línea”, de
temática exclusivamente municipal y no gubernamental.
Por ejemplo, visité la página que se comentó en esta revista
el mes pasado “tlahtoque.blogspot.com”.
Importante material sobre Azcapotzalco, con contenido sobresaliente sobre
nuestra alcaldía. Tiene 30 artículos
y el último se publicó en 2017. Hay que aprovecharlo.
Precisamente por ello resulte brillante y vanguardista, el esfuerzo
de la revista electrónica “La hormiga en
línea”, que desde hace 25 meses, (febrero 2019 a febrero 2021) ha reunido 153 artículos de crónica, de 19
autores diferentes. Lo ha hecho mensualmente de forma ininterrumpida, a pesar de la pandemia, y se hace sin fin de lucro.
Todo el esfuerzo es gratis, sin apoyo de ningún gobierno. En esta liga se puede
acceder al Índice de dicha revista:
http://tlalpujahua1.blogspot.com/
Mientras no se demuestre lo contrario, afirmo que “La hormiga en línea” es única en su
tipo (crónica gratuita y digital de publicación ininterrumpida y mensual, que
versa sobre un territorio específico mexicano, con más de 150 artículos de
crónica), entre todos los municipios y alcaldías del país. Es el documento
sobre Azcapotzalco más amplio que además, sigue creciendo mes a mes. Incluso el
Archivo histórico de Azcapotzalco que lamentablemente estuvo cerrado y luego ha
operado con horario restringido por motivos de salud, fue rebasado por esta
revista, ya que al estar en la red mundial, opera las 24 horas, y me dicen que
en cantidad de usuarios, hay artículos que llevan, en dos años, más de 400
consultas.
Los autores que hasta ahora han publicado sus crónicas en
dicha revista son 19. En orden alfabético:
Acosta Edith
Aldasoro Ruiz Beatriz
Aquino Gustavo
Borboa Gómez Martin
Cano Ayala María de Lourdes
Cantalicia Nayarito
Carbajal Cortés José
Carrasco Aquino Roque Juan
Garibay Patricio
Garrido Paulina
Gaviño Quero Manuel
Luna Mendoza Joel
Martínez Legorreta Teresa
Mondrágon Nieto Jorge
Peña Fernández Marcelino
Reséndiz Pizarro Ana Marisol
Sevilla Tapia Antonio
Solórzano Carvajal María Elena
Urdapilleta Arredondo Antonio
Me gustan mucho las palabras de la cronista (y compiladora del libro “Memoria e historia de Santa Apolonia
Tezcolco”) Ana Marisol Reséndiz
Pizarro (1) en su último artículo: “la crónica revalora el sentido de lo
humano, el valor de la anécdota, así como la reconstrucción de una historia
colectiva, justa, ética, equitativa y libertaria. Una crónica que tenga vida
propia y que haga vibrar y reflexionar a propios y extraños”.
No olvidaré la entrevista que ella le hizo a los dueños de
una funeraria de su barrio, acerca de las cosas que ocurren en torno a dicho
negocio. Unos lo contaron verbalmente
(una forma de transmitir crónicas), ella lo recopiló y lo difundió
(retransmisión de la crónica), yo lo leí y me impactó: ¡Misión cumplida!
Cosas así de claras, las he aprendido en esta revista “La hormiga en línea”, en donde hay información
útil, entretenida, sabrosa, interesante, por lo que estoy profundamente
agradecido con el editor y autor del proyecto, Patricio Garibay, quien además de compartir la revista
gratuitamente, ha dejado las puertas abiertas desde hace más de dos años, para que
aquí divulgue quien lo deseé. Y puedo dar fe de que es así, pues dicho
emprendedor cultural no me conoce en persona, solo a través de mis textos y
nuestros correos, desde hace apenas un año.
En esta revista he disfrutado mucho todos los artículos,
pero particularmente los de dos autores,
Joel Luna y Gustavo Aquino. Sus colaboraciones me han resultado muy
entretenidas e informativas. El Señor
Luna nos ha compartido platillos voladores, así como también box, lucha y
cómicos en un mercado. Ha platicado acerca de expresiones musicales en la alcaldía.
Genial. El Señor Aquino, ha sido uno
de los más abiertos de corazón al mostrar la intimidad en sus crónicas, llenas
de emociones, a veces desoladoras, otras divertidas, que más que informar,
conmueven, hacen sentir. Sus textos no hacen tanto reconocer el paisaje urbano
de Azcapotzalco, sino reconocer sentimientos EN sus calles, parques, avenidas. Eso si ya es alcanzar lo sublime
con la crónica, en mi opinión. Ojalá ambos publicaran más seguido.
Como el mes pasado algunas colaboraciones trataron el tema
de la crónica, quise aprovechar para agradecer el esfuerzo de nuestro productor
editor organizador y cronista Patricio
Garibay, y mencionar que si se quiere hacer una lista de cronistas, hay que
calcular que somos más de cien millones de mexicanos que algo tendremos que
decir de nuestro suelo e historia común. Y si de poeta y loco todos tenemos un
poco, sumémosle que de cronista,
también. Por no hablar de los millones de turistas que han pasado por
Azcapotzalco, y también tendrían bastante que compartir de su auténtica experiencia,
es decir, su propia crónica.
En noviembre de 2010, en un portal sobre crónicas, arraigado
en Nuevo León, “sabinashidalgo.net”, Antonio
Guerrero Aguilar (2) publicó un concepto muy claro: “Quien puede ser cronista y para qué sirve la Crónica”.
Y dice que: “Para Edgar
Tavares López, coordinador del programa Historia Oral de Barrios y Pueblos
del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México en el año 2000, todos podemos relatar nuestras vivencias
y hablar de los sitios que conocemos y de lo que atestiguamos en su
transformación a través de los tiempos. En sí todos podemos ser cronistas…
Muchas de las veces, el que se ocupa de la Crónica, trabaja
en forma espontánea y por gusto. Puede ser el profesor, el cura, el notario o
el médico del pueblo, lo mismo que el peluquero, el barrendero o la señora de
la tienda de la esquina”.
Y aunque tenga yo mi propia definición de cronista, la
recién mencionada es la que más me gusta.
UN HECHO VERIDICO,
DE HACE POCO
Una mamá le pregunta a su hijo de casi 4 años que sale de la
guardería: “¿Y cómo te fue hoy tesoro?”
Y el tesoro, oliendo a talco y caramelo, (ni soñar que sabe
escribir), la hace de cronista y responde…
FUENTES CITADAS:
(1) http://lahormigaenlinea.blogspot.com/2021/02/por-que-es-impotantela-cronica-por-ana.html
Me encantó como lo redacta Don Nayarito, todos llevamos algo de cronistas le cuento que. Mi me dicen la cristina Pacheco de San Martín Xochinahuac, pir que hago entrevistas y es así como me entero de muchísimas cosas gracias
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