lunes, 12 de abril de 2021

 

UNA PESADILLA REAL. 

Por Patricio Garibay.

Calzada San Isidro

Con agradecimientos a mi amigo Marcelino Peña.

30 de abril del 2020, 7 de la noche, Eulalio Labra después de hacer unas compras vuelve a casa ubicada en la colonia  San Bartolo Cahualtongo Azcapotzalco, va conduciendo su bien cuidada camioneta pick up mientras se percata que a pesar de ser mediados de semana las calles están casi desiertas, la gente está resguardada  en sus casas temerosas de un enemigo al que no pueden ver pero que es mortalmente peligroso, enciende el aparato de radio y el noticiero anuncia que el virus ha cobrado la vida de seiscientas personas más en las últimas 24 horas y que los hospitales están saturados de enfermos, el comentarista les suplica a los radioescuchas que extremen las medidas sanitarias, Eulalio duda sí después de recibir el dinero del cambio se desinfectó  las manos, a sus 67 años le suele fallar la memoria, por un momento considera la posibilidad de detener el coche para aplicar en sus manos el gel desinfectante, pero en cambio huele una de sus manos y el olor a alcohol comprueba qué efectivamente sí lo hizo. Se tranquiliza  un poco, pero solo por un momento pues el agudo alarido de una sirena lo altera de nuevo, se trata de una  ambulancia que lo rebaza a toda velocidad,  Eulalio Labra  da vuelta de la Avenida Tezozomoc para tomar la Calzada San Isidro, acelera su flamante vehículo y abre la ventanilla pues siente la necesidad de aire fresco, un ligero olor a pollo ahumado percibe en el aire, su mirada se detiene por un segundo en un restaurante de pollo frito donde hace unos meses solía ir a comer con sus amigos jubilados  Miguel y  Jorge, éste último fallecido hace un mes víctima de esa maldita enfermedad que llegó de China, la luz en rojo del semáforo lo obliga a detener su camioneta  roja como la luz del semáforo y la bandera china, hace calor y abre aún más la ventanilla y un olor a quemado le hiere la nariz,  es un olor  extraño y desagradable  que al principio no logra identificar, pero segundos después se da cuenta de lo que se trata, es el humo que despiden las chimeneas de los crematorios que se ubican en el panteón San Isidro, se le eriza la piel y por alguna razón recuerda el olor del pollo ahumado que comía con sus amigos en aquel restaurante y siente ganas de vomitar, cierra  la ventanilla y un instante más tarde  da vuelta hacia la derecha después de cruzar el panteón. Eulalio  entra a su casa con apuro, su esposa Raquel  le pregunta que porque no tocó el claxon para que ella le hubiera abierto la puerta de la cochera, y le pregunta también  si compró todo lo que le escribió en la lista, pero Eulalio en vez de responderle la interroga angustiado; ¿Qué no hueles el humo? ¿Por qué no cierras las ventanas? ¿No te das cuenta que es el humo del crematorio que se metió a la casa?, ¿No ves el humo? ¿Qué  estás esperando para cerrar todas  las ventanas?. Su esposa al principio cree que su marido le juega una muy pesada broma, pero su esposo insiste una y otra vez  con lo mismo, y busca la inexistente ventana abierta, Raquel termina tan angustiada como él.

Luego de unos meses en la ciudad de Cuernavaca en casa de su hermana donde su esposa e hijos lo llevaron, Eulalio Labra volvió a su casa de  San Bartolo Cahualtongo, ya se ha  recuperado de los nervios,  después de ser vacunado ya es capaz de salir de casa solo, aunque con las medidas prudentes.

 

1 comentario:

  1. Es lamentable todo lo que pasamos , muchas pérdidasd de amigos familia y saber que un familiar estaba esperando su turno para ser cremado 🙏😭 el olor llegaba a muchas casas serca del panteón San Isidro

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