PLAZAS Y JARDINES DE
AZCAPOTZALCO
Por: María Elena Solórzano
C.
LA GRAN PLAZA TEPANECA
Nací en uno de los barrios de Azcapotzalco, tengo ochenta años, he
vivido muchos aconteceres en este lugar. Me gusta leer libros sobre la historia
de esta demarcación, mi abuelo nos contaba leyendas e historias muy
interesantes.
De niño disfruté de sus plazas y
jardines jugando al trompo, al yoyo o a los encantados, de sus llanos elevando
papalotes con mis compañeros de juegos. Muchos saberes y recuerdos se agolpan
en mi mente.
Cuando entro al atrio de la Parroquia
de los Apóstoles Felipe y Santiago, me siento a descasar bajo la sombra de un
árbol, la historia dice que aquí se levantaba imponente un gran teocalli en la
Gran Plaza de los Tepanecas donde se realizaban las ceremonias que ofrecían a
sus dioses.
Cierro los ojos…, miro como van
llegando los tepanecas, vestidos con sus mejores galas. Los varones con su
maxtlatl finamente bordado, las mujeres con albos huipiles con figuras
geométricas.
Los hombres pertenecientes a la nobleza
llevan hermosos copiltin elaborados con plumas preciosas engarzadas en diademas
de oro, bezotes, ajorcas, pectorales y alrededor de los tobillos una sarta de
cascabeles.
Las mujeres llevan como adornos
collares y aretes de oro con jades y turquesas, sus cabellos negros como el
azabache trenzados con cordones de algodón de vivos colores, en sus manos
sonajas echas con guajes y piedrecillas.
Ya percute el huehuétl, se inicia la
danza al compás de esa música pentafónica. A lo lejos se escucha el gorjeo de
las ocarinas.
Danzan, danzan, el ritmo es
hipnotizante, serán presas del letargo, llegarán a comunicarse con sus
dioses.
LA MUERTE DEL HUEY TLATOANI TEZOZÓMOC
El Huey Tlatoani Tezozómoc fue un gran
gobernante supo a aglutinar a su alrededor a todos los pueblos del Anáhuac,
guerreói con cada uno de ellos, venciéndolos, quedaban bajo la férula del Señor
del Anáhuac. Pero el Señor de Azcapotzalco sabía cuándo y cuánto estirar la
cuerda. Hacía ciertas concesiones a los conquistados: podían elegir a su
tlatoani, conservar sus ritos, tradiciones y costumbres, su única obligación
era pagel señor ar un tributo.
Cuando muere Tezozómoc, deja a Tayatzin
como Señor de Azcapotzalco y del Anáhuac, su hermano Maxtla señor de Coyoacan
inconforme y celoso mata a Tayatzin y queda como el nuevo Señor de Azcapotzalco
y del Anáhuac.
Las honras fúnebres de Tezozómoc son
muy solemnes. El cadáver es limpiado cuidadosamente con infusiones de hierbas
aromáticas y se le introduce por la boca un cocimiento de hierbas astringentes
y agua de tequesquite para evitar la rápida descomposición, es expuesto durante
cuatro días.
Al quinto día el bulto mortuorio es
llevado a la Gran Plaza Tepaneca y colocado en la parte media encima de la pira
que ha sido preparada para su cremación frente al gran teocalli. Alrededor de
la plaza se han colocado los tlatoque de los Señoríos de la Cuenca de México y
de otros pueblos vecinos, van ataviados con sus mejores galas, sus orejeras,
sus bezote, sus pectorales de oro centellean con los rayos del sol, los
copiltin de ricas plumas multicolores ondean levemente con el aire, sus tilmatl
bordadas con piedras preciosas y algunas orladas con piel de conejo teñidas de
diferentes colores: rojo, azul, amarillo, verde…En sus rostros se mira gran
tristeza y algunos derraman lágrimas. El fuego empieza a consumir el cadáver y
se extiende el olor a carne quemada entremezclado con el olor a copal, se
escucha el sonido del huéhuetl. Son arrojados al fuego varias joyas y
posiblemente su ánima llegué al Tlalocan, pues por su edad tan avanzada ya
retenía agua en su cuerpo. La carne es consumida casi en su totalidad, quedan
algunos pellejos pegados a los huesos, esos restos son depositados en un gran
cántaro y enterrado cerca del templo.
La Gran Plaza Tepaneca ha sido testigo
de las exequias de un gran tlatoani, admirado, querido por unos y temido por
otros. Posteriormente será el debacle del gran Señorío Tepaneca.
Después de la conquista de los
españoles (1521), la vida para los indígenas dio un giro de ciento ochenta
grados. En todos los pueblos de la Cuenca de México los templos de los
naturales fueron destruidos y sobre los basamentos de sus pirámides, con las mismas
piedras se empezaron a construir las iglesias católicas. En Azcapotzalco
también fue destruido el gran teocalli para edificar la Parroquia de los
Apóstoles Felipe y Santiago. La grandiosa plaza cambió de ceremonias
religiosas, después fue destinada a diferentes actividades de evangelización
para convertir a todos los tepanecas al catolicismo; la plaza antes llena de
los silbos con las dulces ocarinas, del bramar del caracol tempranero, del
percutir del atabal y el teponaztle, del murmullo de plata de los cascabeles,
ahora el duro silencio es roto de vez en vez por el tañer de las
campanas.
La plaza se convirtió en atrio, y se
utilizó: para impartir el catecismo e ilustrar a los naturales sobre la
doctrina cristiana, se realizaron representaciones de pasajes bíblicos, de
vidas de santos, procesiones del viacrucis, se instituyeron las posadas con un
recorrido con José, María, el ángel y los pastores, el resto de la gente
llevando velas encendidas y entonando diferentes cantos religiosos.
Introdujeron la piñata para enseñar a los nuevos católicos a combatir el
pecado.
La piñata en su forma de estrella con
siete picos, cada uno de los picos representa un pecado, siete picos, siete
pecados capitales; el oropel y el colorido papel de china representan las tentaciones
que debe evitar el buen cristiano. El garrote con el que se golpea la piñata
representa la fe que debe sostener al creyente. Al golpear la piñata se está
destruyendo el mal. La panza de la piñata llena de dulces y fruta representan
los dones que el Señor derrama sobre los hombres, al romper la panza caen sobre
los niños que se apresuran a recogerlos.
Estas son algunas de las formas que
usaron los frailes para adoctrinar a los naturales de cada pueblo de la Cuenca
de México.
Al principio los indígenas escuchaban y
presenciaban los oficios religiosos en los espacios abiertos de los atrios,
pues no estaban acostumbrados a participar en las ceremonias religiosas en
recintos cerrados. Así surgieron algunas templos con capillas abiertas de tipo
escenario, en Azcapotzalco hay dos San Lucas Evangelista S. XVI y la Inmaculada
Concepción, La Conchita S.XVI.
La vida siguió su curso y los tepanecas se adaptaron al nuevo orden de
vida. En la época colonial surgen otras plazas y jardines que se convierten en
centros de reunión de los vecinos.
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