La novela “José Trigo” de Fernando del Paso (FCE, 2015, México), sitúa la acción en 1960 (hace 60 años) en una zona ferrocarrilera que incluye una sección de Azcapotzalco. Todavía hoy, las vías del tren al final de la Calzada Camarones al sureste de la alcaldía, son freno obligado al tránsito vehicular con el paso de los trenes, y su diario silbato es un sonido habitual para quienes vivimos en ese sector. Parte de la trama ocurre en el filo sureste de la Colonia Nueva Santa María, alcaldía Azcapotzalco. Menciona la Calle de Alhelí, la Calzada Camarones y la Calle de Crisantema. Más adelante veremos otros dos puntos de la alcaldía que también figuran en la novela.
EL AUTOR
Fernando del Paso
Morante (1935-2018) tuvo diferentes ocupaciones destacadas, entre ellas la de
diplomático. Como autor fue varias veces premiado. De amplia obra literaria
(historia, poesía, ensayos, ficción, sonetos, teatro, gastronomía). Suele ser
reconocido por su obra “Noticias del
imperio”. Entre sus logros destacan el Premio Mazatlán de Literatura 1988, Premio Nacional de Ciencias y Artes
1991, Premio FIL de Literatura 2007, y el Premio
Cervantes en 2015, entre otros.
LA NOVELA
Su primer novela,
“José Trigo”, publicada en 1966, le
hizo ganador del premio Xavier Villaurrutia ese mismo año. En ella toca muchos
temas como la conquista, la fundación de Santiago Tlatelolco, pero lo más
abundante, es la historia del tren en
México, la vida de los ferrocarrileros mexicanos en la mitad del siglo XX,
los sindicatos y su demanda de aumentos salariales. Habla de la gente que
habitaba en los campamentos ferrocarrileros en la cercanía de la estación de
Buenavista. Este artículo no será para dar un resumen de la obra, ni para citar
todos los puntos que se desarrollan en ella. Es para resaltar lo que la novela
menciona de Azcapotzalco, y parte de lo que ahí ocurre.
LOS CAMPAMENTOS
Mucha de la trama
es situada en dos campamentos, el Campamento
Este y el Oeste. Es importante señalar que la Calle de la Crisantema es muy
larga. Se menciona muchas veces en el libro. Nace en la Estación Buenavista,
casi esquina con Insurgentes Norte. Incluso ahí se encuentra la Unidad habitacional
Crisantemo. Desde ahí, la Calle de la
Crisantema va a un lado de la vía hasta llegar a la esquina con la Calzada
Camarones, ubicada en la colonia Nueva Santa María.
Mucho de la
novela se desarrolla en los dos campamentos de gente dedicada a colocar vías y
darles mantenimiento. El Campamento Este
que estaría situado cerca de la Estación, y el Oeste, que aun se puede ver en el límite sureste de Azcapotzalco con la alcaldía Miguel Hidalgo.
CAMPAMENTO OESTE
Cuando uno
recorre la Calzada Camarones hacía el sur, llega a donde termina el camellón, donde
está la Virgen de Guadalupe y la Parroquia de San Salvador de la Flores.
Ahí encuentra las dos vías, y a la derecha está el Campamento Oeste. Por ser el
límite entre dos alcaldías y tres colonias, aclaramos que la Calle de la
Crisantema está en la Colonia Nueva Santa María, (Azcapotzalco), el camellón
donde está la Virgen divide a la Colonia Nueva Santa María de la de San
Salvador Xochimanca. Y luego cruzando las vías están la Parroquia y el
Campamento Oeste, ambos en la Colonia Plutarco Elías Calles (Miguel Hidalgo).
Desde ese cruce
se ven varios vagones de ferrocarril adaptados a casa habitación, y desde la Calzada de los Gallos tienen las
construcciones un muy agradable aspecto urbano familiar que a mí me parece
ejemplar. Limpio, bien pintado, iluminado, abundantes plantas, gente amable y
unida. He caminado varias veces por ahí y en su miscelánea he comprado algún
refresco para beberlo tranquilo rumbo a mi casa en la alcaldía Azcapotzalco. He
visto sus altares religiosos dignos, bonitos, iluminados, y las animadas
fiestas que hacen en los días de su celebración. El origen de esa comunidad respetable y respetuosa, es el
campamento ferrocarrilero de la gente que trabajaba para colocar, mantener y
cuidar las vías del tren.
AZCAPOTZALCO MENCIONADO EN LA NOVELA
Son tres sitios de
Azcapotzalco que figuran en la novela: 1) la
Calle de la Crisantema, esquina con la Calzada de Camarones. 2) un burdel
en la calle de Tlatilco en la
colonia del mismo nombre. 3) La estación de carga ferrocarrilera Pantaco, en la colonia Jardín Azpeitia.
BUSCANDO A JOSE TRIGO
Dice la obra de Fernando
del Paso: “¿José Trigo? Era. Era un hombre. “Él me vio llegar desde lejos, en el amanecer
de un once de enero de un año
bisiesto de hace muchos años… Veintinueve kilómetros de rieles de cincuenta y
seis a setenta y cinco libras me dijeron, y el polvo del hollín de las fábricas
La Luz La Esperanza y Sidral Mundet que hay o había a todo lo largo de la Calle
de Crisantema, desde el Puente de Nonoalco hasta el Campamento Oeste”.
“¿José Trigo? No, no conozco a nadie que se llame
José Trigo dijo como si dijera… soy un pobre ferrocarrilero que trabaja como
burro en una estación de carga y me jodo duro y bonito y no sé nada de hombres
que llegan de lejos caminando por las vías y se alejan y se pierden bajo el
puente y no se nada de torres de vigilancia y de entronques y de los ojos
redondos y rojos refulgentes de las ménsulas de señales que vieron a José Trigo
guiñándole la muerte y lo vieron llegar desde lejos, vagar por estos llanos de
Nonoalco donde cada veinticuatro horas se reciben y despachan mil cuatrocientos
carros, y lo vieron vivir con la mujer, tres días sin hablarle y siete meses
sin tocarla en algunos de esos carros olvidados, en la Ciudad del Oeste, donde hay setenta y ocho furgones y vagones y
jaulas abandonadas donde viven y comen y duermen más de cien ferrocarrileros
que trabajan alineando los rieles y de noche cuentan historias de viejas
huelgas ferrocarrileras y leyendas de la Revolución y los trenes…”.
“De estos rumbos de Nonoalco… por donde caminó
José Trigo, por aquí por estos campamentos y por allá, más allá del Puente… vacas
lecheras, o barricas de pulque, o troncos de algarrobo lingotes de acero y
también hombres y mujeres y niños que se asoman por las ventanillas de un tren
de locomotora de plata y carros equipaje de puertas corredizas y carros
cafetería y carros observatorio y te ven caminar por la Calle de la Crisantema entre nubes de polvo y ceniza que trae el
viento que gime y te ven cuando te acercas a una mujer que llora junto a un
ramo de girasoles recién que corta y le preguntas:
¿José Trigo? -No lo conozco- te dice la mujer-.
Pero mire: yo creo que la madrecita Buenaventura es la que sabe de esas cosas. Y
entonces tú que buscas a José Trigo, tú que quieres saber quién es y tú que no
sabes quién es la madrecita Buenaventura, tú preguntas ¿La madrecita
Buenaventura?”.
BUSCANDO A LA MADRECITA BUENAVENTURA
Y cuando por fin
la encuentras ves que: “ella misma sabe
que la mujer que vivía con José Trigo aceptó las sobras que él le dio un día… sabe
que la mujer con la que vivía José Trigo se llamaba Eduviges y lo mismo,
también, que las hojas del ahuehuete son buenas para orinar…”.
“Y te dicen, y búsquela y pregúntele a la
madrecita Buenaventura por José Trigo y ella de seguro le contará toda la
historia aunque no lo haya visto nunca, aunque nunca haya existido José Trigo…
y si el que llega a buscarla le pregunta “¿José Trigo?” ella le contestará:
“Pásele, pásele, yo le contaré la historia de José Trigo”, y el que preguntara
por José Trigo, estará seguro entonces de que la madrecita Buenaventura le
contara la historia hoy, mañana, cuando quiera, y empezará por el principio,
por el final o por la mitad, por donde guste”.
Y si buscas a la
madrecita te dirán: “siga después por los
llanos que están a la izquierda y luego atraviese el Campamento Este y tome
después la calle de la Crisantema te dicen y tú pasas por un largo campamento
encanijado, por el mismo que una noche llegó un hombre que odiaba a José Trigo
azuzándole la muerte, y allí te dicen “La calle de la Crisantema está al otro
lado del puente… y entonces ustedes no veían los depósitos de sal y los
autotanques y las casetas y los guardacruceros y las peluquerías y todo eso a
lo largo de la Calle de la Crisantema y que vio pasar a José Trigo con una caja
blanca al hombro y después cajas grises y negras, de niños y hombres… dices, y
te dicen “No lo vimos porque por la
Calle de la Crisantema hay que caminar con la vista baja, viendo las traviesas,
el balasto, los rieles espejados…”… “nos decían: caminarán a todo lo largo de
la Crisantema hasta llegar a Río Consulado, y así lo hicimos…”… “pasaban
ustedes por las casitas de adobe y llegaban a la iglesia siempre caminando por
las vías como lo hizo siempre José Trigo… entonces sigan derecho sin despegar
los ojos de la iglesia que se ve a lo lejos, no tanto para que no se pierdan
sino porque allí está la pulquería de los Cuatrocientos conejos y si la ven a
lo mejor o a la peor nunca llegan a la casa de la vieja Buenaventura que como
les decimos, vive en el campamento que se divisa al otro lado de la calzada,
más allá del humilladero donde está la milagrosa de Guadalupe que hace muchos
años pintó un guardacruceros y donde una noche se escondió José Trigo entre los
gladiolos y las gardenias”, así le dijeron y tú les dijiste “Y ustedes veían el campanario de la Parroquia de San
Salvador de las Flores…”.
Y continúa: “Oiga nuestras palabras y que no se le olviden.
Y porque vas juntando las palabras que te dan muchos hombres, llegas al
Campamento. Te dicen: derecho, Crisantema, izquierda, iglesia, junto, Quinta
San José, El Paso de las Mujeres Bellas,
Calzada Camarones, enfrente. Y porque sigues derecho por la Calle de la Crisantema y al llegar a Camarones ves a la izquierda la iglesia
junto a una caseta de vigilancia que dice “Quinta San José – El Paso de las Mujeres Bellas”, y
dentro un hombre de sombrero de fieltro te dice “Enfrente”, enfrente está el
Campamento Oeste, donde vive o vivió la madrecita Buenaventura.
El Campamento
Oeste, frontero al templo de San
Salvador de las Flores, es un campamento de ferrocarrileros. En estos
campamentos viven los peones de vía que pasan la mitad de la vida colocando
durmientes y calzando rieles para construir caminos. Cuando están terminados,
pasan la otra mitad de la vida corrigiendo los desalineamientos y las
desnivelaciones. Una locomotora especial lleva de un lugar a otro todos los
vagones donde viven, y a cada lugar les llega el correo y también sus ropas y
alimentos… pero sucede que algunos furgones no vuelven a caminar nunca. Un día
se quedan en un punto de la vía y esperan. Esperan muchos años, tantos que
parecen hundirse en la tierra. Han quedado fuera de servicio y fuera de las vías
útiles. Alrededor de ellos crece una ciudad olvidada, crece la yerba, crecen
los niños. Y pasado algún tiempo, nadie se acuerda de cuando eran viajeros que
iban de un lado a otro construyendo caminos,
Una de éstas ciudades era el Campamento
Oeste, donde vivió José Trigo, donde vivió la madrecita Buenaventura y
tenía su conventículo, y a donde llegué yo un día, preguntando por José Trigo”.
“El campamento más cercano al Puente se llamaba
Campamento Este. Abajo y hacia el Oeste, estaba la Calle de la Crisantema. A
ella daban todas las espaldas de las fábricas, depósitos y bodegas cuyas
fachadas, a su vez, daban a las dos calles paralelas inmediatas a Crisantema: la calle de Alhelí y la calzada de
Nonoalco. Junto a las espaldas de las fábricas, y construidas con láminas,
cartones y trozos de puertas y ventanas, estaban las casas de los pepenadores.
A dos metros de estas casas, pasaban a todas horas de día docenas de trenes,
locomotoras de maniobras y armones. La Calle
de la Crisantema llegaba hasta la Calzada de Camarones, allí las vías se desviaban
y pasaban a un lado de otro campamento, llamando Campamento Oeste. El más
olvidado de cuantos conocí”.
La historia de
José Trigo comenzó el día 1 de abril de 1960, (coincide con el día de
nacimiento de Fernando del Paso, pero de 1935). Dicen que ese día José Trigo
venía descalzo y escondido en un tren de carga, y que al pasar por el
Campamento Oeste saltó, o en el brinco se quedó sin zapatos, y se metió al
furgón donde vivía Eduviges, ahí se puso los zapatos del hombre anterior de la
Eduviges y se quedó a vivir con ella, con el hijo que tenía en brazos y el que
tenía en el vientre, y que en tres días no salieron. Él salió hasta el día en
que ella le dijo que ya no tenían nada para comer. Y entonces José Trigo salió
con la jaula y el jilguero adentro para venderlo y poder comprar comida, y
dicen que regresó con un “atadijo de
tortillas duras y una lata de frijoles”. Y que se le veía perderse a todo
lo largo de la Calle de la Crisantema.
A José Trigo lo
vieron ese día que salió con la jaula para venderla con todo y jilguero. Casi
dos meses después se murió el hijo de Eduviges. Por eso José Trigo vestido de
saco negro fue a tocar la puerta de Don Pedro el carpintero, y le dijo que
necesitaba una caja para el hijo de Eduviges. No tenía con que pagarla, pero se
ofreció de cargador y hacer entregas de ataúdes. Así lo consiguió, y al día
siguiente, 29 de mayo, lo vieron: “cargando
la caja blanca donde llevaba a enterrar al hijo de Eduviges: ella iba atrás
panzona de nuevo, corte y corte girasoles. Y lo vieron después muchas veces,
cargando otras cajas, éstas vacías y de todos tamaños y no solo blancas sino
también grises y negras”. Eran las cajas de muerto que le encomendaba don Pedro
el carpintero, que tenía su taller en la esquina de Pino con Crisantema, y se
presentaba como “Hacedor de ataúdes para
servir a usted”. José Trigo pagó el
ataúd entregando las cajas listas del carpintero a las funerarias. Dicen que: “cargo ese día y muchos días cajas y más
cajas para los muerteros… un promedio de dos cajas al día…”, y Don Pedro, “luego de considerar pagada la caja, y con
creces, continuó empleándolo ahora pagándole él…”. Lo triste es que el niño
acabó en la fosa común.
LA PROTESTA DE FERROCARRILEROS DETUVO UN TREN.
Y resulta que un día
se perdió un tren que transportaba pescado. Cuentan que los que buscaban ese tren
desaparecido: “cuando llegaron al Campamento Oeste, junto al humilladero de
la Calzada Camarones, encontraron lo que habían ido a buscar a Buenavista:
un tren de carga detenido. Vaciaron uno, dos, tres furgones antes de que se
dieran cuenta los granaderos. Los esquiroles los dejaron hacer. Pescados
congelados. Hielo. Unas que otras frutas. .. Los ferrocarrileros holgantes, los
de aquí, los de aquillá, por estos llanos, aquí nacidos ferrocarrilenses,
bienparidos ferrocarrileños, asaltaron
el tren de carga que venía de los atlánticos, y luego
¿Cómo le va, madrecita Buenaventura?, ¿Qué es de
su vida, madrecita Buenaventura?, ¿Sabe usted que pasa, madrecita Buenaventura?
Pues nada, que detuvimos un tren que traía harto
pescado y botamos la carga y ya lo ve aquí, mire nada más cuanto pescado”.
MANUEL ANGEL.
Este personaje
fue pareja de Eduviges, pero nunca se casó con ella. Su primero hijo de ambos
nació en diciembre de 1959, sietemesino. El 16 de octubre de 1960 les nació el
segundo hijo, de nombre Florentino. (Dice la novela que ese mismo día “los ferrocarrileros
asaltan, en la Calzada de Camarones esquina con la de Crisantema, un tren
carguero…”). Con la que si se casó fue con Genoveva, y se unieron en la
Parroquia de San Salvador de las Flores.
Manuel Ángel que
andaba en el comité ferrocarrilero (y aceptó sobornos gubernamentales para
evitar el estallamiento de huelga) traicionó a Luciano, quien también lideraba al
gremio. El día 2 de noviembre de 1960, en mero día de los finados, discutieron en
un callejón del Campamento Este. Manuel Ángel le clavó un cuchillo y Luciano
murió. Solo alguien que se la pasaba caminado por las vía atestiguó ese crimen.
José Trigo vio todo. Manuel Ángel lo persiguió pero José Trigo aprovechó que
venía un tren, cruzó las vías antes y con eso puso distancia. Esa vez se salvó.
Por eso Manuel Ángel siguió buscando a José Trigo, y el 5 de diciembre de 1960 fue
al Campamento Oeste, pero Eduviges
le dijo que ya se había ido y no volvería.
Los
ferrocarrileros festejaban a la Virgen de Guadalupe, empezando desde el día 10
de diciembre. Había mucha gente en la fiesta y en los Campamentos. Aquel 10 de
diciembre de 1960 “Manuel Ángel ve a José
Trigo entre la multitud. Lo persigue. José Trigo se esconde en la carpintería
de Don Pedro” donde durmió en un ataúd. Al día siguiente, 11, “Manuel Ángel vuelve a ver a José Trigo. Lo persigue.
José Trigo se esconde en la caseta del guardacambios”. El mero día de la
Virgen, “Manuel Ángel avista por tercera
vez a José Trigo. Lo persigue. José Trigo se esconde en el humilladero (de
la Parroquia de San Salvador de las Flores). Manuel Ángel lo sorprende pero José Trigo alcanza a escapar…”. Esos
tres días de diciembre, José Trigo iba a ver a la Virgen en el Campamento Este
y más tarde a Eduviges al Campamento
Oeste, y luego volvía a irse para evadir a Manuel Ángel.
Al final de esa
cacería, cuando Manuel Ángel casi logró apañar a José Trigo, pasaron los trenes
en la Calle de la Crisantema, y en
un acto valiente casi suicida, José Trigo se abalanza y cruza las vías antes
que su perseguidor. Los vagones se interponen en el acecho. Manuel Ángel debe frenar y esperar. Ventaja trepidante
para la presa. Luego de eso ya no hubo rastro de José Trigo. Ni Manuel Ángel
concluyó su oscuro propósito. El narrador se pregunta “¿Subiste a un tren o te enganchaste y te arrastró para dejarte vivo o
muerto a un kilómetro más allá…? Ni tú lo supiste, ni lo sabrás nunca, ni
Manuel Ángel, ni Eduviges…”.
EL PASO DE LAS MUJERES BELLAS, BURDEL DE TLATILCO.
En Azcapotzalco
está la Colonia Tlatilco, y tiene su
Calle del mismo nombre. La novela dice (nombrando otras calles de la Colonia
Tlatilco) que Manuel Ángel, un día “dejó
atrás el Hotel Jacaranda, y siempre por la Calle
de Crisantema… cruzó el Jazmín y el
Almendro, y llegó a la lúgubre Calle sin nombre… que desemboca en la Calle de Tlatilco… fue entonces
cuando cayó en la cuenta de que subconscientemente había hecho la travesía de
costumbre camino al burdel…”.
A veces “las mujeres del burdel de Tlatilco,
desnudas, salían a pelear con los granaderos…”.
En una charla entre
Manuel Ángel y sus amigos: “hablaron de
temas eróticos, y de mucho hablar de carne, acabaron considerándola
imprescindible. Hacía tanto tiempo que no se echaban un coito ilícito, que ya
era lícito. ¿Vamos? Juega el pollo. Interlocutores de acuerdo. Sobres. Sopas.
Al famoso de Tlatilco, de cierta
“catego”, como decían en una jerga, que no llegaba a caló”.
“El burdel ni era ni fu ni fa, aunque más bien fu
de furris que fa de farra. Pero con la beberecua y la media luz, las viejonas,
beldades ningunas pero vivitas y culeando…”.
Manuel Ángel y
sus allegados “frecuentaban el burdel
religiosamente, cada vez que el pagador les entregaba sus respectivos jornales,
una vez si y otra también, si no a echarse un acto carnal, cuando menos a dar
un bailazo para sacudir polilla…”.
PANTACO.
El narrador
explica cómo le tocó mirar con el tiempo el desmantelamiento de los campamentos:
“Vi como los antiguos moradores batieron
tiendas y se fueron… la nueva estación de carga, con todo su gigantesco
conjunto de terracerías, “screening”, treinta y siete mil roldanas, planchuela,
etc, queda muy lejos de aquí: Pantaco”.
La estación ferrocarrilera
de Pantaco se ubica a un lado de la Unidad habitacional Cuitláhuac, en la Colonia Jardín Azpeitia, alcaldía de
Azcapotzalco.
Una nueva
fisonomía dominó los viejos espacios de los campamentos “después de que arrasaron, asolaron, desmantelaron, desbrujaron y
echaron por tierra cuanta piedra, cuanto furgón, cuanta yerba había, hasta no
dejar piedra sobre piedra, furgón sobre furgón, yerba sobre yerba…”.
Pero es necesario
aclarar algo… ¡El Campamento Oeste subsiste! Todavía a estas alturas del siglo
XXI está vivito y contento. Calzada
Camarones y Calle de la Crisantema, vías del tren, vagones y furgones
estacionados, palpitando llenos de vida de alegres generaciones. Que gusto le
daría a Fernando del Paso saber que no todos los campamentos desaparecieron.
Esto hay que celebrarlo.
PROPUESTA DE UN MONUMENTO.
El narrador de la
novela dice: “las vías por las que hoy
camino rumbo al Campamento Oeste, rumbo a los bienaventurados rumbos de José Trigo”.
Fernando del Paso
es un gigante de nuestras letras, y su primera novela tiene un rincón de
nuestra alcaldía como escenario. Propongo
a la alcaldía de Azcapotzalco que se haga un monumento a Fernando del Paso
y se ubique en la esquina de la Calzada
Camarones y la Calle de la Crisantema, por esos “bienaventurados rumbos de José Trigo”. O se coloque en el
camellón de Camarones en su punto más cercano a dicha esquina. O si se
prefiere, quizá una escultura que represente a José Trigo cargando el ataúd
blanco del niño, y a Eduviges atrás de él cortando girasoles llorando. Una
placa que explique por qué se dedica ese homenaje. Bien lo vale un ganador del Premio Cervantes y del Nacional de las
Ciencias y Artes. Ojalá ésta propuesta tenga éxito. No he tenido suerte con dos
propuestas anteriores a mi alcaldía. Sé que la alcaldía Miguel Hidalgo
podría interesarse en ésta. Pero siento
el deseo y el deber de proponerla primero
a Azcapotzalco. Lo haré en ese orden.
LOS HOMBRES QUE VIVIAN EN LOS HORMIGUEROS.
El titulo es una
forma más de nombrar a los tepanecas de
Azcapotzalco. Al menos la que escogió Fernando del Paso. Uno de los muchos
temas que toca el libro es la fundación de la iglesia de Santiago Tlatelolco, y
el autor define 3 etapas de esa zona por lo que le viene el nombre de Plaza de
las Tres Culturas. En general se tiene la idea de que es por las culturas
prehispánica, colonial y moderna, al tener a la vista construcciones de esos
tres periodos. Sin embargo, Fernando del Paso ofrece en el libro una lista algo
diferente, en la cual aparece insinuado Azcapotzalco.
Sabemos que los
mexicas se instalaron en la isla de México - Tenochtitlán, y más de una década
después, un grupo de ellos decidió mudarse a la isla vecina y fundar ahí México
– Tlatelolco. Los de Tenochtitlán pidieron a Culhuacán que les diera un
gobernante. Los de Tlatelolco lo pidieron a Azcapotzalco. Esa alianza entre Tlatelolco y Azcapotzalco era
sólida, y se mantuvo hasta que Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba (Triple Alianza) se
unieron para quebrar al imperio tepaneca.
Fernando del Paso
ofrece esta versión en la novela sobre las muchas cosas que iniciaron en Santiago
Tlatelolco: “bajo el signo providencial
de la Trinidad. Porque fueron tres las ínsulas sobre las cuales se fundó la
antigua ciudad. Y de ellas una, Tlatelolco, se perdió aquí, cuando su
gobernante se embriagó en compañía de
los hombres que vivían en hormigueros, y sucumbió sin que valiera la
defensa que de ella hicieron falanges de mujeres desnudas, para convertirse en
tributaria del Reino de la Triple Alianza. Palustre Reino de la Triple Alianza
que se derrumbó aquí, en Nonoalco-Tlatelolco, cuando los conquistadores de
barba portentosa iniciaron la segunda de las Tres Épocas, de las Tres Culturas que han tenido aquí su esplendor.
La tercera de ellas, la época de las invenciones y los artilugios, de las
maquinaciones y los artificios que esparce su magia hasta nuestros días, se inició cuando aquí, de Santiago
Tlatelolco, y rumbo al puerto de la Villa Rica de la Vera Cruz, partió el primer ferrocarril de la
República”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario