martes, 25 de octubre de 2022

 SEBASTIAN DE APARICIO, SU MONUMENTO EN AZCAPOTZALCO

Por Martín Borboa Gómez  (Grupo Formiga)

 

Propongo se levante para la memoria de Sebastián de Aparicio, un monumento en Azcapotzalco, muy de preferencia en los linderos entre El Rosario y San Juan Tlilhuaca, por haber sido, entre otras cosas, vecino de estas tierras, por alrededor de veinte años, y en donde se le guarda especial memoria. He podido asistir a los rosarios que se le rezan en esa zona.

El homenaje a este hombre tiene infinidad de motivos, basta conocer algo de su historia en nuestro territorio, para distinguir que es un destacado promotor del progreso, la solidaridad, la caridad, el ingenio, el desarrollo económico, la enseñanza… la lista sería muy larga si continúo. Tanto a nivel local como a nivel de la Nueva España, su influencia de progreso es poderosamente notable y hasta se puede decir única.

Pero ante esa infinidad de temas en los que destacó y ayudó demasiado, es uno el que opino debería destacarse en la obra escultórica de su monumento:

 

SU INFLUENCIA DIRECTA EN LA OFRENDA DE MUERTOS QUE SE COLOCA AUN HOY EN DIA, EN MEXICO

Hace dos años, el 19 de octubre de 2020, publiqué en la revista electrónica de “La hormiga en línea”, un artículo con el titulo de “DON DAVID DELGADO JIMENEZ, CRONISTA DE AZCAPOTZALCO,  (IN MEMORIAM 1919 – 2007)”.

En él citaba un texto de mi admirado y muy querido Don David Delgado Jiménez, quien me explicó la profunda importancia e influencia de Sebastián de Aparicio, entre otros temas de gigantesco valor, en el tema de la ofrenda de muertos en Nueva España, que luego vendría a ser México.

El texto completo puede leerse dando clic en esta liga:

http://lahormigaenlinea.blogspot.com/2020/10/don-david-delgado-jimenez-cronista-de.html

Un fragmento a continuación:

DON DAVID DELGADO JIMENEZ: SU TEXTO “FIESTAS TRADICIONALES DE DIA DE MUERTOS EN AZCAPOTZALCO”  (escrito el 6 de octubre de 1998)

“Al principio del siglo XVI, aun los tepanecas conservaban sus tradicionales costumbres de las ofrendas a sus dioses, copal y comestibles de la región eran ofrecidos a la memoria de sus muertos.

La evangelización de la Nueva España, trae consigo y como meta de los españoles, amalgamar las costumbres de los aborígenes y encauzarlas a la nueva vida colonial. S establece en la Nueva España el sincretismo de dos religiones,  la Náhuatl nativa y la Cristiana de los españoles.

Sebastián de Aparicio, administrador de la Hacienda de Careaga ubicada en las tierras tepanecas de Azcapotzalco, introduce el 1ro y 2 de noviembre de 1562 las ofrendas a los muertos, encauzando a los peones en la rancherías, las ofrendas a sus seres queridos desde esa época.

Cabe hacer notar  que es de significativa trascendencia, la introducción del uso de la carreta en la Nueva España por Sebastián de Aparicio. esto trae consigo que el 1ro y 2 de noviembre se difunda por las provincias de la Nueva España y sea hasta nuestros días el folclor multicolor de frutas, dulces, alimentos condimentados y bebidas originales del lugar, que hacen en estos días el asombro de propios y extraños; en Mixquic, CDMX, Pátzcuaro y Janitzio de nuestra provincia mexicana.

El 3 de noviembre en todos los hogares se levanta la ofrenda, y en canastas de varita que son toda una obra de artesanía, las familias de los pueblos hacen un intercambio de las ofrendas, dando lugar a que se hagan remembranzas de las personas que en otras épocas idas, convivieron en estas tradiciones de nuestro México.”

 

Otra autora de Azcapotzalco dedicada entre otras cosas a la crónica (además de la filosofía, la poesía, etc), es Ana Marisol Resendiz Pizarro, quien en una reciente publicación en la serie “Cuadernos tepanecas”, número 4, “Tlacuilloltin Tepaneca”, explica que:

“El origen prehispánico de la tradición en cuanto al animero, su origen se remonta a la tradición de los micacuicatl, que son los cantos solemnes que acompañaban diversos rituales y ceremonias cívicas, a los antiguos mexicanos. En cuanto al ayatero, su función se remonta a la sfiestas agrícolas llamadas veintenas, donde al terminar la mitotializtli; danza ritual, se compartían entre los presentes los frutos localizados en el uentli ofrenda.

El origen histórico de la tradición aconteció en el año 1563 aproximadamente, en la etapa del a conquista espiritual: fue cuando Sebastián de Aparicio, dueño de la hacienda de Careaga, ahora El Rosario, mostró cierta empatía con los originarios de Azcapotzalco, y abrigó distintas prácticas del sincretismo como lo fue la primera ofrenda del día de muertos de América Latina: pero también en San Juan Tlilhuaca en el año 1563, nació la costumbre de los animeros sincretizando elementos de ambas culturas”.

 

MONUMENTO Y SU COMPOSICION

Por lo antes expuesto, en letras de Don David Delgado Jiménez, que además quiero decir que él fue el primero que me contó sobre este tema de la ofrenda en relación al futuro Beato.



Yo ya conocía algo sobre Sebastián de Aparicio en Puebla, sitio en donde se subraya bastante lo relacionado a su vida espiritual y activo hermano Franciscano, y a donde mi primo Pedro Mercado Gómez, nos llevaba a varios primos en divertidas excursiones gastronómicas, familiares y culturales, con cierta frecuencia.

Pero la influencia de Sebastián de Aparicio en Azcapotzalco, en San Juan Tlilhuaca, y su participación directa en la ofrenda de muertos actual, la supe por Don David.

Y ahora, en este 2022, por las claras letras de Marisol Resendiz profundizo más en el tema.

Por eso, considero que:

1.- MONUMENTO: Debe haber un monumento para Sebastián de Aparicio, representado en su calidad de civil (no de fraile), propietario de hacienda, acompañado de un nativo de Azcapotzalco, trabajador suyo, para dar realce a la población que lo acompañó en dicha iniciativa.

2.- OFRENDA: Dicho monumento conviene que incluya frente a ambos personajes mencionados, una ofrenda de muertos, con los elementos fusionados de ambas culturas, entre otras cosas, una cruz católica y alimentos.

3.- UBICACIÓN: La ubicación debería ser en los linderos entre San Juan Tlilhuaca y lo que fue El Rosario, por ser esa zona en donde él era propietario, donde vivían personas que trabajaban y convivían con él, y en donde se reflejó primero esa combinación de elementos rituales de dos culturas para una misma ofrenda. Pues siendo esta ofrenda actualmente algo practicado en todo el país, conviene destacar para propios y extraños, que fue aquí donde se amalgamó el concepto.

 

SUBRAYO: Que aunque es muy conocida en México la historia del periodo más religioso de Sebastián de Aparicio (su vida de fraile, que fue la última faceta), la propuesta de este monumento es precisamente dar luz a otro tema trascendental para todos los mexicanos, - DONDE Y POR QUIEN SE GENERO EL CONCEPTO DE LA OFRENDA DE MUERTOS QUE ACTUALMENTE SE PRACTICA- y esto tiene que ver con el Sebastián de Aparicio (anterior cronológicamente al fraile), el civil, empresario, propietario, patrón, emprendedor, acaudalado. Ya que fue ese periodo de su vida, cuando influyó profundamente en la generación de ese nuevo concepto de ofrenda de muertos, que hasta hoy, nos acompaña en nuestras casas, negocios, escuelas, panteones, etc.

 

Nota adicional:

Y como las ofrendas son a los seres queridos, aquí hablaré brevemente de uno de ellos, y como el consejo es “en vida hermano, en vida”, ahora que vive, se lo agradezco de corazón.

Agradezco la fortuna de haber hallado en tierras vecinas de Sebastián de Aparicio, un cofre que contiene innumerables bendiciones: cariño, sinceridad, amabilidad, calidez, consejo, apoyo, sorpresas, información, participación, actividades, tips, compañía, asistencia, intercambio, y todo un conjunto de acciones que se basan en el dar y compartir, muy a lo que entiendo es el estilo bondadoso y franciscano del ejemplar Sebastián, que daba y compartía, y tuve la gracia que haberlo hallado en el valioso envoltorio de la amistad. Ya desde los Diálogos de Sócrates, se alababa ese tesoro.

De la mano de Sebastián, en el antiguo e interesantísimo pueblo de San Juan, lo hallé, y lo agradezco a Dios. Y más ahora que por motivos de salud, necesité definitivamente del resplandor de ese tesoro, y ahí estuvo, junto a mi cama de hospital, en mis curaciones, y proveyéndome de los necesario para salir adelante.

Gracias a Dios, gracias al Beato Sebastián de Aparicio, y gracias a ese ángel que guarda sus alas en un estuche.

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