SEBASTIAN DE APARICIO, SU MONUMENTO EN AZCAPOTZALCO
Por Martín Borboa Gómez (Grupo Formiga)
Propongo se
levante para la memoria de Sebastián de Aparicio, un monumento en Azcapotzalco,
muy de preferencia en los linderos entre El Rosario y San Juan Tlilhuaca, por
haber sido, entre otras cosas, vecino de estas tierras, por alrededor de veinte
años, y en donde se le guarda especial memoria. He podido asistir a los
rosarios que se le rezan en esa zona.
El homenaje a
este hombre tiene infinidad de motivos, basta conocer algo de su historia en
nuestro territorio, para distinguir que es un destacado promotor del progreso,
la solidaridad, la caridad, el ingenio, el desarrollo económico, la enseñanza… la
lista sería muy larga si continúo. Tanto a nivel local como a nivel de la Nueva
España, su influencia de progreso es poderosamente notable y hasta se puede
decir única.
Pero ante esa
infinidad de temas en los que destacó y ayudó demasiado, es uno el que opino
debería destacarse en la obra escultórica de su monumento:
SU INFLUENCIA DIRECTA EN LA OFRENDA DE MUERTOS QUE
SE COLOCA AUN HOY EN DIA, EN MEXICO
Hace dos años, el
19 de octubre de 2020, publiqué en la revista electrónica de “La hormiga en
línea”, un artículo con el titulo de “DON
DAVID DELGADO JIMENEZ, CRONISTA DE AZCAPOTZALCO, (IN MEMORIAM 1919 – 2007)”.
En él citaba un
texto de mi admirado y muy querido Don David Delgado Jiménez, quien me explicó
la profunda importancia e influencia de Sebastián de Aparicio, entre otros
temas de gigantesco valor, en el tema de la ofrenda de muertos en Nueva España,
que luego vendría a ser México.
El texto completo
puede leerse dando clic en esta liga:
http://lahormigaenlinea.blogspot.com/2020/10/don-david-delgado-jimenez-cronista-de.html
Un fragmento a
continuación:
DON DAVID DELGADO JIMENEZ: SU TEXTO “FIESTAS
TRADICIONALES DE DIA DE MUERTOS EN AZCAPOTZALCO” (escrito el 6 de octubre de 1998)
“Al principio del siglo XVI, aun los tepanecas
conservaban sus tradicionales costumbres de las ofrendas a sus dioses, copal y
comestibles de la región eran ofrecidos a la memoria de sus muertos.
La evangelización de la Nueva España, trae consigo
y como meta de los españoles, amalgamar las costumbres de los aborígenes y
encauzarlas a la nueva vida colonial. S establece en la Nueva España el
sincretismo de dos religiones, la
Náhuatl nativa y la Cristiana de los españoles.
Sebastián de Aparicio, administrador de la
Hacienda de Careaga ubicada en las tierras tepanecas de Azcapotzalco, introduce el 1ro y 2 de noviembre de 1562
las ofrendas a los muertos, encauzando a los peones en la rancherías, las
ofrendas a sus seres queridos desde esa época.
Cabe hacer notar
que es de significativa trascendencia, la introducción del uso de la
carreta en la Nueva España por Sebastián de Aparicio. esto trae consigo que el
1ro y 2 de noviembre se difunda por las provincias de la Nueva España y sea
hasta nuestros días el folclor multicolor de frutas, dulces, alimentos
condimentados y bebidas originales del lugar, que hacen en estos días el
asombro de propios y extraños; en Mixquic, CDMX, Pátzcuaro y Janitzio de
nuestra provincia mexicana.
El 3 de noviembre en todos los hogares se levanta
la ofrenda, y en canastas de varita que son toda una obra de artesanía, las
familias de los pueblos hacen un intercambio de las ofrendas, dando lugar a que
se hagan remembranzas de las personas que en otras épocas idas, convivieron en
estas tradiciones de nuestro México.”
Otra autora de
Azcapotzalco dedicada entre otras cosas a la crónica (además de la filosofía,
la poesía, etc), es Ana Marisol Resendiz Pizarro, quien en una reciente
publicación en la serie “Cuadernos tepanecas”, número 4, “Tlacuilloltin
Tepaneca”, explica que:
“El origen prehispánico de la tradición en cuanto
al animero, su origen se remonta a la tradición de los micacuicatl, que son los
cantos solemnes que acompañaban diversos rituales y ceremonias cívicas, a los
antiguos mexicanos. En cuanto al ayatero, su función se remonta a la sfiestas
agrícolas llamadas veintenas, donde al terminar la mitotializtli; danza ritual,
se compartían entre los presentes los frutos localizados en el uentli ofrenda.
El origen histórico de la tradición aconteció en
el año 1563 aproximadamente, en la etapa del a conquista espiritual: fue cuando Sebastián de Aparicio, dueño de
la hacienda de Careaga, ahora El Rosario, mostró cierta empatía con los
originarios de Azcapotzalco, y abrigó distintas prácticas del sincretismo como
lo fue la primera ofrenda del día de muertos de América Latina: pero
también en San Juan Tlilhuaca en el año 1563, nació la costumbre de los
animeros sincretizando elementos de ambas culturas”.
MONUMENTO Y SU COMPOSICION
Por lo antes
expuesto, en letras de Don David Delgado Jiménez, que además quiero decir que
él fue el primero que me contó sobre este tema de la ofrenda en relación al
futuro Beato.
Yo ya conocía
algo sobre Sebastián de Aparicio en Puebla, sitio en donde se subraya bastante
lo relacionado a su vida espiritual y activo hermano Franciscano, y a donde mi
primo Pedro Mercado Gómez, nos llevaba a varios primos en divertidas excursiones
gastronómicas, familiares y culturales, con cierta frecuencia.
Pero la
influencia de Sebastián de Aparicio en Azcapotzalco, en San Juan Tlilhuaca, y
su participación directa en la ofrenda de muertos actual, la supe por Don
David.
Y ahora, en este
2022, por las claras letras de Marisol Resendiz profundizo más en el tema.
Por eso,
considero que:
1.- MONUMENTO: Debe haber un monumento para Sebastián de
Aparicio, representado en su calidad de civil (no de fraile), propietario de
hacienda, acompañado de un nativo de Azcapotzalco, trabajador suyo, para dar
realce a la población que lo acompañó en dicha iniciativa.
2.- OFRENDA: Dicho monumento conviene que incluya frente a
ambos personajes mencionados, una ofrenda
de muertos, con los elementos fusionados de ambas culturas, entre otras
cosas, una cruz católica y alimentos.
3.- UBICACIÓN: La ubicación debería ser en los linderos entre San Juan Tlilhuaca y lo que
fue El Rosario, por ser esa zona en donde él era propietario, donde vivían
personas que trabajaban y convivían con él, y en donde se reflejó primero esa
combinación de elementos rituales de dos culturas para una misma ofrenda. Pues
siendo esta ofrenda actualmente algo practicado en todo el país, conviene
destacar para propios y extraños, que fue
aquí donde se amalgamó el concepto.
SUBRAYO: Que aunque es muy conocida en México la historia del
periodo más religioso de Sebastián de Aparicio (su vida de fraile, que fue la
última faceta), la propuesta de este monumento es precisamente dar luz a otro
tema trascendental para todos los mexicanos, - DONDE Y POR QUIEN SE GENERO EL CONCEPTO DE LA OFRENDA DE MUERTOS QUE
ACTUALMENTE SE PRACTICA- y esto tiene que ver con el Sebastián de Aparicio
(anterior cronológicamente al fraile), el civil, empresario, propietario,
patrón, emprendedor, acaudalado. Ya que fue ese periodo de su vida, cuando
influyó profundamente en la generación de ese nuevo concepto de ofrenda de
muertos, que hasta hoy, nos acompaña en nuestras casas, negocios, escuelas,
panteones, etc.
Nota adicional:
Y como las
ofrendas son a los seres queridos, aquí hablaré brevemente de uno de ellos, y
como el consejo es “en vida hermano, en vida”, ahora que vive, se lo agradezco
de corazón.
Agradezco la
fortuna de haber hallado en tierras vecinas de Sebastián de Aparicio, un cofre
que contiene innumerables bendiciones: cariño, sinceridad, amabilidad, calidez,
consejo, apoyo, sorpresas, información, participación, actividades, tips,
compañía, asistencia, intercambio, y todo un conjunto de acciones que se basan
en el dar y compartir, muy a lo que entiendo es el estilo bondadoso y
franciscano del ejemplar Sebastián, que daba y compartía, y tuve la gracia que
haberlo hallado en el valioso envoltorio de la amistad. Ya desde los Diálogos
de Sócrates, se alababa ese tesoro.
De la mano de
Sebastián, en el antiguo e interesantísimo pueblo de San Juan, lo hallé, y lo
agradezco a Dios. Y más ahora que por motivos de salud, necesité
definitivamente del resplandor de ese tesoro, y ahí estuvo, junto a mi cama de
hospital, en mis curaciones, y proveyéndome de los necesario para salir
adelante.
Gracias a Dios,
gracias al Beato Sebastián de Aparicio, y gracias a ese ángel que guarda sus
alas en un estuche.
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