ANTONIO VALERIANO
PARTE 1 DE 4
Por Martin Borboa Gómez
Esta es la primera de 4 partes en que se publicara una colección de extractos de diversas publicaciones, en donde se habla de Don Antonio Valeriano. Por la extensión del material reunido, no es posible publicarlo en la revista electrónica “La hormiga en línea” todo en una sola entrega. Serán 4. Esta la primera. Por ello, aquí se incluye la introducción, y en la última se pondrá la bibliografía.INTRODUCCION
El Tepeyac dista de Tlatelolco poco más de 3 kilómetros. Como había lago, se salvó esa distancia construyendo una calzada en la parte norte de la isla de México hacía la península del Tepeyac. Dicha calzada es hoy la llamada Calzada de los Misterios. Esa área fue el escenario, según lo dejó escrito el nativo de Azcapotzalco, Antonio Valeriano, de un evento Divino que ha marcado profundamente la religiosidad y la espiritualidad de nuestra nación, de buena parte de nuestro continente, e incluso de ciertos lugares en Asia como las Filipinas.
En este texto reunimos fuentes que afirman que Antonio Valeriano nació en Azcapotzalco, y:
1) manejó con excelente fluidez el náhuatl, el castellano y el latín.
2) Destacó de ilustre manera en la cooperación con Fray Bernardino de Sahagún para su gran obra “Historial General”.
3) Fue gobernador de una parcialidad de la capital de la Nueva España
4) Se ocupó de escribir el “Nican Mopohua”, con letras de nuestro alfabeto y los sonidos del náhuatl, para narrar lo ocurrido en diciembre de 1531 en el Tepeyac.
5) Solicitó al rey de España un escudo y una escuela para Azcapotzalco.
Tuvo una vida muy interesante, y dejó profunda huella con su obra. Muestras de ello lo hemos reunido aquí en base a referencias y opiniones de diferentes autores, de distintos tiempos, e incluso con variados puntos de vista. No es este un examen exhaustivo de toda la bibliografía que podría existir sobre Valeriano, pero espero poder contribuir a preservar dichas referencias, para los interesados actuales o futuros en el tema, y que al tener esto reunido les sirva para contrastar los textos, y alimenten su propia opinión.
Valeriano es gran personaje de nuestra historia, nativo de Azcapotzalco. Fue un gran colaborador de sus contemporáneos, que con su obra dejó profunda huella en lo lingüístico, lo educativo, lo histórico, y lo espiritual. Conviene que esto sea recordado y valorado por nosotros, sus paisanos.
ANTONO VALERIANO (1521- 1605) OPINADO POR FRAY GERONIMO DE MENDIETA (1525- 1604) SU COMPLETO CONTEMPORANEO
Fray Gerónimo de Mendieta, en su obra “Historia Eclesiástica indiana” dice que había quienes se oponían a que los naturales de estas tierras conquistadas estudiaran, ya que: “el saber latín los indios, de ningún provecho era para la república, y esto la experiencia ha mostrado ser falsísimo porque con estos colegiales latinos aprendieron su lengua perfectamente por arte los que bien la supieron, y con ayuda de ellos tradujeron en la misma lengua las doctrinas y tratados que ha sido menester para enseñamiento de todos los indios, y los impresores con su ayuda los han impreso, que de otra manera no pudieran. Demás de esto, por su habilidad y suficiencia han ayudado más cómodamente que otros a los religiosos en el examen de los matrimonios y en la administración de los sacramentos. Y por la misma suficiencia han sido elegidos por jueces y gobernadores en la república, y lo han hecho mejor que otros, como hombres que leen y saben y entienden. Y de este buen ejemplo tenemos presente en Don Antonio Valeriano, indio gobernador de la ciudad de México, que habiendo salido buen latino, lógico y filósofo, sucedió a los religiosos sus maestros… en leer la gramática en el colegio algunos años, y aun a religiosos mancebos en su convento, y después de esto fue elegido para gobernador de México, y ha poco menos (y no sé si más) de treinta que gobierna aquella ciudad, en lo que toca a os indios, con gran aceptación de los virreyes y edificación de los españoles.”.
ANTONO VALERIANO (1521- 1605) OPINADO POR JUAN JOSE DE EGUIARA Y EGUREN (1696 – 1763) QUIEN NACIO 91 AÑOS DESPUES DE FALLECIDO VALERIANO
El sabio universitario y catedrático eminente de la Real y Pontificia Ciudad de México tiene publicadas sus palabras en la obra “Historia de sabios novohispanos”, en donde dice que Antonio Valeriano fue: “Mexicano de nacimiento, tuvo su cuna mecida en Azcapotzalco…”. “Gozó de padres ilustres que se preciaban con la sangre que en sus venas llevaban de los emperadores de México, noble por los cuatro costados…”, “en aquella parte de la ciudad que llaman Tlatelolco, donde, erigido un colegio ilustre apellidado de la Santa Cruz, bajo la enseñanza de los maestros ilustres de la orden de los franciscanos… entró nuestro Antonio Valeriano, sin par, laureado en este colegio, fue para éste, para su patria y para América un sujeto extraordinario. Fluentemente se expresaba en tres idiomas: el náhuatl, latín y castellano, y en tal manera, que fue elogiado por varones doctísimos, Pues por lo que ve a su lengua materna, tuvo por discípulo al doctísimo maestro fray Juan de Torquemada, como él mismo lo confiesa, cediéndole a nuestro Valeriano la gloria de la erudición y facundia que de aquella lengua poseía (ya que por esa parte Valeriano tenía más riquezas que un Creso o un Midas), y le tenía gratitud, dado que por él había adquirido la pericia de leer y escribir el náhuatl… y la ciencia para descifrar los anales y demás monumentos de esa nación, los cuales, con caracteres y figuras muy ingeniosamente pintadas, referían las historias de antepasados, y le fueron muy útiles para escribir su Monarquía Indiana. También atestigua que aprovechó mucho de nuestro Valeriano el mexicano fray Juan Bautista, igualmente maestro en filosofía y teología… notable aquél por los hechos de su vida y los libros que publicó, quien consultaba a Valeriano en cosas difíciles, sobre todo en las etimologías de los nombres para la administración de los sacramentos, a fin de escribir en náhuatl obras muy útiles que hasta le día de hoy son muy apreciadas de los párrocos y los demás ministros. De su perfección en el uso de la lengua castellana, dio noticia a la posteridad Becerra Tanco, quien fue muy erudito en lenguas occidentales y en las del Oriente nuestro y sabidísimo como ninguno en todo lo que atañe a la historia de los mexicanos. Además, en latín fue con tanta gloria esclarecido Valeriano, cuanta le dan los historiadores que de él escriben, no excusándose en compararle con lso más latinos y elegantes, y por la facilidad para expresarse en esta lengua hasta la más provecta ancianidad, por lo que con razón le admira fray Juan Bautista…”. “Es llamado retórico peritísimo con aprobación unánime de aquellos que escribieron los hechos de su vida, quienes no le consideran de menor aprecio en las controversias de lógica y filosofía. Ciertamente, sus eximios progresos en las letras pueden conjeturarse del hecho de que por los superiores del colegio haya sido maestro de sus condiscípulos, a quienes recibió como alumnos en latinidad y retorica, así vino a ocupar el lugar de los egregios maestros que le habían adoctrinado. Sobre todo esto, como era tan conspicuo, por su prudencia y demás dote necesarias para el buen manejo de los negocios, fue muy apreciado por los virreyes, y por los hombres principales y por los más graves sujetos, y mereció la estima del mismo Rey Católico, quien le honró con una carta en que le manifestaba todo su aprecio.
Como desde el principio del imperio español en América se haya prudentísimamente provisto que, además de los magistrados supremos y de los jueces que debían dictar el derecho a los españoles y a los indios, para estos últimos se eligiesen gobernadores de su propia estirpe, para México se eligieron dos, uno para regir la parte de la ciudad que se llama Tenochtitlán, y otro para la que le dicen Tlatelolco. Nuestro Valeriano fue de la primera que hemos nombrado, por espacio de treinta y cinco años o, como dicen otros, durante cuarenta, y la gobernó apremioso en equidad y justicia, y severo en el régimen de las cristianas costumbres; finalmente, el año de 1605, en el mes de agosto, asistido espiritualmente por su padre amadísimo, quien había sido antes su discípulo, fray Juan de Torquemada, pasó de este mundo, y fue sepultado con gran acompañamiento de indios y españoles en la parroquia celebre por su antigüedad, llamada de San José, situada en los primitivos terrenos del convento de San Francisco, asistidos con mucho duelo el funeral por los alumnos del Imperial Colegio de Santa Cruz que habían sido antaño compañeros suyos, y llevado en hombros de los padres francisanos y con el sequito de toda la orden, para dar las honras ultimas a tan gran varón, por quien habían sido educados en letras y en virtud. Ya cercano a la muerte, regaló a Torquemada, en prenda de antigua amistad, lo que para ambos era muy entrañable, sus manuscritos antes elaborados, unos en latín y otros en náhuatl, de las cosas que había traducido del latín a este idioma. Entre estas, sin hacer mención de las otras, el mismo Torquemada elogia grandemente el Catón traducido al náhuatl… Fray Juan Bautista menciona muchas Epístolas latinas. Una, sin embargo, de las muchas que le envió, por ser la última de auqel anciano ilustre, la pone como ejemplo, y nosotros no queremos que nuestros lectores se priven de conocerla así transcrita:
“El portador de la presente lleva a vuestra paternidad lo que me ordenó traducir. No se si en esta traducción hay asido afortunado. Hay en ello mucha riqueza de conceptos, y no sé cuál pueda ser el mejor sentido con que traducirse deban. Si algún error hubiere en esto, que me disculpes te ruego, y que pongas allí la gravedad de tu enmienda, y que perdones la malhechura de carta, pues mas que carta cartón parece; pero no parecerá de vuestra paternidad cosa de admiración, pues me tiemblan las manos, se me nublan los ojos y cierran los oídos. Una y otra vez discúlpame. Dios óptimo máximo conceda a tu paternidad larga vida. De México. Amicísimo tuyo, aunque indigno. Antonio Valeriano”.
ANTONO VALERIANO (1521- 1605) MENCIONADO POR LORENZO BOTURINI BENADUCCI (1698 – 1755) QUIEN NACIO 93 AÑOS DESPUES DE FALLECIDO VALERIANO
Lorenzo Boturini se interesó en modo muy profundo por la cultura indígena en Nueva España, así como por el evento Guadalupano, y es por ello que investigó y trató de entender lo que en nuestras tierras halló. Por ser de origen europeo y católico, se dio a si mismo explicaciones de cómo pudieron pasar las cosas y afirmó que el apóstol Santo Tomás estuvo en América. En su obra “Idea de una Nueva Historia General de la América Septentrional”, publicada en 1746, afirma (pág. 81) que: “Porque yo, ni en pinturas ni en cantares, ni en manuscritos he hallado que alguna otra nación hay apuesto los pies en el Nuevo Mundo , a reserva del bienaventurado Santo Tomás, que en ambos reinos del Perú y de la Nueva España predicó el Evangelio, cuya historia tengo positivos deseos de escribir, por los grandes monumentos que descubrí y en uno de ellos es la Santísima Cruz que en forma de tau hallé pintada de color azul y tamaño de un codo, en un respaldo inaccesible del cerro Tianguistepetl, vecino del antiguo pueblo de Meztitlán, con inmenso jubilo de españoles e indios”.
Incluso Boturini distingue costumbres enseñadas por Santo Tomás que arraigaron en los pobladores, y un ejemplo lo pone con el más famoso gobernante de Texcoco (Pág. 68, 69): “Netzahualcóyotl, quiere decir, coyote hambriento, no solo porque habiendo sido despojado del imperio y perseguido en la vida de Maxtlaton, tirano de Azcapotzalco, fue obligado a escaparse… sino también porque este monarca en los mayores vaivenes de su imperio solía ayunar cuarenta días continuos en honra del Dios Creador de todas las cosas, y así lo hizo cuando se le rebelaron los chalcos y los venció (discurro que este ayuno le quedó a los indios por antigua tradición, y enseñanza del glorioso apóstol Santo Tomás)”.
Boturini también afirmó que (Pág. 147): “por uno fragmentos históricos que copié de sus originales, del célebre Carlos de Sigüenza y Góngora, me consta que don Antonio Valeriano, originario de Azcapotzalco, indio cacique y maestro que fue de retórica en el Imperial Colegio de Tlatelolco, escribió la Historia de las apariciones de Guadalupe en lengua náhuatl, y el mismo Sigüenza, bajo juramento, confiesa que la tenía en su poder de puño y letra de don Antonio, que quizá es la que imprimió el bachiller Lasso de la Vega…”. Incluso acusa esta ventajosa acción de Lasso, de imprimir un texto ajeno y usurpar la autoría (Pág. 144). Dice que: “si hubiera sido el bachiller Lasso el verdadero historiador, lo hubiera dado a entender… más bien creo, que casualmente halló algún manuscrito antiguo de autor indio, y no hizo más que imprimirlo y ponerle su nombre, quitando con simpleza, no sólo a los naturales la honra de haberla escrito, sino también la antigüedad de la Historia…”. “No es ni puede ser de dicho autor, antes se arguye ser de don Antonio Valeriano…”. Y da un argumento más para afirmar que es de Valeriano, basado en lo: “que sucedió a los indios de San Juan Teotihuacán, que arrepentidos del gran desacato que cometieron contra Dios y la sagrada religión del señor San Agustín, en quemar la iglesia conventual de dicha ciudad, se fueron a Azcapotzalco, y escondidos de la justicia en casas de parientes y amigos, iban de noche a visitar y a rogar a la aparecida bendita imagen de Guadalupe para que sosegase la indignación del virrey y de los padres agustinos; y esto prueba que el autor fue indio y de Azcapotzalco”.