lunes, 19 de octubre de 2020

 

DON DAVID DELGADO JIMENEZ

CRONISTA DE AZCAPOTZALCO

 (IN MEMORIAM 1919 – 2007)


Información recopilada por Martin Borboa

Don David delgado Jiménez nació el día 26 de agosto de 1919, hijo de María Jiménez Rocha y José Miguel Delgado Chávez.

Se casó con Margarita Lara Aguilar, ambos descendientes de familias nativas de Azcapotzalco. Ellos procrearon cinco hijos.

En el área laboral se dedicó a la jardinería; fue extensionista agrícola de profesión.

Como servidor público, ocupó diferentes cargos, entre los que podemos mencionar:

-          Subdelegado del Pueblo de San Juan Tlihuaca

-          Jefe de panteones

-          Intendente General de la Delegación Azcapotzalco

Gran parte de su vida la dedicó al servicio de la comunidad, apoyando diversos programas sociales y culturales.

Fue miembro activo de diversas organizaciones, entre ellas: Guardias de México, Junta de Mejoramiento Cívico y Social, Junta de Vecinos, Cronistas de Barrio, Alianza Revolucionaria de la Tercera Edad, Azcapotzalco en la Cultura, A. C., Alianza para el Desarrollo Vecinal y Urbano del D.F., Consejo Cultural de la Delegación Azcapotzalco.

Su único vicio fue la lectura; su constante interés por aprender, lo llevó a ser investigador e historiador autodidacta.

En diciembre de 1998, el Dr. Pablo Moctezuma Barragán, lo nombró Cronista de Azcapotzalco y Asesor del Archivo Histórico.

Al atardecer del miércoles 14 de marzo de 2007, Dios lo llamó a su presencia.

DON DAVID DELGADO JIMENEZ: SU TEXTO “FIESTAS TRADICIONALES DE DIA DE MUERTOS EN AZCAPOTZALCO”  (escrito el 6 de octubre de 1998)

Al principio del siglo XVI, aun los tepanecas conservaban sus tradicionales costumbres de las ofrendas a sus dioses, copal y comestibles de la región eran ofrecidos a la memoria de sus muertos.

La evangelización de la Nueva España, trae consigo y como meta de los españoles, amalgamar las costumbres de los aborígenes y encauzarlas a la nueva vida colonial. S establece en la Nueva España el sincretismo de dos religiones,  la Náhuatl nativa y la Cristiana de los españoles.

Sebastián de Aparicio, administrador de la Hacienda de Careaga ubicada en las tierras tepanecas de Azcapotzalco, introduce el 1ro y 2 de noviembre de 1562 las ofrendas a los muertos, encauzando a los peones en la ranchería, las ofrendas a sus seres queridos desde esa época.

Cabe hacer notar  que es de significativa trascendencia, la introducción del uso de la carreta en la Nueva España por Sebastián de Aparicio. esto trae consigo que el 1ro y 2 de noviembre se difunda por las provincias de la Nueva España y sea hasta nuestros días el folclor multicolor de frutas, dulces, alimentos condimentados y bebidas originales del lugar, que hacen en estos días el asombro de propios y extraños; en Mixquic, CDMX, Pátzcuaro y Janitzio de nuestra provincia mexicana.

El 3 de noviembre en todos los hogares se levanta la ofrenda, y en canastas de varita que son toda una obra de artesanía, las familias de los pueblos hacen un intercambio de las ofrendas, dando lugar a que se hagan remembranzas de las personas que en otras épocas idas, convivieron en estas tradiciones de nuestro México.

DON DAVID DELGADO JIMENEZ: SU TEXTO “MUERTOS, CEMENTERIOS Y OFRENDAS. CULTURA POPULAR Y ACUARELA MEXICANA” (escrito en noviembre 1999)

Se dice que la vida es un drama y que a veces con frecuencia es sainete y comedia.

Las flores de otoño adornan la campiña, los cementerios están arreglados con flores, ofrendas de la cocina y con el licor del agrado del difunto.

La banda lugareña acompaña el cortejo fúnebre al camposanto del pueblo, entonando el danzón que le gustaba tanto al difunto, por eso ha dejado a la viuda “Con-movida” y, así queda “La viuda alegre”.

Hay admiración por la viuda rica que con profundos suspiros y sollozos llora “lágrimas de cocodrilo”.

Hablando de Teatro y drama, desde 1865, año con año se representa “Don Juan Tenorio”, en honor de la emperatriz Carlota.

Al llegar al camposanto el viudo busca donde refugiar sus penas, pero con “el segundo frente”.

El trasnochador empedernido vela al difunto con cabezas de cerillo porque ya “se petateó”, y a él no lo espantan con “el petate del muerto”, al fin que la muerte “le hace los mandados”.

Ya en el velorio con cuentos del perico o pepito, algunos rompen el baile con aquello de “que te coge que te agarra la llorona por detrás”.

Las calaveras de Posada a Don Porfirio en el corrido revolucionario dicen: “si me han de matar mañana, que me maten de una vez”, y Pancho Pistolas a mí las calaveras “me pelan los dientes”.

Chava Flores en el velorio de la vecindad habla de que “cerró sus ojitos Cleto”, “murió, murió y murió”, o el bravero que “pinta tu calavera”.

Y para José Alfredo Jiménez “la vida no vale nada, no vale nada la vida”.

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