miércoles, 15 de abril de 2020


AZCAPOTZALCO EN EL ESCUDO NACIONAL Y LA BANDERA MEXICANA
Representación escultórica, Parque Tezozomoc

Por Martin Borboa

Dedicado con gran cariño a la memoria de Don David Delgado Jiménez, Cronista de Azcapotzalco, quien siempre tuvo para mí una sonrisa, una anécdota y una gran historia, y fue él quien me enseñó a admirar y valorar a Azcapotzalco.

Todos en nuestro país conocemos el pasaje de la historia en que los mexicas peregrinaron, llegaron a asentarse en diferentes sitios temporalmente, y luego continuaban. Cuando llegaron a lo que llamamos Valle de México, permanecieron en diferentes sitios en torno al lago. Estuvieron en lugares como Tizapán o Chapultepec, entre otros, y después por fin se adentraron en el agua, alcanzaron una isla, la famosa isla en donde vieron la señal indicada por su Dios Huitzilopochtli: un águila alimentándose parada en un nopal que creció sobre una piedra.
Pero nunca o casi nunca reparamos en que esa isla estaba bajo el dominio de Azcapotzalco en aquel tiempo, así que donde tuvo lugar el encuentro entre los mexicas y la señal divina, fue en tierra tepaneca. Por lo tanto, considero correcto decir que la escena representada en el escudo nacional tuvo lugar en territorio azcapotzalca. La división política establecida en el momento del hallazgo indica que ese territorio lacustre le pertenecía.
Si después de muchos años esa isla pasó a ser propiedad o dominio de otro grupo, ya es otra historia, y serían otros momentos. No estamos hablando de que eternamente esa isla haya sido y será de Azcapotzalco. Solo estamos afirmando que en el momento del hallazgo de la señal dictada por Huitzilopochtli, era tierra de los tepanecas y por lo tanto la escena que se ve en nuestro escudo nacional, tuvo lugar en suelo y dominio de Azcapotzalco.

DIVISION POLITICA Y TRIBUTO
Hay crónicas que mencionan que ahí eran los linderos entre Azcapotzalco y Culhuacán, incluso alguna dice que de esos dos poderíos y Texcoco también. Es decir, que en esa zona isleña se entendía la frontera entre dos o hasta tres fuerzas. Por ejemplo dice Manuel Orozco y Berra en su obra (Pág. 154) que enlisto en la bibliografía, que: “Estaban y edificaban en sitio ajeno, que aquel en que estaban caía en los términos de Azcapotzalco y los de Texcoco, porque allí se dividían las tierras de los unos y los otros”.
Para entender a quien pertenecían esas islas en una zona limítrofe, opino que es sencillo determinarlo basados en saber a quién le pagaron tributo los ocupantes. Y las crónicas coinciden en señalar que lo pagaban a Azcapotzalco. No he localizado narración o crónica alguna que diga que otro poderío reclamara pago de tributo a los mexicas por ocupar esa isla.
Miguel León Portilla escribió en la publicación “De Teotihuacán a los Aztecas. Antología de fuentes e interpretaciones históricas” (Pág. 23) que: “Establecidos los aztecas en México – Tenochtitlán tuvieron que pagar tributo a la gente de Azcapotzalco que era dueña de la isla”, incluso “con sus propios caudillos participaron por esos años los aztecas, forzados por Azcapotzalco, en las campañas de conquista que emprendía el estado tecpaneca”.
En esa misma publicación, Walter Kirckeberg en su tema “Del mito a la verdadera historia” (Pág 221) dice que: “los tres primeros reyes aztecas son figuras bastante indefinidas aun, eran menos importantes que los reyes de Tlaltelolco, como ya se ha dicho, y se contaban al igual que estos últimos, entre los vasallos del poderoso imperio tepaneca”.
Igualmente, en esa antología, el texto de George C. Vaillant “El periodo azteca” (pág 225) dice que “en los tiempos de Acamapichtli los tenochcas fueron tributarios y aliados de los tepanecas”.
En mi opinión, es bastante claro que el territorio isleño al que llegaron los mexicas y en el que vieron al águila parada en el nopal, pertenecía a Azcapotzalco, y durante el tiempo de sus tres primeros gobernantes (Acamapichtli, Huitzilihuitl y Chimalpopoca) fueron sus aliados y tributarios.
En su obra, Orozco y Berra (Pág 158) apunta que luego de que falleciera el líder Tenoch, continuó la labor Mexitzin, y él, considerando tener un gobernante con más peso y significado asentados en un área intermedia entre las más importantes fuerzas políticas y militares de la región, sugirió que incluso dicho gobernante podría ser externo al grupo mexica, y dijo: “y si os parece que no sea de nuestra congregación, sino traigámosle de fuera, pues está Azcapotzalco tan cerca y estamos en sus tierras, o si no sea de Culhuacán o de la provincia de Texcoco. Hablad mexicanos, decid lo que en este caso os parece”.
Decidieron solicitar a Culhuacán un Señor para gobernarlos. El designado fue Acamapichtli. Para ese tiempo el máximo líder tepaneca, Aculhua, padre de Tezozómoc, ya había fallecido, así que ahora mandaba Tezozómoc en Azcapotzalco. Cuando se enteró de que los mexicas habían pedido a Culhuacán que les asignara gobernante, se molestó y les aumentó el tributo.
Continúa Orozco y Berra (Pág 163) diciendo que Tezozómoc: “reunió a su consejo, y una vez conferenciado quedó dispuesto que el tributo de los mexica, que consistía en peces, ranas y legumbres, en adelante fuera del doble, además deberían presentar cierto número de sauces y sabinas crecidos y para plantar donde se ordenara, y un campo flotante sobre las aguas, llevando sembrado maíz, chile, frijol, calabaza y huautli.”

Mariano Veytia en su obra “Historia antigua de México” (pàg 361) ofrece una descripción del hallazgo, primero por parte de los sacerdotes que escuchaban las instrucciones de Huitzilopochtli, y luego del grupo mexica en general cuando dichos sacerdotes anunciaron haber localizado por fin la señal.
“Apenas oyó el pueblo la deseada noticia de boca de sus sacerdotes, cuando corriendo todos en tropa a saciar su curiosidad, se embarcaron en cuantos acalis o canoas pudieron encontrar, y fueron a reconocer la isleta y el nopal que tanto habían buscado por otras partes, y volviendo a Azcapotzalco, se presentaron al rey Aculhua (padre de Tezozómoc), pidiendo les hiciese merced de aquella isleta en la laguna, que era perteneciente a sus dominios, para poblarse en ella. Otorgóselas el rey con obligación de pagarle cierto feudo anual de los productos de la laguna, y al punto se trasladaron todos a dicha isleta, y empezaron a trabajar en la fábrica de sus casas, dando de éste modo principio a la fundación de su ciudad”.


ESCENA EN AZCAPOTZALCO
Muchas de las fuentes coinciden en que fue el año de 1325 (unas en cambio dicen un año antes, otras hasta 45 después) cuando los mexicas advertidos por su deidad principal, encontraron al ave alimentándose parada en un nopal, y para ese año regía el poder del tepaneca sobre el sitio, y por ello, la imagen que desde la infancia aprendemos a valorar y respetar, que está plasmada en cada moneda y bandera mexicanas vigentes, que sobre el fondo blanco del lábaro  ondea en nuestras plazas, es una imagen acontecida única y específicamente en territorio de Azcapotzalco.
Poco después de que se consumó la independencia de México, gracias al exitoso Ejército Trigarante dirigido por Don Agustín de Iturbide, se eligió aquella escena como escudo para la bandera nacional. Por cuestiones de diseño se muestra el conjunto de la piedra, el águila, la serpiente y el nopal, sin paisaje, pero nadie podría decir que así fue: que no había nada alrededor, ni abajo ni arriba. Ese nopal tenía sin duda raíces y de algún terreno estaba sujeto. La idea de este texto es recordar y subrayar que ese lugar tenía dueño y quien era.

LA SEÑAL DIVINA
Fernando de Alvarado Tezozómoc en su “Crónica Mexicáyotl” (Pág 64 a 67) narra que: “cuando Huitzilopochtli vio y llamó así de noche al "teomama" llamado Cuauhtlequétzqui, o quizás Cuauhcóatl. le dijo: "¡Oh Cuauhcóatl! habéis visto ya y os habéis maravillado con todo lo que hay allá dentro del carrízal. Oíd, empero, que hay algo más que no habéis visto todavía; idos incontinenti a ver el "tenochtlí" en el que veréis se posa alegremente el águila, la cual come y se asolea allí; por lo cual os satisfaréis… allí estaremos, dominaremos, esperaremos, nos encontraremos con las diversas gentes, pecho y cabeza nuestros; con nuestra flecha y escudo nos veremos con quienes nos rodean, a todos a los que conquistaremos, apresaremos; pues ahí estará nuestro poblado, México Tenochtitlán, el lugar en que grita el águila, se despliega y come, el lugar en que nada el pez, el lugar en el que es desgarrada la serpiente, México Tenochtitlán, y acaecerán muchas cosas"; e inmediatamente dijo Cuauhcóatl: "Está bien, ¡oh sacerdote! Ha otorgado tu corazón: óiganlo por tanto tus padres, y los ancianos todos", y de inmediato reunió Cuauhcóatl a los mexicanos, y les notificó la plática de Huitzilopochtli, oyéndola ellos… llegaron a… donde se levanta el "tenochtli" (al borde de la cueva vieron cuando, erguida el águila sobre el nopal, come alegremente, desgarrando las cosas al comer, y así que el águila les vio agachó muy mucho la cabeza, aunque tan sólo de lejos la vieron ellos), y su nido o lecho, todo él de muy variadas plumas preciosas, de pluma de cotinga azul, de flamenco rojo, de "quetzal", y vieron asimismo esparcidas ahí las cabezas de muy variados pájaros, de las aves preciosas, que estaban ensartadas, así como algunas garras y huesos de pájaro. Hablóles allá el "Diablo" y les dijo: "¡Oh mexicanos, allí estará"… e inmediatamente lloraron por esto los mexicanos, y dijeron: "¡merecimos, alcanzamos nuestro deseo!, puesto que hemos visto y nos hemos maravillado de donde estará nuestra población; vámonos y reposemos"… en el año 2-casa, "1325 años".
“Así pues, paupérrima y miserabilísimamente hicieron la casa de Huitzilopochtli; cuando erigieron el llamado "Oratorio" era todavía pequeño, pues estando en tierra ajena, cuando se vinieran a establecer entre los "tulares" y los carrizales, ¿de dónde habían de tomar piedra o madera?, puesto que eran tierras de los tepaneca, del azcapotzalca…”.
El mismo autor, escribió otra obra, la “Crónica Mexicana”. Ahí anotó un dato que me parece excelente para subrayar la referencia de que la escena del hallazgo mexica aconteció en tierras tepanecas. Dice que (pág 6): “Persuadidos del demonio Huitzilopochtli, llegaron a dicha ciudad, que es ahora México Tenochtitlán, porque el día que llegaron a esta laguna mexicana, en medio de ella estaba, y tenía un sitio de tierra, y en él una peña, y encima de ella un gran tunal, y en la hora que llegaron con sus balsas de caña, o corrido, hallaron en el sitio la hoja, piedra, y tunal, y al pie de él un hormiguero, y estaba encima del tunal un águila comiendo y despedazando una culebra…”.
Así que además, es válido mencionar que hasta hubo hormigas presentes en el momento del hallazgo, y estos animales son emblema de Azcapotzalco. Quizá es un dato menor para la generalidad nacional, quizá por no ser mencionado por otros cronistas no se ha incluido en el conjunto del escudo (piedra, nopal, águila, serpiente), pero para efectos de este texto que tiene la explicita intención de subrayar la relevancia de Azcapotzalco en la escena, las hormigas vienen a completarla. No podía dejar pasar la descripción de que había un hormiguero al pie del tunal sin transcribirla aquí. ¡ Azcapotzalco y sus hormigas, presentes en la señal indicada por Huitzilopochtli, que al día de hoy es nuestro escudo nacional !


Tezozomoc

DISCURSO DE TEZOZOMOC A LOS MEXICAS SOBRE EL TRIBUTO QUE PAGABAN POR HABITAR EN TENOCHTITLAN
Mariano Veytia en su obra “Historia antigua de México” (pág 406 y 407) expone un discurso que habría dado el gobernante de Azcapotzalco, Tezozómoc, en el festejo del nacimiento de su nieto, fruto del matrimonio de su hija Miahuaxóchitl  con el tlatoani mexica Huitzilíhuitl.
Dice que luego de llegar Tezozómoc al encuentro de su hija y su yerno: “Después de los primeros saludos y enhorabuenas mutuas de los monarcas, dijo el de Azcapotzalco al de México, que hiciese juntar su consejo y convocase toda la nobleza de su corte, porque tenía que hablarles. Juntáronse todos en breve rato, y teniéndolos presentes les dijo: “Bien sabéis, oh valerosos mexicanos, que el sitio en que estáis poblados os lo dio mi difunto padre con la condición de tributarle anualmente, no sólo de todos los frutos de pesca y caza de que os aprovecháis en esta laguna, sino también de los que vuestra industria recogiese en las sementeras y plantíos que hacéis sobre vuestras chinampas, los que se han ido aumentando a proporción que ha crecido vuestra población y se han adelantado vuestras sementeras, y las habéis pagado puntualmente, con más las que extraordinariamente se os han pedido, o para las funciones particulares de mi casa, o para mi diversión. Se que os consideráis gravados, y que os parece pesada esa carga, que si bien fue justa en su imposición, por la donación que se os hizo de la tierra, para que en todo tiempo reconocieseis el directo dominio de ella en los reyes de Azcapotzalco, considerándoos extranjeros  y advenedizos, el dia de hoy que ya por la unión de los matrimonios somos todos unos, y debemos mirarnos como hermanos, no me parece justo dejaros gemir debajo de este pesado yugo, que no puede ser sensible a vuestro rey, y queriendo daros una prueba de mi amor y benevolencia, tanto para con él, como para con vosotros, y daros unas albricias en demostración de mi regocijo por el nacimiento de nuestro príncipe, que alcancen a todos en común, y a cada uno en particular, he resuelto libertaros, y efectivamente, os liberto de esta pesada contribución, haciéndoos francos y libres, para que viváis alegres y contentos, dueños de vuestras tierras, y gozando por entero del fruto de vuestro trabajo, sin otra pensión que la de enviar una corta cantidad de patos y peces, de los que se cazan y pescan en comunidad, para el regalo de mi mesa. Espero de vuestra leal correspondencia que no olvidaréis el beneficios recibido del rey mi padre, y el que ahora os hago yo, sino que unidos siempre a mis tecpanecas, y mirándolos como hermanos vuestros, les ayudaréis en todo, como ellos lo harán con vosotros, en cualquier trance, de paz o de guerra”.

Manuel Orozco y Berra (Pág. 166) detalla que Tezozómoc, luego del nacimiento de su nieto, fortaleció su vínculo con los mexicas, y: “determinó suprimir(les) el oneroso tributo antes pagado, quedando reducido en señal de vasallaje a dos patos, algunas ranas y otros animales del lago”.
CONCLUSION
El nopal sobre el cual se posó un águila para comer, ante la mirada de los mexicas, creyentes del Dios Huitzilopochtli, quien les había dicho que buscaran esa señal con la que distinguirían el sitio a poblar y en el cual desarrollarían su grandeza, estaba enraizado en tierra de Azcapotzalco. Esa escena que es nuestro símbolo más definido como mexicanos, tuvo por paisaje, el suelo y horizonte tepanecas. Al menos un cronista cita que al pie de dicho nopal había un hormiguero.
Por eso invito a que nos llenemos de orgullo y gusto de que el lugar en donde ocurrió tan peculiar acontecimiento, fue en tierras que en aquel tiempo eran del dominio del Señor tepaneca Aculhua, padre de Tezozómoc, de modo que lo que nos representa ante el mundo, lo que todo mexicano aprende a honrar como símbolo patrio, en su escudo y su bandera, incluye definitivamente por geografía política y cronología, a nuestro querido e histórico Azcapotzalco.

Algo de la bibliografía consultada:
“Crónica Mexicana”, Hernando Alvarado Tezozómoc, Editorial Leyenda, S. A., 1944
“Crónica Mexicáyotl”, Fernando Alvarado Tezozómoc, Tercera edición, UNAM, 1998
“De Teotihuacán a los aztecas. Fuentes e interpretaciones históricas. Antología”. Colección Lecturas Universitarias, volumen 11,. Miguel León Portilla. UNAM. 1995
“Historia antigua de México”, Tomo I, Mariano Veytia, Editorial del Valle de México, S. A. de C. V. 1979
“Historia antigua y de las culturas aborígenes de México”, Tomo II, Manuel Orozco y Berra. Ediciones Fuente Cultural. 1954

2 comentarios:

  1. Es una excelente disertación , exposición y crónica, felicidades Martin , buen manejo de fuentes históricas . Saludos

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  2. Existe en el parque Tezozomoc , un espacio escultórico que representa la fundación de México Tenochtitlan , además de la que hay otra escultura en el Centro Histórico y que cuyo sitio era territorio de Azcapotzalco en donde acontece esta señal , así es que felicidades Martín , por este escrito

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