miércoles, 25 de mayo de 2022

 

LOS RÍOS DE XOCOYAHUALCO.

Por Antonio Ernesto Castillo Mercado


Como en toda comunidad antigua, las personas mayores del pueblo de Santa María Nativitas Xocoyahualco se nutren de tradiciones, relatos y recuerdos. En este pequeño documento, quiero compartir con ustedes la huella de identidad cultural tan importante que dejaron los ríos a su paso por el pueblo. Aun las generaciones nacidas en los años cincuenta, tuvieron el privilegio de descansar a la sombra de un árbol o divertirse en sus aguas cristalinas.

Desde antes de la conquista, por el territorio de Xocoyahualco pasaban dos pequeños ríos, uno conocido como río chico o río San Juan, el cual provenía del cerro de los Remedios, seguía por Santa  Cruz Acatlán, Echegaray, Xocoyahualco, continuaba por San Jerónimo Tepetlacalco hasta desembocar en el lago por el pueblo de San Juan Ixtacala.

El otro, bajaba de Santa Cruz del Monte, corría de poniente a oriente, hasta unirse con el río Chico, este, era conocido como el río o arroyo Santa Cruz. Esto se puede observar en  el Plano Reconstructivo de la Región de Tenochtitlan, elaborado en 1968 por Luis González Aparicio. (figura 1)

En 1698, se ordenó el desvío del Río Tepetzalatl de su cauce natural el cual pasaba por el centro de Azcapotzalco, este se realizó a partir del lugar llamado la naranja hasta unirlo con el Río Chico de los Remedios en los límites de Xocoyahualco donde se encuentra el Puente de Vigas.

Al nuevo cauce del Río Tepetzalatl se le conoció como Río Hondo. El nuevo cauce, modificó la hidrografía del paisaje, pero cabe mencionar que durante muchos años ayudó a mejorar la producción agrícola del pueblo. Esto se puede apreciar en  el mapa de la Municipalidad de Azcapotzalco elaborado con base al Decreto del 28 de julio de 1899. (figura 2)

Se puede decir que hubo una relación estrecha entre los habitantes y sus ríos. Probablemente esta relación influyó fuertemente en la cultura local. Los ríos se convirtieron en un referente del trabajo agrícola y de la vida cotidiana de varias generaciones de la comunidad.

A continuación, les presento dos pequeños relatos expresados por vecinos del pueblo, los cuales tuvieron el privilegio de convivir con los ríos cuando todavía circulaba por ellos agua limpia y clara.

 

Señor Domingo Pérez

La parvada de pichones.

Recuerdo que mi jefa agarraba su maleta de ropa y su piedra para tallar, era una loza muy bonita, y hay íbamos los hermanos más chicos tras ella, éramos como cuatro o cinco. Llegábamos al río, y  mi mamá acomodaba  su piedra para lavar y nos decía “a ver hijos quítense su ropa” y nos quitábamos la ropa y hay andábamos entre el agua revolcándonos todos, niñas y niños.

Todos estábamos chiquillos, que íbamos a estar pensando malas cosas.  Ahí mismo tendía su ropa en las ramas y luego ya nos veníamos, mi mamá con su ropa limpiecita y nosotros limpiecitos de ropa y todo hasta las patitas.  Decía mi mamá “hora sí traigo mi parvada de pichones” y así nos la pasábamos, pero muy bien. 

 

Señor Jorge Castillo Sánchez.

Los ríos del pueblo

Pues eran bonitos los ríos, porque siempre corría el agua, venía por acá del rumbo de los remedios, a uno le decíamos el río grande y al otro el río chiquito, eran los dos ríos y la famosa barranca que bajaba de por el rumbo de Santa Cruz.

Me gustaba andar chapoteando nada más, luego  iba a echar clavados en la parte que estaba más hondita, hay andábamos chapoteando en el río grande principalmente, porque en el chiquito casi no corría mucha  agua en determinado tiempo.

Mis tíos Clemente y Herminio Cornejo me platicaban que, en sus tiempos de juventud, el pueblo era una gran felicidad, aún no había fábricas, platicaban como era el pueblo los domingos, cuando existía la “casa Nico”, venían paseantes de la ciudad a comer carnitas y tomar pulque, luego iban a caminar por el río. Cada 8 días venia mucha gente.

 

En la década de los cincuenta se aceleró  el crecimiento urbano e industrial en los municipios conurbados de la ciudad de México,

A fines de esta década, de manera arbitraria se ocuparon tierras del pueblo de Xocoyahualco y del rancho de San Agustín para utilizarlas como un contenedor de aguas pluviales denominado “Vaso Regulador del Cristo”. (figura 3)

El Vaso Regulador del Cristo marcó el fin de una era para Xocoyahualco, el río Hondo y el río Chico se convirtieron en receptores de aguas negras del corredor industrial y urbano.

El rio Santa Cruz no se salvó de los embates de la modernidad, recibe las aguas negras de Ciudad Satélite y de los fraccionamientos de la parte alta de la loma de Xocoyahualco. En tiempo de secas, es un foco de infección y en tiempo de lluvias un generador potencial de inundación en la parte baja del pueblo. (figura 4)

Así terminaron nuestros ríos, Esperamos que estos recuerdos permanezcan en la memoria colectiva de la comunidad y que sean un aliciente para que las nuevas generaciones recuperen su pasado. (figura 5)

Con esto, finalizo mi pequeña aportación y espero que haya sido de interés para ustedes. Gracias y hasta luego.


Figura 1. En él se aprecia el río Chico de los Remedios y el Río Sanra Cruz (Fragmento del Plano Reconstructivo de la Región de Tenochtitlan, Arq. Luis González Aparicio, 1968, Mapoteca Orozco y Berra.)

 

Figura 2. Fragmento del Mapa de la Municipalidad de Azcapotzalco, 1899. identifica los ríos de Xocoyahualco. 2618-35

Figura 3. Desembocadura del Vaso Regulador del Cristo (Puente de Vigas) agosto 2002.

Figura 4. Río o arroyo Santa Cruz a punto de desbordarse. (2018-10-08)

Figura 5. Río o arroyo Santa Cruz en la actualidad (La Barranca) 2016-02-25

 

Obras consultadas.

Brito Altamirano, Alejandro y Cuellar Reyes Fernando: Azcapotzalco Documentos Históricos San Juan Tlihuaca, Asamblea Legislativa del Distrito Federal IV Legislatura, México 2009, p. 17

González Aparicio Luis: Plano Reconstructivo de la Región de Tenochtitlan, INAH - SEP, México 1973, p. 9

 

 

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