EL AZCAPOTZALCA MÁS IMPORTANTE PARA LA FORMACIÓN DE MÉXICO.
Por: Patricio Garibay.
Si pensamos en los miles de hombres y mujeres qué
construyeron los cimientos qué hicieron posible la formación del México de hoy, seguramente
las cinco figuras más importantes serian; el gran capitán Hernán Cortés, doña Marina (la Malinche), el primer virrey don Antonio de
Mendoza, el visionario fray Bernardino de Sahagún y el
sabio don Antonio Valeriano, este último nacido en Azcapotzalco y a diferencia
de las otras cuatro figuras, es quizá el menos reconocido y valorado, si es que
los otros han sido alguna vez valorados.
Bernardino de Sahagún y una pagina del “Códice Florentino”
Existen distintas versiones sobre el año de nacimiento de
Antonio Valeriano, una dice que nació apenas un año después de la caída de
Tenochtitlán, es decir en el año de 1522, otra dice que nació pocos años antes
de 1521, lo que sí se sabe es que sus primeros estudios los hizo con los franciscanos en el Colegio
Imperial de la Santa Cruz de Tlatelolco y más tarde se convirtió en profesor y
rector del mismo, desde sus inicios como estudiante destacó entre todos los
demás por su enorme inteligencia y su gran dominio de su lengua materna el
náhuatl, el español y el latín. Fue autor del manuscrito Nican Mopohua donde se
narra en náhuatl el mito de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe. Seguramente
descendía de la nobleza tenochca, pues además de estar casado con doña
Isabel Huanitzin que era descendiente de la línea real tenochca, fue designado
por el virrey don Martín Enríquez de Almanza gobernador de la parcialidad
indígena de México Tenochtitlan y Azcapotzalco, del año de 1573 a 1599, estos
cargos eran destinados únicamente a la nobleza indígena.
Pero la mayor aportación de don Antonio
Valeriano para la construcción de México fue su colaboración en
la elaboración de la obra monumental “Historia general de las cosas de la Nueva
España”, conocido también como el “Códice Florentino”, documento primordial
para entender, la vida, el idioma, las costumbres y la cosmología del mundo
indígena precortesiano. Absolutamente todo lo que hoy se sabe del mundo prehispánico
ha sido gracias a sus miles de páginas escritas en español y en náhuatl, y qué
cuenta además con una enorme cantidad de ilustraciones elaboradas por tlacuilos
también indígenas qué aprendieron el oficio en el propio colegio de Tlatelolco.
El manuscrito de "Nican Mopohua"
La historia general de las cosas de la Nueva España fue
concebida, supervisada y en parte escrita y traducida por el franciscano fray
Bernardino de Sahagún, pero es una obra colectiva en donde participaron muchas
personas de distintas disciplinas, el filósofo e historiador mexicano Miguel León
Portilla afirmó que la participación de don Antonio Valeriano fue una de las
más importantes.
La obra abarca tanto textos históricos como
textos de evangelización en lengua náhuatl, y consta de aproximadamente 6
obras mayores y alrededor de unas 5 obras menores de las cuales la única que más
se consulta es la del estudio general, y todas fueron posibles gracias al
esfuerzo de muchas personas que trabajaron durante 45 años, de 1540 a 1585.
Los antecedentes.
Los franciscanos llegaron a la Nueva España con un plan muy
claro y ambicioso, el de construir una iglesia aún más pura qué la que existía
en Europa, pues consideraban que la iglesia en el viejo continente se estaba
contaminando con las ideas de la reforma luterana. Para los primeros
franciscanos los indígenas eran como niños con los que se podría empezar
prácticamente desde cero y construir junto con ellos una iglesia más parecida a
las antiguas comunidades cristianas de los primeros cinco siglos, y para mantenerlos” puros” ignoraron las primeras
órdenes reales de castellanizarlos y decidieron que mantuviesen su lengua, (más tarde los franciscanos y otras
órdenes religiosas convencerían a Felipe II de la conveniencia de que los
indígenas mantuvieran su idioma original) sus costumbres y sus tradiciones, con el único
cambio de la religión y sus sanguinarias practicas ceremoniales. Y para salvar
sus tradiciones y costumbres era de vital importancia transcribir y documentar
todo aquel mundo indígena así como gramatizar sus diversas lenguas, de no
haber sido por esa idea tan profundamente religiosa y franciscana hoy se sabría
muy poco del mundo antiguo prehispánico y la lengua náhuatl y muchas otras no
existirían. Aquí cabría la reflexión acerca de qué si los aztecas en
Azcapotzalco hubieran tenido el mismo
espíritu franciscano, hoy sabríamos más del mundo tepaneca y de tantos
pueblos que conquistaron y de los cuales hoy no queda memoria.
Su maestro Bernardino de Sahagún.
Su maestro
Fray Bernardino de Sahagún llegó a la Nueva España, en el
mismo barco que trasladaba al primer virrey don Antonio de Mendoza y al ilustre
fraile don Vasco de Quiroga, Quiroga que había sido influenciado profundamente
por la obra “Utopía” de Tomás Moro se trasladaría a lo que hoy es Michoacán a
realizar su utopía con las comunidades indígenas, mientras que Sahagún venía a
estas tierras a fundar bajo el patrocinio del emperador Carlos V el
imperial colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco con el fin de enseñarle a los
naturales gramática, el padre Gaona enseñaría latinidad, y se les enseñaría
además canto, filosofía escolástica,
medicina indígena, así como también el arte de los libros antiguos, es decir la
interpretación de los jeroglíficos. Contaría para todo ello con el apoyo del nuevo virrey y de otros ilustres franciscanos.
En esa importante institución posteriormente
estudiará, será maestro y rector don Antonio Valeriano. La investigadora Berenice Alcántara Rojas dice al respecto de
la importancia del Imperial colegio de la Santa Cruz Tlatelolco: Los egresados de Tlatelolco fueron los
nahuas más expertos en latín, y en este tipo de náhuatl que eran las dos lenguas
que se hablaban en el colegio y para finales del siglo XVI los propios
españoles decían que el náhuatl culto, el náhuatl antiguo solamente ya lo
conocían los egresados de la escuela.
Así pues era muy importante preservar todas las tradiciones
de los naturales excepto las que no fueran compatibles con el cristianismo y
bajo ese criterio “La historia general de las cosas de la Nueva España” era
para Fray Bernardino de Sahagún y los franciscanos un importantísimo proyecto educativo que se requería con
urgencia, y para lo cual necesitaban a hombres qué conociesen ampliamente
ambos mundos, el indígena y el español, y ese hombre era sin duda don Antonio
Valeriano, maestro del colegio de Tlatelolco, dedicado al estudio y
reconocido en su época cómo uno de los hombres más sabios del virreinato de la
Nueva España.
El proceso para reunir la información para la historia
general de la Nueva España comenzaba con Bernardino de Sahagún quién organizaba
los temas y elaboraba las preguntas, enseguida Antonio Valeriano y otros
cuatro maestros nahuas trilingües, y que también eran nobles indígenas egresados del colegio, ellos eran: Martín Jacobita, Alonso Vejerano, Andrés Leonardo y
Pedro de san Buenaventura, los cinco eran los encargados de realizar cientos de
preguntas a varios ancianos nahuas. Los primeros trabajos comenzaron en
Tlatelolco de 1536 a 1558, después se trasladaron a continuar con sus
investigaciones a Tepeapulco donde estuvieron de 1558 a 1561, para
posteriormente volvier a Tlatelolco de 1561 a 1564, para concluir la primera
etapa en el convento de San Francisco de la Ciudad de México de 1564 a 1569.
Una vez terminada la recolección de toda esa información se organizó en
diferentes libros y entraron en acción traductores, escribanos y tlacuilos
indígena qué decoraron las páginas del códice. Para el año de 1577 todos los libros quedarían
concluidos sumando más de 20,000 páginas siendo una obra digna del siglo de oro
español y del renacimiento. Bernardino de Sahagún pretendía que esta obra fuera un
instrumento para la evangelización, pero sólo una pequeña parte sobre cantos
religiosos fue llevada a la imprenta y se difundió de manera masiva, pues el códice
Florentino no se publicó en su totalidad, pues terminó en la colección personal
de la familia Medici en Florencia Italia, de ahí su nombre. Sería hasta el año de 1793 que
terminaría por publicarse.
La Obra
Esta obra lo reúne y habla de todo, desde la barbarie y el
horror de los sangrientos rituales aztecas, las fiestas de sus innumerables
dioses, la historia de los antiguos gobernantes, pero también se encuentran gran
cantidad de elogios a algunas otras de sus costumbres e
instituciones, así como sus diversos
conocimientos, principalmente en lo tocante a la herbolaria, también se pueden
encontrar pasajes de una enorme belleza, por ejemplo de cómo los señores de la nobleza
tenochca aconsejaban a sus hijas:
Aquí estás mi hija, mi collar, mi pluma fina, mí
criatura, mi hechura, lo rojo de mi sangre, mi retrato. Has venido a la
vida, has nacido, te ha mando acá nuestro señor tlaquenahuaque el hacedor, el
creador de la gente, ahora ya te das cuenta de las cosas, ya ves cómo es la
Tierra, no hay alegría, no hay felicidad sino pena y desdicha, cansancio y
miseria, penas y desdichas en exceso, difícil lugar es la tierra, lugar de
llanto y sufrimiento, donde se conocen la pena y la amargura pasa, se desliza
el viento helado, se dice que en verdad se calman el calor y el viento pero en
verdad hay hambre, hay sed, simplemente así son las cosas. Oye pues niña hija
mía, no es buen lugar la tierra, no se alegra uno, aquí no se es feliz, se dice
que nada más hay alegría con fatiga y con penas en la tierra, así decían los
viejos, no obstante para que no siempre
anduviéramos llorando, para que no muriéramos dé pena a nosotros los
macehuales nos dio Nuestro Señor la risa y el sueño, los alimentos que nos dan
fuerza y nos hacen crecer, y nos dio el trato carnal para la reproducción que
embriaga la vida en la tierra de modo que nadie ande llorando, pues aún cuando
así sea, cuando sean malas las cosas en el mundo ¿Acaso ha de ir uno llorando? ¿Ha
de ir uno espantándose y vivir llorando? Se vive en la tierra, se es jefe, señor noble águila, tigre, hay Quienes no más
están diciendo que son así las cosas en la tierra, quienes nada más buscan
morirse, pero de verdad lo que se hace es actuar, vivir, construir, trabajar, buscar
mujer, buscar hombre, madurar.
Y
por otra parte en el libro 2 se describe con minucioso detalle y crudeza todo
el horror de los sacrificios humanos y la antropofagia tenochca:
Al segundo mes llamaban tlacaxipehualiztli en el primer día de mes, haciendo una fiesta a honra del dios llamado Tótec y por otro nombre se llamaba Xipe, a donde mataban y desollaban muchos esclavos y cautivos.
A los cautivos que mataron arrancaban los cabellos de la coronilla y guardabanlos los mismos amos como reliquia, esto hacían en el calpul delante del fuego. Cuando llevan los señores de los cautivos a sus esclavos al templo dónde los habían de matar, llevabanlos por los cabellos y cuando lo subían por las gradas del templo algunos de los cautivos se desmayaban y sus dueños los subían arrastrando por los cabellos hasta el tajón dónde habían de morir. Llevándolos al tajón que era una piedra de 3 palmos en alto o poco más ancho, o casi echabanlos sobre ella de espaldas y tomándolos cinco hombres, dos por las piernas y dos por los brazos y uno por la cabeza, y venía luego el sacerdote qué le había de matar, y davale con ambas manos con una piedra de pedernal hecha a manera de hierro de lanzón, por los pechos, y por el agujero que hacía metía la mano y arrancabale el corazón, y luego le ofrecía al sol, el echabale en una jícara. Después de haberle sacado el corazón y después de haber echado la sangre en una jícara la cuál recibí al señor del mismo muerto, echaban al cuerpo a rodar por las gradas abajo del cu, e iba a parar en una placeta abajo: De allí le tomaban unos viejos que se llamaban quaquacuiltin y le llevaban a su calpul dónde lo despedazaban y lo repartían para comer.
Antes que hicieran pedazos a los cautivos los desollaban y otros vestían sus pellejos y escaramuzaban con ellos con otros mancebos como cosa de guerra y se prendían unos a los otros. Después de lo arriba dicho, mataban a otros cautivos, peleando con ellos y estando ellos atados por medio cuerpo con una soga que salía por el ojo de una muela cómo de molino, y era tan larga que podían andar por toda la circunferencia de la piedra, y dabanle sus armas con el que pelease y venían contra él cuatro con espadas y rodelas, y uno a uno se acuchillaban con él hasta que le vencían.
Aún después de casi 500 años la “Historia general de las
cosas de la Nueva España” es una obra que continua siendo estudiado y, de la cual todavía se extrae y se ha extraído invaluable información con la cual se ha publicado en al menos una docena de libros fundamentales para la historiografía y para la cultura de nuestro
país, posiblemente el más conocido e influyente de estos libros sea “La visión de los
vencidos” de León Portilla. Y todo gracias al esfuerzo y a la visión de aquellos
hombres, de entre los cuales don Antonio Valeriano tuvo un papel protagónico.