miércoles, 9 de febrero de 2022

 

TLALTECATZIN: 10º TLATOANI DE

 AZCAPOTZALCO

Por Arqlg. Ricardo M. Pilón Alonso

INTRODUCCIÓN REFLEXIVA

Difícil es escribir una biografía cuando la información es escasa y más aún cuando no se posee absolutamente nada. En ese sentido, se puede tildar de suma pretensión una labor que se descalifica de farsante y con justa razón ser señalada de mera invención a los ojos y juicio de los lectores. Dicho esto, estamos ante un dilema histórico…

El amor por la “cultura” –o al menos así lo entendemos los entendidos- muchas veces nos pueden llevar a fantasear esas posibilidades que, dicho sea de paso, sólo existen en la cabeza, pero nunca en las fuentes de nuestra dependencia intelectual. Tlaltecatzin es un nombre que abunda en los distintos anales de la historia recopilada por los indígenas en tiempos en que la Colonia Española se iba forjando. Señores o guerreros, en los inicios de la hegemonía de los pueblos nahuas, abundan con ese nombre, tal y como hoy resuenan los nombres de Pedro, Juan o Luis. Error garrafal sería, entonces, atribuir las acciones o pensamientos de alguno de los Tlaltecatzin sin considerar los contextos temporales. Por eso resulta útil diferenciar la labor de un historiador a la de un cronista, cuyo hilo divisor radica en el rigor documental y reflexivo, de la afición por especulaciones gratuitas.

Permítanme plantear este asunto de la siguiente manera:

En el año de 1996 se inauguró el Museo Arqueológico de Azcapotzalco “Príncipe Tlaltecatzin”, quedando custodiado por el Sr. Don Octavio Romero Arzate que funcionó hasta el año del 2011, tras su muerte en dicho año. Más allá de la indignación o admiración que pudo provocar los actos y pensamientos de tan singular persona, a razón de cierto “artículo” en cierta compilación de crónica (1), la importancia de todo esto radica ante la incógnita de cierto personaje: Tlaltecatzin. A fin de aclarar no sólo su existencia, sino aclarar históricamente, su situación temporal y espacial de los hechos narrados que las fuentes nos permita interpretar, reflexiva y críticamente. Por lo que dejamos fuera toda intención de lealtades y conflictos entre los cronistas e historiadores de Azcapotzalco…

 

I-  Lo que se tiene (Antecedentes Históricos).

Haciendo a un lado todo ese alarde que en nada contribuye al tema, debemos centrar nuestra atención a las fuentes que respaldan, por lo menos, la existencia de un Tlaltecatzin de Azcapotzalco en el siglo XVI.

La primera fuente, desde luego, no es ese libelo de disecciones remendadas, La Visión de los vencidos, que cita entusiasta –con sumo triunfo- cierto cronista; sino propiamente el libro de fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las Cosas de la Nueva España. Leemos de éste texto lo siguiente:

Los españoles con algunos tlaxcaltecas iban juntos por su camino adelante, y peleando los unos contra los otros siguiéronlos hasta cerca de Tlacupan hasta un lugar que se llamaba Tiliuhcan, y allí mataron al Señor de Tlacupan, que era hijo de Mocthecuzoma: también aquí murió un principal que se llamaba TLALTECATZIN, y otro que se llamaba Tepanecaltecutli; todos iban guiando a los españoles y los enemigos los mataron (2).

La segunda fuente es más relevante y posee datos que poco se han atendido y no se sospecharon hasta ahora; el libro de fray Juan de Torquemada, Monarquía Indiana, en la que leemos:   

A éste sucedió un hijo de Yohualpai, llamado Tezozomoctli el Mozo (a diferencia del otro primero que se llamó el Viejo) y gobernó veinte y cinco años por cuya muerte cesó el señorío por algunos años, los cuales pasados entró en el señorío TLALTECATZIN, hijo de Tezozomoctli el Mozo, y al décimo año de su señorío llegaron los españoles a quitárselo a él y a todos los demás que lo tenían en esta Nueva España (3).

Una tercera fuente viene a corroborar, pese a que es confusa en el nombre (4), un aspecto fundamental como es el contexto temporal, los Anales de Cuautitlán, que en su Apéndice leemos:

En el año 1 Ácatl, cuando llegaron los españoles en el año 1519, eran tlatoque de los diversos pueblos [los siguientes]:... Totoquihuatzin de Tlacopan, TEUTLEHUACATZIN de Azcapotzalco […] (5).

Sorprende el hecho de que los “entusiastas”, si es que nos es permitido llamarlos así, por alguna razón de celo por la información o una evidente ignorancia, su humildad pasara por alto estas fuentes que nos revelan aspectos esenciales. Robert H. Barlow (6), antropólogo e historiador inglés –y que vivió en Azcapotzalco-, se toma el tiempo en revisar la segunda fuente y hace una estimación temporal que revela, tras la caída de Maxtla, una continuidad de sucesión del Señorío de Azcapotzalco. Y que además pone en contraste un aspecto que suele escaparse a los historiadores: la división de este Señorío en Tepanecapan y Mexicapan. Tenemos entonces (Cuadro 1):

 

TEPANECAPAN

MEXICAPAN

6º Señor

Maxtla

(1426 – 1428)

Maxtla

7º Señor

Ahquenithuiztli

(1429 – 1433?)

Cehuetzin

8º Señor

Yohualpai

(1433 – 1474?)

Yectlitzin

9º Señor

Tezozomoctli el Mozo

(1474 – 1499)

Teotlehuacatzin

 

No hay gobierno

(1499 – 1511)

“ “

10º Señor

TLATECATZIN

(1511 – 1520)

Oquiztzin

 

A este punto, resulta obsoleto siquiera retraer el conflicto suscitado entre los cronistas, porque pasa a un plano vacuo. La convicción de estos ha quedado rezagado por su poco rigor histórico.

II-  Reconstruyendo a un Señor de Azcapotzalco.

Tras la caída del 6º Señor de Azcapotzalco, Maxtla, en 1428 –también caída del Señorío de Azcapotzalco y los territorios tepanecas-, continuó el gobierno de éste reino en una sucesión, cuyo linaje, se desconoce si proviene de la línea de Maxtla o de algún otro hijo o pariente de Tezozomoc el Viejo. Ya como Azcapotzalco tepanecapan, le siguieron cuatro señores hasta 1520, año previo a la Conquista de México.

No se sabe en qué año nació Tlaltecatzin y por lo tanto desconocemos la edad que tuvo a su muerte, pero podemos indagar en algunas pistas. Sabemos que su padre fue el 9º Señor de Azcapotzalco, Tezozomoc el Joven. Por lo tanto su abuelo, el 8º Señor, fue Yohualpai y antes de éste, su tío abuelo, fue el 7º Señor Ahquenithuiztli (Ver cuadro 2).

La situación de Azcapotzalco para este tiempo ya no era tan prominente como la de sus antecesores. Sin embargo este silencio produjo en el joven Tlaltecatzin, posiblemente, un sentimiento de aquellos orígenes gloriosos. El hereda de su padre, Tezozomoc el Joven, el gobierno señorial pero hasta 1511, pues muere su padre en 1499. Hay un vacío de gobierno de cerca de diez años (1499-1511). La hipótesis a este vacío puede tratarse por la juventud de Tlaltecatzin y la poca relevancia de este territorio que ya no era una amenaza para los mexicas-tenochcas. El entonces Señor Ahuizotl, para este año de 1499, estaba más preocupado por traer el agua desde Coyoacán y la desgracia que de esto tuvo en consecuencia (7). Posiblemente la juventud de Tlaltecatzin dio pie a ser tratado más como un pilli (príncipe) que un tlatoani (señor). Es probable que  para 1511 estaba ya en su veintena de edad.

A la llegada de los españoles en 1519, posiblemente rondaba su edad por los treinta años. ¿Cuál fue el papel de Tlaltecatzin en los embistes de las luchas intestinas entre los señoríos y la intervención de los españoles? En la fuente de Sahagún se ha pretendido ver a este Señor como un traidor que ayudo a los españoles guiándoles el camino, pero muere al enfrentarse con las tropas de Tlacopan. Sin embargo hay incongruencias en este texto de Sahagún –que es el que retoma y manipula León Portilla para su quimera remendada-. En los Anales de Cuautitlán se le reconoce como Señor principal de Azcapotzalco a la llegada de los españoles en 1519. Esto se vuelve a confirmar y reforzar en la Monarquía Indiana de Torquemada. Esta última fuente incluso se expresa que:

[…] llegaron los españoles a quitárselo a él y a todos los demás que lo tenían en ésta Nueva España.

La inferencia es obvia, Tlaltecatzin no podía estar a favor de los españoles si estos le quitaron o le querían quitar su señorío. Es una forma muy negativa de señalar a los supuestos aliados que se interpreta en Sahagún. Así que voy a detenerme un poco con ésta fuente.  Primero, hay un error de traducción de la fuente en la Visión de los vencidos y dudamos que sea traducción de Ángel Ma. Garibay. Mientras en León Portilla se lee: […] Tlaltecatzin, príncipe tepaneca (8), Garibay copia a la letra: […] un principal que se llamaba Tlaltecatzin, y otro que se llamaba Tepanecatecuhtli. Se supondría que ambas provienen de una misma fuente primaria en náhuatl, el Códice Florentino, y en este leemos en su lengua: […] Tlaltecatzin, tepanecatl tecutli (9) que se traduce, literal, como […] Tlaltecatzin, señor tepaneca. Este pequeño error pone en duda la estrofa que dice:

Todos iban guiando a los españoles y los enemigos los mataron.

Que suelen interpretar como que Tlaltecatzin guiaba a los españoles y por ello murió. Cuando, posiblemente, en el texto náhuatl se traduce cómo:

Todos iban siguiendo a los españoles y los enemigos los mataron.

Por lo que pensamos que esto fue así, ya que en la obra de Bernal Díaz de Castillo leemos de este respectivo suceso de la huida:

Y entretanto que fue Cortés por la calzada con los demás capitanes [y] reparamos en los patios de Tacuba, ya habían venido de México muchos escuadrones dando voces a dar mandado a Tacuba y a otro pueblo que se dice Escapuzalco por manera que comenzaron a tirar vara y piedra y flecha, y con sus lanzas grandes; y nosotros hacíamos algunas arremetidas, en que nos defendíamos y ofendíamos (10).

Por otra parte –y reforzando esto mismo- tenemos la obra de Vetancurt y su Teatro Mexicano que confirma lo escrito por Díaz del castillo, que leemos:

Pasaron por una quebrada con alguna resistencia de los de Escapuzalco, que fueron avisados, pero no fue de consideración […] (11).

¿Cuál era la lealtad de Azcapotzalco tepanecapan hacia el Señorío de Tenochtitlan? Hipotéticamente hablando, Tlaltecatzin y sus tropas trataban de cerrar el paso a Cortés en Tlacopan –más específicamente en Tiliuhcan-, tratando de evitar su huida, lo que culminó en su inminente muerte. Se sabe que el Señorío estaba seccionado en dos administraciones nacidas a la caída de Azcapotzalco en 1428. Para 1519 eran contemporáneos Tlaltecatzin y Oquiztzin, ambos señores de Azcapotzalco. Durante el asedio de Cuitlahuac hacia los españoles que huían, muere el Señor de tepanecapan, Tlaltecatzin en 1520. Mientras en 1524, por enfermedad, muere Oquiztzin –llamado después Don Carlos- Señor de mexicapan en Hueimollan (12). La versión de la supuesta traición del primero es incierta y hasta contradictoria con las fuentes. Por lo que señalamos de una mala traducción del propio Sahagún del texto náhuatl, que retoma a la letra Garibay y que manipula visiblemente León-Portilla.

III-  Conclusiones Contrastantes

En el año de 1983, en el gallinero aledaño a una pulquería llamada “La Dama” –en el Barrio de Santa María Malinalco- Don Octavio Romero Arzate encuentra restos óseos de un hombre adulto. Estos restos él aseguro, producto de una “visión”, que eran de un príncipe con el nombre de Tlaltecatzin, hijo de Oquiztzin. Hasta entonces era el único descubrimiento relevante, por manos de un civil sin preparación arqueológica, de un proyecto fallido en esa década de los 80s. Que el INAH diera pie a la creación al Museo Arqueológico de Azcapotzalco “Príncipe Tlaltecatzin” (1996), no significaba que diera razón al designio de Don Octavio, sino que fue sólo el pretexto para crear ese recinto llámese como se llamase el museo. Esto último dicho, pues, a razón de ese fracaso cuyo proyecto ambicioso, arqueológico e histórico, en Azcapotzalco no se cumpliera en absoluto en sus planes.

En efecto, no se puede atribuir el nombre de un monarca -NO príncipe- a unos restos óseos encontrados en una zona como cualquiera en un Azcapotzalco todavía incógnito y rico en material arqueológico. Ni temporal, ni territorial pueden pertenecer al contexto de lo relatado por Don Octavio. Los restos eran de un individuo que murió a causa de Sífilis –enfermedad proveniente del Viejo Continente al Nuevo Mundo- (13). Lo que significa que todo cuanto circunda del 10º Señor de Azcapotzalco tepanecapan, a razón de éste descubrimiento, sólo quedan en el ámbito de la creencia y una feliz coincidencia en el nombre. Jamás de las fuentes históricas y la evidencia arqueológica que no se posee. No se puede tildar de mentira o charlatanería, sin embargo, lo que llevó a la creación del recinto hoy desaparecido…

Tlaltecatzin murió en batalla en Tiliuhcan –Tlacopan-, no se sabe la procedencia de su linaje y no se puede asegurar que era del Barrio de Malinalco en Azcapotzalco. Esto último era improbable ya que este lugar pertenece la sección de mexicapan, gobernado por Oquiztzin, siendo él de la sección de tepanecapan. Su padre no era Oquiztzin, sino Tezozomoc el Joven muerto en 1499. Y finalmente él, Tlaltecatzin, no era un príncipe (pilli), sino propia y legítimamente un Señor (tlatoani).

Finalmente, valdrá la pena escribir algún artículo que hable sobre la persona de Don Octavio Romero Arzate, con el fin de revelar su importancia y relevancia en la cultura de un Azcapotzalco hoy desconocido. Si este escrito ha provocado alguna molestia o incomodidad ante ciertos señalamientos, sólo puedo decir lo siguiente: las fuentes están ahí, me respaldan de alguna manera, y no se puede decir nada de lo que no se tiene o se especula sin labor investigativa. La última palabra la tienen los amantes de la verdad y amor al conocimiento…

[…] la crítica del testimonio histórico no hace caso de la creencia. (14)  

BIBLIOGRAFÍA

(1)   Leyendas de Azcapotzalco. (Compilación) 2008, pp.139-142.

(2)   SAHAGÚN, fray Bernardino de. Historia General de las Cosas de la Nueva España. Edit. Porrúa, México, 2006, p.718.

(3)   TORQUEMADA, Juan de. Monarquía Indiana (Vol. 1). Edit. UNAM, México, 1977, PP.347-349.

(4)   NOTA: En dicha fuente se Lee el nombre de TEUTLEHUACATZIN (¿?), sin embargo este nombre sólo existe en esta fuente, por lo que nos resulta claro que se trata de TLALTECATZIN que se corrobora en las fuentes señalando el contexto histórico del mismo.

(5)   Anales de Cuautitlán. Edit. CONACULTA-Cien de México, México, 2011, p.217.

(6)   BARLOW, Robert H. Obras Vol.3 (Los Mexicas y la Triple Alianza). Edit. INAH-UDLA, México 1990, pp.51-53.

(7)   CHIMALPAHIM, Domingo. Las Ocho Relaciones y el Memorial de Culhuacan (vol.2). Edit. CONACULTA-Cien de México, México, 2003, pp.137-139.

(8)   LEÓN-PORTILLA, Miguel. Visión de los Vencidos. Edit. UNAM-Biblioteca del Estudiante Universitario, México, 1992, p.95.

(9)   Códice Florentino. Fol.43

(10)          DÍAZ DEL CALSTILLO, Cristóbal. Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Edit. Porrúa, México, 1970, pp. 256 y 257.

(11)          VETANCURT, fray Agustín de. Teatro Mexicano. Edit. Porrúa, México, 1982, p.143.

(12)          CHIMALPAHIM, Domingo. Las Ocho Relaciones y el Memorial de Culhuacan (vol.2). Edit. CONACULTA-Cien de México, México, 2003, pp.169.

(13)          Boletín de Investigaciones en Salvamento Arqueológico, INAH (1987)

(14)         BLOCH, Marc. Introducción a la Historia. Edit. Fondo de Cultura Económica, México, 2012, p.86.

2 comentarios:

  1. Tlaltecatzin es poco conocido en Azcapotzalco, gracias a este artículo, muchos por primera vez sabremos acerca de el, más allá de su nombre. Es un material importante que lo recomendaría leer a todos en la alcaldía. Ni en el museo de Azcapotzalco hay tanta información sobre él. Muchas Gracias

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  2. Estoy en la creación de un libro sobre Azcapotzalco. Así que espero haya vida para concluirlo para darlo a conocer a los tepanecas de Azcapotzalco. Ricardo M. Pilón A.

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