La nostálgica Colonia Nueva Santa María.
Por: Marcelino Peña Fernández.
A partir de 1950 se produjo dos tipos de
colonias a las que habría que agregarle una modalidad, que constituían una
oferta de vivienda para los sectores medios; las otras colonias del prototipo
que hablamos serían: la colonia clavería, colonia electricistas y la colonia
petrolera. Pero en la que en este momento me refiero es la colonia Nueva Santa María, que se ubica en la
parte norte de la alcaldía de Azcapotzalco, está cuenta con un parque oval, que
mide aproximadamente 500 metros lineales en su circunferencia, donde conviven
cerca de 300 árboles de varias especies entre los que se encuentran: pinos,
eucaliptos, fresnos, acacias, pero sobretodo se destacan los más de 35 árboles
que corresponden a una especie de sabinos, muy familiarizados con los
ahuehuetes, y podemos observar que han alcanzado hasta 30 metros de altura este
gran follaje nos hace una cúpula majestuosa que provoca un agradable clima
templado, en tiempos del intenso calor del verano. alrededor de esta glorieta
se han establecido un buen numero de restaurantes y cafés que fungen como punto
de encuentro para parejas enamoradas y paseantes en general.
Los
lugares más emblemáticos del lugar son: La tradicional paletería La Michoacana,
la panadería Patricia y las Costillas del Paisa y sin dejar pasar los famosos
tacos los Tacolotes…
Del parque de la Revolución a la Revolución
permanente, crónica incidental.
Primer acto; 18 de noviembre: vengo de regreso a
casa para Azcapotzalco, a bordo del transporte colectivo llamado metro línea
verde en el tramo de las estaciones Coyoacan y Zapata. Me asalta el
recordatorio del maestro de mi curso de crónica literaria Eliffe Lara para realizar la práctica de crónica sobre el día de la
revolución.
Me
interrumpe en mi cavilación el avance en el pasillo del vagón de un muchacho de
unos 20 años de edad que viene voceando la venta de los audífonos de alta
calidad,
-¡Manos libres! ¡Entrada universal! ¡Solo por
10 pesos! Detrás de él aparece una chica casi de la misma edad que ahora ofrece
las lámparas de mano y de emergencia a 10 pesos, ¡A solo diez pesos! Ella casi
al mismo tiempo muestra las palanquetas de amaranto o alegrías, ¡Llévelos por
10 pesos! Me siento sorprendido al descubrir que a la vendedora le va agarrando
de la manga de pantalón una niñita de apenas dos años de edad que parece una
pirinola con su boca embijada de chocolate, que se lo va relamiendo, jugando
con su tiernita vida, en el desfile de vendedores vagoneros enseguida llega el que vende CDS. y que va sonando en su
bocina la canción de la rielera.
Yo soy rielera y tengo mi Juan
Es el mi encanto yo soy su querer...
-¡Lleve sus CDS. de la
Revolución solo por diez pesos!
Segundo Acto; 19 de noviembre: sigo buscando una
idea para la crónica de la Revolución que se que tengo que entregarla para
mañana lo que suma que más ajetreo de los compromisos que tengo a realizar como
el evento de Homenaje a Don Octavio
Romero, el personaje de Azcapotzalco que ha hecho un importante rescate de
piezas arqueológicas y esto me pone en apuros y me hace sentir esa desagradable
sensación de que todo urge. No encuentro nada relevante que escribir, pero
cuando voy a bordo del microbús que me lleva a la oficina de la Comunidad
Cultural Atlachinolli, en el entronque de las avenidas Tezozómoc y 16 de
septiembre, siendo más exacto, donde se encuentran la estación del metro
Aquiles Serdan. ¡En estos momentos están efectuando un operativo policiaco! por
lo que hacen que el vehiculo se detenga y entonces una mujer policía nos avisa
amablemente que los hombres debemos de bajar y que las damas permanecerían a
bordo. Por lo que abajo de la unidad se nos revisa poniéndonos las manos
pegadas a la carrocería de la micro, con las piernas abiertas para ser
auscultado y paso siguiente nos hacen abrir nuestros portafolios, mochilas y
sin novedad nos piden que regresemos a abordar el transporte, sin mediar
explicación alguna. Me voy reflexionando cabizbajo porque por un lado me digo
que esto esta bien… por lo grave de la inseguridad, pero por otro lado me
siento ¡de la chingada! ¡Jodido! ¡Humillado! Y para acabarla no encuentro
motivo para mi crónica.
Tercer acto 20 de noviembre. Voy de regreso a
casa después de haber estado pegando los carteles para el evento para
homenajear a Don Octavio Romero en el Jardín Hidalgo en Azcapotzalco para y
solicitar la reapertura del museo Arqueológico Príncipe Tlaltecatzin pues lo
que promovemos la cultura buscamos que se fomenten los valores de la memoria
histórica, que tanto se necesitan para el logro de la consolidación de nuestra
identidad. Ya son las 5:30 de la tarde,
estoy en la Av. Cuitlauác cerca del súper
Soriana que antes fue Gigante. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando
recibo el llamado telefónico de mi mujer que me pide pase por la panadería
Patricia la más conocida y tradicional de la colonia Nueva Santa María y que pase por bolillos porque para cenar hay
spaghetti por lo cual me dirijo a la panadería porque no hay cosa más deliciosa
que el spaghetti con los panes y su queso parmesano. Llegando a casa entro a la
cocina, la mesa ya está puesta cada quien, en su lugar, casi ceremonialmente,
con la televisión puesta en el canal de las estrellas que está transmitiendo la
película: La muerte de Pancho Villa que es bien interpretado por el actor Tony
Aguilar al tiempo que yo enredo los hilos del spaghetti en el tenedor y corto
un trozo de pan crujiente. Me sublima la actuación de Antonio Aguilar pues está
interpretando a un héroe revolucionario en la parte de la película donde
cuentan la fuga de Villa de la cárcel de Tlatelolco, entonces exclamo en voz
alta ¡Está interesante la película! Por lo cual Reinaldo el hijo de mi mujer
inmediatamente me amonesta diciéndome con su voz contestaría -¡No mames güey
esa película es un fraude! Quiero que sepas que ese pinche Tony Aguilar murió
pudriéndose en lana haciendo películas revolucionarias y se convirtió en la
vida real en un terrateniente porque, en el estado de Zacatecas, hasta los
campesinos lo demandaron. Entonces su hermana Monserrat reacciona y le dice
-¡Ya cállate pseudo periodista porque te podremos correr de está casa como le
paso a Carmen Aristegui de su programa de radio! por lo cual nos pusimos a
reír.
Poco
después cuando estaba lavando los trastes le digo a mi mujer que salgamos a
pasear a nuestra mascota de nombre Ruffina y de pasada hacemos un poco de
ejercicio, ella me contesta que es muy buena idea.
Salimos
entonces de nuestra casa y nos dispusimos a pasear a nuestra mascota en el parque Revolución en un ambiente donde
por la arquitectura del parque se camina en circulo de generacionalmente; al
caminar salta a la vista los diferentes negocios, cafés modosos y restaurantes
elegantes, todo enmarcado en un entorno natural con una hermosa cúpula con más
de treinta ahuehuetes, que alcanzan una altura de más e 20 metros. La comunidad
nombra a este parque “La glorieta del
caldo” no me lo explico pues su nombre oficial es Parque Revolución, desafortunadamente no hace honor a su nombre, ya
que artísticamente solo contamos con lo siguiente piezas: el busto de Don
Miguel Hidalgo que dirige su cabeza hacia el poniente y a Juárez mirando frente
al sol, mientras las gentes solo dan vueltas y mas vueltas….
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