domingo, 11 de agosto de 2019




Por: Ana Marisol Reséndiz Pizarro.

Esta leyenda con aroma local y universal que se encuentra en todos los rincones de nuestro país y los que la han visto penar en el barrio de Santa Apolonia Tezcolco cuentan que aparece una mujer muy elegante vestida de blanco, de falda muy amplia hasta los tobillos; sombrero de ala ancha bordado de encaje y guantes blancos a la usanza porfiriana, se distingue como un alma en pena pues su vestido brilla de un modo descomunal a altas horas de la noche como si quisiera opacar a la luna, los que han visto su rostro debajo del sombrero solo al logrado ver una cara amarillenta, con unas grandes ojeras que no le permiten distinguir sus ojos y es entonces que profiere el ya conocido grito desgarrador ¡Ay mis hijos!
            Dicen que flota por lo que alguna vez fue un canal, ya que ella siempre busca los cuerpos de agua, pues ahí cometió su crimen, en las noches principalmente de luna llena, se escucha su canto desgarrador que hace eco principalmente en la calle de Ferrocarriles Nacionales. Propios y extraños dicen que otra de sus calles favoritas es la calle de Querétaro, donde susurraba al oído de sus habitantes y lejos de sentir miedo sabían que se encontraba muy lejana sin embargo se aterraban cuando la escuchaban en la lejanía pues el eco parecía distante de dicho espectro indica que está dentro de las habitaciones pues seguía las reglas mágicas de toda la nación.
            Se cuenta que este barrio desde la época de la conquista cuando todos estaban durmiendo en sus aposentes se escuchaban lamentos en los campos de cultivo y en las terrazas, quien alcanzo a escuchar al espectro le veían de reojo como para no quedar paralizados al escuchar su eterno lamento.
La llorona que se aparece en el barrio se escucha con un llanto desgarrador por las vías del tren que corría hacia Tacuba, tal vez sigue buscado los canales que alguna vez engalanaron Azcapotzalco.




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