COSAS RARAS EN LA FUNERARIA:
SANTA TERESA
Por: Ana
Marisol Reséndiz Pizarro.
La
Funeraria Santa Teresa se encuentra en la calle Santa Apolonia #174
Teresa
Rodríguez Riquelme refiere lo siguiente:
Primero
pusimos una florería para vender arreglos florales, pero no
lográbamos
vender nada, las ventas son bien difíciles, a pesar de que en esta
calle
pasa mucha gente, se vende poco; eso fue en el año 2005, hace doce años,
por
tal motivo, mi hijo Israel Press Rodríguez y yo decidimos poner mejor una
funeraria
a la que nombramos “Santa Teresa”. Lo que más me ha gustado de este
trabajo
es servir a la comunidad, es decir darle un buen servicio.
En
cuento a sucesos sobre naturales, todo tranquilo, la muerte es la muerte
y
los muertos bien muertos están. Sin embargo, sospechamos que muy cerca de
aquí
un vecino se dedica a realizar ciertas prácticas de brujería, pues en la mera
esquina
a unas casas de aquí encontramos frecuentemente platos blancos con
monedas,
aquí a la puerta de la funeraria dejan gallos muertos, tierra revuelta con
cosas
raras, también arrojan todo ese tipo de objetos en las vías.
Un día me asusté muchísimo, al barrer en la mañana, como lo hago todos
los
días, encontré un montículo de tierra, bien formadita, en la cúspide había una
muñequita
vestida de carmesí con cabellito rojo, hecha de trapo, la observé con
atención
y me horrorizó pues toda ella estaba cubierta de alfileres, pensé entonces
que
había encontrado un objeto de vudú y la solté rápidamente en la coladera.
En
cuanto al negocio, tener una funeraria ya no es negocio, hay demasiadas
funerarias en la CDMX y la verdad nosotros ya no podemos competir con
las funerarias del ISSSTE o el IMSS, ya que ellas ofrecen a los deudos la posibilidad
de pagar en partes su servicio, además actualmente hay una costumbre,
si el difunto tiene posibilidades económicas deja pagado su servicio antes
de que pase lo inevitable.
El
Sr. Israel Pérez Rodríguez dice: Yo si presencie un suceso sobrenatural que me
impactó
sobremanera, se dio el caso que en un servicio una señora dejó por
escrito
y externo en vida ante familiares y amigos que su última voluntad era ser
enterrada
y por ningún motivo cremada.
Sin
embargo, a su familia no le importó la voluntad de la difunta y decidieron
cremarla.
Nos dirijamos al crematorio civil para incinerar el cuerpo, desde un
principio
el cuerpo pesaba demasiado, mucho más de lo normal y nos costó
muchísimo
trabajo meter el cuerpo al horno, después de un rato logramos meterla,
al
darnos la vuelta pasó algo extraordinario, la mitad del cuerpo se salió del
horno
y
se hallaba encendida enfrente de nosotros, lo cual nos causó un gran terror, a
pesar
de lo anterior tuvimos que volver a meter el cuerpo al horno para concluir el
servicio.
Eso
sí me asusto, hay mucha gente miedosa y dicen: que los muertos se paran,
hablan;
pero eso no es cierto, los muertos están bien muertos, lo que en realidad
pasa
es el llamado rigor mortis, simplemente se ponen duros los músculos, se
tensan,
se deshidratan los cuerpos.
Aunque
después de lo que nos pasó con la señora, creo que debemos
respetar
en la medida de nuestras posibilidades la voluntad del difunto, es su
propia
muerte y tiene el derecho a pedir el ser enterrada o cremada, respetar el
culto
que profesó y la manera en la que cada persona concibió su entierro, es la
decisión
del que murió y no de sus familiares.
En
esta profesión se aprenden muchas cosas de la naturaleza humana,
cómo
viven las familias, de sus creencias, cómo piensan, cómo asumen la pérdida
de
un ser querido, lo que constatamos es que se van perdiendo tradiciones en los
entierros
y van cambiando al paso del tiempo.
Aquí, como en todos lados, hay cosas buenas y malas, como en cualquier
trabajo,
en lo particular lo que más me gusta de mi quehacer es que cada servicio
es
diferente y conoce uno a todo tipo de personas, gente nueva, de la cual no sabías
que existía, con distintas maneras de pensar y de ver la vida. Nunca hay
dos
servicios iguales, como no hay dos días iguales, lo más interesante es que
nosotros
nos damos cuenta de quién quería verdaderamente a su familiar y quién
nunca
lo quiso, a qué familiar solo lo quisieron por el interés del dinero, lo que
más
me
ha sorprendido en el trato, al irnos a descansar a nuestra casa pensamos en lo
importante
de dar un trato humano a nuestros seres queridos, a los ancianos.
Algo
que me ha sorprendido mucho en este trabajo es que cuando el
difunto
muere a causa de un problema de alcoholismo o drogadicción, su familia
sigue
muy molesta por dicha conducta y decide no velarlo, enterrarlo el mismo día
o
simplemente no asistir a su velorio. Algo que también llamó mucho mi atención
es
que cuando nos ha tocado atender a clientes que son testigos de Jehová o
Evangélicos,
nos piden que la caja no lleve ningún santo, no quieren cruces, no
les
gusta que toquemos el cuerpo, no hacen la levantada de la cruz, son distintas
costumbres.
En
este trabajo aprende uno mucho de las tradiciones, de los usos y
costumbres
de cada persona, aquí ha venido gente de cierto grupo religioso y nos
ha
pedido en renta los ataúdes para hacer un tipo de ritual para resignarse a la
idea
de morir.
Eso
me recuerda que efectivamente en cuanto a lo sobrenatural a la altura
de
las vías de ferrocarriles nacionales se escucha una niña que llora y por allá,
hacia
el barrio de San Juan Tlilhuaca se oye el aullido desgarrador de un ser entre
perro
y humano, principalmente a las tres de la mañana.
Algo
que también me ha sensibilizado y me ha enseñado mucho sobre el
dolor
humano es saber que la muerte puede ocurrir a cualquier edad, así como
hay
personas que cuidaban mucho de sus familiares y otras nuevas costumbres
en
las que ya ni siquiera acostumbran a velar los cuerpos de sus difuntos.
Nosotros
aprendemos cada día que las tradiciones y costumbres cambian en cada
persona
según su origen.
Hay
veces que los cuerpos requieren una preparación especial, muy cuidadosa
para
esperar la llegada de sus familiares de Estados Unidos o de alguna parte de
la
República Mexicana para que puedan despedirse adecuadamente de su ser
querido.
En
otros temas al tener nosotros un vidrio de separación entre la calle y la
funeraria,
nos enteramos de todos los conflictos que pasan en la avenida y
constantemente
durante todo el día. Pasa mucha gente en situación de calle y
privada
de sus facultades mentales, en una ocasión a la entrada de la funeraria
apareció
una mujer con su ropa rasgada y ensangrentada pidiendo de comer y le
dimos
tostaditas de picadillo y un refresco…
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