jueves, 3 de octubre de 2019




COSAS RARAS EN LA FUNERARIA: 

SANTA TERESA



Por: Ana Marisol Reséndiz Pizarro.

La Funeraria Santa Teresa se encuentra en la calle Santa Apolonia #174
Teresa Rodríguez Riquelme refiere lo siguiente:
Primero pusimos una florería para vender arreglos florales, pero no
lográbamos vender nada, las ventas son bien difíciles, a pesar de que en esta
calle pasa mucha gente, se vende poco; eso fue en el año 2005, hace doce años,
por tal motivo, mi hijo Israel Press Rodríguez y yo decidimos poner mejor una
funeraria a la que nombramos “Santa Teresa”. Lo que más me ha gustado de este
trabajo es servir a la comunidad, es decir darle un buen servicio.
En cuento a sucesos sobre naturales, todo tranquilo, la muerte es la muerte
y los muertos bien muertos están. Sin embargo, sospechamos que muy cerca de
aquí un vecino se dedica a realizar ciertas prácticas de brujería, pues en la mera
esquina a unas casas de aquí encontramos frecuentemente platos blancos con
monedas, aquí a la puerta de la funeraria dejan gallos muertos, tierra revuelta con
cosas raras, también arrojan todo ese tipo de objetos en las vías.

Un día me asusté muchísimo, al barrer en la mañana, como lo hago todos
los días, encontré un montículo de tierra, bien formadita, en la cúspide había una
muñequita vestida de carmesí con cabellito rojo, hecha de trapo, la observé con
atención y me horrorizó pues toda ella estaba cubierta de alfileres, pensé entonces
que había encontrado un objeto de vudú y la solté rápidamente en la coladera.
En cuanto al negocio, tener una funeraria ya no es negocio, hay demasiadas funerarias en la CDMX y la verdad nosotros ya no podemos competir con las funerarias del ISSSTE o el IMSS, ya que ellas ofrecen a los deudos la posibilidad de pagar en partes su servicio, además actualmente hay una costumbre, si el difunto tiene posibilidades económicas deja pagado su servicio antes de que pase lo inevitable.



El Sr. Israel Pérez Rodríguez dice: Yo si presencie un suceso sobrenatural que me
impactó sobremanera, se dio el caso que en un servicio una señora dejó por
escrito y externo en vida ante familiares y amigos que su última voluntad era ser
enterrada y por ningún motivo cremada.
Sin embargo, a su familia no le importó la voluntad de la difunta y decidieron
cremarla. Nos dirijamos al crematorio civil para incinerar el cuerpo, desde un
principio el cuerpo pesaba demasiado, mucho más de lo normal y nos costó
muchísimo trabajo meter el cuerpo al horno, después de un rato logramos meterla,
al darnos la vuelta pasó algo extraordinario, la mitad del cuerpo se salió del horno
y se hallaba encendida enfrente de nosotros, lo cual nos causó un gran terror, a
pesar de lo anterior tuvimos que volver a meter el cuerpo al horno para concluir el
servicio.
Eso sí me asusto, hay mucha gente miedosa y dicen: que los muertos se paran,
hablan; pero eso no es cierto, los muertos están bien muertos, lo que en realidad
pasa es el llamado rigor mortis, simplemente se ponen duros los músculos, se
tensan, se deshidratan los cuerpos.
Aunque después de lo que nos pasó con la señora, creo que debemos
respetar en la medida de nuestras posibilidades la voluntad del difunto, es su
propia muerte y tiene el derecho a pedir el ser enterrada o cremada, respetar el
culto que profesó y la manera en la que cada persona concibió su entierro, es la
decisión del que murió y no de sus familiares.
En esta profesión se aprenden muchas cosas de la naturaleza humana,
cómo viven las familias, de sus creencias, cómo piensan, cómo asumen la pérdida
de un ser querido, lo que constatamos es que se van perdiendo tradiciones en los
entierros y van cambiando al paso del tiempo.

Aquí, como en todos lados, hay cosas buenas y malas, como en cualquier
trabajo, en lo particular lo que más me gusta de mi quehacer es que cada servicio
es diferente y conoce uno a todo tipo de personas, gente nueva, de la cual no sabías que existía, con distintas maneras de pensar y de ver la vida. Nunca hay
dos servicios iguales, como no hay dos días iguales, lo más interesante es que
nosotros nos damos cuenta de quién quería verdaderamente a su familiar y quién
nunca lo quiso, a qué familiar solo lo quisieron por el interés del dinero, lo que más
me ha sorprendido en el trato, al irnos a descansar a nuestra casa pensamos en lo
importante de dar un trato humano a nuestros seres queridos, a los ancianos.
Algo que me ha sorprendido mucho en este trabajo es que cuando el
difunto muere a causa de un problema de alcoholismo o drogadicción, su familia
sigue muy molesta por dicha conducta y decide no velarlo, enterrarlo el mismo día
o simplemente no asistir a su velorio. Algo que también llamó mucho mi atención
es que cuando nos ha tocado atender a clientes que son testigos de Jehová o
Evangélicos, nos piden que la caja no lleve ningún santo, no quieren cruces, no
les gusta que toquemos el cuerpo, no hacen la levantada de la cruz, son distintas
costumbres.
En este trabajo aprende uno mucho de las tradiciones, de los usos y
costumbres de cada persona, aquí ha venido gente de cierto grupo religioso y nos
ha pedido en renta los ataúdes para hacer un tipo de ritual para resignarse a la
idea de morir.
Eso me recuerda que efectivamente en cuanto a lo sobrenatural a la altura
de las vías de ferrocarriles nacionales se escucha una niña que llora y por allá,
hacia el barrio de San Juan Tlilhuaca se oye el aullido desgarrador de un ser entre
perro y humano, principalmente a las tres de la mañana.
Algo que también me ha sensibilizado y me ha enseñado mucho sobre el
dolor humano es saber que la muerte puede ocurrir a cualquier edad, así como
hay personas que cuidaban mucho de sus familiares y otras nuevas costumbres
en las que ya ni siquiera acostumbran a velar los cuerpos de sus difuntos.
Nosotros aprendemos cada día que las tradiciones y costumbres cambian en cada
persona según su origen.
Hay veces que los cuerpos requieren una preparación especial, muy cuidadosa
para esperar la llegada de sus familiares de Estados Unidos o de alguna parte de
la República Mexicana para que puedan despedirse adecuadamente de su ser
querido.
En otros temas al tener nosotros un vidrio de separación entre la calle y la
funeraria, nos enteramos de todos los conflictos que pasan en la avenida y
constantemente durante todo el día. Pasa mucha gente en situación de calle y
privada de sus facultades mentales, en una ocasión a la entrada de la funeraria
apareció una mujer con su ropa rasgada y ensangrentada pidiendo de comer y le
dimos tostaditas de picadillo y un refresco…

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