jueves, 3 de octubre de 2019


EL HOMBRE DE LA CAPA y 
EL CHARRO NEGRO
Dos leyendas de miedo de Azcapotzalco.

Por: María Elena Solórzano

EL HOMBRE DE LA CAPA

El terreno donde está ubicado el Hospital Infantil de Zona e inclusive la oficina de
correos era propiedad de don Ángel Zimbrón y colindaba con el rancho de don Modesto
Paredes. En ese terreno había una entrada de un metro de ancho aproximadamente y
una barda pequeña. Dicen que allí se aparecía un hombre todo vestido de negro,
envuelto en una gran capa del mismo color, embozado, con vestimenta a la usanza de la
época colonial. Cuentan que se sentaba en aquella barda ancha y chaparra y llamaba a
la gente, haciendo un ademán con la mano derecha y se encaminaba hacia un frondoso
granado que se alzaba en ese solar.
Un buen día la señora María Jiménez –mamá del informante– dijo que ese hombre
entró y la llevó debajo del granado, hizo una cruz de tabique y dijo: “Aquí está el
dinero”. Mi mamá se impresionó mucho y le dio aviso a don Alfonso Zimbrón, –hijo de
don Ángel–. Él le dijo: “Son suposiciones doña María”; entonces ella lo llevó a ver la
cruz de tabique.
Al día siguiente escarbaron y encontraron una fosa de difunto y dentro puro cisco.
Volvieron a tapar todo con tierra, le pusieron otra vez las lozas y el asunto se olvidó.
Los albañiles que había llevado don Alfonso siguieron trabajando en la construcción de unos cuartos que necesitaba su patrón, precisamente en el lugar donde estaba sembrado el granado y el árbol quedó dentro de uno de ellos. Un día los perros ladraban insistentemente, fueron a ver y encontraron alrededor del granado un escarbadero, cabos de velas, las herramientas de los albañiles, supusimos que ellos si encontraron el tesoro enterrado, porque desaparecieron con todo y sus familias y jamás se les volvió a ver ni a saber nada de ellos, como si se los hubiera tragado la tierra.
(David Delgado, Barrio de San Marcos, Azcapotzalco, D. F., 11/02/1999).

EL CHARRO NEGRO

Corría el año de 1940. La gente decía que en la vecindad situada en Santa Cruz Atenco
núm. 7 si aparecía un Charro Negro. Ese charro se les aparecía únicamente a las mujeres
cuando iban al patio a buscar algo a los lavaderos o cuando iban al baño, ya que esa
vecindad tenía solamente un baño que compartían todos los inquilinos.
Los lavaderos eran de dos tipos: unos altos, otros bajos donde las mujeres se tenían que hincar para poder lavar. Muy cerca de esos lavaderos se erguía una frondosa higuera que los cubría de sombra, y cuando el sol era más inclemente las señoras recibían el frescor de sus ramas.
Después de las diez de la noche se aparecía el Charro Negro y ya ninguna de las
mujeres quería salir al gran patio. El Charro le decía a la señora que se le aparecía “Allí
bajo la higuera está enterrado un dinero”, pero pedía que una mujer a solas fuera a
escarbar y pues nadie se atrevía a ir en esas condiciones.
A mi abuela –nos dice Mary Huízar– se le apareció y quedó muda por unas horas.
Espantada, quería relatar con puras señas lo que le había ocurrido. La salud de mi
abuelita se empezó a deteriorar a raíz de ese susto y al poco tiempo murió.
Las señoras tenían mucho miedo de salir en la noche para ir al baño, por lo que
todas las mañanas el desfile de bacinicas era obligado. No cabe duda que eran otros
tiempos, la higiene dejaba mucho que desear, pues ahora la más humilde vivienda tiene
baño propio.
No se sabe si alguien se atrevió a escarbar, para encontrar el tesoro que decía el
muerto, pero la vecindad todavía existe. (Mary Huízar, Barrio de Santa Cruz, D. F.,
Azapotzalco, 02/04/2005).


1 comentario:

  1. A que albañiles abusados bueno al menos ganaron algo, saludos mi querida maestra Solorsano la leyendas me fascinan 🙈👌

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