jueves, 20 de agosto de 2020


MONUMENTO PARA 
FERNANDO DEL PASO 
/ AZCAPOTZALCO 
EN SU NOVELA “JOSE TRIGO”

Por: Martin Borboa

La novela “José Trigo” de Fernando del Paso (FCE, 2015, México), sitúa la acción en 1960 (hace 60 años) en una zona ferrocarrilera que incluye una sección de Azcapotzalco. Todavía hoy, las vías del tren al final de la Calzada Camarones al sureste de la alcaldía, son freno obligado al tránsito vehicular con el paso de los trenes, y su diario silbato es un sonido habitual para quienes vivimos en ese sector. Parte de la trama ocurre en el filo sureste de la Colonia Nueva Santa María, alcaldía Azcapotzalco. Menciona la Calle de Alhelí, la Calzada Camarones y la Calle de Crisantema. Más adelante veremos otros dos puntos de la alcaldía que también figuran en la novela.
  
EL AUTOR
Fernando del Paso Morante (1935-2018) tuvo diferentes ocupaciones destacadas, entre ellas la de diplomático. Como autor fue varias veces premiado. De amplia obra literaria (historia, poesía, ensayos, ficción, sonetos, teatro, gastronomía). Suele ser reconocido por su obra “Noticias del imperio”. Entre sus logros destacan el Premio Mazatlán de Literatura 1988, Premio Nacional de Ciencias y Artes 1991, Premio FIL de Literatura 2007, y el Premio Cervantes en 2015, entre otros.
LA NOVELA
Su primer novela, “José Trigo”, publicada en 1966, le hizo ganador del premio Xavier Villaurrutia ese mismo año. En ella toca muchos temas como la conquista, la fundación de Santiago Tlatelolco, pero lo más abundante, es la historia del tren en México, la vida de los ferrocarrileros mexicanos en la mitad del siglo XX, los sindicatos y su demanda de aumentos salariales. Habla de la gente que habitaba en los campamentos ferrocarrileros en la cercanía de la estación de Buenavista. Este artículo no será para dar un resumen de la obra, ni para citar todos los puntos que se desarrollan en ella. Es para resaltar lo que la novela menciona de Azcapotzalco, y parte de lo que ahí ocurre.
LOS CAMPAMENTOS
Mucha de la trama es situada en dos campamentos, el Campamento Este y el Oeste. Es importante señalar que la Calle de la Crisantema es muy larga. Se menciona muchas veces en el libro. Nace en la Estación Buenavista, casi esquina con Insurgentes Norte. Incluso ahí se encuentra la Unidad habitacional Crisantemo. Desde ahí, la Calle de la Crisantema va a un lado de la vía hasta llegar a la esquina con la Calzada Camarones, ubicada en la colonia Nueva Santa María.
Mucho de la novela se desarrolla en los dos campamentos de gente dedicada a colocar vías y darles mantenimiento. El Campamento Este que estaría situado cerca de la Estación, y el Oeste, que aun se puede ver en el límite sureste de Azcapotzalco con la alcaldía Miguel Hidalgo.

   

CAMPAMENTO OESTE
Cuando uno recorre la Calzada Camarones hacía el sur, llega a donde termina el camellón, donde está la Virgen de Guadalupe y la Parroquia de San Salvador de la Flores. Ahí encuentra las dos vías, y a la derecha está el Campamento Oeste. Por ser el límite entre dos alcaldías y tres colonias, aclaramos que la Calle de la Crisantema está en la Colonia Nueva Santa María, (Azcapotzalco), el camellón donde está la Virgen divide a la Colonia Nueva Santa María de la de San Salvador Xochimanca. Y luego cruzando las vías están la Parroquia y el Campamento Oeste, ambos en la Colonia Plutarco Elías Calles (Miguel Hidalgo).
Desde ese cruce se ven varios vagones de ferrocarril adaptados a casa habitación, y desde la Calzada de los Gallos tienen las construcciones un muy agradable aspecto urbano familiar que a mí me parece ejemplar. Limpio, bien pintado, iluminado, abundantes plantas, gente amable y unida. He caminado varias veces por ahí y en su miscelánea he comprado algún refresco para beberlo tranquilo rumbo a mi casa en la alcaldía Azcapotzalco. He visto sus altares religiosos dignos, bonitos, iluminados, y las animadas fiestas que hacen en los días de su celebración. El origen de esa comunidad respetable y respetuosa, es el campamento ferrocarrilero de la gente que trabajaba para colocar, mantener y cuidar las vías del tren.

AZCAPOTZALCO MENCIONADO EN LA NOVELA
Son tres sitios de Azcapotzalco que figuran en la novela: 1) la Calle de la Crisantema, esquina con la Calzada de Camarones. 2) un burdel en la calle de Tlatilco en la colonia del mismo nombre. 3) La estación de carga ferrocarrilera Pantaco, en la colonia Jardín Azpeitia.

BUSCANDO A JOSE TRIGO
Dice la obra de Fernando del Paso: “¿José Trigo? Era.  Era un hombre.  “Él me vio llegar desde lejos, en el amanecer de un once de enero de un año bisiesto de hace muchos años… Veintinueve kilómetros de rieles de cincuenta y seis a setenta y cinco libras me dijeron, y el polvo del hollín de las fábricas La Luz La Esperanza y Sidral Mundet que hay o había a todo lo largo de la Calle de Crisantema, desde el Puente de Nonoalco hasta el Campamento Oeste”.
“¿José Trigo? No, no conozco a nadie que se llame José Trigo dijo como si dijera… soy un pobre ferrocarrilero que trabaja como burro en una estación de carga y me jodo duro y bonito y no sé nada de hombres que llegan de lejos caminando por las vías y se alejan y se pierden bajo el puente y no se nada de torres de vigilancia y de entronques y de los ojos redondos y rojos refulgentes de las ménsulas de señales que vieron a José Trigo guiñándole la muerte y lo vieron llegar desde lejos, vagar por estos llanos de Nonoalco donde cada veinticuatro horas se reciben y despachan mil cuatrocientos carros, y lo vieron vivir con la mujer, tres días sin hablarle y siete meses sin tocarla en algunos de esos carros olvidados, en la Ciudad del Oeste, donde hay setenta y ocho furgones y vagones y jaulas abandonadas donde viven y comen y duermen más de cien ferrocarrileros que trabajan alineando los rieles y de noche cuentan historias de viejas huelgas ferrocarrileras y leyendas de la Revolución y los trenes…”.
“De estos rumbos de Nonoalco… por donde caminó José Trigo, por aquí por estos campamentos y por allá, más allá del Puente… vacas lecheras, o barricas de pulque, o troncos de algarrobo lingotes de acero y también hombres y mujeres y niños que se asoman por las ventanillas de un tren de locomotora de plata y carros equipaje de puertas corredizas y carros cafetería y carros observatorio y te ven caminar por la Calle de la Crisantema entre nubes de polvo y ceniza que trae el viento que gime y te ven cuando te acercas a una mujer que llora junto a un ramo de girasoles recién que corta y le preguntas:
¿José Trigo? -No lo conozco- te dice la mujer-. Pero mire: yo creo que la madrecita Buenaventura es la que sabe de esas cosas. Y entonces tú que buscas a José Trigo, tú que quieres saber quién es y tú que no sabes quién es la madrecita Buenaventura, tú preguntas ¿La madrecita Buenaventura?”.

BUSCANDO A LA MADRECITA BUENAVENTURA
Y cuando por fin la encuentras ves que: “ella misma sabe que la mujer que vivía con José Trigo aceptó las sobras que él le dio un día… sabe que la mujer con la que vivía José Trigo se llamaba Eduviges y lo mismo, también, que las hojas del ahuehuete son buenas para orinar…”.
“Y te dicen, y búsquela y pregúntele a la madrecita Buenaventura por José Trigo y ella de seguro le contará toda la historia aunque no lo haya visto nunca, aunque nunca haya existido José Trigo… y si el que llega a buscarla le pregunta “¿José Trigo?” ella le contestará: “Pásele, pásele, yo le contaré la historia de José Trigo”, y el que preguntara por José Trigo, estará seguro entonces de que la madrecita Buenaventura le contara la historia hoy, mañana, cuando quiera, y empezará por el principio, por el final o por la mitad, por donde guste”.
Y si buscas a la madrecita te dirán: “siga después por los llanos que están a la izquierda y luego atraviese el Campamento Este y tome después la calle de la Crisantema te dicen y tú pasas por un largo campamento encanijado, por el mismo que una noche llegó un hombre que odiaba a José Trigo azuzándole la muerte, y allí te dicen “La calle de la Crisantema está al otro lado del puente… y entonces ustedes no veían los depósitos de sal y los autotanques y las casetas y los guardacruceros y las peluquerías y todo eso a lo largo de la Calle de la Crisantema y que vio pasar a José Trigo con una caja blanca al hombro y después cajas grises y negras, de niños y hombres… dices, y te dicen “No  lo vimos porque por la Calle de la Crisantema hay que caminar con la vista baja, viendo las traviesas, el balasto, los rieles espejados…”… “nos decían: caminarán a todo lo largo de la Crisantema hasta llegar a Río Consulado, y así lo hicimos…”… “pasaban ustedes por las casitas de adobe y llegaban a la iglesia siempre caminando por las vías como lo hizo siempre José Trigo… entonces sigan derecho sin despegar los ojos de la iglesia que se ve a lo lejos, no tanto para que no se pierdan sino porque allí está la pulquería de los Cuatrocientos conejos y si la ven a lo mejor o a la peor nunca llegan a la casa de la vieja Buenaventura que como les decimos, vive en el campamento que se divisa al otro lado de la calzada, más allá del humilladero donde está la milagrosa de Guadalupe que hace muchos años pintó un guardacruceros y donde una noche se escondió José Trigo entre los gladiolos y las gardenias”, así le dijeron y tú les dijiste “Y ustedes veían el campanario de la Parroquia de San Salvador de las Flores…”.
Y continúa: “Oiga nuestras palabras y que no se le olviden. Y porque vas juntando las palabras que te dan muchos hombres, llegas al Campamento. Te dicen: derecho, Crisantema, izquierda, iglesia, junto, Quinta San José, El Paso de las Mujeres Bellas, Calzada Camarones, enfrente. Y porque sigues derecho por la Calle de la Crisantema y al llegar a Camarones ves a la izquierda la iglesia junto a una caseta de vigilancia que dice “Quinta San José – El Paso de las Mujeres Bellas”, y dentro un hombre de sombrero de fieltro te dice “Enfrente”, enfrente está el Campamento Oeste, donde vive o vivió la madrecita Buenaventura.
El Campamento Oeste, frontero al templo de San Salvador de las Flores, es un campamento de ferrocarrileros. En estos campamentos viven los peones de vía que pasan la mitad de la vida colocando durmientes y calzando rieles para construir caminos. Cuando están terminados, pasan la otra mitad de la vida corrigiendo los desalineamientos y las desnivelaciones. Una locomotora especial lleva de un lugar a otro todos los vagones donde viven, y a cada lugar les llega el correo y también sus ropas y alimentos… pero sucede que algunos furgones no vuelven a caminar nunca. Un día se quedan en un punto de la vía y esperan. Esperan muchos años, tantos que parecen hundirse en la tierra. Han quedado fuera de servicio y fuera de las vías útiles. Alrededor de ellos crece una ciudad olvidada, crece la yerba, crecen los niños. Y pasado algún tiempo, nadie se acuerda de cuando eran viajeros que iban de un lado a otro construyendo caminos,  Una de éstas ciudades era el Campamento Oeste, donde vivió José Trigo, donde vivió la madrecita Buenaventura y tenía su conventículo, y a donde llegué yo un día, preguntando por José Trigo”.
“El campamento más cercano al Puente se llamaba Campamento Este. Abajo y hacia el Oeste, estaba la Calle de la Crisantema. A ella daban todas las espaldas de las fábricas, depósitos y bodegas cuyas fachadas, a su vez, daban a las dos calles paralelas inmediatas a Crisantema: la calle de Alhelí y la calzada de Nonoalco. Junto a las espaldas de las fábricas, y construidas con láminas, cartones y trozos de puertas y ventanas, estaban las casas de los pepenadores. A dos metros de estas casas, pasaban a todas horas de día docenas de trenes, locomotoras de maniobras y armones. La Calle de la Crisantema llegaba hasta la Calzada de Camarones, allí las vías se desviaban y pasaban a un lado de otro campamento, llamando Campamento Oeste. El más olvidado de cuantos conocí”.

EDUVIGES Y LA CAJA DE SU HIJO.

La historia de José Trigo comenzó el día 1 de abril de 1960, (coincide con el día de nacimiento de Fernando del Paso, pero de 1935). Dicen que ese día José Trigo venía descalzo y escondido en un tren de carga, y que al pasar por el Campamento Oeste saltó, o en el brinco se quedó sin zapatos, y se metió al furgón donde vivía Eduviges, ahí se puso los zapatos del hombre anterior de la Eduviges y se quedó a vivir con ella, con el hijo que tenía en brazos y el que tenía en el vientre, y que en tres días no salieron. Él salió hasta el día en que ella le dijo que ya no tenían nada para comer. Y entonces José Trigo salió con la jaula y el jilguero adentro para venderlo y poder comprar comida, y dicen que regresó con un “atadijo de tortillas duras y una lata de frijoles”. Y que se le veía perderse a todo lo largo de la Calle de la Crisantema.
A José Trigo lo vieron ese día que salió con la jaula para venderla con todo y jilguero. Casi dos meses después se murió el hijo de Eduviges. Por eso José Trigo vestido de saco negro fue a tocar la puerta de Don Pedro el carpintero, y le dijo que necesitaba una caja para el hijo de Eduviges. No tenía con que pagarla, pero se ofreció de cargador y hacer entregas de ataúdes. Así lo consiguió, y al día siguiente, 29 de mayo, lo vieron: “cargando la caja blanca donde llevaba a enterrar al hijo de Eduviges: ella iba atrás panzona de nuevo, corte y corte girasoles. Y lo vieron después muchas veces, cargando otras cajas, éstas vacías y de todos tamaños y no solo blancas sino también grises y negras”. Eran las cajas de muerto que le encomendaba don Pedro el carpintero, que tenía su taller en la esquina de Pino con Crisantema, y se presentaba como “Hacedor de ataúdes para servir a usted”.  José Trigo pagó el ataúd entregando las cajas listas del carpintero a las funerarias. Dicen que: “cargo ese día y muchos días cajas y más cajas para los muerteros… un promedio de dos cajas al día…”, y Don Pedro, “luego de considerar pagada la caja, y con creces, continuó empleándolo ahora pagándole él…”. Lo triste es que el niño acabó en la fosa común.

LA PROTESTA DE FERROCARRILEROS DETUVO UN TREN.
Y resulta que un día se perdió un tren que transportaba pescado. Cuentan que los que buscaban ese tren desaparecido: “cuando llegaron al Campamento Oeste, junto al humilladero de la Calzada Camarones, encontraron lo que habían ido a buscar a Buenavista: un tren de carga detenido. Vaciaron uno, dos, tres furgones antes de que se dieran cuenta los granaderos. Los esquiroles los dejaron hacer. Pescados congelados. Hielo. Unas que otras frutas. .. Los ferrocarrileros holgantes, los de aquí, los de aquillá, por estos llanos, aquí nacidos ferrocarrilenses, bienparidos  ferrocarrileños, asaltaron el tren de carga que venía de los atlánticos, y luego
¿Cómo le va, madrecita Buenaventura?, ¿Qué es de su vida, madrecita Buenaventura?, ¿Sabe usted que pasa, madrecita Buenaventura?
Pues nada, que detuvimos un tren que traía harto pescado y botamos la carga y ya lo ve aquí, mire nada más cuanto pescado”.

MANUEL ANGEL.
Este personaje fue pareja de Eduviges, pero nunca se casó con ella. Su primero hijo de ambos nació en diciembre de 1959, sietemesino. El 16 de octubre de 1960 les nació el segundo hijo, de nombre Florentino. (Dice la novela que ese mismo día “los ferrocarrileros asaltan, en la Calzada de Camarones esquina con la de Crisantema, un tren carguero…”). Con la que si se casó fue con Genoveva, y se unieron en la Parroquia de San Salvador de las Flores.
Manuel Ángel que andaba en el comité ferrocarrilero (y aceptó sobornos gubernamentales para evitar el estallamiento de huelga) traicionó a Luciano, quien también lideraba al gremio. El día 2 de noviembre de 1960, en mero día de los finados, discutieron en un callejón del Campamento Este. Manuel Ángel le clavó un cuchillo y Luciano murió. Solo alguien que se la pasaba caminado por las vía atestiguó ese crimen. José Trigo vio todo. Manuel Ángel lo persiguió pero José Trigo aprovechó que venía un tren, cruzó las vías antes y con eso puso distancia. Esa vez se salvó. Por eso Manuel Ángel siguió buscando a José Trigo, y el 5 de diciembre de 1960 fue al Campamento Oeste, pero Eduviges le dijo que ya se había ido y no volvería.
Los ferrocarrileros festejaban a la Virgen de Guadalupe, empezando desde el día 10 de diciembre. Había mucha gente en la fiesta y en los Campamentos. Aquel 10 de diciembre de 1960 “Manuel Ángel ve a José Trigo entre la multitud. Lo persigue. José Trigo se esconde en la carpintería de Don Pedro” donde durmió en un ataúd. Al día siguiente, 11, “Manuel Ángel vuelve a ver a José Trigo. Lo persigue. José Trigo se esconde en la caseta del guardacambios”. El mero día de la Virgen, “Manuel Ángel avista por tercera vez a José Trigo. Lo persigue. José Trigo se esconde en el humilladero (de la Parroquia de San Salvador de las Flores). Manuel Ángel lo sorprende pero José Trigo alcanza a escapar…”. Esos tres días de diciembre, José Trigo iba a ver a la Virgen en el Campamento Este y más tarde a Eduviges al Campamento Oeste, y luego volvía a irse para evadir a Manuel Ángel.
Al final de esa cacería, cuando Manuel Ángel casi logró apañar a José Trigo, pasaron los trenes en la Calle de la Crisantema, y en un acto valiente casi suicida, José Trigo se abalanza y cruza las vías antes que su perseguidor. Los vagones se interponen en el acecho. Manuel Ángel  debe frenar y esperar. Ventaja trepidante para la presa. Luego de eso ya no hubo rastro de José Trigo. Ni Manuel Ángel concluyó su oscuro propósito. El narrador se pregunta “¿Subiste a un tren o te enganchaste y te arrastró para dejarte vivo o muerto a un kilómetro más allá…? Ni tú lo supiste, ni lo sabrás nunca, ni Manuel Ángel, ni Eduviges…”.

EL PASO DE LAS MUJERES BELLAS, BURDEL DE TLATILCO.
En Azcapotzalco está la Colonia Tlatilco, y tiene su Calle del mismo nombre. La novela dice (nombrando otras calles de la Colonia Tlatilco) que Manuel Ángel, un día “dejó atrás el Hotel Jacaranda, y siempre por la Calle de Crisantema… cruzó el Jazmín y el Almendro, y llegó a la lúgubre Calle sin nombre… que desemboca en la Calle de Tlatilco… fue entonces cuando cayó en la cuenta de que subconscientemente había hecho la travesía de costumbre camino al burdel…”.
A veces “las mujeres del burdel de Tlatilco, desnudas, salían a pelear con los granaderos…”.
En una charla entre Manuel Ángel y sus amigos: “hablaron de temas eróticos, y de mucho hablar de carne, acabaron considerándola imprescindible. Hacía tanto tiempo que no se echaban un coito ilícito, que ya era lícito. ¿Vamos? Juega el pollo. Interlocutores de acuerdo. Sobres. Sopas. Al famoso de Tlatilco, de cierta “catego”, como decían en una jerga, que no llegaba a caló”.
“El burdel ni era ni fu ni fa, aunque más bien fu de furris que fa de farra. Pero con la beberecua y la media luz, las viejonas, beldades ningunas pero vivitas y culeando…”.
Manuel Ángel y sus allegados “frecuentaban el burdel religiosamente, cada vez que el pagador les entregaba sus respectivos jornales, una vez si y otra también, si no a echarse un acto carnal, cuando menos a dar un bailazo para sacudir polilla…”.

PANTACO.
El narrador explica cómo le tocó mirar con el tiempo el desmantelamiento de los campamentos: “Vi como los antiguos moradores batieron tiendas y se fueron… la nueva estación de carga, con todo su gigantesco conjunto de terracerías, “screening”, treinta y siete mil roldanas, planchuela, etc, queda muy lejos de aquí: Pantaco”.
La estación ferrocarrilera de Pantaco se ubica a un lado de la Unidad habitacional Cuitláhuac, en la Colonia Jardín Azpeitia, alcaldía de Azcapotzalco.
Una nueva fisonomía dominó los viejos espacios de los campamentos “después de que arrasaron, asolaron, desmantelaron, desbrujaron y echaron por tierra cuanta piedra, cuanto furgón, cuanta yerba había, hasta no dejar piedra sobre piedra, furgón sobre furgón, yerba sobre yerba…”.
Pero es necesario aclarar algo… ¡El Campamento Oeste subsiste! Todavía a estas alturas del siglo XXI está vivito y contento. Calzada Camarones y Calle de la Crisantema, vías del tren, vagones y furgones estacionados, palpitando llenos de vida de alegres generaciones. Que gusto le daría a Fernando del Paso saber que no todos los campamentos desaparecieron. Esto hay que celebrarlo.

PROPUESTA DE UN MONUMENTO.
El narrador de la novela dice: “las vías por las que hoy camino rumbo al Campamento Oeste, rumbo a los bienaventurados rumbos de José Trigo.
Fernando del Paso es un gigante de nuestras letras, y su primera novela tiene un rincón de nuestra alcaldía como escenario. Propongo a la alcaldía de Azcapotzalco que se haga un monumento a Fernando del Paso y se ubique en la esquina de la Calzada Camarones y la Calle de la Crisantema, por esos “bienaventurados rumbos de José Trigo. O se coloque en el camellón de Camarones en su punto más cercano a dicha esquina. O si se prefiere, quizá una escultura que represente a José Trigo cargando el ataúd blanco del niño, y a Eduviges atrás de él cortando girasoles llorando. Una placa que explique por qué se dedica ese homenaje. Bien lo vale un ganador del Premio Cervantes y del Nacional de las Ciencias y Artes. Ojalá ésta propuesta tenga éxito. No he tenido suerte con dos propuestas anteriores a mi alcaldía. Sé que la alcaldía Miguel Hidalgo podría  interesarse en ésta. Pero siento el deseo y el deber de proponerla primero a Azcapotzalco. Lo haré en ese orden.

LOS HOMBRES QUE VIVIAN EN LOS HORMIGUEROS.
El titulo es una forma más de nombrar a los tepanecas de Azcapotzalco. Al menos la que escogió Fernando del Paso. Uno de los muchos temas que toca el libro es la fundación de la iglesia de Santiago Tlatelolco, y el autor define 3 etapas de esa zona por lo que le viene el nombre de Plaza de las Tres Culturas. En general se tiene la idea de que es por las culturas prehispánica, colonial y moderna, al tener a la vista construcciones de esos tres periodos. Sin embargo, Fernando del Paso ofrece en el libro una lista algo diferente, en la cual aparece insinuado Azcapotzalco.
Sabemos que los mexicas se instalaron en la isla de México - Tenochtitlán, y más de una década después, un grupo de ellos decidió mudarse a la isla vecina y fundar ahí México – Tlatelolco. Los de Tenochtitlán pidieron a Culhuacán que les diera un gobernante. Los de Tlatelolco lo pidieron a Azcapotzalco. Esa alianza entre Tlatelolco y Azcapotzalco era sólida, y se mantuvo hasta que Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba (Triple Alianza) se unieron para quebrar al imperio tepaneca.
Fernando del Paso ofrece esta versión en la novela sobre las muchas cosas que iniciaron en Santiago Tlatelolco: “bajo el signo providencial de la Trinidad. Porque fueron tres las ínsulas sobre las cuales se fundó la antigua ciudad. Y de ellas una, Tlatelolco, se perdió aquí, cuando su gobernante se embriagó en compañía de los hombres que vivían en hormigueros, y sucumbió sin que valiera la defensa que de ella hicieron falanges de mujeres desnudas, para convertirse en tributaria del Reino de la Triple Alianza. Palustre Reino de la Triple Alianza que se derrumbó aquí, en Nonoalco-Tlatelolco, cuando los conquistadores de barba portentosa iniciaron la segunda de las Tres Épocas, de las Tres Culturas que han tenido aquí su esplendor. La tercera de ellas, la época de las invenciones y los artilugios, de las maquinaciones y los artificios que esparce su magia hasta nuestros días, se inició cuando aquí, de Santiago Tlatelolco, y rumbo al puerto de la Villa Rica de la Vera Cruz, partió el primer ferrocarril de la República”.

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