¿REALIDAD O ALUCINACIÓN?:
LOS DUENDECITOS
Del Parque de San Lucas.
Por: José Carbajal Cortés
Hay lugares curiosos que guardan ciertas presencias, energías o seres de la naturaleza que, curiosamente no preceden del lugar si no que se manifiestan en él, tal es el caso por ejemplo del cerro de Xochitepec en Xochimilco en límite con Tlalpan, donde dicen que se aparecen pequeñitos hombrecitos, duendes o gnomos con cara de viejitos y extraño ropaje que asemejan las ilustraciones de los cuentos y que aparecen asimismo en varios lugares como es en los cerros que limitan la ciudad y Azcapotzalco no es la excepción.
Se dice que en algún lugar de Azcapotzalco se aparecen estas pequeñas presencias.
Así, me han referido una historia que se sitúa a finales de la década de los setenta, en que algunos amigos de la Escuela Primaria República de Polonia, más conocida como “la Polonia” entre la colonia Clavería y el barrio de San Lucas o colonia el Recreo, me lo han contado, viajemos por el tiempo y el espacio en el Azcapotzalco de hace unas décadas.
Nuestros protagonistas cursaban el 6 año de primaria en “la Polonia”, era el término del último año de estudios en esa escuela, varios compañeros de cierto salón, formaban un grupo de camarería de amigos que, en varias ocasiones se juntaban a la salida antes de irse a sus casas. Aquel día habían salido temprano, se había puesto un anuncio de que habría una junta de maestros y saldrían antes de la hora, vivían cerca varios amigos de aquel grupo, ya que caminando llegaban a sus casas, algunos habían pedido permiso para que al salir fueran al parque cercano pues vivían algunos de ellos del lado de la colonia El Recreo. Se quedaron de ver a la salida e irse al parque para aprovechar y jugar en los juegos y, que de los cuales he de mencionar, tan sólo queda uno de aquellos “juegos”, testigo mudo de aquel acontecimiento que les sucedería y que es la figura de piedra del Hipopótamo que aún sigue ahí en una de las esquinas del parque. Al salir temprano decidieron ir a jugar a lo que en aquel entonces se llamaba el “Jardin El Recreo” o también “el Jardin Infantil de San Lucas” (actual Parque de San Lucas) por estar localizado en la calle de San Lucas esquina con Tebas y que en aquel tiempo estaba lleno de una fronda densa de árboles que lo hacían parecer un pequeño bosquecito y que los árboles se antojaban que tenían una forma de mano crispada en sus ramas hacia arriba y que al oscurecer lo volvía tétrico ya que permanecía por aquellas noches con poca luz.
Pues bien, saliendo de la escuela se dirigieron al parquecito mencionado, jugando en los animales de piedra, en los columpios, en el carrusel, en las resbaladillas, en todos los juegos que estaban ahí. Empezaba a oscurecerse cada vez más y que en aquel parquecito de densos árboles y casi sin luz, se veía más oscuro y de miedo el lugar. Varios de los amigos estaban por irse a sus casas, ya que después de jugar estaban ya cansados y, entonces sucede, que, ya para recoger sus mochilas y disponerse a irse éstos cinco amigos, cerca de donde se encontraba una simpática tortuga de piedra que ha todos gustaba por lo bien hecha y resistente, así como de un sencillo carrusel a la vista y en donde se localizaban tres pequeños árboles que formaban un triángulo, a un costado, uno de ellos empezó a ver una luz que parecía surgir de la tierra y volverse cada vez más iluminada y les dijo a los demás:
- ¡Miren! ¡que será eso!
Entonces los demás observaron y la luz era como una especie de fogata y repentinamente observaron que empezaban a parecer unas pequeñas figuras que se tomaban de las manitas y empezaban a bailar alrededor de esa luz o fogata, un fuego curioso que no era comparable con un fuego “normal” sino extraño, luz amarillenta y verdosa, y que no se oía que el “fuego” crispara, ese fuego era silencioso. Se escondieron atrás de unos arbolillos y yerbas crecidas para ver aquello y que no los vieran y una vez que fijaron su vista en los seres bailando, vieron que eran muy pequeñitos con cara de niños o de muñequitos y cuya vestimenta era: un gorrito echado hacia adelante con un pico curvo, vestidos con pequeños abrigos con un cinturoncito y unos zapatitos de pico hacia adelante y los colores de su vestimenta eran: rojo, verde, azul, colores multicolores en sus ropas. Quisieron ellos mirarse y decirse lo que estaban viendo, pero curiosamente no podían voltear, no podían moverse, tampoco hablar, estaban como petrificados, hipnotizados, el tiempo de esa visión se les hizo eterno. De manera afortunada uno de ellos se había quedado en algún juego rezagado y se fue acercando y, al momento de llegar se sorprendió ante lo que vio y grito:
- ¡Duendes! ¡duendes!
Y entonces como por arte de magia se pudieron mover y cada quien, de manera repentina ante el susto, agarraron sus mochilas con desesperación y sin despedirse cada quien se fue a su casa, que como dicen: aquí se rompió una taza y… cada quien corrió a su casa, pues vivían cerca y la luz se disipo junto con los pequeñitos seres o duendecitos, quedando el parque oscuro ya, el pavor ante lo que habían visto hizo que al otro día al verse los amigos unos a otros con ganas de hablar, no lo hicieran, sino que a la salida cada quien se iba rápido a su casa o pedía que vinieran por ellos y nadie quería volver a ir jugar al parque.
Había un miedo de hablar, de que si lo que vieron fue real o lo imaginaron, pues eso solo ocurría en los cuentos que en la escuela habían leído, ya que curiosamente estos seres se parecían a los dibujos de sus libros ilustrados para niños de los hermanos Grimm, por lo que no le decían a nadie, ya que no les creerían. Salieron de la escuela, pasaron años y varios de ellos al encontrarse, tratando de comentar “aquello”, de lo que ya no se acordaban bien, pero que al parecer habían visto “algo”, de que lo que si vieron fue real o alucinación de niños, ya que algunos de ellos lo recordaban a medias y otros no, solo uno de ellos recordaba todos los detalles en aquel parque y que es quien me lo ha contado.
Y es curioso que digan algunos vecinos que se ven “duendecitos” en ese lugar, quizá esos seres hagan acto de presencia en la noche de warpurgis para pasearse en ese parque. Si en alguna ocasión pasas por el parque de San Lucas y si ves que un niño señala hacia “algo” insistentemente con su dedito ahí en el parque y tú no vez nada, es que está mirando a algún duendecillo, ya que dicen que, curiosamente solo los niños los pueden ver…
Y a si dicen de estas pequeñas presencias en el parque de San Lucas.
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