DON DAVID DELGADO JIMENEZ
CRONISTA DE AZCAPOTZALCO
(IN
MEMORIAM 1919 – 2007)
Información recopilada por Martin Borboa
Don David delgado
Jiménez nació el día 26 de agosto de 1919, hijo de María Jiménez Rocha y José
Miguel Delgado Chávez.
Se casó con Margarita
Lara Aguilar, ambos descendientes de familias nativas de Azcapotzalco. Ellos
procrearon cinco hijos.
En el área
laboral se dedicó a la jardinería; fue extensionista agrícola de profesión.
Como servidor
público, ocupó diferentes cargos, entre los que podemos mencionar:
-
Subdelegado
del Pueblo de San Juan Tlihuaca
-
Jefe
de panteones
-
Intendente
General de la Delegación Azcapotzalco
Gran parte de su
vida la dedicó al servicio de la comunidad, apoyando diversos programas
sociales y culturales.
Fue miembro activo
de diversas organizaciones, entre ellas: Guardias de México, Junta de
Mejoramiento Cívico y Social, Junta de Vecinos, Cronistas de Barrio, Alianza
Revolucionaria de la Tercera Edad, Azcapotzalco en la Cultura, A. C., Alianza
para el Desarrollo Vecinal y Urbano del D.F., Consejo Cultural de la Delegación
Azcapotzalco.
Su único vicio
fue la lectura; su constante interés por aprender, lo llevó a ser investigador
e historiador autodidacta.
En diciembre de
1998, el Dr. Pablo Moctezuma Barragán, lo nombró Cronista de Azcapotzalco y
Asesor del Archivo Histórico.
Al atardecer del miércoles 14 de marzo de 2007, Dios lo llamó a su presencia.
DON DAVID DELGADO JIMENEZ: SU TEXTO “FIESTAS
TRADICIONALES DE DIA DE MUERTOS EN AZCAPOTZALCO” (escrito el 6 de octubre de 1998)
Al principio del
siglo XVI, aun los tepanecas conservaban sus tradicionales costumbres de las
ofrendas a sus dioses, copal y comestibles de la región eran ofrecidos a la
memoria de sus muertos.
La evangelización
de la Nueva España, trae consigo y como meta de los españoles, amalgamar las
costumbres de los aborígenes y encauzarlas a la nueva vida colonial. S
establece en la Nueva España el sincretismo de dos religiones, la Náhuatl nativa y la Cristiana de los
españoles.
Sebastián de
Aparicio, administrador de la Hacienda de Careaga ubicada en las tierras
tepanecas de Azcapotzalco, introduce el 1ro y 2 de noviembre de 1562 las
ofrendas a los muertos, encauzando a los peones en la ranchería, las ofrendas a
sus seres queridos desde esa época.
Cabe hacer
notar que es de significativa
trascendencia, la introducción del uso de la carreta en la Nueva España por
Sebastián de Aparicio. esto trae consigo que el 1ro y 2 de noviembre se difunda
por las provincias de la Nueva España y sea hasta nuestros días el folclor
multicolor de frutas, dulces, alimentos condimentados y bebidas originales del
lugar, que hacen en estos días el asombro de propios y extraños; en Mixquic,
CDMX, Pátzcuaro y Janitzio de nuestra provincia mexicana.
El 3 de noviembre en todos los hogares se levanta la ofrenda, y en canastas de varita que son toda una obra de artesanía, las familias de los pueblos hacen un intercambio de las ofrendas, dando lugar a que se hagan remembranzas de las personas que en otras épocas idas, convivieron en estas tradiciones de nuestro México.
DON DAVID DELGADO JIMENEZ: SU TEXTO “MUERTOS,
CEMENTERIOS Y OFRENDAS. CULTURA POPULAR Y ACUARELA MEXICANA” (escrito en
noviembre 1999)
Se dice que la
vida es un drama y que a veces con frecuencia es sainete y comedia.
Las flores de
otoño adornan la campiña, los cementerios están arreglados con flores, ofrendas
de la cocina y con el licor del agrado del difunto.
La banda lugareña
acompaña el cortejo fúnebre al camposanto del pueblo, entonando el danzón que
le gustaba tanto al difunto, por eso ha dejado a la viuda “Con-movida” y, así
queda “La viuda alegre”.
Hay admiración
por la viuda rica que con profundos suspiros y sollozos llora “lágrimas de
cocodrilo”.
Hablando de
Teatro y drama, desde 1865, año con año se representa “Don Juan Tenorio”, en
honor de la emperatriz Carlota.
Al llegar al
camposanto el viudo busca donde refugiar sus penas, pero con “el segundo
frente”.
El trasnochador
empedernido vela al difunto con cabezas de cerillo porque ya “se petateó”, y a
él no lo espantan con “el petate del muerto”, al fin que la muerte “le hace los
mandados”.
Ya en el velorio
con cuentos del perico o pepito, algunos rompen el baile con aquello de “que te
coge que te agarra la llorona por detrás”.
Las calaveras de
Posada a Don Porfirio en el corrido revolucionario dicen: “si me han de matar
mañana, que me maten de una vez”, y Pancho Pistolas a mí las calaveras “me
pelan los dientes”.
Chava Flores en
el velorio de la vecindad habla de que “cerró sus ojitos Cleto”, “murió, murió
y murió”, o el bravero que “pinta tu calavera”.
Y para José
Alfredo Jiménez “la vida no vale nada, no vale nada la vida”.
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