EL ESPANTAJO DEL
PANTEÓN SAN ISIDRO
Capítulo I
Por: Patricio Garibay
Pues sí… dentro de la profesión me he topado con toda clase de casos misteriosos, casos extraños o tristes, o casos de lo más anodinos y monótonos, como por ejemplo en una ocasión se me comisionó para investigar quién le robaba los focos de la entrada de la casa de un alto funcionario, o cuando me mandaron a dar con el paradero del perro secuestrado de la vieja de un influyente. Pero hay otros casos que rayan en lo absurdo y lo bizarro, como aquel que me tocó investigar en el Panteón San Isidro de Azcapotzalco el año pasado, aquel caso que conservo en mi archivo personal y que titulé como “El caso del Espantajo del Panteón San Isidro”, y de todos los casos que he llevado en mis 25 años cómo agente ministerial, este es uno de los que más me gusta platicar, en reuniones familiares o chupando con los cuates en alguna cantina.
Todo comenzó cuando a Jiménez, al Chato Rojas y aún servidor se nos encomendó trasladarnos al panteón mencionado junto con dos agentes periciales forenses para indagar acerca de la posible inhumación clandestina de dos jóvenes desaparecidos en un bar de la colonia Guerrero, pues habíamos recibido un pitazo que nos indicaba la posible presencia de los cuerpos en aquel sitio, el informe al final fue falso, no encontramos pista alguna de los desafortunados chicos, pero justo cuando nos retiramos del lugar una mujer que con energía tallaba una tumba con un cepillo me grito.
- ¡Oiga señor, señor! ¿Es usted policía?
- Así es, ¿se le ofrece algo señora?.
Le contesté mecánicamente, ella dejó el cepillo, se acercó a mí y como si me
estuviera esperando dijo:
-¡Por fin lo mandaron, ya era hora que investigarán al espantajo.
- ¿Al que?
- Al espantajo.
-¿Qué es eso del espantajo señora?
- ¡Vaya usted a saber lo que sea, para mí qué es un difuntito qué se salió
de la tumba y qué ahora no se puede volver a meter!
- A ver a ver cómo está eso, platíqueme. ¿Usted lo vio?
- ¡Claro que lo vi! y lo vi tan de cerca que hasta choqué con él.
No estaba yo de humor como para escuchar la historia típica de aparecidos de panteón, pero la mujer hablaba con mucha seriedad y a la vez lo hacia con una peculiar gracia que le quise dar mas cuerda preguntándole:
- ¿Cuando, cuándo pasó eso?
- Hace 3 años, una noche de difuntos, yo vine con mis hijos a pasar un rato con
mi marido muertito, de pronto me dieron ganas de ir hacer de las aguas, y me
fui a lo oscurito, atrás de un árbol gordo, y justo cuando di la vuelta, ésa horrible figura salió
de entre la oscuridad y chocamos tan fuerte que me caí de nalgas y hasta rodé
junto con toda mi gordura, le dije una buena grosería y él se echó a correr y
se hundió nuevamente en la oscuridad. Del susto hasta se me quitaron las
ganas de orinar y me fui corriendo toda espantada a decirles a mis hijos, yo apneas podía hablar y tartamudeando les expliqué, no me creyeron que fuese un fantasma, entonces mi hijito Paco que es rete peleonero luego luego se fue
a darse de moquetazos con el aparecido, pero no encontró a nadie. Después nadie
me creyó, dijeron que me confundí y que en realidad choqué con el árbol, pero
yo sé bien qué lo vi con estos ojos que se han de tragar los gusanos.
- ¿Y como era seño?
- Uy, era rete feo, está vestido de negro con un traje todo roído, su cara es
pálida como si nunca le hubiera pegado el sol, pero lo que da más me espanto, es la
barba larga qué le llegaba hasta la barriga, haga de cuenta Santoclos pero feo
y flaco, flaco chupado casi hasta los huesos, un completo espantajo. Pero después de tanto
decirme mis hijas y mis hijos que fueron puras imaginaciones mías, pues terminé
pensando lo mismo que ellos. Pero ¿Qué cree? al año siguiente también en la noche
de difuntos mientras yo iba a buscar agua para las flores escuché que una señora le
platicaba a otra que había visto a un fulano flaco, barbón y vestido de negro escondido
atrás de una tumba. Al escuchar yo lo que decía, me acerqué a ella y cambiamos impresiones, me dijo
que era la segunda vez que lo miraba, y que la primera había sido cuatro años atrás,
cuando lo vio arrodillado y de espaldas recitando
versos al pie de una tumba, y que al mismo tiempo lloraba de una manera tan
triste que la seño se conmovió, y al ir a consolarlo el espantajo se dio la
vuelta y su fea cara aterrorizó a la pobre mujer qué salió disparada corriendo después de
dar tremendo grito, y que el grito también asustó al espantajo pues también él corrió en dirección
opuesta. Cuando terminó de platicarme, llamé a mis hijos para que escucharan lo que decía la señora
y cómo su testimonio coincidía con el mío y, pues al fin no les quedó más remedio que
creerme.
- ¿Pero sólo lo han visto usted y aquella señora?
- No señor, si lo ha visto rete harta gente, vaya usted y pregúntele al velador, él también lo ha visto y en varias ocasiones, pero ya me voy que tengo que recoger a mis nietos de la escuela.
Le dije que así lo haría y me despedí de ella no sin antes pedirle que me dejara su número telefónico por sí necesitaba hacerle más preguntas al respecto. No tenía urgencias pendientes, así que me despedí de mis compañeros y me dirigí a las oficinas del panteón, ahí me presentaron al velador de nombre José López, que según la señora era él que más sabía del asunto. Aquel hombre de unos 55 años lo encontré mientras devoraba una torta de tamal junto con un vasito de café.
- ¿Es usted don José el velador?
- Sí señor, José López para servirle a usted, ¿Encontraron a los chavos?
- No, al parecer fue una especie de estúpida broma.
- Desde la primera vez que vinieron sus compañeros yo les dije mi jefe, que no
encontrarían aquí a los pobres muchachos... ¿Y entonces ya se van?
- Sí pero antes me gustaría preguntarle un par de cosas.- Pues usted nomas pregunte, y yo contesto.
-Hablé con una visitante del panteón, doña Lupe Martínez, dijo que
usted la conoce y me platicó sobre un
tal espantajo qué dicen qué se aparece por aquí.
- ¡Órale mi jefe!, pensé que me preguntaría por las matas de mota que hay junto a
la barda poniente del panteón, hay muchas, pero es que se meten los chingados
muchachos por ahí a tronárselas y tiran
los coquitos ahí, y ya ve que esa caraja hierva luego luego sale. Pero ¿Dice usted
que quiere saber sobre lo del Espantajo? ¿Qué, a poco ahora también la policía
investiga a los muertitos que no encuentran la paz en el otro mundo?
- No se trata de una investigación oficial amigo mío, es algo así como un entrenamiento, así como los boxeadores ensayan con sus sparring, a veces a nosotros los que nos dedicamos a la investigación nos da por entrenar el músculo de la deducción con investigaciones difíciles y a la vez intrascendentes. Así que dígame usted ¿ha visto al tal espantajo? ¿Cómo y cuándo?
-Pero sí claro que lo he visto mi jefe, y sólo de recordarlo se me enchina el
cuero, la primera vez que lo vi fue una noche de luna llena, era el mes de
octubre y la luna estaba gorda gorda, hacía mucho frio y salí a dar mi rondín y a contemplar la noche, de pronto escuché una especie
como de rezos, primero creí que eran unos gatos en brama, pero no señor, era
él, me acuerdo que la luz de la luna rebotaba en la blancura de su cara, de sus manos y
sobre todo de su barba, las tres cosas eran blanquísimas, tanto que parecía como si flotasen en el aire sin un cuerpo que las
sostuvieran, pues está vestido absolutamente de negro, pero en ese momento no
lo noté ni lo pensé así y cómo era la primera vez que lo veía creí que efectivamente
eran solo una cabeza y unas manos flotando en el aire, así que salí disparado
corriendo y no paré hasta llegar a la administración. Le dije a mi compañero que
se puso más nervioso que yo, después de un
momento nos armamos de valor y ambos
fuimos a buscarlo pero ya no lo encontramos por ninguna parte.
Continuara…
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