LLORONA ROJA
Por Diana N. Colín (Grupo Formiga)
En Azcapotzalco es muy sabido que hay una hormiga roja en la
fachada de nuestra catedral, que sube y sube, que pretende alcanzar el
campanario, y cuando lo haga, el mundo
se destruirá.
Es una sentencia terrible, ¿no? Vaya misión que tiene la
pobre hormiga.
No es sólo que se acabará algo, o únicamente la vida de los
humanos, o nada más el centro de Azcapotzalco. Se acabará todo… “te – o – de –
o”…. TODO.
Así está la profecía marcada en el mural de la Calzada Lucio Blanco, casi esquina con Calzada las Armas. El gráfico “La hormiga, la iglesia y el fin del mundo” es muy claro. No deja lugar a dudas. Se ve al planeta sufriendo su destrucción.
Por eso la hormiga va llorando. Su tristeza salada brota de sus ojitos. Se lamenta por ella misma, por sus hermanas hormigas, por nosotros, por todo. No siente hambre, ni le cansa el sol que le da en su espaldita cada día. Ni chance de sufrir por su soledad allá arriba. Sólo llora. Es muy triste su encargo. Es “la llorona roja” del campanario de Azcapotzalco. Unos dicen que la ven en posición de caminar. La verdad es que esta ABRAZANDO al campanario, como queriendo abrazar al mundo entero. Por eso sus patitas están tan extendidas… quisiera cobijarnos a todos.Sus lágrimas le hacen
resbaladizo el muro. Aunque a veces avanza un poco, después resbala y desciende.
Irónicamente al resbalar, nos da un poquito
tiempo más de vida, antes de que todo se esfume en una trágica explosión. Quién
diría que gracias a sus lágrimas, tenemos unos días más…
¡ Aprovechémoslos !
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