EMMA GODOY, PARQUE Y “SINFONIA LITURGICA”
Por Don Nayarito
Cantalicia (Grupo Formiga)
El nombre de Emma Godoy brilla en la historia de México, pues su labor humanista hizo y dejó infinidad de beneficios para que nuestro país y la sociedad, avanzara en la dirección correcta. Uno de los conceptos más importantes que pudo materializar fue el reconocimiento de los derechos de la vejez, de los ancianos, de la tercera edad. Gracias a su esfuerzo se creó el INSEN (Instituto nacional de la Senectud), luego cambió a INAPLEN (Instituto nacional de adultos en plenitud) y después a INAPAM (Instituto Nacional de las personas adultas mayores). Eso ya es bastante, pero hay mucho más detrás de la gran figura de la Doctora Godoy. Comunicadora, sicóloga, filosofa, escritora, etc. Nació en la ciudad de Guanajuato en 1918, y falleció en la Ciudad de México en 1989. Fue vecina de la Colonia Nueva Santa María, Azcapotzalco, muchos años, hasta el final de su vida. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres, en esta ciudad.
El parque “Emma Godoy” está entre la Avenida
Cuitláhuac y la calle Central, al final de la Avenida Platanales, en la colonia
Nueva Santa María. Es un espacio que ella atravesaba a pie de ida y vuelta al
supermercado que en ese entonces era un “Gigante” y ahora es un “Soriana”.
Muchas personas
de esta y otras colonias (Hogar y Seguridad, San Bernabé), atraviesan este
espacio para ir a dicho supermercado que está justo atravesando Cuitláhuac, o
para ir a la parada del camión. Los peatones pasan de un extremo a otro, pero
pocos se quedan en él. Una parte de su
extensión tiene juegos infantiles pero ahí no tiene árboles y el sol cala, (los
tubos metálicos de los juegos llegan a calentarse bastante), por ese motivo están
frecuentemente solitarios.
La otra parte, la
arbolada cercana a Cuitláhuac, tiene bancas,
y una sección techada con mesas y asientos que diariamente acoge a varias
personas, en diferentes turnos, que van ahí a consumir sus alimentos. Parejas, choferes de transporte de valores,
albañiles, mecánicos, ejecutivos etc. Hay algunos que luego de comer hacen
ahí su siesta. Me cuentan que ha llegado a haber festejos de cumpleaños en esas
mesas. Recientemente se organizó ahí un exitoso mercadillo navideño al que
acudí dos días seguidos, al ir por mis medicinas a la Farmacia San Pablo, que
está a un lado. Fue una convivencia vecinal muy linda. Creo que esas bancas y
el techo son el punto más gustado y peculiar del parque, seguramente por la
sombra de los frondosos árboles, pues lo asoleado casi siempre está vacío.
(Algún día cuando se aproveche más la energía solar, este sería un punto a
explotar).
A un lado del comedor techado hay una placa que dice: “En memoria de la Doctora Emma Godoy. Sus vecinos y amigos rinden homenaje a quien fuera destacada escritora, catedrática y precursora incansable del reconocimiento a los derechos del anciano. Azcapotzalco, D.F. agosto 30 de 1992
PO-EMMA GODOY
El siguiente
poema fue tomado de la revista “ábside”,
(revista de cultura mexicana), del primero de septiembre de 1941, volumen 9,
páginas 571 a 573, editada en México. La obra lleva en su nombre la palabra
“litúrgica” que es algo que se refiere a la forma de llevar a cabo una
ceremonia o ritual en una religión, el conjunto de actos que forman parte de
algún culto. El poema canta abiertamente la Fe de la autora. La Doctora Emma Godoy incursionó en muchas
actividades y disciplinas. En esta ocasión deseo compartir una muestra de su
talento lírico, que escribió el 7 de julio de 1941, a la edad de 23 años.
“SINFONIA LITURGICA
I
CUPULA cristalina de tu
monte,
los violines del alba.
Como mecida de álamos
-peldaño por peldaño-, las muchedumbres
blancas;
porque el trueno y el rayo
de tu boca,
y las caídas aguas
de tu solio, mordieron a la
Serpiente Antigua,
engendraron de nuevo la
niñez de las almas.
¡Oh Dios, Dios mío, cítara
de nuestra juventud, por Ti
la escala
-ritmo bajo los pies-, por Ti,
los violines del alba!
II
En el atrio, los árboles
arpegian
sus somnolientas arpas,
y las aves sencillas
pintan un fondo de aguas
de caramillo alegre
del Divino Pastor de la parábola.
Arde el templo a la voz del caramillo.
Es todo el templo casa
de oro por Ti, Pastor, Verbo del Padre,
que tuviste nostalgias
de una oveja perdida.
Por Ti, rescatador de la esperanza,
las agudas trompetas
acribillan luceros con sus lanzas
sacudiendo la vida:
“Toda carne será resucitada!”
Y responde en lo alto desprendida de
arcángeles,
de Tronos, de Virtudes – polifonía de
alas,
contrapunto celeste- :
“¡A aquel que es Santo, hosanna!
Hosanna a aquel que es Santo!
Al que es Santo, ¡hosanna!”
III
El altar de perfumes se fatiga de
incienso,
las multitudes blancas
todas arco, enmudecen.
Y en un aire de ámbar,
ofrece la obligación Melquisedec,
desciende Dios y toma la Ostia Santa.
Silencioso silencio, lago que está
copiando
la eternidad. Silencio en que se abrazan
El que es por siglos, y el que pudo no
ser.
¡Beso de Dios en boca de la amada!
Señor, si soy de arena,
Señor, si sobre el ara
no tengo una paloma;
mi frente no es de escarcha,
mi talle no es el cedro
del Cantar; soy la esclava
venida del desierto.
Señor, ¿por qué me amas?
IV
Allá vienen las vírgenes
-flautas en desbandada-.
Allá viene la nube y llega al monte
(¡Como ríen las flautas!)
su niña desnudez la van cubriendo
con túnicas de oro los violines del alba.
Oh, vírgenes, mirad las multitudes,
comienzan a bajar en olas blancas
del monte Sión con mantos
desceñidos – hermanas
vuestras flores que aun viven en pétalos-
hechas también un coro vertido en la
mañana:
“Nos sació con mieles que las piedras
destilan.
Nos sació con la flor de trigo, áurea.”
Peldaño por peldaño, la cadencia
desciende la montaña.
Termina en una nota sostenida de arcángel
prematuro en boca enlucerada.”
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