MEDICINA TRADICIONAL MEXICANA, UNA LUCHA CONTRA EL OLVIDO.
Por Tonakopiltzin
Taller de Medicina
Tradicional Mexicana y Temazcalli, Faro Azcapotzalco Xochikalli.
Foto Galería: https://tinyurl.com/2f92oq2w
Septiembre, un mes dónde todo
aquel que se dice mexicano porta con majestuoso orgullo el brillante tricolor
que representa nuestros orígenes, nuestras raíces y nuestras tradiciones, las
cuales en estas fechas, toman un respiro para descansar de la lucha constante
por no ser olvidadas como es el caso de
la Tradicional Medicina Mexicana. Y bueno es que puedo afirmar que todo mexicano,
alguna vez en su vida ha sido víctima de un mal de ojo y rescatado por el gran
poder de un huevo de gallina, que por cierto si es de granja o negra tiene
mejor efecto; En mi caso, recuerdo, cuando niña que mi tía siempre nos
“limpiaba” dándonos de dolorosos ramalazos con aquella mezcla de hierbas y en
cada golpe entre el ardor, desprendía tan maravillosa mezcla de aromas para después
rociarnos con algo que parecía alcohol y así estar listos para continuar
nuestro camino libre de malas intenciones.
Hoy la medicina tradicional
mexicana, está teniendo su propia lucha
de independencia, para continuar existiendo a pesar de que los mexicanos
malagradecidos dejamos de creer en ella. En Azcapotzalco hay lugares como el
Faro Azcapotzalco Xochikalli dónde aún se está trabajando para dignificar y
mantener los orígenes de nuestro majestuoso México, dónde a base de talleres
bimestrales y bajo el nombre de Taller de Medicina Tradicional Mexicana y
Temazcalli, se transmite este conocimiento heredado de generación en
generación, quienes como parte de las actividades del cuarto aniversario de
dicho lugar, el pasado Lunes 1 se Septiembre, presentaron una conferencia dónde
el eje principal fue la medicina tradicional como identidad y patrimonio
cultural así como el uso del temazcal desde la perspectivas de los pueblos originarios.
Y es que la medicina tradicional,
va más allá de una limpia con huevo, una
rameada de hierbas o un “remedio” para que el ser amado caiga rendido a
nuestros pies. La medicina tradicional,
en palabras de Angel Alcibar, ponente de
dicha mesa de diálogo expuso: “La medicina tradicional no solo es la herbolaria, sino también el
apapacho y la mente, es hermoso saber que con un simple contacto con la persona
se puede influir en su salud”, de ahí que nuestros abuelos no se permitían ser
tocados por cualquier persona o la razón de porqué un abrazo sincero, puede
reconfortarnos el alma.
La medicina de nuestros abuelos,
junto con muchas tradiciones originarias es resistencia y lucha, tal como lo
mencionaba Cintli Griselda quien es médico
tradicional por herencia e invitada de la mésa de díalogo: “lamentablemente las
parteras originarias en México se están perdiendo, los actuales lineamientos
del sector salud, ha generado que personas se roben el conocimiento y lucren
con él. En nuestro país sólo existen 6 parteras tradicionales, las cuales no
pueden servir, ya que instituciones les ha negado el “permiso” y es así como
los intereses de algunos sectores, intentan acabar con la identidad de éste
pueblo que tanto ama sus raíces.
Más tarde, en las carpas frente
al escenario, Ana María Ramirez, Rosa María Martínez, Carmen Serpio, Juan Antonio
Pérez, Francisca García, Aydee Betancpourt, Maria Isabel Martínez, alumnos del
taller, dirigido por Brandon Palma y La Abuela Irma Hernández; fueron mostrando
sus aprendizajes, respecto al correcto manejo de la Medicina Tradicional, exponiendo
desde el uso de alimentos tan comunes, la elaboración de remedios cómo el Jarabe
de granada, el cuál promete funcionar contra los malestares de garganta, encías
y parásitos estomacales; Así como los beneficios del pepino y el Ajo, que por
cierto, de éste último, se puede echar mano, como afrodisiaco, bañando un
diente de ajo en chocolate y que aseguran puede sustituir a la tan famosa
píldora azul.
Además de la elaboración de
remedios, también se mostró el uso correcto de ventosas y el tan conocido
sobado o masaje contra el empacho, del cual muchos fuimos víctimas por comer de
más, cuando éramos niños, siendo Matías, un niño originario de Azcapotzalco,
quien valientemente decidió ser el paciente de Francisca para ésta exposición y
que esperaba de manera ansiosa el momento en el que “le jalaran el pellejo”.
La atmosfera cálida era evidente,
la familiaridad con la que lo espectadores escuchábamos y revivíamos nuestras
memorias de la niñez permitía compartir anécdotas cómo la de Yesenia que
contaba que ella, había echado mano varias veces de las creencias de su mamá,
cuando su hijo no dejaba de llorar, porque había
pescado un aire o no quería comer, porque seguramente ya se le había pegado
algo en el estómago.
Así transcurrió la tarde,
mientras la personas se acercaban a ser examinadas, esperando encontrar una
solución ideal, entre masajes, remedios, cantos tradicionales y aroma de copal,
se podía sentir la atmósfera mística y sabia de nuestros ancestros.
Finalmente al terminar el evento,
recordé que los abuelos han repetido constantemente que sus tiempos eran
mejores y después de vivir éste día inmersa en sus enseñanzas, en un presente,
dónde el paracetamol me oculta el
dolor de cabeza, pero me destapa una tremenda gastritis, no podría atreverme a
negar que efectivamente, sus tiempos son los mejores.
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