EL NEVADO, DELEITE DE AZCAPOTZALCO
Por Martin Borboa Gómez (Grupo Formiga)
El volcán
conocido como “El nevado de Toluca”
es la inspiración del nombre, ya que de dicha ciudad proviene la familia
fundadora. Esta nevería cafetería opera desde 1945. Es un punto de reunión y satisfacción para los afortunados
parroquianos que por un platillo, postre, café o helado, con gusto ocupamos sus
instalaciones.
El lugar tiene un
tapanco en donde se han vivido emociones y romances. En el hubo una de las dos primeras televisiones a color que existieron
en Azcapotzalco. Una aquí y la otra fue en la Cantina del Dux de Venecia,
en la acera de enfrente. Aquí podían mirarla todos los miembros de una familia,
ya que aquí el ambiente es apto para todas las edades y géneros. En el
campeonato mundial de futbol de 1970 se acercó la televisión en el tapanco a la
parte frontal del negocio, de modo que la gente podía detenerse en la banqueta
a ver los partidos. Los comensales del área del tapanco en esa y otras
ocasiones, por la emoción han llegado a “zapatear”, y el resistente sitio
funcionó como un gigantesco tambor, sonando
el latir del palpitante corazón de los emocionados asistentes. ¡Imagine
usted lector la escena, con las adicionales exclamaciones vocales del coro de
la banqueta! Habrá sido toda una experiencia.
En lo social, esta
nevería cafetería ha hecho una importante labor, ya que ha habido gente de la
calle, sin recursos, sin algo que llevarse a la boca, a la que aquí se les ha
compartido agua, pan o hasta el desayuno. Es
una acción benéfica que aporta al bienestar. Lo menciono porque suele ser
del tipo de obras discretas que no se mencionan, pero que a un individuo le
puede cambiar positivamente la vida. Ya sea porque le alimento el estómago, o
porque al atestiguarlo, nos regresa o confirma la confianza en la bondad humana.
Este tipo de
informaciones como las dos últimas (televisión y ayuda a gente necesitada) no
son comunes conocerlas. Las obtuve en grupo al ser atendido por los
administradores y dueños del lugar, durante la visita guiada en el excelente Recorrido gastronómico que organizó el
Área de turismo cultural de Azcapotzalco, cuyos encargados: Gustavo Aquino, Jorge Dávila y Ericka
Balderas, se lucieron en atención, información y tema. Estoy seguro que
cada paseo que ellos organicen será como éste: informativo, interesante,
aprovechable, alegre y útil.
Mi platillo
favorito aquí es la sopa de tortilla:
abundante, intensa de sabor. El precio es verdaderamente económico: 33 pesos en
pleno 2021. Otra forma de apoyar la cuestión social desde un perfil económico.
En su menú de alimentos tienen una extensa variedad, y su cocina es
esencialmente de comida mexicana. No terminaría de describir los platillos,
pero puedo decir que los hot cakes, las milanesas, los sándwiches, y los tacos
dorados, han sido mis preferidos. Casi no como picante, pero a la exquisita
salsa de sus tacos dorados no hay forma de resistirse. ¡Está para acabarse la salsera y pedir más!
Actualmente están
en la tercera generación que administra, y la cuarta ya participa atendiendo. Inició
como paletería y lo sigue siendo. Justo ese fue el motivo de mi última visita:
disfrutar un “Payasito” de nieve. Es
una preparación de cuatro bolas de nieve o helado, un cono de galleta invertido
que hace de gorro, tres pasitas como ojos y boca, y una cereza como la narizota
del simpático payaso. A mí me gusta mucho el intenso sabor acidito del de
Maracuyá. Aunque el de naranja es mi segundo favorito. Este sabor de helado y el panque de naranja, son dos de los postres
cuya receta proviene desde 1945 en que inició el negocio. La carta de
postres es amplia (copa suiza, tres marías, plátanos con crema, piña con
helado, flan, duraznos o fresas con crema, etc).
Una preparación
peculiar es la de los waffles, que
son de una textura parecida a una galleta, de modo que resiste muy bien a no
remojarse enseguida por el helado que le colocan arriba. Como pretexto para
tener la foto de este artículo, yo elegí helado de café (aunque ese día también
había de vainilla, chocolate, nuez, fresa y mamey). Hubiera podido pedir nieve
(de agua) del que tenían otros sabores, pero creí que el waffle iría mejor con
helado (de crema). Además de las dos
bolas de helado, lleva chantilly, jarabe de chocolate y dos cerezas.
Es una garantía
venir al centro de Azcapotzalco para consumir en este agradable lugar, pues
solo cierran dos días al año, jueves y viernes Santo, el resto del año, abren.
Este negocio
también tuvo por más de 20 años dos sucursales que se dedicaron específicamente
a ser neverías. Una en Atizapán de Zaragoza, Edomex, y la otra a pocas cuadras
de la matriz, en el Jardín de la calle Tepanecos. Ambas se llamaron “El nevadito”, continuando el nombre en
un cariñoso diminutivo. En su momento y por razones que competen a la
administración de aquel tiempo, ambas se cerraron. Pero quedó el nombre,
incluso está escrito en uno de sus refrigeradores a la vista y funcionando, de
manera que no hay porque considerarlo –solo- como algo del pasado. El agua del
día se guarda en ese refrigerador que dice “El
nevadito”, el cual se puede ver desde la banqueta, y queda a la vista de
sus primeras mesas. Y justo frente a dicho “refri” suelo sentarme, pues desde
ahí se ve muy bien a toda la gente y carros que van pasando.
En las mesas de
esta cafetería se han pedido “manos” en matrimonio, se ha dado el anuncio de
que alguien será papá, incluso a clientes que han fallecido y que gustaban
mucho de venir, los han traído en cenizas en su urna. Son detalles que revelan
el cariño de la gente a sus familiares, y de ellos hacia un local que les
brindó satisfacciones, amabilidad, comida que siempre les cayó bien y deleitó
el paladar. Y así como el negocio cuenta ya cuatro generaciones, puedo afirmar
que los comensales, clientes y amigos, igualmente en esas andamos. (El paso del
tiempo es de ambos lados).
Dos fotos
especiales en el local: Una en blanco y negro en donde al lado derecho está el
alma iniciadora del negocio, Doña Rosario
Ortiz, “Doña Chayito”, que compartió el sueño y el esfuerzo con su familia
que ahí la acompaña. Su administración fue de 1945 a 1971. Luego continuó su
hijo Rodolfo desde ese año hasta el
2008. El más joven de esa imagen es dicho hijo, que en la segunda foto a
colores aparece como adulto al centro. La tercera generación administradora
(también con un Rodolfo –nieto- en
la dirección) va de 2008 a la fecha, y como dije, ya en lo operativo participa
la cuarta generación. Otra foto (de diciembre 1949) muestra como era el exterior
del local en esos lejanos ayeres, cuando el negocio apenas tenía 4 años.
“El Nevado” no solo está en el corazón de
Azcapotzalco, sino
también en los nuestros, en nuestras experiencias, conversaciones, nutrición, deleite
y distracción.
Ha sido curioso
cómo, luego de que uno de los actuales familiares pusiera una ofrenda temporal en una pared de la
cafetería, la gente empezó a mirarla, fotografiarla y cuidarla. Cuando llegó el
tiempo en que los dueños pensaron retirar dicha ofrenda, la reacción del
público asistente fue preferir continuarla, de modo que no hubo ánimo suficiente para quitarla, se quedó, y ahora no falta
quien le traiga flores, le acomode tal o cual adorno, o incluso ante la imagen
de la Virgen de Guadalupe, se persigne.
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