LA VOZ DE SUS RECUERDOS,
A TRAVES DE PERSONAJES DE MI BARRIO.
Micaela
Elizalde y Sabas Gómez Picasso fotografía donada por José Luis Pizarro Gómez.
JOSÉ GÓMEZ ROMERO
Para los habitantes de Santa Apolonia Tezcolco, en
particular José Gómez Romero, en Santa Apolonia todos eran alfareros, tenían un
horno al fondo de sus patios y un pozo, algunos tenían una capillita. El último
alfarero también era músico, practicaba la fe y la música cristiana, tocaba
hábilmente un salterio. El nombre del último alfarero de Santa Apolonia fue
Leonardo Romero, mucho tiempo en la calle de Santa Apolonia hasta Santa Cruz
Acayucan se elaboraron todo tipo de ollas, el último taller cerró entre los
años setentas y ochentas. Cabe señalar que no realizaban objetos decorativos,
como se hacía en otros barrios, sino solo eran ollas para cocer frijoles y
café, no eran productos de Talavera ni barro muy decorado, solo jarros y ollas
para uso cotidiano.
Pablo Romero fue mayordomo de la fiesta de Santa
Apolonia. En el tiempo que Pablo Romero fue mayordomo había un cura que era
borracho que tuvo un accidente fatal al caer del techo de la iglesia nueva,
otros vecinos refieren que cometió un suicidio. En esta zona de Santa Apolonia
hubo muchos precursores de la Revolución, uno de ellos fue José Guadalupe Gómez
Romero y Leonardo Romero que se unieron a la defensa con Villa.
Leonardo Romero se fue a la bola con Villa para luchar
por la libertad y un día de abril regresó triste a lo cual le preguntaron, ¿Por
qué no sigues luchando en contra de los caciques y a favor de la Revolución,
con nuestro gran General Villa? A lo que exaltado respondió “Ese Villa quería
que lucháramos por la patria y solo nos daba de comer pinole y palomitas de
maíz”, así no se puede pelear por la libertad.
ENRIQUETA PIZARRO.
Ana
Marisol Resendiz Pizarro
En este barrio algunos vecinos relatan que lo que
ahora es el Eje tres norte esquina con Ferrocarriles Nacionales, fue en su
tiempo una gran hacienda que ocupaba los terrenos que posteriormente fueron
expropiados para la creación de dicho eje vial, (estuvieron escarbando los
terrenos antes de comercializarlos), buscando tesoros posiblemente ocultos de
la época revolucionaria. El Eje 3 norte era tan solo una pequeña calle en la
que los autos circulan en ambos sentidos.
Los vecinos refieren que existía el jardín de niños México
ubicado en Av. Aquiles Serdán, los padres de familia llevaban a los pequeños a
recibir educación básica, esa institución desapareció cuando vendieron los
terrenos, los cuales fueron comprados por unos empresarios que construyeron un
restaurante de nombre Wings, con un bar llamado el Varón Rojo, contaba también
con una sala de juntas y un gran estacionamiento, tiempo después está
construcción fue demolida y en su lugar se edifica una plaza comercial en el
año 2017.
Doña Queta dice que nació en el 1957, toda su vida ha
vivido en el barrio Santa Apolonia Tezcolco, ella refiere que los vecinos
vivían con miedo pensando que la refinería iba a explotar, observando todos los
días el mechero encendido de la misma, ella comenta que se siente muy alegre
pues ahora los terrenos donde se ubicaba la refinería son un parque ecológico
denominado Bicentenario.
También recuerda una escuela llamada Patria a la que
asistían muchos niños de este barrio, era una casona muy antigua que se
consideraba un monumento histórico, se ubicaba frente a la iglesia de la
Conchita, desafortunadamente un día sorpresivamente la empezaron a demoler, por
lo cual todos los vecinos lamentamos su desaparición.
Evoca con gran nostalgia al carrito de las nieves que
vendía helados con mermelada y coco, el cual llamaba a los clientes tocando una
campanita que todo mundo identificaba, los niños podían salir a la calle a
cualquier hora sin peligro alguno para comprar su cono de nieve.
No había tanta pobreza porque teníamos nuestra casa
propia y a pesar de no tener grandes recursos en los barrios más alejados del
centro de la ciudad había vendedores que llegaban hasta los domicilios a
entregar: pan, tortillas, leche. Una de las vendedoras doña Petrita pertenecía
al barrio. Otros vendedores entonaban canciones para vender su mercancía por la
calle Tochtli, la dinámica de las ventas era muy diferente, el carrito del pan
y de los helados se anunciaba, todavía hace pocos años el de los helados se
anunciaba con una música circense y algunas otras tiendas anunciaban sus
productos generalmente alimentos con canciones.
En aquellos tiempos la clase media contrataba los
servicios de mujeres de otros pueblos que trabajaban como empleadas domésticas
con un bajo sueldo, a pesar de ello llegaban a formar parte de la familia,
dormían y tomaban sus alimentos en la misma casa, pero en la cocina.
Las tortillerías no eran como las de ahora. Antes en
lugar de una máquina, tenían un comal grandísimo alimentado por leña y las
tortillas se hacían a mano.
En 1962 llegó Kennedy a México, hay que recordar que
fue un presidente muy carismático, cuando se supo de su muerte el 22 de
noviembre de 1963, fue una noticia trágica, su fallecimiento impactó mucho a la
gente de este barrio que simpatizaba con las ideas de dicho mandatario.
Pasaba muy cerca de aquí un tren de pasajeros, un tren
carguero que transportaba trigo y maíz; había golondrinas que se alimentaban
del maíz que caía del tren. Doña Queta recuerda a su abuelo el médico Sabas
Gómez Picasso que era homeópata y tenía su consultorio en este lugar, mucho
tiempo atendió la salud de los vecinos y era muy apreciado por todos. Él decía
que en el Jardín Hidalgo había dos esculturas representando unos leones que
desaparecieron y fueron sustituidos por otros más pequeños y menos bellos que
los anteriores.
LA BÚSQUEDA DEL TESORO.
Ana
Marisol Resendiz Pizarro
Cuando se hizo el Eje 3 norte, se cuenta que los
albañiles encontraron: uniformes militares que posiblemente pertenecían al
ejercito realista, ollas de barro repletas de botones de oro, doblones,
centenarios, rosarios entre otros objetos preciosos.
La señora Enriqueta comenta que el
señor Ernesto decía que había mucho oro que fue escondido durante la
Revolución, doña Queta refiere que debido a rumores de los tesoros escondidos,
muchos vecinos de los más antiguos del barrio antes de comercializar sus
terrenos contrataron excavadoras para verificar la existencia de supuestos
tesoros escondidos en las haciendas antes de ser fraccionadas en múltiples
lotes, estos vecinos dicen que no se encontró nada sin embargo muchos de ellos
compraron casas y carros.
Las actividades principales del barrio eran la
agricultura, la ganadería, había muchos establos que se extendían hasta la
Calzada Camarones. No había drenaje, al desaparecer ranchos y haciendas se
construyeron grandes vecindades para atender la demanda de vivienda de la
creciente población.
Entre otras cosas doña Queta recuerda con nostalgia,
diciendo que la modernidad afecto en gran medida a los descendientes de los
hacendados y los antiguos residentes del barrio que vinieron a menos y estaba
que poseían grandes tierras que fueron expropiadas o vendidas en diversas
ocasiones como la del Eje 3 que solo era una pequeña callecita, por ejemplo a un lado del Jardín de Niños “El
niño Huichol” fue expropiado el terreno donde estaba un aserradero, el resto
era un hermoso campo lleno de lagunas y hundimientos de terreno.
Dibujo:
Alejandro Ortiz Quintero.
MARÍA MICAELA PIZARRO GÓMEZ
Ana
Marisol Resendiz Pizarro
Me llamo María Micaela Pizarro Gómez y soy oriunda de
este barrio. Originalmente aquí era una hacienda llamada Santa Apolonia, dicho
ranchito se ubicaba entre Ferrocarriles Nacionales y Camino a Santa Cruz
Acayucan lo que es la prolongación de la calle Tochtli.
Nos contaba mi mamá Leonor Gómez Elizalde que en los
tiempos de siembra o cosecha se hacía una gran festividad con un sentido de
celebración similar a los que las veintenas eran para los tepanecas las fiestas
agrícolas que celebraban los antiguos mexicanos.
Mi abuelo el Doctor Sabás Gómez Picasso era el caporal
de dicha hacienda y también el encargado de organizar dichas festividades; él
siempre nos contaba una triste anécdota donde se ejemplificaba la pobreza de la
época la cual consiste en que muchos de los habitantes originarios que asistían
a dicha celebración utilizaban ropa de manta sin adornos y un morral de manta
donde guardaban tacos y tortillas para poder alimentar a su familia, no usaban
zapatos, solo unos huaraches.
Mi abuelo encontró algunas necesidades en la región
motivo por el cual ejerció con mucho gusto su profesión de médico homeópata
atendiendo a la gente del barrio además también era el encargado de salud de
los animales del rancho, por ello se encargaba de curar a las vacas de empacho
cuando habían comido zacate caliente. En la granja de Santa Apolonia teníamos
distintos animales como: vacas, caballos, gallinas, guajolotes, gansos, patos,
palomas, cerdos y hasta un toro que se llamaba Samuel.
Contaba
mi mamá que tenían una cerda tan enorme que al caminar serpenteaba en el patio.
Nuestro patio tenía una parte de techo de vigas a lo que se
llamaba techo estilo catalán donde hacían nido las
palomas.
Este barrio es muy húmedo porque era un lago lo que
provocaba que las casas se llenaran de unos insectos llamados palomillas. Al
recordar como era mi casa siento mucha nostalgia al recordar como mi abuelita
tenía en el corredor tablones llenos de hermosas macetas que se hacían con
pedazos de platos rotos y espejos que eran propias de la época a mi abuela le
encantaba tener la casa llena de plantas pues eso propiciaba la llegada de las
golondrinas y otras aves.
Indagando
en mis recuerdos me acuerdo de una prima de mi abuelo que era una anciana
cuando yo era niña, a la que le decían Dorita y nos contaba que en el arroyo
que pasaba por lo que ahora es el Eje tres, en el cual había carpas y muchos
acociles que fue lo que le dio el nombre al metro camarones; fue un lugar que
participo activamente en la revolución, algunos vecinos del barrio platican de
los tesoros enterrados en el mismo pero también Dorita contaba que los rebeldes
ahí escondieron las armas cuando venían huyendo del ejercito realista, armas
que junto con tesoros y uniformes realistas fueron encontrados en el cauce del arroyo
y en los alrededores, ya que Azcapotzalco participo activamente en la lucha
revolucionaria como también fuimos la sede de la última batalla de la
Independencia. Cabe señalar que Pancho Villa vino a juntar gente para la bola,
algunos de los Gómez y los Romero se fueron con Pancho Villa.
Este
lugar era un paraíso maravilloso con chinampas y milpas, en ese tiempo no se
sentía tan duramente el hambre, pues había muchas plantas comestibles
principalmente la milpa. Pero todo ha cambiado transformándose y reflejándose
en cada una de las calles de ciudad de México. Por ejemplo en este barrio había
solo pequeñas callecitas que se inundaban una vez al año, el drenaje era pésimo
y por todos lados había mucha basura, nuestro entorno se volvió tristemente
folclórico ya que en el porfiriato llegaron las pulquerías, las cantinas y con
ellos llegaron los borrachitos y los jóvenes se la pasaban de vagos jugando
cascaritas de fútbol, pero no de un modo inocente sino todo a través de las
apuestas callejeras, que a veces eran por unos cuantos pesos o por unos chescos
(refrescos), después de que nuestro barrio había sido un vergel se convirtió en
una romería que completaba la experiencia barrial con hambrientos perros
callejeros en cada esquina, y uno que otro peladillo gritando groserías, se
perdieron las buenas costumbres que tenía la gente que vivió en las rancherías.
Pero
vayamos a otro asunto importante que es la fiesta de Santa Apolonia que se
celebra cada 9 de febrero al inicio de dicha celebración que antes duraba alrededor
de ocho días; la fiesta comenzaba cuando el mayordomo se encargaba de recoger
en efectivo donaciones de los fieles para realizar dicha fiesta, que se
engalanaba con la quema de juegos pirotécnicos, alegres bailables, palo
encebado que en la parte de arriba tenía cinco morrales que contenían despensas
que el ganador se las podía llevar a su casa, box, carreras en bicicleta que se
adornaban con papel china de distintos colores, también íbamos a ofrecer flores
a la virgen, había muchos fieles ya que desde las 10 de la mañana había misas
para todos los dentistas porque Santa Apolonia es su patrona. Recuerdo con
alegría como desde temprano lanzaban cohetes, le tocaban las mañanitas a la
imagen, había música de banda y en medio de la algarabía de la gente sacaban a
peregrinar por todo el barrio a la imagen acompañada de los fieles y de las
mojigangas que son muñecos hechos de alambre y tela manipulados por una persona
que se mete en ellos había dos muñecas, un muñeco, dos tortugas y un diablo o
al menos eso creo.
Por último, recuerdo a mi tío abuelo
Miguel Gómez Elizalde que nació el 14 de abril de 1931 y fue hermano de mi
madre Leonor Gómez Elizalde, en el año de 1947 estudio en la secundaria
nocturna y después fue profesor de secundaria y director que entre otras cosas
sembró 200 árboles en este barrio y se dedicó a cuidarlos en cuerpo y alma
después de los estragos de la deforestación que nos trajo la modernidad así
como la construcción del ferrocarril y finalmente la eje vial. Y culminó sus
estudios de derecho en la UNAM.
Leonor Gómez Elizalde. Leonor Gómez Elizalde.
Miguel Gómez Elizalde. Miguel Gómez Elizalde. Miguel Gómez Elizalde.
Luisa Elizalde (Dibujo al carboncillo) Miguel Gómez
Elizalde.
Miguel Gómez Elizalde Cantina en Santa Apolonia.
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