Colectivo Cultural Pueblo de San Martín Xochinahuac
Tlazohcamati miyac Copalcoahuitl
Llegaste de Perú hace más de 500 años, los hermanos
sudamericanos compartieron tus bondades, llegaste y como suele pasar con todo
lo que conoce a nuestro hermoso país, decidiste quedarte y ser mexicano. Y
crecieron miles de árboles de pirul en todo el territorio.
Tu ancho tronco, tus fuertes ramas, sostuvieron los pies
de aquellos niños que trepaban, y aunque algunos al caer sangraban, el menjurje
que brindaban tus hojas, los sanaban.
Eso es parte de las celebraciones de la infancia. En el pirul se cuelgan
piñatas en cumpleaños y posadas, y porque no, también se llegó a colgar a aquel
traidor de Jesucristo en semana santa y se defiende el honor con cerbatanas y
resorteras desde la trinchera de sus ramas.
Manos, brazos y piernas regresan a casa, después de una
tarde de juegos, embarrados de una sustancia pegajosa que huele a las aventuras
en el pirul. Un olor a madera penetrante con mucho de pimienta, un poco de
clavo y algo de resina
Las ramas y hojas cuelgan del árbol como desmayadas, como
si no tuvieran voluntad. Sin embargo, en cuanto el viento sopla, comienzan a
moverse mágicamente, barriendo con su vaivén una dimensión invisible.
Atestiguan un cotidiano regreso a la vida desde el inframundo y tal vez por
esta habilidad de traspasar la muerte, el pirul se usa comúnmente para alejar
espíritus o recuperar la salud en todo tipo de baños curativos, limpias y
rituales.
Tiene 10, 20 y hasta 50 usos medicinales y cosméticos,
como si fuera tónico milagroso que anuncia un merolico de feria. Es bueno para
los pulmones, el hígado, el riñón y la vejiga. Cura “las reumas” y alivia la
constipación. Cicatriza heridas y suaviza los dolores de cabeza, garganta,
piernas y muelas. Mejora la vista y ayuda a adelgazar, y hasta combate esas
enfermedades de las que nadie quiere hablar, esas que se contraen en momentos
de fiebres y calenturas que queman el cuerpo y el alma.
Por su alta vibración, libera de todo tipo de maleficios,
envidias y malas intenciones.
Y es por todas tus bondades, por todos tus conocimientos,
por toda la sabiduría que traes contigo, pero sobre todo, por ese abrazo que
recibimos de tus ramas, que te lloramos hoy; terrible día 18 de julio, fecha en
la que decidiste caer, decidiste dejar de brindarnos tu sombra y tu protección
de todo lo malo que nos puede llegar a aquejar en nuestros corazones.
Tu partida ha sido dolorosa en todos sentidos, ya que
contigo se fueron recuerdos, sueños, la ilusión del primer beso, el descanso de
los mayores, el cobijo de las aves en las lluvias, el refugio de un gatito o
perrito abandonado, el punto de reunión de los vecinos, de celebraciones
religiosas, de alguna ruptura, de alguna perdida, viste y cobijaste a muchos
nativos del pueblo, así como a vecinos aledaños. Y aun después de haber
decidido caer, fuiste la alegría para algunos niños que te treparon por última
vez.
La comunidad del pueblo de San Martín Xochinahuac que te
adopto sigue llorando, sigue lamentando el no haber podido hacer más por ti,
replantarte, levantarte, todo un sinfín de pensamientos pasaba por las mentes
de aquellos que disfrutaron de tu sombra, de tu magnificencia, de todo el esplendor
del que fuiste parte en sus memorias. Hoy no nos queda más que decir a los que
vivimos “junto a las flores” Tlazohcamati
miyac Copalcoahuitl (Muchas gracias árbol pirul). Por llevarte toda la energía negativa y no dejar que nos hiciera
mal.
Felicidades Mary muy buena crónica del árbol que en algún momento nos cobijo, gracias
ResponderEliminarMary mis respetos
ResponderEliminarEs una muy sensible biografía de un ancestral ser querido, que nos deja conocer algo de lo MUCHO que significó y significa está verde presencia en su pueblo y en su corazón. Muchas gracias por compartir algo tan sensible (pero lamentablemente tan trágico).
Un abrazo al Colectivo.
Ojalá en otro momento haya ocasión de conocer un suceso luminoso de su localidad también
Saludos. Martín Borboa