sábado, 13 de julio de 2019



PROPUESTA DE DAR NOMBRE A UN ESPACIO PUBLICO: LA “PLAZA TRIGARANTE”

Por: Martín Borboa

Entre la explanada de la alcaldía y la biblioteca Morelos y Pavón, (separados por la calle Jerusalén) hay un espacio público renovado en 2018 que tiene un gran mural hecho con mosaicos pintados a mano, que refleja el momento de la batalla de Azcapotzalco, en su episodio frente a la Parroquia. Un grupo Trigarante en esfuerzo heroico intenta rescatar un cañón atorado en el lodo, situación que dio lugar a que estuviera expuesto y vulnerable el militar zacatecano nacido en el rancho La Pachonda Encarnación Ortiz, (alias el “El pachón”, al igual que sus hermanos Matías y Fernando, “los pachones” o “pachondos”), acto en que las balas le arrebataron la vida. La obra está firmada por R. S. Ayala en el año 2017.
     
Si el mural se terminó en 2017, y el espacio público (aun sin nombre) se terminó de remodelar en 2018, yo propongo que en 2019 se le asigne un nombre a dicho lugar, “Plaza Trigarante”.

Esta muy cerca el bicentenario de la consumación de la independencia efectuada en septiembre de 1821, y si esta alcaldía fue un escenario destacado en dicho logro nacional, sugiero que se dé nombre a este espacio, y sirva de catapulta para subrayar todo lo que en la alcaldía aporta y significa dicha batalla.
El argumento para hacerlo, se puede explicar en breves líneas, las cuales sugiero se coloquen en una lámina o muro para conocimiento del que pasea en dicho lugar.
“Azcapotzalco fue escenario de los últimos enfrentamientos armados entre Realistas y Trigarantes, antes de la Firma de los Tratados de Córdoba el mismo agosto de 1821, y sitio de la batalla más cercana a la capital de la Nueva España previa a la gloria independentista”.
Este argumento, a prueba de toda investigación documental rigurosa, destaca el valor pacificador de aquellos Tratados, el significado de haber estado los Trigarantes más cerca que nunca de la capital novohispana, y la vocación de este territorio azcapotzalquense por la libertad.

Además, la bandera Trigarante que se ha plasmado en dicho mural, es la más grande que he encontrado en todo el país -fuera de un museo-. He visitado con este objetivo Córdoba, Iguala, Durango, Teloloapan, la Ciudad de México, Morelia, entro otros, y en espacios públicos a nivel nacional, me parece que Azcapotzalco ostenta la bandera de las Tres garantías más grande, en un muy digno espacio, al cual propongo desde ahora, nombrar en un acto solemne como “Plaza Trigarante”.
Así, si otros poblados, otros gobiernos, otros ciudadanos, desean unirse a la conmemoración futura del bicentenario en 2021, sería mención obligada lo que aquí en Azcapotzalco se conmemore y trascienda. La otra opción es seguir sabiendo solo nosotros, lo que aquí aconteció, y darnos cuenta que nadie más en la periferia de la ciudad o en el país lo sabe.
Por último deseo mencionar, que aunque la significativa batalla en Durango fue posterior (30 de agosto de 1821), el proceso pacificador y de acuerdos que se logró en Córdoba con la firma de los Tratados entre Agustín de Iturbide y Juan de O´Donojú, los más altos mandos de ambos ejércitos, el 24 de agosto, la deja en una lista diferente, siendo la última la de Azcapotzalco.

Para cuando se dio el hecho de armas en Durango, ya habían firmado seis días antes un Tratado que otorgaba a la Nueva España su calidad de independiente (punto 1 de dicho Tratado), y reconocía un solo obstáculo situado en la ciudad capital, -en ningún otro lado-, y lo dice en su último punto, el 17: “Siendo un obstáculo a la realización de este tratado la ocupación de la Capital por las tropas de la Península, se hace indispensable vencerlo; pero como el primer Jefe del Ejército Imperial, uniendo sus sentimientos á los de la Nación mexicana, desea no conseguirlo con la fuerza, para lo que le sobran recursos, sin embargo del valor y constancia de dichas tropas peninsulares, por falta de medios y arbitrios para sostenerse, contra el sistema adoptado por la Nación entera, D. Juan O´donojú se ofrece a emplear su autoridad, para que dichas tropas verifiquen su salida sin efusión de sangre, y por una capitulación honrosa”.= Villa de Córdova 24 de agosto de1821”. Y de hecho así fue, O´Donojú parlamentó con la máxima autoridad peninsular en la capital, Novella, luego platicaron ambos con Iturbide, y así se ganó la capital, y la nación.
De modo que el posterior enfrentamiento en Durango, aunque con gran significado, queda en una lista aparte, posterior a la firma en que se aceptó la independencia mexicana el 24 de agosto.

INVENTARIO ARTISTICO CONMEMORATIVO DEL ÉXITO TRIGARANTE
Para abundar en el tema, a continuación expongo algo más en relación a la batalla de Azcapotzalco. En publicaciones anteriores de esta revista electrónica “La Hormiga en línea”, ya se ha hablado con detalle de dicha lucha armada, y por ello no repetiré la narración.
Lo que deseo aportar es un breve inventario de expresiones artísticas que dan cuenta de aquel suceso, cuando la bandera Trigarante ondeó en el territorio de nuestra actual alcaldía, y lo hizo para gloria de la anhelada independencia. Las expresiones artísticas que logré retratar son pintura mural, mosaico pintado a mano, escultura, y placa con letras en bajo relieve.

1.- NOMENCLATURA AVENIDA: Cabe decir que en la alcaldía existe la avenida con el nombre de Encarnación Ortiz, la cual tiene varias cuadras de largo y contiene un espacio de juegos infantiles que se llama también Encarnación Ortiz. De hecho a lo largo de la arteria hay varios espacios lúdicos y deportivos, incluyendo una cancha de básquetbol y otra de fútbol.


2.- MURAL DE MOSAICOS Y NOMENCLATURA: Veamos las fotografías de la zona del Puente de Guerra. La calle lleva ese nombre, y el mural expresa que ahí fue la penúltima batalla, el día 19 de agosto de 1821. En él se plasmó la imagen del puente que no se llamaba así. El acto le dio nombre.
  
  


3.- PLACA: En la fachada de la Parroquia de los Santos Felipe y Santiago, está la placa colocada en 1921 para conmemorar la batalla. Con tristeza puedo decir que el hecho es medianamente conocido en esta alcaldía, y bastante ignorado en el resto de la ciudad y del país.


4.- MUSEO Y CEDULA FUNERARIA: En el Museo de Azcapotzalco, hay un espacio en donde se toma el tema. La cédula explica los hechos de guerra acontecidos en el centro de la alcaldía, y agrega una copia parroquial.


En ella se lee: “En 20 de agosto de 1821 se le dio sepultura en esta parroquia de Azcapotzalco al cuerpo de don Encarnación Ortiz (alias el Pachón) el que falleció en el ataque de este pueblo el diez y nueve en la noche y se sepultó en compañía de otros veinticuatro que fallecieron en la misma noche que el que era capitán del Ejército de las Tres Garantías, casado y que fue con… No se confesó, ni restó ni pagó fábrica y lo firmé. Josef (ilegible) Cura”

5 MAQUETA: Dentro de la Casa de Bombas, donde se aloja el Archivo histórico de Azcapotzalco, hay una maqueta grande que retrata la escena de la batalla en su momento frente a la Parroquia. Fue elaborada por V. Manuel Arellano García.




6 MURAL: Afuera de la Casa de Bombas hay un mural tan alto como la construcción, que igualmente escenifica la batalla frente a la Parroquia, la cual está a unos pasos de este edificio. Ese mural fue elaborado por (Arte) Enrique Martínez Maurice (Diagramación) Martinheli Jarillo Yáñez (Asistentes) Cristina Dorantes, Ricardo Salazar Piñón, Iván Duque Dávila, La voz




7 ESCULTURA: El el atrio de la Parroquia se encuentra un monumento a Encarnación Ortiz junto al cañón que intentó rescatar para impedir que quedara en manos enemigas. Elaborado por Raúl Basurto Juárez y colocado aquí el año de 2010.

  
 8 LITERATURA: “LAS TERTULIAS DE LOS MUERTOS ANTIGUOS Y MODERNOS” Para acompañar los registros con que deseo hacer un incompleto inventario de lo que en Azcapotzalco conmemora su batalla, he copiado un fragmento, casi la mitad, de “LAS TERTULIAS DE LOS MUERTOS ANTIGUOS Y MODERNOS”, escrita por José Joaquín Fernández de Lizardi, publicada en “Obras, XI folletos, 1821 -1822, UNAM, Colección Nueva Biblioteca Mexicana, ed. 1991”.


El coronel Concha y don Encarnación Ortiz

“ORTIZ:                  ¡Oh, señor coronel! ¿Con que ya vino usted a visitar estas moradas lúgubres, depósitos de sombras y eternos receptáculos de la verdad?

CONCHA:            Si, amigo Pachón, y asin saber como, me hallo confinado a estos mundos enteramente nuevos para mi.

ORTIZ:                  Los son para cuantos llegan tan pronto como usted.

CONCHA:            En verdad que todo me es extraño. Ahora treinta días, no podía yo acostumbrarme en el mundo de la mentira a cosas que ya me voy acostumbrando.
Más en verdad señor Pachón, que usted vino con anticipación a estos lugares sombríos, enviado por mis valientes tropas, la noche del 19 de agosto en el pueblo de Azcapotzalco.

ORTIZ:                  ¡Valientes! ¡oh! Si lo serán, pero mi muerte no fue efecto de su valor, sino de la suerte.

CONCHA:            ¿Cómo de la suerte?

ORTIZ:                  Así: en una noche muy lóbrega, nadie de vuestros soldados podría decir, yo maté al Pachón. Amigo, era difícil que me hubiera tocado unabala entre la granizada de ellas que nos disparaban, parapetados en el cementerio y azoteas del pueblo.

CONCHA:            El parapetarse no arguye cobardía, antes sí, buena disposición en un general que debe cuidar su tropa cuanto pueda.

PACHON:            No lo niego, pero más valor manifiesta la tropa que acomete al enemigo dentro de sus trincheras y sin más antemural que sus pechos. Si yo hubiera estado tras un parapeto no hubiera muerto esa noche, pero tengo la gloria de que morí cumpliendo con mis deberes.

CONCHA:            Usted murió por arrojado, pues el cañón que quiso sostener no era su arma.

PACHON:            Todas las armas son del soldado y, si fuese dable, debía saber manejarlas todas, para usarlas en su caso. Yo le aseguro a usted que si la mala suerte no me dirige la bala con tanta anticipación, siempre se llevan ustedes el cañón de a ocho, pero se lo llevan descargado, y a costa de algunos muertos más, pues no me era desconocido el manejo de la artillería.

CONCHA:            Me dicen que usted murió con l amecha en la mano.

PACHON:            Y sintiendo no haber disparado el cañón.

CONCHA:            Fue en usted una temeridad viendo el cañón atascado, con las mulas y os artilleros muertos, dejar el caballo y aplicarse solo a su servicio.

PACHON:            Yo no tuve tal acción por temeridad, sino por obligación, y algunos soldados que han venido por acá después que yo, me aseguran que mis jefes y todos mis paisanos han alabado mucho lo que usted llama arrojo, apellidándolo de valor sobresaliente y heroico.

CONCHA:            Si los paisanos de usted son pródigos en alabar, y su gobierno en dar honores. Yo creo que dentro de poco le darán a los descendientes de usted un famoso escudo de armas.

PACHON:            Si, ¿y cómo será el tal escudo en concepto de usted?

CONCHA:            Se lo pintaré a usted según el arte heráldica. Dividido el escudo en sus cuatro áreas, la primera será de gules, la segunda azur, la tercera sinople, y la cuarta, sable. En la primera se colocará del primer esmalte un brazo al pie de un cañón con una mecha encendida y…

PACHON:            Poco a poco señor coronel. Hábleme usted en castellano, porque yo no entiendo nada de cuanto dice. ¡Vea usted y qué se yo de áereas, ni gules, ni sures, ni nada de eso! Hábleme de modo que nos entendamos francamente.

CONCHA:            Las que yo uso son las voces propias de la arte heráldica o del blasón. Áreas se llaman los cuatro cuarteles en que se divide el escudo. Gules se llama el color rojo, azur el azul, sinople el verde y sable el negro.

PACHON:            ¿Pues no hubiera sido mejor que hubiera usted dicho: el escudo se partirá en cuatro partes, una colorada, otra azul, otra verde y la última negra, y no esos sinoples y sables? Yo no entiendo por sable sino la espada con que he peleado en campaña. Pero dejándonos de boberías, yo para nada necesito esos distintivos de la vanidad de los vivientes, porque aquí, como usted irá mirando, todos somos unos y solo se distinguen por sus méritos los que habitan estas regiones, de manera que, aunque vea usted que yo a muchos les dé los tratamientos que tuvieron en el mundo, es porque usted los vaya conociendo, pero aquí no se usan tratamientos.

CONCHA:            Así lo he conocido, pues usted no me ha dado señoría.

PACHON:            Ni usted la ha menester, como ni yo el escudo. A mis hijos si pudera servirles tal distinción, -porque en el mundo todos son locos y es fuerza que los cuerdos, que son los menos, se sujeten a las preocupaciones de los locos que son los más-, par apasar la vida con algún alivio y honor.  A más que no creo que se le hiciera a mi familia un favor extraordinario con darle un cuadrito pintado, como usted dice, con un brazo con una mecha encendida al pie de un cañón y un letrero que dijera: Murió al pie del cañón en defensa de su patria. ¡oh! semejante figurilla y estas palabras, juntas con un pliego impreso y autorizado que refiriera mi muerte, al que creo que ustedes laman diploma, sería un aliciente para que mis descendientes me imitaran y para que los demás se llenaran de una noble emulación.
Con estas frioleras, que no cuestan un real, pueden los gobiernos sabios premiar el 
verdadero mérito y animar a los ciudadanos a emprender acciones heróicas.

CONCHA:            Pero ¿Cómo quiere usted señor don Pachón o señor don Encarnación Ortiz, que se le conceda un escudo de armas, propio solo de las familias ilustres, cuando su nacimiento y principios son humildes?

PACHON:            Vaya, vaya, señor don Concha, que ésas son las preocupaciones de la rancia España, y por las que el famoso Cervantes, escribió su tan bien aplaudido Quijote.
Amigo, los premios no deben recaer sobre las cunas, sino sobre los méritos de los hombres. Los romanos fueron los mejores políticos que ha conocido el mundo, y libraran los honores a quien los merecía, sin preceder informaciones de hidalguía y limpieza de sangre, lo que ha sido, me parece, privilegio exclusivo de los antiguos españoles. Digo los antiguos, porque los de hoy creo que piensan con más cordura.
Las acciones grandes hacen al hombre grande; las distinguidas, distinguido; las virtuosas, virtuoso; y las infames, infame, sea quien fuere las haga, y todo lo que se desvíe de estos principios eternos, es locura y quijotismo con el que jamás pasarán los americanos de brutos si lo siguen. ¿Me entiende usted señor don Manuel? Mientras que los premios recaigan sobre las cunas ilustres, los grandes caudales, los relumbrones, y no sobre los méritos legítimos ni las acciones virtuosas, no crea usted que habrá muchos héroes en España ni en la América, sino muchos quejosos del gobierno y muchos farolones inútiles que ni honrarán las armas ni las letras.

CONCHA:            Yo admiro el estilo de usted, seguramente no se explicaba así en Azcapotzalco.

ORTIZ:                  Yo no tuve escuela ni erudición en el mundo de la mentira, pero en éste nadie desconoce la verdad.

CONCHA:            Pues la verdad es que usted fue un temerario en querer sostener un cañón solo y ya atascado.

ORTIZ:                  Este fue valor, señor don Manuel, temeridad fue la de usted en haber salido de Jalapa solo y después de haber vuelto a los dragones que había pedido, exponiéndose a morir como murió.

CONCHA:            ¿Pero en que estuvo mi temeridad? Yo caminaba bajo la salvaguardia del gobierno, ¿debería temer que me asesinasen unos bárbaros despreciadores de las leyes?

ORTIZ:                  Si, amigo, usted debió temerlo, y no fiarse de las leyes, de aquellas mismas leyes que atropelló tantas veces con ofensa de Dios y de los hombres, porque este mismo Dios ha dicho que con la medida que el hombre mida, será medido”.



LOS NAHUALES DE TLILHUACAN


Por: María Elena Solórzano

 Los abuelos nos platicaban a los que ya somos también abuelos que aquí en San Juan había varios nahuales. Las noticias sobre los nahuales se remontan a tiempos muy lejanos, cuando los pueblos originarios eran llamados calpultin. Se les llamaba nahuales a los espíritus protectores que cada ser humano tenía desde que venía a este mundo, al nacer cada hombre o mujer tenía su nahual, el animal que lo acompañaría siempre y del que tendría algunas características, e inclusive algunos desarrollaban la facultad de convertirse en ese animal. La palabra nahual se deriva de nahuali que significa disfrazarse, desdoblarse. También hay nahuales malos que se convierten en lobos, serpientes, coyotes o guajolotes para cometer tropelías. Cuando el nahual quiere perjudicar a un semejante, dibuja su rostro en una pared y le entierra una espina en la sien, en ese momento el hombre siente un dolor de cabeza muy intenso que solamente se quitará con una limpia en la cual se digan conjuros para liberarlo del mal. En otras ocasiones le mete una astilla debajo de la piel y el sitio se convierte en una llaga que nunca sana.

La mayoría de los brujos de las culturas prehispánicas dicen ser nahuales y utilizan esta facultad para conectarse con los dioses. Eran seres privilegiados que podían atraer la lluvia, eran adivinos y excelentes curanderos pues conocían todas las hierbas medicinales de la región, intervenían también en la dirección del pueblo por su gran intuición y sabiduría, eran apreciados y reverenciados,

Con la llegada de los españoles se sataniza a los nahuales y los relaciona con el diablo. Bernardino de Sahagún en sus crónicas se refiere a ellos. “El nahualli propiamente se llama bruxo, que de noche espanta a los hombres, y chupa a los niños. El que es curioso de este oficio se le entiende cualquier cosa de hechizos, y para usar dellos es agudo y astutu, aprovecha y no daña. El que es maléfico y pestífero de este oficio hace daño a los cuerpos con los dichos hechizos, y saca de juicio y aoja, Es embaidor y encantador.”  (SAHAGÚN, Bernardino de. Historia General de las Cosas de la Nueva España, Tomo II, Libro X, Capítulo IX, de los hechiceros y trampistas. Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, Alianza Editorial Mexicana,  México 1989, p. 597, 598). En su nota sobre los nahuales Sahagún indica que hay curiosos (buenos) que no dañan y otros maléficos que perjudican a las personas.

Cuentan los que vivían en una pequeña vivienda que existía a la entrada del panteón vecinal de San Juan Tlilhuacan- cuidaban por las noches que nadie entrara a hacer desmanes- que primero se les apareció un gran perro negro con los ojos rojos como dos tizones, lo corrían y se escondía entre las tumbas y de pronto saltaba la barda, un día lo corretearon y le alcanzaron a dar una pedrada, el perro alcanzó a trasponer la barda y huyó entre aullidos de dolor. Al otro día miraron que uno de sus vecinos tenía una herida en la frente cubierta por una venda, desde ese momento sospecharon que era un nahual, le preguntaron qué le había pasado y respondió que se había golpeado con una herramienta tratando de componer un mueble, nadie le creyó, pero si supieron que ese hombre tenía el don de transformarse en animal.

 Varias veces vieron un enorme guajolote que bajaba precipitadamente dando tremendos aletazos, un día se armaron de valor, lo atraparon y lo amarraron de una pata con una cuerda, y le dijeron ”ahora si te llegó tu hora mañana les pedimos a las mujeres que hagan contigo un buen caldo y un rico mole”. Ya serían como las doce y los cuidadores se fueron a dormir, dejando al animal muy bien amarrado de las patas, pero a la mañana siguiente ya no había ni rastro del dichoso guajolote.

Decían: “Es un nahual, porque pudo desatarse y es que no le amarramos las alas y cuando se convirtió en cristiano tenía libres las manos y el mismo se quitó el lazo que lo amarraba al árbol”. Así descubrieron que había sido el nahual. Fueron a visitar a su vecino conversaron de muchos temas, en un momento dado le pidieron se levantara el pantalón y bajara el calcetín para ver su tobillo, creo que se te subió una araña -le dijeron-, ni tardo ni perezoso se enrolló el pantalón y bajo la calceta, no había ninguna araña, pero tampoco marcas ni nada, él no había sido, así descubrieron que había otro nahual en el barrio.

Alguien amaneció con los tobillos enrojecidos y alrededor la  marca de un mecate, pero se cuidó mucho de comentarlo y muy reservadamente se aplicó sábila para desinflamar y que desparecieran rápidamente las escoriaciones. Poco después platicaba con sus amigos acerca del guajolote y le decían: “Estamos seguros que existe otro nagual, pero esta vez no pudimos averiguar quién es, tú de quién sospechas…




NO ES UN UBER, ¡ES UN OVNI!

OVNIS EN EL CIELO DE AZCAPOTZALCO

Por: Joshua Art L.

 Seguramente, ustedes no han visto luces en el cielo, ni alguna nave fuera de lo convencional, sus- pendida e inmóvil en lo alto de las nubes, que en un momento acelere a gran velocidad y desaparezca, tampoco que entre sueños o al transitar por un camino solitario hayan sido testigos de que alguien, o ustedes mismos, hayan sido conducidos por extraños seres al interior de una nave. Lo más seguro es que nada de esto les haya sucedido, pero lo que si ha sido parte de su vivencia, en lo que al tema OVNI se refiere, es que hayan visto en el cine o en sus aparato DVD alguna película clásica del tema, como lo son las películas: ‘’Encuentros Cercanos del Tercer Tipo’’ y el mismo E. T.


El tema OVNI hoy es ampliamente conocido por la transmisión de programas y series de T. V., re-vistas, películas y conferencias, lo cual ha creado en algunos ámbitos sociales una religión de Nue- va Era y hasta, en algunas ocasiones, un buen negocio para los youtubers.
El tema sería poco relevante para realizar una crónica, pero cuando empezamos escuchar los comentarios de nuestros colegas y al compararla con nuestra experiencia personal, se ha considera- do importante realizar una que relate los sucesos, que de manera particular he experimentado.                                                                                                   
Los primeros comentarios surgieron cuando hicimos una visita con tema histórico al municipio de Tlalnepantla, Edo.de Méx. en abril de este 2019. Los cornistas de esta demarcación eran los anfitriones y en un momento de la visita nos comentaron su experiencia de un avistamiento de luces y esferas metálicas en lo alto de los cerros de la Sierra de Guadalupe, este hecho sucedió durante el equinoccio de primavera de 2006. Posteriormente, el 19 de junio de este año, cuando escuchábamos los relatos del cronista de Ecatepec, volvió a surgir el tema expresado como una experiencia que fue vivida por él y más de cuarenta personas el 15 de septiembre de 1986 por el rumbo del cerro Ehecatl.  
No se puede afirmar que uno es creyente del fenómeno, pero tampoco que uno es un escéptico cerrado, ya que las experiencias visuales de los avistamientos, por la cual en lo personal he testificado, nos llevan a percibir algo desconocido. Nos llevan a un misterio que aún no hemos podido aclarar.

En la década de los 60’s, del siglo pasado, era continuo los reportes de avistamiento, de los ‘’Platillos Voladores’’, en periódicos capitalinos, programas de radio y televisión. Con relación a esto, una noche de octubre de 1963 varios vecinos llegaron hasta donde estábamos varios niños, con la noticia de que había en el cielo ‘’Platillo Voladores’’, se comentaba también, que en la colonia Nueva Santa María de Azcapotzalco, D. F. andaba el locutor Pedro Ferris con cámaras de televisión de Telesistema Mexicano, filmando a dichos objetos voladores. Todos salimos corriendo al área de los juegos infantiles de la Unidad Tlatilco. En un momento, al ver a lo alto del cielo nocturno, vimos --dos puntos luminosos que se acercaron, uno del norte y otro del sur, la altitud era muy grande, es-tuvieron unos minutos y después ambos se alejaron en sentidos opuestos, la duda quedó, sobre, ¿qué serían esos objetos?
Durante varios años, por televisión pudimos ver varios programas de ‘’Un Mundo Nos Vigila’’, paso un poco más de tiempo y el tema pareció perderse y el programa salió del aire.
Dos décadas después el tema renacía, la película ‘’Encuentros Cercanos del Tercer Tipo’’ era el pun to culminante de la información del fenómeno y desde entonces estuvimos más al pendiente del -fenómeno.

El 17 de diciembre de 1997 desde el tercer piso de un edificio de la colonia Obrero Popular, Azcapotzalco, se pudo ser testigo claramente, de la presencia de dos objetos esféricos de consistencia metálica, en un cielo despejado como a las 6 de la tarde, que se seguían uno de otro en un ángulo de 45º y a unos metros de distancia y con rumbo al ‘’cerro de las antenas’’ (Cerro del Chicuihuite) hasta perderse en la distancia. Pero, esto no sería nada en comparación con la noticia muy impactante publicada en varios periódicos de circulación nacional con respecto a Azcapotzalco, se informaba que: el 14 de febrero del 2000 en la madrugada, en donde se ubica la Glorieta de Camarones, fue avistado un OVNI a baja altura que se desplazó por avenida de las Granjas hasta la Voca 8 (CECyt), mismo que fue seguido por varias patrullas y visto por algunos vecinos del lugar. El objeto estuvo a unos metros del suelo, suspendido por varios minutos en el campo de futbol de la Voca, para después elevarse y seguir hacia el rumbo del ‘’cerro de las antenas’’.

No solo ha sido en el espacio aéreo de Azcapotzalco donde se ha sido testigo de este fenómeno. Una vez más en agosto de 2007 caminando por la plaza de la Ciudadela, CD MX. Se observó, a las 11 a. m. aproximadamente, un punto, un objeto redondo que se elevaba a una altura, varias veces más allá de las nubes, en ese momento se contaba con una videocámara y sólo se consiguió la filmación de escasos tres segundos ya que el objeto se perdió del campo visual. En 2008, el día de viernes de Semana Santa, estando en el jardín de la delegación Iztacalco, siendo poco más de las 2 pm, se observó un objeto metálico, un esfera, suspendida e inmóvil en el aire, estaba a una muy -baja altura, a menos altura que las nubes. Después de permanecer inmóvil se desplazó lentamente en dirección hacia la delegación Iztapalapa, para después perderse a la distancia. El avistamiento más reciente fue en enero de 2018 en la zona residencial de Parque Interlomas alrededor de las 10 a. m. a unos pasos de la avenida Jesús del Monte y entre los límites de Huixquilucan, Edo. de Méx. y Cuajimalpa, CDMX, en donde varias personas pudimos observar un objeto, que no era un dron, que flotaba (levitaba), se desplazaba lentamente y en unos segundos emitía una luz blanquecina e intermitente hasta perderse en la distancia con rumbo a Toluca. 

Los avistamientos a lo largo de los años han llevado al mismo punto, que es el de no saber que – eran esos objetos. Lo observado no nos lleva a ser creyentes de visitantes de otras partes del universo, pero tampoco a cerrarnos como escépticos aferrados. Más bien a plantear que ese misterio no ha sido explicado y permanece como mera hipótesis y tomar la observación como un primer -paso del método científico, lo cual es importante comprobar y decir que lo visto no era algo tan - identificable como un Uber, sino que eran auténticos Ovnis.


CELIA

Por: Gustavo Aquino.

El barrio: La conoció: vendía comida en el mercado de San Juan Tlilhuaca. Un dirigente de comerciantes la asediaba cuando Él se acercó a preguntar por Nazario, pero si estaba Justino podría platicar con él.
(Nazario: un dirigente venido a menos pero a quien el Justino tenía miedo, para el Eustaquio era un nombre que le venía bien a cualquier político mediocre, un nombre exacto para un dirigente vecinal y casualmente, así se llamaba aquel tipo).
Este mercado no es de los mejores de Azcapotzalco, pero se puede encontrar buenas verduras, buenos trozos de carne de res o de cerdo y marchantes muy amables. Los vecinos luchaban por que un terreno baldío, colindante, aparentemente sin propietario, se transformara en un espacio de recreación, de  cultura.
De manera natural los niños jugaban ahí, la gente pasaba por allí a descansar en asientos improvisados. ¿Porqué no convertirlo en un espacio comunal?
Eustaquio no conocía a nadie pero les explicó algo de unas gestiones que él podría ayudarles a realizar. Todos hablaron mal de los Nazarios, unos conocidísimos corruptos, integrantes de un partido político cuyo nombre es preferible no mencionar. Casi no tenía poder, pero le tenían cierto temor. Él se fue directo al puesto de un pasillo a la izquierda de la entrada, al fondo estaban los Beatles, una sonata precisa, el escenario adecuado para conocer a Celia.
Ella vio en Eustaquio la coartada para mandar a la chingada al Justino que la tenía fastidiada (tantos poses de galán, seductor, influyente, con muchas palancas en el gobierno etc., etc.,).  
(El Justino sólo iba a buscar promotores para la siguiente elección de diputados, le darían un buen puesto y Celia sería su asesora, el choro que Nazario decía a todo mundo, a todo incauto, pero vio acercarse al vagabundo jipiteca pensando que venía de un reventón de las vacas bar. ¡Lo iba a asaltar!, se apartó tembloroso)
Eustaquio sabía quién era aquel tipo y para apantallarlo se presentó como asesor del Movimiento Urbano Popular, aquel se alejó con la cola entre las patas, como casi todos esos politiquillos, era un líder venido a menos, así, sin moros en la costa, saludó calurosamente a Celia
-Qué onda esa morra, de a cómo esos tomates tan jugosos-
-Pues para usted, a 30 pesos el kilo, a ver si le alcanza-
-Traigo hasta para llevarte a la Cineteca, o al teatro, sólo di cuando-.
Celia sorprendida. ¿Ese greñudo, conocía la cineteca?
Ella tenía diecinueve años. Sus labios eran como un durazno fresco pasado de maduro (ruego le perdonen al Eustaquio este exagerado lugar común). Eustaquio explicó la razón de su presencia en ese puesto (tenía que liberarla de ese sistema neoliberal injusto que ya la tenía aprisionada, y luchar por el progreso y rebasar esa represión en la cual tenían a las mujeres, ese era su misión), y notó que la gente nunca dejaba de pasar por allí a preguntar, aún más los señores, que no perdían la oportunidad de acercarse para verla de cerca. Era bonita pero sobre todo tenía un aspecto muy sensual. Clásica morena de pelo largo y un cuerpo esbelto muy bien delineado.
“Tal como en mis sueños”, pensó Eustaquio, que en realidad quería decir: siempre quise  (estar con alguien así.
En principio, no se podía creer que una chavita tan fina y tan bonita estuviera en aquel mercado, después, que fuera estudiante universitaria.
-De seguro no conoces la cineteca, está muy lejos.
-A veces voy con mi banda, a las películas de Ismael Rodríguez.
-¿Estudias cine o qué?
-En la UAM de Azcapo, de allí a veces vamos.
-Yo no he ido, y me queda cerca,… de la Universidad-.
-¿Cuál Universidad? ¿Es privada?-.
- La UNAM, estudio administración-.
Adivinaron queridos lectores: Celia estudiaba administración en Ciudad Universitaria.
¿Cuándo se ha visto eso? Y luego un puesto  en el mercado de Tlilhuaca (Eustaquio elucubraba mil cosas en su cerebro).
Empezaron las confidencias personales. Estudiaban la misma carrera, ella en la UNAM, y él en la UAM, les gustaba más o menos la misma música. Les gustaba el baile, ella no sabía ni nunca había ido a un salón de baile. Eustaquio se comprometió a invitarla y enseñarle unos pasitos y comprendió que estaba exactamente donde quería estar, y que ese breve encuentro lo había marcado para siempre, como en todos los casos.
El Eustaquio mentía descaradamente: te pondré una casota en Azcapo, cerca del mercado a un lado del Jardín Hidalgo, te compraré el mural  de los guerreros tepanecas.
Todo sucedía, Eustaquio levantaba uno y otro pie, cansado de estar horas  parado ante aquel puesto, expuesto a la atónita mirada de los marchantes que a veces pedían permiso para comprar los aguacates, cebollas, ejotes y demás.
-Nompuje
-Pos nompujo, mempujan
-Ya deje pasar, o pásame esos chiles
-Pos si no me las agarra, me caigo,
- Si no me pasa esas calabacitas, tendré que sacar aquel chorizo
- A lo sumo, prefiero esos tomates rojos.
Cuando Celia bostezaba Eustaquio sólo veía el nacimiento de aquellos senos; bien cubiertos, y soñaba.
Nunca pensó que ella quisiera huir de aquel lugar. Soñaba sencillamente que estaban en un hotel lujoso, una casa, la playa, o una pared en un callejón. Y hacían el amor intensamente. Despertaba cuando algún cliente protestaba por el precio de los nopales, o de los ejotes. Eustaquio se los quería comer vivos por atreverse a gritarle a  ¡Ella!.
Ella ya casi lo quería correr, resultó peor que el Justino, y llegó la otra tabla salvadora, pero al ver aquel mastodonte acercándose, hubiera preferido que Eustaquio se la llevara de allí, aunque pasaran toda la vida escuchando a los Beatles o a los Rolling Stones, o que le hablara de aquel Quijote perdido en sus alucinaciones.
El padre de Celia: buen padre, tenía otros negocios, el mercado cerraba temprano, tenían que ir a abrir la tienda de comida, cerca de Azcapotzalco.
Eustaquio vio el terror en los ojos de Celia, y vio a aquel tipo, rudo,
-¿Ya lo atendieron jovencito?, encontró lo que buscaba?
- Gulp, sí señor, vine por un cuarto de limones.
-Aquí los tiene, son cincuenta pesos
-Pero están muy caaaroos-
- Incluye la hora que estuvo aquí espantando a la clientela
Eustaquio buscó entre sus pantalones, sin darse cuenta se le cayó prendedor de “The Ramones”: contó sus monedas, sacó su único billete de a cincuenta.
Pagó. Se alejó.
Caminó tan rápido que ni siquiera escuchó a los vecinos que le preguntaban a qué oficina deberían ir para sus trámites.
Llegó a la avenida, dentro de sus pantalones encontró milagrosamente dos humildes pesitos, ojalá que pase pronto ese pínche trolebús.
Antes de ser jalada del brazo de su padre, Celia alcanzó a levantar a “Los Ramones”.




Discurso de la maestra 
María Elena Solórzano.

Por: Patricio Garibay

El pasado 25 de junio en la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes, se entregaron los apoyos para la realización de los proyectos comunitarios. De entre los representantes de los más de ochenta barrios y pueblos originarios de todas las alcaldías de la Ciudad de México, la maestra María Elena Solórzano fue la encargada de tomar la palabra en representación de todos los seleccionados. Por la importancia del evento reproduzco el discurso de la cronista de Azcapotzalco y colaboradora de esta revista electrónica La Hormiga en Línea.

    Muy buenas tardes Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Maestra Larisa Ortiz Quintero, Titular de la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes, honorables miembros del Presídium.  

Vengo de Azcapotzalco, del barrio de San Lucas Atenco, antes Calpulli, asentamiento establecido aun antes de que existiera la gran Tenochtitlan. Lugar donde la cultura tepaneca floreció, y donde viera por primera vez la luz el sabio indígena y novohispano don Antonio Valeriano, autor del mítico libro de crónicas El Nican mopohua.
Quiero dar las gracias a nombre de mi comunidad por haber sido aprobado nuestro proyecto que lleva por nombre “San Lucas Atenco, Barrio ancestral”, documental que será  dirigido por el director Patricio Garibay, vecino también de San Lucas Atenco.
Estamos muy contentos porque es la primera vez que se apoya  de esta forma a los cronistas y a los que conocen la historia y las tradiciones de sus respectivas comunidades, ya que en todos estos años (que son muchísimos) de mi labor de cronista, los servidores públicos solo se acercaban a nosotros para resolverles alguna duda, nos usaban y cuando se les pedía algún apoyo para mejorar nuestra labor, ya no nos escuchaban. 
Por todo esto, mis compañeros y yo, aplaudimos este programa que busca reafirmar nuestra identidad y resistir los embates de culturas extrañas a nuestra tradición e idiosincrasia. El principal objetivo de nuestro quehacer de tantos años es el despertar el amor por nuestro lugar de origen o que habitamos desde pequeños, porque es imposible vivir bien y en paz si no conocemos, respetamos y amamos el lugar que habitamos junto con nuestros seres queridos.  
Nuevamente agradecemos a la doctora Claudia Sheinbaum, a los funcionarios de la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes,  que trabajan con dedicación y amor, a mis compañeros del proyecto, y desde luego a todos los vecinos de mi entrañable  San Lucas Atenco.
Termino no sin antes externar mi satisfacción de que a mis ya casi 80 años estoy siendo testigo de que las cosas empiezan a cambiar para bien. Muchas gracias. 

María Elena Solórzano.