sábado, 17 de julio de 2021

 DUX DE VENECIA, CANTINA

Por Don Nayarito Cantalicia  (Grupo Formiga)

El Grupo Formiga al que pertenezco, obtuvo interesante información gracias al tour gastronómico al que convocó el Sr. Gustavo Aquino, junto con sus colaboradores, Srta. Ericka Balderas y Sr. Jorge Dávila del área de turismo cultural de Azcapotzalco, en junio pasado. Mi admiración a un gobierno local que en apoyo a los emprendedores locales, armó este significativo recorrido que destaca el impulso comercial particular y privado, para ayudar a agilizar la recuperación económica de la que dependemos todos. Fue un recorrido totalmente gratuito, con oportunidad de charlar con el personal y los dueños de algunos negocios emblemáticos, de gran calidad y prestigio. Por ello, comienzo mi texto dando un aplauso a los organizadores de este tour, al gobierno que lo facilitó, a los amables dueños, particularmente al Sr. Enrique Escandón, a los trabajadores que lo atendieron, y por las creaciones que dieron a degustar. Fue una magnífica idea para resaltar parte del valioso atractivo culinario en el centro de la alcaldía, con su ambiente y su historia. Se visitaron distintos establecimientos. Este artículo trata específicamente de la cantina.

ANTES DE 1918

En 1869 ya funcionaba en el centro de Azcapotzalco, la tienda instalada por la familia fundadora de lo que hoy conocemos como Dux de Venecia.

Los registros escritos más antiguos de sus operaciones comerciales, datan de 1875.

El negocio llegó a ocupar una larga fachada, más de lo que es actualmente, ya que incluía hasta donde hoy está la tienda Elektra. Era así de larga, pero no muy profunda. En el local del Dux hay una foto de un grupo de charros alineados, y en ella puede observarse lo largo de dicha fachada. En aquel tiempo el negocio se llamaba “El Gran Dux de Venecia”, según se lee en la foto.

Era una tienda de ultramarinos, que vendía bebidas también. Al frente era el mostrador para todo su comercio, y atrás se ocupaba para guardar forraje, para el corral, etc.

En 1908 se distinguía ya como una tienda de ultramarinos finos (es decir, no solo abarrotes locales o nacionales, sino de importación), y si alguien se pregunta quienes serían los clientes de una tienda de ultramarinos finos en esa época en Azcapotzalco, que solemos imaginarlo principalmente campirano, pues no olvidemos que para esos años estaba en su auge la aristocracia porfiriana que tenía sus casas de veraneo en muchos casos, ni más ni menos que en Azcapotzalco.

 

A PARTIR DE 1918

La venta de bebidas iba a la par del negocio de ultramarinos, en el mismo espacio, ambos giros crecieron, y en 1918 se decidió separarlos. El local actual se dedicó a la cantina que conservó el nombre del Dux de Venecia, y la tienda se pasó a la acera de enfrente, a donde hoy existe una vinatería con detalles arquitectónicos muy bonitos en su fachada. La tienda se llamó “El mundo de Colón”.

Con estos antecedentes, se puede afirmar que la cantina el Dux de Venecia abrió en 1918.  Por ello en el año 2018 se celebraron sus primeros 100 años. Como parte de los festejos se develó una placa que lo conmemora. Aquí foto de dicha placa, y foto del amable Sr. Aquino entrando al local.

En ese centenario, la empresa lanzó al mercado su propia marca de cerveza: Chintolola. Tiene un sabor afrutado que da notas de guayaba y perejil. Es clara, de estilo austriaco.

Elaboran otra que se llama “Carbonera”. Las producen en Villa del Carbón, Estado de México.

EL NOMBRE DE LA CANTINA

La familia fundadora de la tienda y la cantina, es de origen español y veneciano. Las tres primeras generaciones de dueños nacieron en Europa. Ya la cuarta, la actual que administra, nació en México. Históricamente la figura del Dux en Venecia es muy especial, pues es la cabeza de un largo periodo de esplendor, quizá el máximo que alcanzó esa región, de forma independiente a Italia. Fueron varios los que ocuparon el cargo de Dux. El último fue depuesto cuando Napoleón conquistó el norte de Italia.

EL LIMON, LA BEBIDA

Para los años setentas, ya había salido a la luz la bebida “Limón”, creada aquí por su cantinero Juan Casarín. Hizo una mezcla de hierbabuena, jarabe para endulzar, limón, hielo, vodka, lo licuó, lo coló y lo sirvió. El resultado es una bebida muy refrescante, muy interesante, y sin duda, tan nutritiva como el limón y la hierbabuena que contiene. La porción es generosa.

Hay quien lo pide por ejemplo con tequila o con ron. Yo lo he llegado a pedir natural (sin alcohol).

MENU

Cada día hay platillos diferentes para botanear y acompañar la bebida. Por ejemplo:

Lunes – Caldo de oso (res)

Martes – Fabada

Miércoles – Pozole

Jueves – Caldo de camarón, Caracoles

Viernes – Consomé de carnero

Sábado – Mole de olla

Domingo – Pancita

 

ALGUNAS CURIOSIDADES

Las paredes de esta cantina están llenas de fotografías, detalles, letreros, y sería difícil hacer mención de todo ello. Por eso daré cuenta de unas que llamaron la atención ese día del recorrido.

Se mencionó que el público de la cantina fueron exclusivamente varones hasta 1985, cuando la ley ya permitió el ingreso de damas.

A inicios de los años 90 el famoso boxeador “Mantequilla” Nápoles fue visitante del lugar, y por ello tienen aquí uno de sus guantes. Se me hace simpático que en una cantina de Azcapotzalco, se reunieron “Venecia” y “Nápoles”.


Cuelga en la pared un billete de cincuenta pesos enmicado. Tiene su historia y su nota. Resulta que un cliente que ha venido por diez años, nunca había dejado propina. Es voluntaria. Y es el caso que dicha persona no la había otorgado. Un día, el 2 de junio de 2021, ¡por primera vez el Señor González dejó propina! Fue este billete. Por eso valía la pena colgarlo. Y señala su nota que “Gles” (de cariño al cliente) dejó propina. Hay innumerables detalles para observar en sus muros, y muchos motivos para venir a disfrutar de esta tradicional cantina.  Así que… ¡Salud!



 

LAS PETROLERAS, UN PLATILLO 

GASTRONÓMICO DE AZCAPOTZALCO

Por: José Carbajal Cortés, Cronista de Azcapotzalco

  Situémonos al norte de nuestra Ciudad de México, en un lugar con historia, vayamos al territorio del lugar de las hormigas u hormiguero en un tiempo en que fue el corazón industrial de Azcapotzalco, esto es en los linderos de la ex Refinería entonces perteneciente a nuestro Azcapotzalco.

  El origen de este platillo gastronómico de las llamadas “petroleras”, lo tenemos tiempo después de que se estableciera la compañía petrolera “El Águila” en 1933 que ocupaba 60 hectáreas y que años adelante, con la expropiación petrolera en 1938 por el presidente general Lázaro Cárdenas, se reinauguraría esta planta como “Refinería 18 de marzo” el día 20 de noviembre de 1946 por el presidente Manuel Ávila Camacho, que se incrementaría al expandirse a 174 hectáreas con una gran infraestructura en sus instalaciones y que después de años de servicio, es clausurada un 18 de marzo de 1991 cuando se da su cierre definitivo operando así casi 60 años como refinería. Algunos años adelante parte de sus instalaciones albergaran el “Parque Ecológico 18 de marzo”, que subsecuentemente habrá de convertirse en base a un proyecto gubernamental en el actual moderno “Parque Bicentenario” inaugurado en el 2010 a un costado del Metro Refinería.

  Situados ya en el lugar, he aquí viene lo interesante de nuestro platillo: ya que todo comenzó cuando a partir de la década de los 50´ y 60´, se abrieron varios establecimientos alrededor de las instalaciones de la Refinería, empezando a preparar sopes, tlacoyos y guisados y se cuenta que un día uno de los trabajadores de aquella planta pidió un sope y al verlo pequeño le dijo a la cocinera que ese sopecito apenas le alcanzaba para el antojo y entonces le pidió que le hiciera un sope grandote con más masa y dicen que la cocinera le hizo una “memelota” de masa y la preparó y que al verla sus compañeros, pidieron otras igual diciendo que éstas si son para “los petroleros” y de ahí en adelante para pedirlas les llamaron petroleras para los petroleros y de esta manera se dice que nacieron las ya famosas “petroleras”, asimismo es de mencionar que otra versión nos dice que fue una cocinera de un negocio de la zona aledaña a la refinería, quien ideo esta platillo haciendo un sope enorme para el hambre que traían los petroleros en sus intensas jornadas y mitigar así su necesidad de hora de comida. Este manjar se extendió así a través de los años, a todo lo largo y ancho de los barrios y pueblos de otrora y actual Azcapotzalco.

  Las petroleras llegan a medir 30 centímetros de diámetro o más en redondel, siendo una variante del sope, un “sopesote” cuyo secreto está en la masa y en su preparación. Este platillo gastronómico tiene un grosor de un centímetro, similar al sope ya que lleva untado frijol, queso rallado, cebolla bien picada, salsa roja o verde según el gusto y que además se le pueden agregar más elementos como: bistec, huevo, queso fundido, pierna, salchicha, lechuga, longaniza y hasta se preparan como “especiales” llevando de todo según la preparación pedida y el gusto del comensal pareciendo así una “pizzota”, mucho antes de que llegaran éstas.

  Así, este sabroso platillo se empezó a popularizar cada vez más desde los setentas hasta el actual 2020, por lo que la crónica nos dice que este platillo ha cumplido ya 70 años como tradición gastronómica en Azcapotzalco, siendo una delicia que se prueba si es original ya que si no, original petrolera no es, dice un dicho por lo que lleva su toque mágico en Azcapotzalco, con un sabor sin igual y que recién preparadas son una delicia, un manjar excelso por su masa e ingredientes empleados con un sabor inconfundiblemente chintololo.

  En Azcapotzalco en la calle de otoño, existió desde la década de los 70´s hasta los 90´s el famoso local “Las petroleras la güera” situado entre la col. Ángel Zimbrón y Clavería que era atendida amablemente por la Sra. Guillermina y su personal y a quien le llamaban cariñosamente como la “guera”, cuyas petroleras que elaboraban eran la delicia de la zona, después pasaría el negocio a otra persona cerrando sus puertas poco después del 2000. Asimismo, en la esquina de Aquiles Elorduy y Camino del Recreo, hace décadas, se encontraba un puesto que atendía una señora a quien se le conocía como doña “pachita” y dicen que preparaba unas petroleras que eran un manjar por su excelsa masa e ingredientes.

 De los negocios donde sirven este platillo, los más representativos en Azcapotzalco los tenemos presentes como el establecido en la calle de otoño número 48 esquina con Av. Aquiles Serdán, col. Ángel Zimbrón: el local Las Originales Petroleras de los primeros establecimientos al lado prácticamente de la Refinería desde 1950, reestructurándose en 1959 y hasta la fecha con sus puertas abiertas, por lo que va a cumplir ya poco más de 60 años de servicio tradicional en la zona, atendido amablemente por la Sra. Lorena Vallejo y personal. Asimismo, hay otros lugares emblemáticos como son: el local Antojitos La Petroleras, en la col. Euzkadi, Las Petroleras de San Andrés o Petroleras de La Güera en el barrio San Andrés y Las Petroleras y Huaraches Vero, en la Av. Aquiles Serdán 92, col. Pasteros rumbo al Rosario en Azcapotzalco.

Dice un dicho chintololo:

 Cuando tengas acaso un sinsabor en la vida, date un tiempo, un instante para probar una suculenta petrolera manjar azcapotzalca que no podrás resistir.

  Así podemos encontrar una docena de negocios o locales en diferentes puntos de encuentro en Azcapotzalco en donde preparan este platillo gastronómico original y genuino de la tierra de las hormigas como: en el Barrio San Lucas o el Recreo, Clavería, Barrio San Andrés, La Reynosa o Tepantongo, en la Ángel Zimbrón, en col. Euzkadi, Barrio San Marcos, Col. Pasteros y en el casco de Santo Tomás, lugares donde podrás hallar y degustar la petrolera de tu preferencia.

 


  En septiembre de 2019 se llevó a cabo la primera edición de “La Feria de la Petrolera y el Pulque” en el Parque Tezozómoc, organizado por la autoridad Delegacional, reuniendo a un número de negocios que prepararon este manjar y que esperemos que se realice en otra oportuna ocasión por las autoridades otra Feria más organizada en nuestro Azcapotzalco y con más participación de exponentes de este delicioso manjar genuinamente chintololo.

 

Bibliografía.

 

Álvarez de la Borda, Joel. Crónica del petróleo en México: de 1863 a nuestros días. México: Pemex, Archivo Histórico de Petróleos Mexicanos, 2006. Recuperado de https://www.academia.edu/390592/Cr%C3%B3nica_del_petr%C3%B3leo_en_M%C3%A9xico_De_1863_a_nuestros_d%C3%ADas?auto=download

 

Aponte, Edna. Relatos y recuerdos. Memoria de Azcapotzalco. México: Delegación Azcapotzalco, 1998.

 

EL NEVADO, DELEITE DE AZCAPOTZALCO

Por Martin Borboa Gómez  (Grupo Formiga)

El volcán conocido como “El nevado de Toluca” es la inspiración del nombre, ya que de dicha ciudad proviene la familia fundadora. Esta nevería cafetería opera desde 1945. Es un punto de reunión y satisfacción para los afortunados parroquianos que por un platillo, postre, café o helado, con gusto ocupamos sus instalaciones.

El lugar tiene un tapanco en donde se han vivido emociones y romances. En el hubo una de las dos primeras televisiones a color que existieron en Azcapotzalco. Una aquí y la otra fue en la Cantina del Dux de Venecia, en la acera de enfrente. Aquí podían mirarla todos los miembros de una familia, ya que aquí el ambiente es apto para todas las edades y géneros. En el campeonato mundial de futbol de 1970 se acercó la televisión en el tapanco a la parte frontal del negocio, de modo que la gente podía detenerse en la banqueta a ver los partidos. Los comensales del área del tapanco en esa y otras ocasiones, por la emoción han llegado a “zapatear”, y el resistente sitio funcionó como un gigantesco tambor, sonando el latir del palpitante corazón de los emocionados asistentes. ¡Imagine usted lector la escena, con las adicionales exclamaciones vocales del coro de la banqueta! Habrá sido toda una experiencia.

En lo social, esta nevería cafetería ha hecho una importante labor, ya que ha habido gente de la calle, sin recursos, sin algo que llevarse a la boca, a la que aquí se les ha compartido agua, pan o hasta el desayuno. Es una acción benéfica que aporta al bienestar. Lo menciono porque suele ser del tipo de obras discretas que no se mencionan, pero que a un individuo le puede cambiar positivamente la vida. Ya sea porque le alimento el estómago, o porque al atestiguarlo, nos regresa o confirma la confianza en la bondad humana.

Este tipo de informaciones como las dos últimas (televisión y ayuda a gente necesitada) no son comunes conocerlas. Las obtuve en grupo al ser atendido por los administradores y dueños del lugar, durante la visita guiada en el excelente Recorrido gastronómico que organizó el Área de turismo cultural de Azcapotzalco, cuyos encargados: Gustavo Aquino, Jorge Dávila y Ericka Balderas, se lucieron en atención, información y tema. Estoy seguro que cada paseo que ellos organicen será como éste: informativo, interesante, aprovechable, alegre y útil.

Mi platillo favorito aquí es la sopa de tortilla: abundante, intensa de sabor. El precio es verdaderamente económico: 33 pesos en pleno 2021. Otra forma de apoyar la cuestión social desde un perfil económico. En su menú de alimentos tienen una extensa variedad, y su cocina es esencialmente de comida mexicana. No terminaría de describir los platillos, pero puedo decir que los hot cakes, las milanesas, los sándwiches, y los tacos dorados, han sido mis preferidos. Casi no como picante, pero a la exquisita salsa de sus tacos dorados no hay forma de resistirse. ¡Está para acabarse la salsera y pedir más!

Actualmente están en la tercera generación que administra, y la cuarta ya participa atendiendo. Inició como paletería y lo sigue siendo. Justo ese fue el motivo de mi última visita: disfrutar un “Payasito” de nieve. Es una preparación de cuatro bolas de nieve o helado, un cono de galleta invertido que hace de gorro, tres pasitas como ojos y boca, y una cereza como la narizota del simpático payaso. A mí me gusta mucho el intenso sabor acidito del de Maracuyá. Aunque el de naranja es mi segundo favorito. Este sabor de helado y el panque de naranja, son dos de los postres cuya receta proviene desde 1945 en que inició el negocio. La carta de postres es amplia (copa suiza, tres marías, plátanos con crema, piña con helado, flan, duraznos o fresas con crema, etc).

Una preparación peculiar es la de los waffles, que son de una textura parecida a una galleta, de modo que resiste muy bien a no remojarse enseguida por el helado que le colocan arriba. Como pretexto para tener la foto de este artículo, yo elegí helado de café (aunque ese día también había de vainilla, chocolate, nuez, fresa y mamey). Hubiera podido pedir nieve (de agua) del que tenían otros sabores, pero creí que el waffle iría mejor con helado (de crema). Además de las dos bolas de helado, lleva chantilly, jarabe de chocolate y dos cerezas.

Es una garantía venir al centro de Azcapotzalco para consumir en este agradable lugar, pues solo cierran dos días al año, jueves y viernes Santo, el resto del año, abren.

Este negocio también tuvo por más de 20 años dos sucursales que se dedicaron específicamente a ser neverías. Una en Atizapán de Zaragoza, Edomex, y la otra a pocas cuadras de la matriz, en el Jardín de la calle Tepanecos. Ambas se llamaron “El nevadito”, continuando el nombre en un cariñoso diminutivo. En su momento y por razones que competen a la administración de aquel tiempo, ambas se cerraron. Pero quedó el nombre, incluso está escrito en uno de sus refrigeradores a la vista y funcionando, de manera que no hay porque considerarlo –solo- como algo del pasado. El agua del día se guarda en ese refrigerador que dice “El nevadito”, el cual se puede ver desde la banqueta, y queda a la vista de sus primeras mesas. Y justo frente a dicho “refri” suelo sentarme, pues desde ahí se ve muy bien a toda la gente y carros que van pasando.

En las mesas de esta cafetería se han pedido “manos” en matrimonio, se ha dado el anuncio de que alguien será papá, incluso a clientes que han fallecido y que gustaban mucho de venir, los han traído en cenizas en su urna. Son detalles que revelan el cariño de la gente a sus familiares, y de ellos hacia un local que les brindó satisfacciones, amabilidad, comida que siempre les cayó bien y deleitó el paladar. Y así como el negocio cuenta ya cuatro generaciones, puedo afirmar que los comensales, clientes y amigos, igualmente en esas andamos. (El paso del tiempo es de ambos lados).

Dos fotos especiales en el local: Una en blanco y negro en donde al lado derecho está el alma iniciadora del negocio, Doña Rosario Ortiz, “Doña Chayito”, que compartió el sueño y el esfuerzo con su familia que ahí la acompaña. Su administración fue de 1945 a 1971. Luego continuó su hijo Rodolfo desde ese año hasta el 2008. El más joven de esa imagen es dicho hijo, que en la segunda foto a colores aparece como adulto al centro. La tercera generación administradora (también con un Rodolfo –nieto- en la dirección) va de 2008 a la fecha, y como dije, ya en lo operativo participa la cuarta generación. Otra foto (de diciembre 1949) muestra como era el exterior del local en esos lejanos ayeres, cuando el negocio apenas tenía 4 años.

“El Nevado” no solo está en el corazón de Azcapotzalco, sino también en los nuestros, en nuestras experiencias, conversaciones, nutrición, deleite y distracción.

Ha sido curioso cómo, luego de que uno de los actuales familiares pusiera una ofrenda temporal en una pared de la cafetería, la gente empezó a mirarla, fotografiarla y cuidarla. Cuando llegó el tiempo en que los dueños pensaron retirar dicha ofrenda, la reacción del público asistente fue preferir continuarla, de modo que no hubo ánimo suficiente para quitarla, se quedó, y ahora no falta quien le traiga flores, le acomode tal o cual adorno, o incluso ante la imagen de la Virgen de Guadalupe, se persigne.

 

Mojigangas y Tribus Urbanas

Por Ana Marisol Resendiz Pizarro

Las mojigangas patrimonio cultural de Azcapotzalco, de Santa Apolonia Tezcolco, son el reflejo de las inquietudes de las nuevas generaciones, las transiciones ideológicas, políticas y filosóficas, cabe señalar que nuestra hermosa lengua náhuatl se habló hasta 1960 en Santa Apolonia Tezcolco, fue el embate de la transculturización norteamericana y la discriminación, lo que le dio en el siglo XX el tiro de gracia a las lenguas originarías.  

En la actualidad ante el embate de la modernidad muchas de nuestras tradiciones se han transculturizado o desaparecido por el embate de lo norteamericano, en este caso nuestras maravillosa tradición de las mojigangas no ha sido la excepción pero como ya se había expuesto en el presente trabajo la devoción popular se va reflejando, en las celebraciones que son particularmente democráticas, ahora nuestras nuevas mojigangas que nos han nacido, son cholos , chicanos y se presentan con esa indumentaria incluso alguna de ellas tiene un tatuaje de estrella en el cuello.

Foto Ana Marisol Resendiz Pizarro

            Las estrellas son la representan a la bandera de Estados Unidos y el modo de vida americano, es fácil darse cuenta que nuestro país está invadido incluso en sus celebraciones más íntimas por el modo de vida americano y nuestro barrio no es la excepción pues los jóvenes han encontrado algún tipo de identidad en esta subcultura lo que se identifica en algunos murales hechos en el barrio, que muestran dichas tendencias así como la forma de vestir de los que constituyen dicha tribu urbana a la que se le denomina cholos.

Lo anterior se complementa con diversas expresiones artísticas que complementan la nueva identidad cultural de los pobladores del barrio, por lo cual al mirar el siguiente mural es fácil comprender la integración de elementos cotidianos e identitarios las celebraciones populares en especial a la tradición de las mojigangas. Donde la idea del barrio emerge como identidad cultural, la ciudad se levanta como punto de reunión, cabe destacar que la hormiga roja aparece como símbolo de la identidad de Azcapotzalco. Dichas imágenes nos muestran un sentimiento de permanencia y marginación inscrita en un sentir colectivo así como los nuevos valores que se van engendrando.

Fotos Ana Marisol Resendiz Pizarro.

En el mural anterior podemos ver los elementos de transculturización de Estados Unidos, influyendo en el folclor cultural de nuestro barrio lo que se complementa con la siguiente imagen donde se muestra el atuendo típico del cholo y su relación con las mojigangas. 

Foto Ana Marisol Resendiz Pizarro.

Es indescriptible el ambiente festivo que inunda la frontera de lo religiosidad para volverse una fiesta pagana, pues el complemento de esta celebración ya no solo se lleva a cabo en los linderos del atrio de la iglesia, la celebración del tradicional palo encebado tradición de origen prehispánico, se confluye en la calle de Querétaro                 complementando el fervor popular construyendo un momento orgiástico con una celebración de box que eleve los ánimos y enaltezca el corazón del barrio, complementa con el consumo de los tradicionales, algodones de azúcar, conduciendo la celebración de nuestro fervor a la mexicana.

 

 

 

 

 

HERNAN CORTES EN AZCAPOTZALCO

Por  Martina Rodríguez García, Cronista

En la conquista de América por España cabe distinguir dos etapas; la insular y la continental.

Durante la primera los españoles se establecieron en las Antillas; durante la segunda, en el continente, o en la tierra firme como se dijo entonces.  Para la comprensión de lo ocurrido en la segunda de dichas etapas tiene suma importancia lo acaecido en la primera pues, pues en general la Conquista de la tierra firme no se hizo directamente desde España, sino directamente desde las Grandes Antillas, en las que se encontraban bien asentados los españoles cuando acometieron las primeras penetraciones continentales. Consecuencias importantísimas de esa circunstancia fueron para México:

1°, que la hueste conquistadora de sus tierras se formó en las islas, con hombres y medios insulares

2° que de las Antillas provinieron las grandes cuestiones de la conquista y la colonización: la esclavitud, la encomienda la tutela de los indígenas, etc.

Y 3° que los lazos iniciales de comercio y de mando fueron establecidos con las Antillas y no con la metrópoli.

Las profundas huellas que por tal causa dejó lo antillano en México son aún muy ostensibles en el papagayo, mamey, canoa, jagüey, e iguana, proceden de las Antillas.

Después de la muerte de la Reina Isabel, la esclavitud indígena se extendió considerablemente: Fernando I permitió de una manera general que fuesen hechos esclavos los indios apresados en la guerra, pero no los sometidos pacíficamente. Como en La Española no había más que indios pacíficos, los colonos, organizaron expediciones a otras islas o a tierra firme para aprehender indios que vendían a los dueños de las minas.

Una de las más singulares ironías de la historia es que las civilizaciones más adelantadas de la América, la de los aztecas de México y la de los Incas del Perú, fueran más vulnerables al empuje español que otras más primitivas.

Hernán Cortés nació en Medellín el año 1485. Hizo estudios en la universidad de Salamanca y poseía cultura humanística. De él afirma Bernal Díaz del Castillo que hablaba el latín y era bachiller. Tomó parte en la conquista de Cuba y fue secretario de Diego de Velázquez quien lo envió a México en 1519. Son de sobra conocidos los acontecimientos que procedieron a la expedición de Cortés.

En Azcapotzalco los tecpanecas habían permanecido como uno de los tantos grupos del imperio azteca, y su cabecera se trasladó a Tlacopan ( Tacuba); dominados  por la Triple Alianza. Cooperaron de agrado o por fuerza en las empresas militares de esa confederación de acolhuas, mexicas, y tecpanecas en la que se distinguieron por la aplicación de sistemas de control y de organización de las provincias conquistadas, y por la planificación de centros urbanos y de obras hidráulicas.

La paz de esta colaboración fue interrumpida con la entrada de Hernán Cortés y se sus hombres en la gran TENOCHTITLAN, el 8 de noviembre de 1519. Los españoles fueron recibidos con gran lujo y mucha superstición por parte de Moctezuma Xocoyotzin, el entonces señor azteca acompañado por los mejores representantes de la comunidad mexicana entre los que sin duda se contaban algunos señores de Azcapotzalco.

Moctezuma mostró el esplendor de su atavío. Los zapatos de Moctezuma, con suelas de oro, el palanquín sobre barras de oro bruñido, el palio bordado con plumas y enriquecido con flequillos de plata, el manto cubierto de esmeraldas y piedras preciosas; todos estos adornos eran ejemplo de habilidad de los orfebres de Azcapotzalco, a quienes s encomendaba su ejecución.

La muerte de Moctezuma, el 30 de junio de 1520, que se cree fue causada por los mismos españoles, aumentó el descontento que ya existía entre los indígenas, y provocó un levantamiento que obligó a los conquistadores a emprender la huida y a buscar refugio en tierra firme para recobrar sus fuerzas. Escaparon hacia el poniente, pudieron burlar la vigilancia de loa centinelas tecpanecas apostados a lo largo de la calzada de Tlacopan, que unía a Azcapotzalco con Xochimilco (pasando por la gran capital) y llegaron a las cercanías de Azcapotzalco, no sin antes haber sufrido bajas considerables a manos de los defensores. La codicia de los soldados de la conquista los incitó a llevarse tantos tesoros como les fuera posible cargar, y el peso de ellos dificultó su marcha y los hizo blanco más fácil de las armas de sus perseguidores. Se dice que Cortés lloró al pie de un árbol, ( ahuehuete milenario, viejo del agua que aún existe en la calzada de Tacuba), a un la lado de la calzada, la llamada “noche triste”, el 1° de julio de l520.

Derrotado y fugitivo, Cortés pasó de Azcapotzalco a Otumba y de ahí a Tlaxcala, buscando rehacer su ejército.

Los tlaxcaltecas acompañaron a Cortés a conocer  el lugar que habitaron los aztecas en esta investigación conocieron toda la riqueza de la que gozaba el señorío azteca y los tecpanecas de Azcapotzalco. Actualmente conocemos El lienzo de Tlaxcala, pintado por los mismos indios para conmemorar las conquistas en que acompañaron á los españoles, no solamente a Cortés, sino á Nuño de Guzmán después de la toma de México.

    Lienzo de Tlaxcala

Cuando Hernán Cortés quiso llevarse de tierras de los tecpanecas el oro y todos los objetos de Moctezuma porque existe la versión de que en Zancopinca se encontraba el tesoro de Moctezuma. La versión tiene visos de probabilidad, si tomamos en cuenta que los españoles huyeron de Tenoxtitlan por el camino a Tacuba, cargados a más no poder con el oro de Axayacatl, robado del palacio de Moctezuma. En la derrota de la “noche triste “, las valiosas piezas fueron quedando regadas por el camino y, sin duda, fueron reunidas nuevamente por los soldados aztecas y tecpanecas que participaron en la batalla. Cortés continúa la expedición hacia el norte. Hay en este derrotero una circunstancia verdaderamente curiosa, sobre la cual no se ha llamado la atención. Cortés trajo el mismo camino, pero en sentido inverso, que llevo la raza Nahoa cuando invadió a la raza Nonoalca. La raza Nahua invade a Teotihuacan, Cholollan, Cempoala y se establece en el Xicalanco hasta TABASCO, Cortés sigue el mismo camino en dirección opuesta. Conoceremos estos lugares en que los españoles acompañados de los tlaxcaltecas descubrieron las riquezas de México, Y es el lienzo de Tlaxcala, pintado por los mismos indios para conmemorar las conquistas en que acompañaron á los españoles. Este lienzo es uno de los documentos, jeroglíficos más preciosos de nuestra historia.  A la consumación de la conquista, Azcapotzalco contaba con 17 000 habitantes. La desbandada de los vencidos y la repartición que de los indios hicieran los españoles, para continuar la conquista de lo que había sido el enorme señorío azteca, mermaron notablemente a la población.

Los conquistadores se distribuyeron las tierras y las riquezas de los tecpanecas; un ejemplo es el que Hernán Cortés repartió tierras de los tecpanecas de Azcapotzalco a algunos de sus capitanes y soldados que lo acompañaron a la conquista. Conociendo en mapas y planos la calzada Tenayuca y sobre la misma traza el nombre de calzada Vallejo en la investigación que he llevado a cabo en el Archivo General de la Nación, sobre este nombre o apellido Vallejo, encuentro que después de la conquista hubo por parte de Hernán Cortés una repartición de tierras e indios para la gente que luchó a su lado, al ganar las tierras para la corona española la gran Tenochtitlan toma el nombre de Nueva España y es a estos señores capitanes y soldados a los que les entrega grandes dimensiones de terrenos. El registro de estas tierras se encuentra en AGN.  Año 1557, aparece Antonio Vallejo con Hernándo Davila sobre un solar, jurisdicción México, D.F. AGN, 1557 foja l60.

2.- Grupo documental Mercedes. Clase; caballería y media. Persona que recibe Antonio Vallejo. Tenayuca Mercedes l567, foja l60. Fianza por la postura de la Hacienda de Vallejo por la postura del trapiche de San Nicolás de la Concepción AGN, 1699 a 1704, foja 4l3. Siendo propietario Antonio Vallejo de éstas tierras y contando con peones suficientes para el sembradío  empiezan a cultivar rosas flores de gran belleza y exquisito aroma por la que adquiere mayor fama. Por último Antonio Vallejo peninsular dueño. Casado con Ana de San Miguel, primeras mercedes. Augusto Vallejo 2002 comunicación personal. Siendo ya reconocido Antonio Vallejo y su familia por los naturales de Azcapotzalco, después de algún tiempo le llamaran a la calzada Tenayuca con el nombre de calzada Vallejo. Actualmente eje 1 calzada Vallejo.

Es importante señalar que la familia Vallejo trasciende y da paso a gran número de familiares del señor

Antonio Vallejo contando hasta la fecha del año 20l9, con descendientes.  En el libro AZCAPOTZALCO. DOCUMENTOS HISTORICOS SAN JUAN TLIHUACA.  Conocemos la extracción de datos informativos y la “traducción “nos llevan a descubrir detalles tan importantes del sistema legal implementado en las indias, el medio ambiente que se vivía y los detalles de los efectos de la invasión. Ubicamos primero con mapas del gran lago que encontraron los españoles invasores por 1520 y luego de más antiguos a más recientes los documentos que encontramos como tesoro enterrados en el olvido. El río Tepetzalatl cruzaba terrenos de Tlilhuacan, fertilizándolos. Don Luis de Velazco el 6 de enero de 1546 da posesión de 20 caballerías según la merced del Virrey Mendoza del 10/12/1545. “Yo don Luis de Velazco Visorrey E gobernador e capitán general Por Su magestad en esta nueva España e presidente de la audiencia Real que en ella reside g.a.d., por la presente en nombre de Su magestad hago merced a los indios Común y naturales del Barrio de San Juan Azcapuzalco. Y para propios de ella de 20 suertes y caballerías de tierras que se hayan en el círculo del dicho su barrio y términos de ella, el cual por mi mandado y Comisión, fue a ver y vido Mateo Juarez indio principal y juez de Comisión el cual habiendo hecho cierta diligencias e averiguaciones conforme a los que se le mandó.”

Este es un fragmento del texto de la pág. 21 del libro arriba mencionado. Autores. Fernando Cuéllar Reyes. Alejandro Brito Altamirano.

Los pueblos de Azcapotzalco son custodios perennes de sus tradiciones y leyendas. La mayoría de ellos cuentan con iglesias del siglo XVI, en cuyo interior se conservan pinturas antiguas de valor indudable, celosamente cuidadas por los nativos. Sobresale de entre las iglesias la Catedral de Azcapotzalco. Como aconteció con todos los templos y palacios de los indios, que fueron derribados para construir en su lugar edificios al estilo y gusto de los conquistadores, en Azcapotzalco se destruyeron 125 monumentales edificaciones indígenas para hacer desaparecer todo vestigio de su antiguo esplendor, con el propósito de que los naturales se olvidaran de sus deidades y abrazaran la religión que sus dominadores divulgaron entre ellos.

El templo del Señor de Nextengo es obra de los dominicos, quienes dirigieron el trabajo de los indios. Su construcción se remonta al año de 1562. Se halla sobre lo que fue una ermita primitiva, que era una construcción hecha de cañas y ramas, sin ostentación alguna, pues se decía que había sido creado como sitio de penitencia y ocurrían a él los indios en busca del perdón por sus pecados. La iglesia fue construida con proporciones pequeñas y ornatos modestos. Después recibió como obsequio una escultura representando a Jesús Nazareno de casi dos metros de altura; parece ser que procedía de Sevilla España, y se dice que fue una de las tres que envió el Rey de España a Cortés. Se la consagró a la devoción de los fieles que oraban para pedir la lluvia y era llevada desde su capilla y transportada en andas a las otras capillas de Azcapotzalco en su recorrido, los habitantes hacían rogativas para verse beneficiados con la lluvia, como antaño lo habían hecho con Tláloc. El altar fue restaurado hace algunos años con oro laminado. Le fueron colocados varios vitrales con imágenes de la Virgen del Rosario, de Talpa, de la defensa, del Apóstol Santiago y de San Higinio. Se dice que hace muchos años cayó un rayo sobre un añoso y corpulento árbol y que al desgajarse, se derrumbó sobre la capilla, ésta se destruyó y causó graves daños a la imagen del Señor, que permaneció averiada durante mucho tiempo. Fue en 1906 cuando se dio la disposición de restaurarlo y,  aunque se arregló mediante y cuidadosa y larga labor, su fisonomía muestra los estragos del percance que le dejó profundas señales. En 1932 se filmó una boda de la película “Allá en el Rancho Grande” con Tito Guizar.

Fueron los dominicos quienes catequizaron a los nativos de este pueblo y aprovecharon sus amplios conocimientos de construcción, de escultura, de arquitectura y pintura. Lograron de ellos admirables manifestaciones de arte. Al final de tanta lucha por la conquista y tanta resistencia a ella, el común denominador espiritual del pueblo conquistador y del pueblo sometido, parece haber impregnado estas obras que denotan un arte imperecedero, realizado con entrega y pasión que sobre vive a los siglos Una muestra de esa época ida son otras veinticuatro iglesias, aparte de la Catedral, que forman el acervo cultural de arquitectura y arte grandioso de Azcapotzalco. 

Azcapotzalco en la época actual. Medio geográfico  Situada en el rincón noroccidental del Distrito Federal, la Delegación de Azcapotzalco abarca una extensión plana de 33.86 Kilómetros cuadrados, en la cual están comprendidos 16 pueblos, 18 barrios y 65 colonias. La vida de la entidad sigue gravitando alrededor de lo que antaño fuera el centro de la capital tecpaneca y que puede localizarse sobre la Avenida Azcapotzalco.

Azcapotzalco si ha cambiado porque en algunas colonias han construido edificios habitacionales que se han construido a pesar de que siempre se defiende y se pide que se conserve la arquitectura tradicional para conservar esos pueblos que son la raíz de una cultura que ha sobrevivido  a varias revoluciones después de la conquista la guerra de Independencia, para ser un país libre. Aquí en Azcapotzalco se llevó a cabo la Última Batalla de la Guerra de Independencia.  La cual acaba de cumplir 209 años. Y 109 años de la Revolución Mexicana, 

Así es como conservamos los habitantes de Azcapotzalco las costumbres y tradiciones para que la mayoría de nuestros pueblos sigan defendiendo y celebrando sus tradiciones

LA IMPORTANCIA DE LA FICCIÓN 

EN LA CRÓNICA.

Por Patricio Garibay

Hace algunos días tuve una intensa pero  cordial discusión con un estimado amigo cronista, quién aseguraba con tenaz insistencia que la ficción no cabe en la crónica, él sostiene  qué la ficción cuando entra en la crónica, esta deja ya de ser crónica. De ser esto así implicaría meterse en una serie de cuestiones que pondrían todo patas arriba, para empezar dejarían de ser considerados cronistas los más connotados cronistas, tanto mexicanos como figuras ya universales.

Pero antes que nada definamos ¿Qué es la crónica y cuál es subjetivo? Según la Wikipedia más conocida como la Wiki vulgo, dice:

" Crónica es la denominación de un género literario que consiste en la recopilación de hechos históricos narrados en orden cronológico. La palabra viene del latín chronica, que a su vez se deriva del griego cronos. 

Características;

Los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron, a menudo por testigos presenciales o contemporáneos, ya sea en primera o en tercera persona. En la crónica se utiliza un lenguaje sencillo, directo, muy personal y admite un lenguaje literario con uso reiterativo de adjetivos para hacer énfasis en las descripciones. Emplea verbos de acción y presenta referencias de espacio y tiempo. La crónica lleva cierto distanciamiento temporal a lo que se le llama escritos históricos. La literatura cronística no tiene el rigor metodológico de la historiografía científica, sus pretensiones son otras muy distintas, por lo que su utilización como fuente historiográfica se hace con la prevención necesaria por los historiadores"

 Y precisamente en lo que la define se encuentra su valor principal, que es el de contar con una mayor libertad que la que permite la historiografía, así pues a un historiador le importará muy poco lo que le cuente su anciana tatarabuela, pues el historiador entenderá que la memoria de la veterana mujer puede estar distorsionada por el paso del tiempo, sin embargo para el cronista los supuestos testimonios de la viejita son rico material a recabar, y casi siempre estos testimonios nutren sus libros. Por otra parte el teórico de la literatura Jesús G. Maestro en su obra "Crítica de la razón literaria" aclara que toda obra que pertenezca a la literatura deberá tener ficción, por consiguiente si la crónica es un genero literario debe contar con una dosis de ficción. 

El primer cronista que llega a mi memoria es el gran Homero quién en su épica obra “La Ilíada” narra de manera poética y con muchísimos elementos de ficción la guerra de Troya, guerra que durante más de dos mil años se pensó que era producto únicamente de la fantasía griega, y hasta se pensó que la heroica ciudad nunca existió, pero que gracias a los relatos homéricos finalmente fue descubierta en 1870 por el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann. De esta manera de no haber sido por un relato tan fantástico como La Ilíada y la Odisea nunca habríamos conocido de la existencia de aquel pueblo y aquel conflicto bélico. Así pues las aportaciones de la ficción a la crónica han sido fundamentales

Es además La Crónica la encargada de conservar para la posteridad las costumbres, tradiciones, el modo de pensar y los pequeños hechos cotidianos qué en su conjunto explicarán en un futuro la esencia de un barrio, pueblo o de una región,  ¿Cómo se puede entender el siglo XV sin “El lazarillo de Tormes”, ¿Cómo se puede saber el modo de vida de la España de los Austria sin las comedias de Lope de Vega o las novelas de Miguel de Cervantes? Y Cómo entender los pormenores de las ciudades de Oviedo y Madrid en el siglo XIX sin leer las novelas “La Regenta” o “Fortunata y Jacinta” de Leopoldo Alas y de Don Benito Pérez Galdós respectivamente? 

 ¿Cómo saber de la Londres decimonónica sin leer las novelas de Charles Dickens? Y en México ¿Cómo entender la vida de la ciudad de Guanajuato de mediados del siglo XX sin leer a Jorge Ibargüengoitia? ¿Se puede entender a los hombres que hicieron la revolución mexicana sin leer sus dos novelas claves  “Los de abajo”  de Mariano Azuela y “La Sombra del Caudillo” de Martín Luis Guzmán? Ahora pongamos los casos de dos escritores  de novelas frente a la obra de dos importantes cronistas, Manuel Payno y su libro “Los Bandidos de Río frío”, y a Rodolfo Usigli y su novela “Ensayo de un crimen”, estas dos novelas por sí solas son más ricas en detalles del modo de ser y del modo de sentir de los habitantes de la Ciudad de México, que la crónica más formal de La Marquesa Calderón De La Barca y la obra de Salvador Novo, pues todo escritor qué hace ficción de la época en que vive, buscará darle a su obra un realismo tal que si lo hace bien convertirá su texto en una crónica de tu tiempo, esa rica descripción de detalles que los farsantes literatos franceses creyeron haber inventado en el siglo XIX y que denominaron "naturalismo francés" pero que cientos de años atrás ya se había elaborado en la España del siglo de oro

Por otra parte uno de los libros que todo mundo identifica como un libro de crónica es “Las calles de México”  de Luis González Obregón, libro que durante muchísimo tiempo fue uno de los más vendidos en cuanto a Crónica, o que al menos que se identifique como tal, un libro ficción pero  también, rico en datos sobre la historia de la ciudad de México, de sus calles y sus barrios. Si un extranjero me pidiera que le recomendara un libro para entender cómo era la Ciudad de México en el siglo pasado, sin dudarlo le recomendaría qué leyera algunas novelas de Luis Spota, de Ricardo Garibay o de  José Agustín, antes de recomendarle  las petulantes crónicas de Salvador Novo o las pretenciosas crónicas de Carlos Monsiváis.

Desde luego qué están los grandes cronistas indispensables y sus obras monumentales, como la “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” de Bernal Díaz del Castillo, o la obra enciclopédica de Fray Bernardino de Sahagún “Historia general de las cosas de la Nueva España”  pero estás dos colosales crónicas, están más cerca de la historia qué de la crónica.  Desgraciadamente no existen obras de ficción escritas en el pasado que hayan utilizado cómo escenario a nuestro querido Azcapotzalco y a su gente. Obras que hubieran recreado en su momento cómo era la vida del Azcapotzalca de la época virreinal o  de  los siglos posteriores, y esto es de lamentarse. 

Que este artículo sirva para incitar a que se escriba más ficción en la  que se plasme el actual modo de ser del Azcapotzalca y en las que se cuenten sus tradiciones y fiestas de barrios y colonias, donde se describían  sus jardines y espacios,  sus comidas, sus mercados y comercios, ¡a escribir de todo ello antes de que las inmobiliarias acaben con todo!





LA CASONA DE AZCAPOTZALCO


Por María Elena Solórzano Carbajal 

María. Teresa Manzano me contó la siguiente historia:

Vaya lío en que estoy, tengo que encontrar un domicilio en la avenida Azcapotzalco, colonia Clavería. Es una avenida larga y hermosa, se erigen grandes casas de estilo afrancesado, construidas a principios del siglo XX.

En fin ahí estaba, buscando el domicilio que tenía en encomienda, pero los números no son progresivos, están en desorden, voy y vengo, regreso otra vez y no logro dar con el número, pregunto a varias personas, pero dicen no saber porque cambiaron la numeración cuando construyeron los condominios. No sé qué hacer, termino por desistir ese día, pero tendré que regresar, si es que quiero cumplir uno de los últimos deseos de mi abuelo, entregar una carta y una cajita a la señorita Mónica Chardonneret.

Mi abuelo al sentirse enfermo y presentir su propia muerte, me hizo prometerle, que yo entregaría personalmente su encargo. Mi abuelo en su juventud fue músico, integrante de la orquesta Sinfónica de México, tocaba el oboe, un instrumento parecido a la flauta que se toca verticalmente. El director de la Sinfónica era francés y un día tuvo que partir de México con urgencia hacia su tierra natal, por eso le pidió le entregará esa carta y esa cajita a la señorita Mónica que había sido cantante de la Sinfónica, pero mi abuelo nunca le dio importancia, no cumplió con el encargo y terminó por olvidarlo, a mi abuelo en su lecho de muerte le vino ese recuerdo y sintió la necesidad de cumplirlo.

Estoy nuevamente en la avenida Azcapotzalco, volví a preguntar casa por casa, por fin, alguien me llevó a una vieja casona, debió haber sido una casa muy hermosa, pero el tiempo y el descuido de muchos años la habían deteriorado, tenía dos torres con pequeños ventanales que simulaban dos ojos apacibles, su techo era de tejas verdes y en mal estado, en la entrada unos escalones llevaban a un pórtico que era sostenido por dos columnas de cada lado, al nivel del piso estaban cuatro enormes macetones, estrellados y con hierbas silvestres. La entrada y la fachada de la casa habían sido invadidas por la hiedra, se apreciaba que la mano del hombre hacía mucho tiempo que no la acariciaba. Tenía una pequeña fuente en el centro del patio sosteniendo un jarrón del que ha tiempo salía un chorro de agua cristalina que con su suave chasquido invitaría al relajamiento y la contemplación.

Salí del ensimismamiento, busque el timbre, pero no tenía, ¿alguna campanilla de la que pende un cordón? Tampoco.

La reja de la entrada tenía una cadena con candado, además de la cerradura.

Tuve que gritar ¡Hola, buenas tardes!  Pero nadie me contestó ni salió a mi llamado, esperé un buen rato y una vecina me comentó que curiosamente nunca había visto salir ni entrar a nadie desde que ella llegó a vivir a esa colonia y de esto ya hacía treinta años, este comentario me desanimó y le di las gracias por su información.

No tenía caso regresar, me resignaba a no cumplir el encargo de mi abuelo, le eche un último vistazo a la casona y con sorpresa vi que alguien me estaba observando detrás de la cortina sucia y corroída de la ventana de una de las torres, volví a gritar para llamar su atención, pero nada, pensé que tendría una razón poderosa para no salir, decidí regresar por la noche ya que así podría darme cuenta si vivía alguien en esa casa, ya que tendrían que encender alguna luz.

Allí estaba frente a la reja oxidada y verde, eran las nueve de la noche, estuve mirando algún tiempo y de pronto por la misma ventana, donde me habían estado observando por la tarde, pasó una silueta iluminada por la luz de unas velas de un candelabro que sostenía con la mano, pasó una y otra vez, era una mujer de cabello largo.

Lancé una pequeña piedra tratando de que golpeara la ventanilla sin romper el cristal y al primer intento lo logré, la silueta se detuvo y se fue alejando de la ventana, creí que ya no tendría oportunidad de hacer contacto con ella, estaba pensado eso cuando cerca de la fuente vi a la mujer.

Ella se acercó lentamente, vestía un camisón largo, de gasa blanca. Su rostro era hermoso, muy pálido, casi transparente y con un halo de tristeza.

Le pregunté si vivía allí la señorita Mónica Chardonneret, asintió con la cabeza y le entregué la carta. Sentí un alivio pues ya había cumplido. La daba explicaciones contándole mi odisea, pero parecía que no me escuchaba o que no le interesaba lo que le decía, así que mejor me despedí, al llegar a mi casa me di cuenta que se me había olvidado entregarle la cajita. ¡Oh no, tendría que regresar!

Volví al otro día por la mañana, pues me urgía terminar con el asunto. Al llegar estaba la puerta abierta y varios hombres trabajaban en el patio con maquinaria de construcción, traspuse la entrada, pues nadie me lo impidió y le pregunté a uno de los trabajadores por la dueña de la casa y me dijo que a ellos los había contratado una constructora para derrumbar esa casona, que allí no habían encontrado a nadie. Me pregunté cómo haría para contactar a la mujer que había visto la noche anterior.

Al disponerme a salir vi  tirada la carta que yo le había entregado entre las piedras y hojas del jardín, me pregunté ¿por qué estaba la carta allí?  

Por principio yo tenía que leer esa carta. En ella se hablaba del gran amor que sentía Phillip Le Blanc por Mónica, supongo que en ese entonces era el director de la Sinfónica, le explica de la premura con que tiene que dejar México, pues el gobierno francés requiere su presencia urgentemente, pero que el regresaría para casarse con ella y que en prueba de su amor le dejaba un anillo de compromiso con un diamante en forma de corazón, despidiéndose de ella como mi pequeña Chardonneret.      

Todo esto me inquieto y fui a la embajada francesa a investigar y recopilar más datos, así supe que el director había fallecido en un accidente en el barco que venía de regreso a México.

Sólo me quedaba aclarar lo de la familia Chardonneret, tuve suerte pues el responsable  de la constructora que estaba al frente de la obra me dijo: la familia que me contrató es de apellido Domínguez y hacía mucho tiempo la casa estaba deshabitada, que allí vivió y falleció una señorita muy joven sin razón aparente, se comentaba que se dejó morir de tristeza, de esto hace sesenta años. Su familia no quiso vender la casa porque ella les pidió que no lo hicieran porque esperaba el regreso de un ser amado.

Sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo, después de unos días supe que el significado de la palabra francesa chardonneret es jilguero. Mónica Domínguez fue una cantante sobresaliente mexicana y de Azcapotzalco.

 AZCAPOSTALES  5

PETROLERAS, LAS ORIGINALES

Por Diana N. Colín  (Grupo Formiga)

Merecidamente se llaman “Originales” para señalar que son las primeras, las autenticas, las que fueron creadas por primera vez, por la imaginación y voluntad de una persona, la Señora Gudelia Contreras.  Su nombre debe identificarlo quien se precie de valorar la gastronomía de Azcapotzalco.

Las petroleras son un antojito mexicano 100% originario de nuestra alcaldía, creado en 1929 (hace 92 años) por la activa y emprendedora señora que con un puesto en la banqueta, daba alimento a los trabajadores de la instalación petrolera, conocida en aquel tiempo coloquialmente como “Refinería de Azcapotzalco”. De ahí el peculiar nombre del platillo.

Una petrolera básica es una pieza circular de masa de maíz similar al sope, de 30 centímetros de diámetro, cubierta de frijoles, queso rallado y salsa. Se le pueden agregar otros ingredientes, como huevo, bistec, chorizo, queso Oaxaca, salchicha. Solos o combinados.

Incluyo una foto de mi petrolera de queso Oaxaca junto a mi refresco, para que el público de “La hormiga en línea” pueda apreciar el tamaño de este platillo. La preparación no llevó más de cinco minutos.

La Señora Gudelia Contreras lo ideó para poder satisfacer el hambre de los trabajadores de la refinería, que con el tiempo contado habrían de salir, comer y volver a las labores en minutos.

El negocio prosperó y hubo forma de que su hija María lo continuara. Después lo siguieron sus hijos: primero Pancho que era el mayor, luego Guillermina y por último Lila. Actualmente son hijos de la Señora Lila quienes se dedican a este negocio. Yo conversé con una de sus hijas, la Señora Lorena Vallejo, bisnieta de Doña Gudelia, la creadora. Me comentó que la familia desde tiempos de la fundadora del negocio, ha estado vinculada a la industria petrolera, “todos en la familia somos petroleros”, me decía mientras yo podía ver el logotipo de Pemex en su chaleco. “Mi marido fue pipero”. Y así me mencionó varios ejemplos de su árbol genealógico que están o estuvieron cuando vivieron, laborando en ese ramo.


Doña Rosa (en la foto) ha sido colaboradora de este local desde hace 50 años, mismos que lleva encargada de preparar cada petrolera, y es más de una generación de dueños a los que ha ayudado con su esfuerzo y trabajo. Aquí está, al pie del comal, lista para atender muy amablemente al cliente, como todas las personas que aquí trabajan.

En el menú se ofrecen petroleras sencillas, de huevo, chorizo, bistec, queso, etc. Las hay combinadas, como la “Especial” que lleva bistec, chorizo y queso Oaxaca. También venden quesadillas, flautas, tacos, cervezas, caguamones, micheladas, refrescos y café.

Es muy importante mencionar que la masa que utilizan para sus alimentos está deliciosa, suave, con mucho sabor, sus tortillas se disfrutan en cada bocado. Comí un taco de longaniza que además de estar muy suave su carne, lo disfruté mucho por acomodar yo el guiso de tal forma que al final pude comer la tortilla sola. Una delicia muy recomendable para quien guste del maíz. También comí una gordita preparada sin grasa. Nuevamente pude agasajarme con el sabor de su maíz, y su chicharrón me gustó por suave y sabroso.

Abren de martes a domingo, siendo los fines de semana los días más concurridos. Los precios son muy accesibles. Hay una rockola que arma el ambiente. Hay venta de bebidas alcohólicas solo con alimentos y limitada en cantidad para mantener un ambiente familiar.

Como todo negocio, tiene sus anécdotas, pero en 92 años de servicio, la cantidad de ellas es inmensa. Sería fantástico poder reunir la historia completa de su ir y venir en cuanto a sucesos, experiencias y peculiaridades.

De ese baúl de recuerdos, me contaron dos muy significativos. Primero, que ese módulo de herrería que distingue a la caja y zona de bebidas, lo mandaron colocar desde la época de los trabajadores de la refinería, que en general eran varones, para alejar la tentación de molestar a las damas que ahí han laborado. Como desde entonces se han vendido bebidas alcohólicas, no faltó el desinhibido que intentara tener la mano larga. Así que para evitar problemas, unas damas atrás del fogón y otras detrás del enrejado. Ya desde entonces la sana distancia.

Segundo, que cuando en años recientes se llevó a cabo la “Feria de la Petrolera” en el Parque Tezozómoc, en Azcapotzalco, las autoridades organizadoras invitaron a este negocio a participar. No pudieron asistir porque no tienen otro comal ni cuentan con otra persona como la Señora Rosa –con 50 años de experiencia- para hacer esas excelentes petroleras, de modo que o atienden su negocio o cierran para ir a la feria una semana. Por ello no pudieron.

Para gusto y reconocimiento de este esfuerzo convertido en tradición, resultó que durante el tiempo de la “Feria de la Petrolera” (que se difundió con bastante publicidad entre los habitantes de la alcaldía), se provocó mucho antojo de los conocedores de este deleite culinario.

Entonces, cuando parte del público que iba al parque no encontraba el puesto de “Las originales Petroleras”, se desplazó a la esquina fundacional de la calle Otoño y Avenida Aquiles Serdán, Colonia Ángel Zimbrón, para poder comer el mismo sazón que ya conoce y distingue a este local. La fila se prolongaba por toda la calle de Otoño más de una cuadra, hasta donde termina la alcaldía. Fue un lindo homenaje del público fiel a sus petroleras consentidas.

El local es un lugar lleno de historia a cien metros de la estación del Metro Refinería, que empezó con su comal en la banqueta, y cuando hubo oportunidad y resultados del esfuerzo, pudieron ocupar el inmueble actual.

Una historia que ha recorrido apenas unos metros de la banqueta al interior de su local, (por ello la foto), pero que en 92 años ha creado de manera sólida, cálida, con excelente atención y misma receta, una valiosa experiencia llena de calidad, tradición y sabor.

La refinería ya hasta la quitaron, su terreno hasta lo pasaron a otra alcaldía, y las originales petroleras siguen y siguen.

¡Larga vida a las Originales Petroleras!

¡Y felicidades a la familia que por generaciones ha cuidado esta auténtica tradición!