miércoles, 20 de noviembre de 2019


CALAVERITA 
FERNANDO MONTES DE OCA
 
                               

Por: Martin Borboa Gómez

Fernandito Montes de Oca
paisano de Azcapotzalco,
tu ejemplo es el de una roca
encumbrada en lo más alto.

Donde fue tu casa es ahora
esquina de avenida Serdán,
con un parque ya mejora
y los niños gran vida se dan.

Dieciocho años tenías
cuando en Chapultepec ofrendaste,
la alegría que poseías
y a la patria acompañaste.

A los historiadores ya los conoces
necios en tener la verdad,
en un mar lleno de poses
te dan doble identidad.

Dicen que fue Juan Escutia
quien se aventó heroicamente,
cuando nadie lo discutía
ahora lo dudan y mienten.

Sabemos que tú fuiste
mi querido Fernandito,
pues las hagallas que tuviste
son de tepaneca… segurito.

Al arrojarte con la bandera
evitando la tocara el enemigo,
te lanzaste por la ladera
volando cual capullo atrevido.

Envuelto en esos colores
de nuestro querido lábaro patrio,
te ganaste los honores
supremos de divino sufragio.

Con su voto Dios ya te dio
una patria agradecida,
que no ignora lo que sucedió
ni tampoco se dio por vencida.

Eras un jovencito
chamaco, cadete y valiente,
eras todo un hombrecito
lleno de sangre ardiente.

 Dicen que al caer moriste
pero creo que fue al contrario,
pues a la patria le sonreíste
y tienes sepulcro honorario.

Si la muerte te llevó
contenta pal otro lado,
dile que ya te llegó
tu chance de disfrutar del lago.

Vente de pinta conmigo
vámonos a remar,
en lancha pórtate pingo
y hagamos fiesta al cantar.

Que sepan que donde luchaste
joven cadete tepaneca,
ahora también escuchaste
música de discoteca.

Eras un muchacho alegre
y queremos que vuelvas a serlo,
Joven con alma de tigre
mereces al destino vencerlo.

 Vuelve a la vida Fernandito
escápate a Chapultepec,
al que liberaste en un grito
y que merece verte crecer.

Ese viejo cerro del chapulín
tiene sangre de juventud,
en tu heroísmo sin fin
y en las pintas en multitud.

Sal del sepulcro un ratillo
y vámonos a remar,
al lago que refleja el castillo
que defendiste a rabiar.

Mañana iré yo a ese lago
y gritaré tu nombre ¡Cadete!
así no pasas de largo
dejando la cita al garete.

Emocionado ahí te espero vivo
para abrazarte sincero,
cubrirte con bandera altivo
y darte las gracias primero.

 Como joven, como héroe y como amigo
en verdad que yo te admiro,
como tepaneca, mexicano y paisano
con fuerza te doy la mano.

Te has ganado los honores
pero perdiste disfrutar la vida,
escápate de tus labores
y ven a compartir la comida.

Mañana te estaré esperando
en el lago de Chapultepec,
con dia de campo viandando
ricos tacos de bistec.

En tiempo de paz Fernando
que no habrías hecho de tu vida,
por eso te estoy invitando
a una segunda partida.

Llamando tu nombre estaré
desde una lancha de remos,
la bandera mexicana ondearé
y así fácil nos reconoceremos.

Si gustas cada año venir
juntos platicaremos,
de vida y de muerte reír
y de problemas nos olvidaremos.

Y si Dios nos presta el tiempo
hasta Azcapotzalco iremos,
y juntos en tu monumento
una selfie nos tomaremos.
LA DAMA DE BLANCO 
UNA HISTORIA DE CASA DE CULTURA HECHA TEATRO.

Por: Patricio Garibay

Dentro del marco del festival escénico de Azcapotzalco “Cuando Trina la Catrina 2019” Este 1 de noviembre en Casa de Cultura Azcapotzalco se estrenará la pieza escénica “La dama de blanco”, interpretada por la compañía teatral Club Sándwich. Obra escrita y dirigida por un servidor, la obra está basada en una crónica recopilada por la maestra María Elena Solórzano sobre Casa de Cultura, y cuenta, además, con fragmentos de poemas de Amado Nervo, quien cumplió un siglo de habérsenos adelantado a la región de donde no se vuelve.  Interpretan: Gabriela Sambrano, Aarón Muñoz, Claudia Isela Djaddah, Fryda Araujo. Producción, Roberto Ortiz. Asistente de producción María G. Arvizu. Dirección Patricio Garibay.


LA DAMA DE BLANCO (guion completo)

De Patricio Garibay.
Personajes: Matilde- Policía- La Llorona- Mujer de blanco.
Es de noche dentro de la Casa de Cultura Aparece Matilde cantando a capela la Martiniana y se encuentra con un policía que se asusta un poco al verla.

Policía - Doña Matilde, me asustó.
Matilde - No la amuele mi poli, que tan fea estoy que ya hasta lo asusto.
Policía - No Doña, no es eso, lo que pasa es que ya vamos a cerrar la casa y la veo salir de entre las sombras, y luego cantando de ese modo…
Matilde - Pues no ve que vine a mi clase de canto, y luego me dieron hartas ganas de hacer pipi, y fui al…
Policía - Esta bien, pero le repito que ya vamos a cerrar.
Matilde - Si poli, ya me voy, ya es tarde y todavía tengo que pasar a la panadería.
Policía- Vamos pues…
Matilde - Si… ¿Mi monedero? ¿Mi monedero donde lo deje?
Policía - Lo habrá dejado en el baño, vaya por él, pero no se vaya a tardar.
Matilde - ¿En el baño? ¿Si verdad? Voy… pero acompáñeme… está bien oscuro… que tal si se me aparece la mujer de blanco, dicen que en casa de cultura se aparece la…
Policía - Hay doña, a su edad y todavía cree en espantos?
Matilde - No, yo no creo en espantos, ni aparecidos, pero de que existen existen.
Policía - Vamos pues, la acompaño, pero vamos rápido.
Matilde - Sí.
Salen de escena, y se escucha a lo lejos una voz femenina:

En vano entre la sombra mis brazos, siempre abiertos,
asir quieren su imagen con ilusorio afán.
¡Qué noche tan callada, qué limbos tan inciertos!
¡Oh! Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos,
a dónde van los muertos, Señor, a donde van?

Aparece la mujer de blanco cantando a capela la canción de “la llorona” de Cifanes:
MB- Desde el fondo de la tierra
fantasmas humanos se buscan.
Algunos olvidan frío,
otros nunca se encuentran.
Hacen temblar la vida,
tiemblan sueños, tiembla amor.
¡Aay, no quiero amarte Llorona!
¡Aay, no quiero llorar contigo!....

Al terminar de cantar el fragmento, dice nerviosa y exaltada dirigiéndose al público:

MB-Oigan, escúchenme, ¿saben? Me casé, yo me casé en esta iglesia de los Santos Apóstoles, sí, yo me casé, me casé, yo me casé aquí mismo, en nuestra iglesia de los Santos Apóstoles. Aquí, aquí juntito, yo me casé… ¿o no me casé?...

Sale de escena y se escucha a lo lejos la voz femenina:

No sé qué tienen las flores,
Las flores del campo santo
Que cuando las mueve el viento,
Parecen que están llorando
Ayer maravilla fui y ahora, ahora solo
Una sombra en la noche soy.

Regresan a escena Matilde y el policía...
Policía -¿Escuchó usted doña Matilde? ¿Si la escuchó?
Matilde - ¿Qué cosa? Yo no oí nada…
Policía - Pero si se escuchó tan claro.
Matilde - ¿Qué fue lo que escuchó?
Policía - Eran voces, voces y lamentos de mujer.
Matilde - La mujer de blanco…
Policía - ¿La mujer de blanco? ¿De verdad usted cree en fantasmas doña Matilde?
Matilde - No sé si se pueda decir que ella es un fantasma, ¿a qué le llama usted un fantasma? ¿A un suspiro que vaga en la noche?  a una tristeza que quedó atrapada en el tiempo? ¿a una sombra blanca y doliente que recorre esta casa buscando algo que nunca encontrará…?
Policía - Ora… no me asuste que yo me tengo que quedar aquí haciendo guardia toda la noche…
Matilde - Tan grandote y tan miedoso mi poli, mejor acompáñeme al Salón Cervantino, seguro y ahí deje mi monedero…
Policía - ¿Arriba?
Matilde -  Si, arriba… vamos, no sea collón.
Policía - …Vamos pues.

Salen de escena y se escucha a lo lejos la voz femenina:

¡Oh, Dios! ¡me quiso mucho; sus brazos siempre abiertos,
como un gran nido, tuvo para mi loco afán!
Guiad hacia la Vida sus pobres pies inciertos...
¡Piedad para mi muerta! ¡Piedad para los muertos!
¿a dónde van los muertos, Señor, a dónde van?

Entra la mujer de blanco
MB- Antes de casarnos mi novio y yo vinimos a tomarnos la foto en esta casa, nos tomamos la foto en las escaleras, junto a la fuente, bajo las sombras de aquellas buganvilias, tres días después nos casamos en la iglesia que está tras ese muro, si, nos casamos, nos casamos ¿Verdad que nos casamos? ¿o no?
Sale de escena y se escucha a lo lejos la voz femenina:

Llorona-
Muy vasta, muy distante, muy honda, si muy honda,
¡pero muy honda!, debe ser, ¡ay!, la negra onda
en que navega su alma como un tímido albor,
para que aquella madre tan buena no responda
ni se estremezca al grito de mi infinito amor.

Matilde y el policía regresan a escena:
Policía - Lo escuchó ahora si Matilde, ¿lo escuchó?
Matilde - Si, si lo escuché… ¿sabe poli?  esta casa antes de ser casa de cultura ha sido muchas cosas, fue parte del convento, fue cuartel, fue cárcel, hubo aquí hasta un depósito de cadáveres…
Policía - ¿Depósito de cadáveres?
Matilde - Si, Bueno, eso lo escuché el otro día que vine a tardes de crónica con la maestra María Elena Solórzano… fíjese que aquí también estuvo el registro civil, las mujeres con sus trajes blancos de novia venían y se tomaban fotos en el jardín, o en la bella escalera, y ese instante de ilusión y de felicidad quedaba plasmada para siempre en un papel fotográfico.
Policía - ¿Sera la llorona?
Matilde - No lo sé.
Policía - Pero según dicen la llorona se lamenta por la pérdida de sus hijos… y está en cambio, hablaba de su boda.
Matilde - Todas ellas son una misma, La mujer que perdió a sus hijos, la mujer que murió sin consumar su amor, la mujer asesinada impunemente, la llorona es el sufrimiento femenino concentrado en un llanto, y que algunas noches el aire esparce.
Policía - ya párele con eso que me va a sugestionar. Ya encontró su monedero así que ya váyase a su casa.
Matilde - Si, ya es tardísimo, ábrame la puerta mi poli…
Policía - Vamos pues…

Cuando se dan la vuelta tras de ellos sale la llorona que dice:

Llorona-  Mis hijos, Hijitos míos tenochcas, ¿Qué fue de ustedes y su grandeza? ¿A dónde quedo su autoridad, donde está todo su poderío ¿A dónde se han ido guerreros invencibles, señores poderosos del Anáhuac, ¿Dónde están ahora?  ¿Dónde están sus palacios y templos? ¿Por qué no me escucharon? Su soberbia los perdió, los dominantes terminan siendo dominados, nuestros cantos se han vuelto gemidos, hijos, hijos míos, les dije que no podrían librarse del odio de tantos pueblos avasallados, y la sangre que derramaron la tuvieron que pagar con su propia sangre... ¿Dónde están? Hasta los dioses a los que tantos corazones ofrendamos se han ido, nos olvidaron y nos abandonaron a nuestra desgracia, hijos, hijitos míos, Debí llevarlos conmigo para que no contemplaran su propia destrucción…  hay mis hijoooos!!

Policía - Vamos de aquí !!…
Matilde - Ay madrecita santa!!

Matilde y el policía se alejan corriendo.
Fin.


¿REALIDAD O ALUCINACIÓN?: 

LOS DUENDECITOS 

Del Parque de San Lucas.



Por: José Carbajal Cortés

   Hay lugares curiosos que guardan ciertas presencias, energías o seres de la naturaleza que, curiosamente no preceden del lugar si no que se manifiestan en él, tal es el caso por ejemplo del cerro de Xochitepec en Xochimilco en límite con Tlalpan, donde dicen que se aparecen pequeñitos hombrecitos, duendes o gnomos con cara de viejitos y extraño ropaje que asemejan las ilustraciones de los cuentos y que aparecen asimismo en varios lugares como es en los cerros que limitan la ciudad y Azcapotzalco no es la excepción.

  Se dice que en algún lugar de Azcapotzalco se aparecen estas pequeñas presencias.
   Así, me han referido una historia que se sitúa a finales de la década de los setenta, en que algunos amigos de la Escuela Primaria República de Polonia, más conocida como “la Polonia” entre la colonia Clavería y el barrio de San Lucas o colonia el Recreo, me lo han contado, viajemos por el tiempo y el espacio en el Azcapotzalco de hace unas décadas.

  Nuestros protagonistas cursaban el 6 año de primaria en “la Polonia”, era el término del último año de estudios en esa escuela, varios compañeros de cierto salón, formaban un grupo de camarería de amigos que, en varias ocasiones se juntaban a la salida antes de irse a sus casas. Aquel día habían salido temprano, se había puesto un anuncio de que habría una junta de maestros y saldrían antes de la hora, vivían cerca varios amigos de aquel grupo, ya que caminando llegaban a sus casas, algunos habían pedido permiso para que al salir fueran al parque cercano pues vivían algunos de ellos del lado de la colonia El Recreo. Se quedaron de ver a la salida e irse al parque para aprovechar y jugar en los juegos y, que de los cuales he de mencionar, tan sólo queda uno de aquellos “juegos”, testigo mudo de aquel acontecimiento que les sucedería y que es la figura de piedra del Hipopótamo que aún sigue ahí en una de las esquinas del parque. Al salir temprano decidieron ir a jugar a lo que en aquel entonces se llamaba el “Jardin El Recreo” o también “el Jardin Infantil de San Lucas” (actual Parque de San Lucas) por estar localizado en la calle de San Lucas esquina con Tebas y que en aquel tiempo estaba lleno de una fronda densa de árboles que lo hacían parecer un pequeño bosquecito y que los árboles se antojaban que tenían una forma de mano crispada en sus ramas hacia arriba y que al oscurecer lo volvía tétrico ya que permanecía por aquellas noches con poca luz.  

  Pues bien, saliendo de la escuela se dirigieron al parquecito mencionado, jugando en los animales de piedra, en los columpios, en el carrusel, en las resbaladillas, en todos los juegos que estaban ahí. Empezaba a oscurecerse cada vez más y que en aquel parquecito de densos árboles y casi sin luz, se veía más oscuro y de miedo el lugar. Varios de los amigos estaban por irse a sus casas, ya que después de jugar estaban ya cansados y, entonces sucede, que, ya para recoger sus mochilas y disponerse a irse éstos cinco amigos, cerca de donde se encontraba una simpática tortuga de piedra que ha todos gustaba por lo bien hecha y resistente, así como de un sencillo carrusel a la vista y en donde se localizaban tres pequeños árboles que formaban un triángulo, a un costado, uno de ellos empezó a ver una luz que parecía surgir de la tierra y volverse cada vez más iluminada y les dijo  a los demás:
- ¡Miren! ¡que será eso! 

  Entonces los demás observaron y la luz era como una especie de fogata y repentinamente observaron que empezaban a parecer unas pequeñas figuras que se tomaban de las manitas y empezaban a bailar alrededor de esa luz o fogata, un fuego curioso que no era comparable con un fuego “normal” sino extraño, luz amarillenta y verdosa, y que no se oía que el “fuego” crispara, ese fuego era silencioso. Se escondieron atrás de unos arbolillos y yerbas crecidas para ver aquello y que no los vieran y una vez que fijaron su vista en los seres bailando, vieron que eran muy pequeñitos con cara de niños o de muñequitos y cuya vestimenta era: un gorrito echado hacia adelante con un pico curvo, vestidos con pequeños abrigos con un cinturoncito y unos zapatitos de pico hacia adelante y los colores de su vestimenta eran: rojo, verde, azul, colores multicolores en sus ropas. Quisieron ellos mirarse y decirse lo que estaban viendo, pero curiosamente no podían voltear, no podían moverse, tampoco hablar, estaban como petrificados, hipnotizados, el tiempo de esa visión se les hizo eterno. De manera afortunada uno de ellos se había quedado en algún juego rezagado y se fue acercando y, al momento de llegar se sorprendió ante lo que vio y grito:
- ¡Duendes! ¡duendes!

  Y entonces como por arte de magia se pudieron mover y cada quien, de manera repentina ante el susto, agarraron sus mochilas con desesperación y sin despedirse cada quien se fue a su casa, que como dicen: aquí se rompió una taza y… cada quien corrió a su casa, pues vivían cerca y la luz se disipo junto con los pequeñitos seres o duendecitos, quedando el parque oscuro ya, el pavor ante lo que habían visto hizo que al otro día al verse los amigos unos a otros con ganas de hablar, no lo hicieran, sino que a la salida cada quien se iba rápido a su casa o pedía que vinieran por ellos y nadie quería volver a ir jugar al parque.
  Había un miedo de hablar, de que si lo que vieron fue real o lo imaginaron, pues eso solo ocurría en los cuentos que en la escuela habían leído, ya que curiosamente estos seres se parecían a los dibujos de sus libros ilustrados para niños de los hermanos Grimm, por lo que no le decían a nadie, ya que no les creerían. Salieron de la escuela, pasaron años y varios de ellos al encontrarse, tratando de comentar “aquello”, de lo que ya no se acordaban bien, pero que al parecer habían visto “algo”, de que lo que si vieron fue real o alucinación de niños, ya que algunos de ellos lo recordaban a medias y otros no, solo uno de ellos recordaba todos los detalles en aquel parque y que es quien me lo ha contado.
  
  Y es curioso que digan algunos vecinos que se ven “duendecitos” en ese lugar, quizá esos seres hagan acto de presencia en la noche de warpurgis para pasearse en ese parque. Si en alguna ocasión pasas por el parque de San Lucas y si ves que un niño señala hacia “algo” insistentemente con su dedito ahí en el parque y tú no vez nada, es que está mirando a algún duendecillo, ya que dicen que, curiosamente solo los niños los pueden ver…
 Y a si dicen de estas pequeñas presencias en el parque de San Lucas.  
LOS NAHUALES 

Barrio de Santa Apolonia.


Por: Ana Marisol Resendiz Pizarro.

En el camino que va hacia San Juan Tlilhuaca, lugar místico donde habita lo oscuro  donde probablemente existía un observatorio astronómico prehispánico sin embargo después del periodo de la conquista existe cierta mística oscuridad, en noche de tormentas eléctricas se escuchan unos extraños aullidos de un ser entre una fusión de animal y hombre, con unos extraños aullidos, en el límite de lo animal y lo humano, desgarradores sonidos que estremecen a propios y extraños y generalmente comienzan a partir de las seis de la tarde y podrían confundirse con el sonido de un lobezno pero al preguntar a los vecinos de la demarcación todos dicen que aquí es tierra de nahuales. La luna incita el aullido de un ser sobrenatural que habita entre lo humano y lo animal, dicho sonido parece hacer ver a la luna más brillante, una vez que el nahual ha emitido su desgarrado aullido un coro de aproximadamente veinte perros le sigue el desgarrador canto, que se intensifica cuando la faz de la luna es descubierta por el tránsito de las nubes.
Como si una danza de macabras jaurías sobrenaturales enmarcara el ambiente, aullidos que se intensifican en las tormentas eléctricas, un sonido ahogado e inhumano que en las noches de luna aumenta el tono de su desesperación.

            Dichos aullidos a veces atraviesan la alegría del día, y se intensifican en las puertas de la noche para incrementar un terror hacia lo sobrenatural.
                                                                                  
            Complementa el monje Molinero y algunos habitantes del lugar que al igual que en Europa un ser siniestro, sobrenatural, toca las campanas de la iglesia para anunciar alguna fatalidad, previa la aparición de este espectro en el atrio de la iglesia se aparecen cinco sombras, que al verlas se toman de la mano en un extraños circulo, son tres hombres y dos mujeres, las mujeres traen su cabeza cubierta con un sombrero cilíndrico y un velo negro de red para cubrir sus espectrales rostros los que las han visto las describen como calaveras polvorientas que con cierta luz de luna parecen recuperar su forma y belleza humana, cuando se puede cruzar palabra con ellas, piden que se les dé una adecuada sepultura debido a que son las almas en penan en la parroquia y en los alrededores del barrio, por no haber perdido su sepultura cuando se renovó el patio atrial.