lunes, 16 de agosto de 2021

CRÓNICA DEL PIRUL DE MECATES 
Por María Francisca López Suárez

 El día 18 de julio del 2021, nos levantamos con una gran tristeza al saber que el árbol conmemorativo del parque de Mecates de nuestro pueblo San Martín Xochinahuac había caído, más de uno lloramos entre el aroma a petricor e incienso colocado en su honor al ver su gran estructura derribada ante el reblandecimiento y la acumulación de agua de lluvia, fue un árbol que albergó grandes historias. Recientemente realice una entrevista a Doña Carmen Ortiz, quien nos narró que aquel árbol tenía más de 30 años de vida y que se encontraba en la parcela de su abuelita Doña María Flores, a un costado estaba su casa cuyo vestíbulo direccionaba hacia la avenida del Rosario, lo describió como un árbol en el cual sus hijos jugaron y que alojaba un columpio donde disfrutaron su niñez. En aquellos tiempos existían las parcelas, cuyas inmediaciones eran divididas por magueyes, más tarde aquel árbol quedó en medio de la plazuela del Parque de Mecates. La tristeza invade aún más cuando días previos una servidora realizó una crónica del parque, donde se resaltaron grandes eventos llevados a la sombra de este pirul, como la bendición de los niños Dios, la llegada del lienzo de la Virgen Guadalupana, las representaciones de la oración de Jesús y su aprensión por parte de diversos jóvenes de nuestro pueblo, fue el cobijo de muchas parejas de novios, probablemente hasta de propuestas de matrimonio. 

Nos cuenta David Andrade, que días atrás, después de tantos días de encierro por la pandemia trajo a su mamá Celia López a sentarse un rato bajo su sombra recordando tantas historias de este grandioso pirul. Como escribió Janet Fith, “la memoria es la cuarta dimensión de cualquier paisaje” y justamente en eso radica la melancolía que nace de ver la plazuela principal del parque vacía, con aún la porción del tronco resúltate y grandes raíces, vestigios de nuestro viejo pero majestuoso árbol de pirul, era de las pocas regiones que inspiran un interés tan vivo, por haber sido el sitio de antiguos acontecimientos y grandes recuerdos que acompañan la existencia de un pueblo de décadas de existencia. 

Aquel árbol inefable era una fuente de vida impresionante, no solo en su unidad, era el hogar de cientos de aves, sus fuertes raíces y su enorme copa almacenaba y trataba agua pluvial además de constituir una velaría natural de quienes caminaban bajo su sombra, visualizando desde el alba hasta el arrebol, parecía inmarcesible ¿Cuántas historia habrá escuchado aquel árbol? La naturaleza es una entidad que se relaciona armoniosamente con sus habitantes, afortunadamente hemos comprendido que evitar alterarla o trastrocarla es algo racional y que no debe imperar dicotomía entre naturaleza y sociedad, sin embargo, el cambio climático que hemos ocasionado ha derivado en desenlaces atroces, tal como lo acontecido a nuestro árbol, esto debe hacernos reflexionar sobre nuestras actitudes y acciones. Debemos velar por nuestro entorno hoy más que nunca, nuestra existencia terrenal es efímera pero cualquier pequeña buena acción no es superflua, así que pongamos un granito de arena para dejar un mejor mundo a las nuevas generaciones. Agradecemos a la madre tierra que lo vio crecer y darnos tantas alegrías

 

EL ÁRBOL HISTÓRICO DE NEXTENGO, 

UN REQUIEM

Por: José Carbajal Cortés. Cronista del Barrio de Nextengo, Azcapotzalco.


  Azcapotzalco es un sitio lleno de lugares y de, además, rincones poco conocidos en sus diversos barrios y pueblos. Uno de estos rincones es el Barrio de Nextenco o Nextengo con su capilla, su atrio y su vetusto e histórico árbol.

 

El entorno del árbol.

  El día 20 de noviembre del 2020, nos enteramos con tristeza de la pérdida de este histórico árbol que formaba parte del entorno, dándole una característica al atrio que lo albergaba.

  El vetusto árbol que habitaba en este lugar era un gran Fresno de los pocos que existen en Azcapotzalco y el único que quedaba en el Barrio de Nextengo, antiguo calpulli prehispánico.  Los fresnos llegan a crecer hasta una altura de 35 metros, sus ramas son horizontales y de tronco grueso e imponente y de gran follaje, características que tenía este corpulento fresno, ya que era de gran altura, con varias ramas a manera de brazos. En torno a este fresno se suscitaron varias historias que retomaremos a manera de memoria. Este frondoso árbol habitó durante mucho tiempo no sabemos cuánto este lugar, pero nos comentaba el padre Gerardo en su momento que podrían ser centenares de años debido a su grosor, quedando dentro del atrio de la capilla de San Salvador Nextengo o Nextenco, cuyo significado en náhuatl es: “A la orilla de la ceniza”. Es de mencionar que existían a principios del siglo XX, entre 6 y 9 árboles de fresno en este barrio, que rebosaban en un verdor han dicho los habitantes más longevos y de los cuales sólo quedaba este árbol en pie.

 

El histórico árbol de Nextengo.

  Aunque este árbol era ya longevo, la primera referencia escrita de éste la precisamos a principios del siglo XX, en el año de 1906, cuando le cayó un rayo a este fresno en el templo de Nextengo, desprendiendo algunas partes del árbol que cayeron sobre la capilla haciendo algunos destrozos, esto nos lo contaba el párroco Gerardo Morales quien se hacia cargo de esta capilla y de la parroquia de San Lucas por el año del 2000, y tal referencia se encuentra en el archivo parroquial de este lugar. También nos decía el párroco que observáramos el árbol, ya que podíamos apreciar los estragos que hizo el rayo, ya que la mitad del árbol estaba seco y la otra mitad reverdecía su follaje cada año con todo esplendor, el párroco nos mencionaba que este prodigio de la naturaleza era digno de ver ya que, al sobrevivir al terrible rayo, se debía al agua que tomaba al dejar al descubierto el manantial que había debajo.

  Este árbol también albergaba dos curiosos hechos. El primero es que tenía un modesto altar prácticamente unido al árbol con una pequeña escultura del Cristo de Burlas, un bien mueble valioso ya que databa del siglo XVIII, situada en la cavidad del nicho que, desafortunamente el pasado siglo en la década de los ochenta, desapareció siendo sustraída de manera indebida.

  El segundo hecho también interesante, es que en el año en que la cayó el rayo en 1906 dejó al descubierto un manantial, con lo cual cuentan los vecinos se construyó un pozo, aunque investigaciones más recientes nos indican que este pozo en realidad es más antiguo ya que se han encontrado en sus alrededores vasijas prehispánicas (por parte de Salvamento Arqueológico del INAH) y que se encontraría oculto, escondido, hasta la caída del relámpago mencionado. Aunque nos comenta más como el de un imaginario colectivo que no un hecho, Gonzáles Gómez en su Cronología Histórica de Azcapotzalco que la población de entonces tanto de Nextengo como de San Lucas, barrio contiguo, llegaron a creer que el rayo fue un castigo por haber restaurado la imagen del Cristo de Nextengo por aquellos años.

  Mencionaremos el hecho de que este árbol estaba catalogado como Histórico por el INAH, sintiendo el barrio su pérdida de manera casi repentina en el 2020.

 Tenemos un testimonio de don Luis Téllez, vecino de toda la vida en este barrio:

“En la calle de Nextengo [Camino a Nextengo] había 6 árboles, ahora solamente queda uno, dentro del atrio de la iglesia había 3 árboles grandísimos y ahora solamente queda 1” (Azcapo tu revista, 2007. p. 19).

  Este árbol grandísimo que nos comentaba don Luis que sólo quedaba uno es, precisamente este noble Fresno que se ha tenido que retirar por su resquebrajamiento. ¡Cuántos festejos patronales sintió en lo hondo de sus raíces pasar este árbol a través de las generaciones, con las tradiciones de antaño y en compañía de más árboles hermanos como él, compañeros cercanos en su entorno natural! El árbol que habitaba este sitio, era el testimonio del verdor de Azcapotzalco que nos cuentan los mayores de que este lugar allá por la década de los treinta, estaba lleno de sembradíos, de campos de alfalfares, árboles de pino y fresnos. Sitio donde ahora ya no hay ningún pino y tampoco ya ninguno de los fresnos de los ejemplares que existían, siendo escasas las áreas verdes de este antiguo barrio originario. Solo quedan los testimonios, imágenes de cámara y fotos de un Azcapotzalco que quedó en el tiempo.

 

Allá en el Rancho Grande.

  Este Fresno último de los tres del atrio, fue testigo de la vista o paso por el lugar de muchas generaciones chintololas a lo largo de su vida, sus ramas y hojas dieron sombra y viento fresco. Entre las muchas personas que estuvieron bajo su follaje, están los actores que llegaron en el año de 1936 para filmar en esta capilla la película representativa de nuestro cine mexicano que dió comienzo a la época de oro, en Azcapotzalco: la cinta “Allá en el Rancho Grande” (Valdés, 2005). Las personalidades que nuestro árbol testimonio “ver” y sentir pasar fueron: Tito Guízar, Esther Fernández, René Cardona, Carlos López, Emma Roldán, de Gabriel Figueroa y del director Fernando de Fuentes entre otros, en la escena final de la película. También, asimismo atestiguará con su presencia nuestro corpulento árbol de nueva cuenta en la filmación del remake versión de “Allá en el Rancho Grande”, rodada en 1948 al final nuevamente, ahora con Jorge Negrete, Lilia del Valle, demás actores y director que fueron acompañados por chintololos haciéndola de “extras”. Podemos observar este gran árbol de Fresno, al final de ambas películas en conjunto con la capilla y el atrio en una algarabía en las escenas finales de las bodas, en las que nuestro árbol hace presencia en cámara, que observamos que tenía una corpulencia, gallardía y seguro verdor.


Su leyenda o suceso.

  Se dice que entorno a este árbol a un costado del pozo que lo albergaba, se aparecía una presencia que cuidaba el lugar, que hacía acto de presencia repentinamente de manera difusa, vaporosa, estática por momentos, que se deslizaba al lado del pozo y recorría el alrededor del árbol y del atrio, ello nos lo mencionaba así un habitante cercano al lugar (Carbajal, 2017).

 

El Réquiem.

  Es en febrero de 2020-1, que el árbol se empezó a abrir, para partirse finalmente meses después. El hecho nos lo refiere el sr. Juan Rojas, vecino de este barrio quien ha sido una de las personas que ha cuidado a través de los años esta capilla del Señor de Nextengo con aprecio. Es en el mes de febrero de este año del 2020-1 nos comenta, que este Fresno se empezó a partir, por la fuerza del viento y empezó a resquebrajarse poco a poco por dentro y que, en el mes de noviembre entre el 19 y 20 del año referido, término por desprenderse abriéndose dramáticamente en dos, partiéndose y quebrajándose casi desde su mitad y por lo tanto se pide a la Alcaldía por ser un árbol histórico que se debe hacer. Hay llegar el personal se dictamina que el árbol se encuentra en malas condiciones, encontrándose dos terceras partes del árbol con la madera deshecha en su interior pudiéndose observar el mal estado de la madera interior podrida con el resquebrajamiento de tal. Se decide por tanto conseguir el permiso y cortarlo para evitar accidentes, llevándolo a cabo el personal de la Alcaldía.

  Así, la fisonomía del Atrio ha cambiado, ya que además de no estar el árbol, el pozo ha quedado tapado y con ello, parte de su historia y leyenda del lugar.

 Los árboles mueren de pie, como dice la gran obra de Alejandro Casona, abrigando una memoria de lo que sigue en pie, aún en las malas condiciones interiores o exteriores. Gaia, la madre tierra lo ha recibido en su seno, ya que los árboles son seres vivos de la naturaleza, como aquella sombra del árbol que cobijo al Maestro de todos los tiempos.

Decimos por tanto unas palabras de introito: «Requiem æternam dona eis».

Despidiendo y recordando tanto material como simbólicamente a nuestro noble árbol.

 Cuando pases lector por el barrio de Nextengo, advertirás que ahí estaba un árbol dentro del atrio de la capilla, era un singular Fresno del cual, ya sabes su historia y así como la he contado ¡cuéntala!

 Agradezco a sr. Juan Rojas Soriano por su amable atención, al párroco del templo de San Lucas, por su apreciable amabilidad.

 

Referencias.

Azcapo tu revista. (edit). (septiembre 2007). Entrevista Sr. Luis Téllez. Azcapo tu revista, (1), p. 10-12.

Carbajal, C. J. (2018). “Crónicas junto a la ceniza”. En Consejo de la Crónica de Azcapotzalco (comp.). Tlacuilos Tepanecas: XVIII Encuentro de Cronistas de Azcapotzalco. (p. 18-28). México: Delegación Azcapotzalco.

Valdés, P.A. (2005). “Allá en el Rancho Grande”. En Ortiz E.R. (comp.). Miradas al acervo. México: Conaculta, Cineteca Nacional.

Gonzáles G, A. (2003), Cronología histórica de Azcapotzalco. Mexico: edición del autor.

 

 

Colectivo Cultural Pueblo de San Martín Xochinahuac

Tlazohcamati miyac Copalcoahuitl

Llegaste de Perú hace más de 500 años, los hermanos sudamericanos compartieron tus bondades, llegaste y como suele pasar con todo lo que conoce a nuestro hermoso país, decidiste quedarte y ser mexicano. Y crecieron miles de árboles de pirul en todo el territorio.

Tu ancho tronco, tus fuertes ramas, sostuvieron los pies de aquellos niños que trepaban, y aunque algunos al caer sangraban, el menjurje que brindaban tus hojas, los sanaban.  Eso es parte de las celebraciones de la infancia. En el pirul se cuelgan piñatas en cumpleaños y posadas, y porque no, también se llegó a colgar a aquel traidor de Jesucristo en semana santa y se defiende el honor con cerbatanas y resorteras desde la trinchera de sus ramas.

Manos, brazos y piernas regresan a casa, después de una tarde de juegos, embarrados de una sustancia pegajosa que huele a las aventuras en el pirul. Un olor a madera penetrante con mucho de pimienta, un poco de clavo y algo de resina

Las ramas y hojas cuelgan del árbol como desmayadas, como si no tuvieran voluntad. Sin embargo, en cuanto el viento sopla, comienzan a moverse mágicamente, barriendo con su vaivén una dimensión invisible. Atestiguan un cotidiano regreso a la vida desde el inframundo y tal vez por esta habilidad de traspasar la muerte, el pirul se usa comúnmente para alejar espíritus o recuperar la salud en todo tipo de baños curativos, limpias y rituales.

Tiene 10, 20 y hasta 50 usos medicinales y cosméticos, como si fuera tónico milagroso que anuncia un merolico de feria. Es bueno para los pulmones, el hígado, el riñón y la vejiga. Cura “las reumas” y alivia la constipación. Cicatriza heridas y suaviza los dolores de cabeza, garganta, piernas y muelas. Mejora la vista y ayuda a adelgazar, y hasta combate esas enfermedades de las que nadie quiere hablar, esas que se contraen en momentos de fiebres y calenturas que queman el cuerpo y el alma.

Por su alta vibración, libera de todo tipo de maleficios, envidias y malas intenciones.

Y es por todas tus bondades, por todos tus conocimientos, por toda la sabiduría que traes contigo, pero sobre todo, por ese abrazo que recibimos de tus ramas, que te lloramos hoy; terrible día 18 de julio, fecha en la que decidiste caer, decidiste dejar de brindarnos tu sombra y tu protección de todo lo malo que nos puede llegar a aquejar en nuestros corazones.

Tu partida ha sido dolorosa en todos sentidos, ya que contigo se fueron recuerdos, sueños, la ilusión del primer beso, el descanso de los mayores, el cobijo de las aves en las lluvias, el refugio de un gatito o perrito abandonado, el punto de reunión de los vecinos, de celebraciones religiosas, de alguna ruptura, de alguna perdida, viste y cobijaste a muchos nativos del pueblo, así como a vecinos aledaños. Y aun después de haber decidido caer, fuiste la alegría para algunos niños que te treparon por última vez.

La comunidad del pueblo de San Martín Xochinahuac que te adopto sigue llorando, sigue lamentando el no haber podido hacer más por ti, replantarte, levantarte, todo un sinfín de pensamientos pasaba por las mentes de aquellos que disfrutaron de tu sombra, de tu magnificencia, de todo el esplendor del que fuiste parte en sus memorias. Hoy no nos queda más que decir a los que vivimos “junto a las flores” Tlazohcamati miyac Copalcoahuitl (Muchas gracias árbol pirul). Por llevarte toda la energía negativa y no dejar que nos hiciera mal.

LAGO DONDE TAMBIEN ERA AZCAPOTZALCO

Por Martín Borboa Gómez  (Grupo Formiga)

Alguna vez conocida como “Refinería de Azcapotzalco” o “Refinería El Águila”, desde 1946 se llamó formalmente “Refinería 18 de marzo”, en honor a la fecha de la expropiación petrolera.

En la página de Pemex.com, sección “Acerca de” / “Historia”, en una interesante cronología habla de ella, y explica que para el año 1946: El 20 de noviembre se inaugura la refinería "18 de Marzo" en Azcapotzalco, D.F., con capacidad de refinación de 50,000 barriles diarios”.

Formalmente se identificaba que la Refinería estaba en territorio de Azcapotzalco. Pero cuando en algún momento de la vida, el territorio de dicha refinería se convirtió en un gran parque, ya se indica que está en territorio de la alcaldía Miguel Hidalgo. Azcapotzalco perdió esas hectáreas.


En la imagen, marcado con una flecha, podemos ver levantado ese arco azul (de la alcaldía Miguel Hidalgo) que forma una curva en la parte sur de Azcapotzalco (en el círculo). Ese arco delimita el corte realizado para que las hectáreas de la refinería (hoy “Parque Bicentenario”) pasaran a otra alcaldía. Ese arco lo forman tres arterias: Ferrocarriles Nacionales, 5 de Mayo y Santa Lucía, que separan a las dos demarcaciones. El perímetro de nuestra alcaldía no es una forma definida, pero casi por completo es en base a líneas rectas, solo ahí abajo tiene esa como curva, y representa al sector que no hace mucho, se le quitó a Azcapotzalco.

BREVE CRONOLOGIA DEL TERRENO DE LA REFINERIA Y TEMAS RELACIONADOS

1933 se inauguró el oleoducto Tampico – Azcapotzalco de 500 km de longitud, propiedad de la Compañía petrolera “El Águila”.

1933 Esa misma compañía inauguró la Refinería de Azcapotzalco con una capacidad productora de 7,500 barriles diarios (abastecidos por el oleoducto recién inaugurado).

1938 Expropiación petrolera. El 7 de junio se creó Petróleos Mexicanos, que adquirió 6 refinerías, incluida la de Azcapotzalco que ya tenía capacidad de producir 11,500 barriles diarios (era la tercera más productiva de las que obtuvo la nueva empresa).

1946 la refinería cambió al nombre formal de “18 de Marzo”, y su capacidad ya era de a 50,000 barriles diarios.

1946 día 20 de noviembre, se inauguró su ampliación.

1955 día 23 de julio inauguraron 7 nuevas plantas de destilación en Azcapotzalco, y se alcanzó ya una producción de 100,000 barriles diarios.

 1984 día 10 de enero, ocurre ahí un terrible siniestro.

1991 día 18 de marzo, cierre de la planta.

En los años siguientes, desmantelamiento de instalaciones.

2007 se anunció la construcción de un parque de 55 hectáreas en el terreno que Pemex donó a la SEMARNAT (Secretaria de medio ambiente y recursos naturales).

2010 día 7 de noviembre, se inauguró la primera sección del “Parque Bicentenario”.

2012 día 30 de noviembre, se inauguró la segunda sección del  “Parque Bicentenario”.

Y en ese recorrido de 79 años, lo que se conocía como ubicado en Azcapotzalco y se le nombraba informalmente con ese término: “Refinería Azcapotzalco”, ahora se identifica como un magnífico parque ubicado en la alcaldía Miguel Hidalgo.

¿QUE PASO?

En el Diario Oficial del 18 de abril de 1997, el Programa delegacional urbano de Azcapotzalco, en su inciso 1.1.2 (Situación geográfica y medio físico natural), dice:

“La Delegación Azcapotzalco se conformó con sus límites y superficie actuales en el año de 1971…”. 

Deseo subrayar esa primera frase. Veamos cómo se afirma que “su límite y superficie actual” se estableció en 1971. Así que en ese momento es cuando por decisiones gubernamentales se estableció el nuevo límite que arrancaría ese terreno de la refinería, a Azcapotzalco. Ese corte  (1971) sucedió incluso ANTES del famoso siniestro (1984).

El motivo de ¿Por qué se hizo ese corte?, solo lo encontré en una referencia de José Luis Luege Tamargo publicado en “El Universal” 13 agosto 2018. Dice:

“Recordemos que los límites de la Miguel Hidalgo siempre tuvieron un “chipote” dentro de Azcapotzalco, mismo que corresponde al polígono de la refinería. La razón era estratégica ya que en las reglas no escritas del PRI, por estar la casa presidencial de Los Pinos en la Miguel Hidalgo, al delegado lo nombraba directamente el Presidente. Por la misma razón el gobierno federal quiso dejar la refinería bajo la jurisdicción de esa delegación.

 

Regresemos al Diario Oficial, y leamos nuevamente desde el comienzo:

La Delegación Azcapotzalco se conformó con sus límites y superficie actuales en el año de 1971, como resultado de la modificación de la estructura administrativa del Distrito Federal; ocupa una superficie de 3,330 ha. y se localiza en la parte norponiente de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Sus coordenadas geográficas extremas son: al norte 19° 31', al sur 19° 27' de latitud norte; al este 99° 09' y al oeste 99° 13' de longitud oeste. La superficie total de la delegación representa el 2.24% del total del Distrito Federal y el 4.4% de la zona urbana de la entidad. Sus límites son: al norte, el municipio de Tlalnepantla del Estado de México; al oriente, la delegación Gustavo A. Madero; al sur, las delegaciones Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo y al poniente, los municipios de Naucalpan y Tlalnepantla del Estado de México.

A partir del centro de la mojonera denominada La Patera, que define uno de los vértices de la línea limítrofe entre el Distrito Federal y el Estado de México, se dirige en línea recta al oriente hasta el cruce que forman los ejes de la Avenida Poniente 152 y Calzada Vallejo, de donde sigue con rumbo Suroeste sobre el eje de esta Calzada, hasta su intersección con el eje de la Avenida Río Consulado; sobre el eje de ésta, continúa en sus diversas inflexiones al Poniente y Sur, hasta su cruce con el eje de la calle Crisantema, por cuyo eje sigue al Poniente cruzando la Calzada Camarones prosigue por la misma calle, tomando el nombre de Ferrocarriles Nacionales, hasta intersectar al eje de la Avenida Azcapotzalco, por cuyo eje va al Norte hasta el eje de la calle Primavera, por el que prosigue rumbo al noroeste hasta el eje de la vía de los Ferrocarriles Nacionales; de donde continúa por el eje de ésta hasta el Noroeste, encontrándose con el eje de la Avenida 5 de Mayo, por donde prosigue con rumbo al Poniente, hasta el camino a Santa Lucía…”.

Por supuesto que el texto continúa, es más amplio y detallado, pero deseo hacer notar a quien lee este artículo, los dos últimos renglones:


“De donde continúa por el eje de ésta hasta el Noroeste, encontrándose con el eje de la Avenida 5 de Mayo, por donde prosigue con rumbo al Poniente, hasta el camino a Santa Lucía…


Ese eje de la Avenida 5 de Mayo, es la arteria que separa al Walmart (Col. Santa Cruz Acayucan, Azcapotzalco) del “Parque Bicentenario”. Si usted mira un mapa, o acude al lugar, verá que esa arteria tiene camellón. Yo ignoro si la división geográfica exacta es “a la mitad del camellón”, y esa línea es tan delgada como un lápiz o un alambre. O si la línea divisoria tiene el grueso de la Avenida 5 de Mayo, incluyendo sus 6 carriles, su camellón, etcétera. Eso no lo sé.

 

DEL VIPS A LA ENTRADA DEL PARQUE

Fui a comer al Vips del mencionado Walmart, que está en el límite del territorio actual de Azcapotzalco. Desde la ventana vi la fachada del “Parque Bicentenario”.


Sabiendo que aquello ya no es tierra azcapotzalca, y con el deseo de hacer este artículo, salí del Vips y conté los pasos (de Azcapotzalco a la Miguel Hidalgo). Fueron 60 pasos de banqueta a banqueta (pasando sobre el camellón). Conocía el parque pero no el lago.


En esa ocasión, ver el atardecer en el lago fue un evento profundamente agradable en todos los sentidos. Semanas después regresé solamente a sentarme a mirar nuevamente el reflejo del atardecer sobre las mansas aguas del lago, e imaginar que así habría sido parte del paisaje lacustre del ancestral imperio tepaneca.

 

 

EL PARQUE DE LOS VAGOS.

 

Por José Carbajal Cortés. Cronista de Azcapotzalco.

  En las calles de Cairo y Nilo en la Colonia Clavería, encontramos un área verde, un parque que ha tenido desde su principio un nombre curioso ya que, originalmente, era un jardín que no tenía nombre en la década de los veintes y que cuidaban con esmero unos jardineros. El lugar en ese tiempo estaba muy despoblado, ya que sólo existían unas cuantas casas en los alrededores.

  Este jardín se extendía poco más de dos actuales cuadras cuando todavía no existían las colonias cercanas del Recreo y Lotería Nacional, ya que anteriormente era el Barrio San Lucas en conjunto, surgiendo las colonias mencionadas que se llamaron así después. Este sitio donde se encontraba el jardín formaba parte del Fraccionamiento el Imparcial y que posteriormente con los años cambio de nombre por el de Colonia Clavería donde lo ubicamos actualmente. Es de mencionar que, a un costado de este jardín de antaño, desde las actuales calles de Memphis, pasando por Nilo y hasta la de Oasis, existía un llano en el lugar han contado los habitantes más longevos, que a su vez les era contado de sus mayores y que con la urbanización desapareció éste construyéndose casas alrededor.

  Este lugar constaba de dos segmentos desde sus inicios: al poniente primero el jardín principal con eucaliptos y variedad de flores y el otro segmento con alfalfares y árboles donde ahora están los juegos infantiles, situados al atravesar la calle de Nilo y al oriente se encontraba un llano y en las esquinas algunas casas.

  La historia y la crónica nos cuenta de este jardín que con el tiempo se convertirá en parque, veamos porque se le ha llamado y es más conocido como El Jardín o Parque de los Vagos.

  Este terreno del jardín descrito, tenía sembrados muchos árboles de eucaliptos en los años 30´s del cual quedan actualmente varios de ellos; se dividía en dos partes, la parte con más árboles estaba cercada con alambre, el cual dicen testimonios que se han recabado de gente mayor de vecinos de las cercanías, que se miraba un jardín muy bello cuidándose pues por algún tiempo por jardineros, hasta que alguna autoridad le quito la protección y se empezó a utilizar el jardín como sitio popular, descuidándosele un tanto y de que jóvenes se reunían a cantar boleros, semejando a tríos cantando y tocando con sus guitarras muy en boga, dicen que era tan seguido que les decían los músicos vagos. También se cuenta que llegó a estar algún tiempo después en descuido, en el abandono por lo que llegaba gente que en su vagancia y ocio se reunía ahí por lo que se cuenta que se le empezó a llamar con más razón a este lugar como el “Jardín de los Vagos”.

  Otra historia asimismo nos cuenta que con el llano que existía ahí a un costado del jardín en los 40´s los fines de semana, niños del rumbo del iban a jugar beisbol y que éstos siempre llegaban cada fin de semana o en vacaciones y empezaron a decir las señoras de las cercanías ¡ahí vienen a jugar los vagos otra vez!, y que ya cansados al final del juego se iban a recostar al jardín, así que se le empezó a llamar a este sitio de reunión sin nombre como “el Jardín de los vagos”.

  Pasan los años y al ser remodelado todo el Jardín después de cierto abandono, conmemorando el año de Juárez en 1972, se le nombra a este como “Parque Margarita Maza de Juárez” recobrando parte de su anterior y bello aspecto de verdor, por las autoridades del D.D.F en Azcapotzalco, estando el delegado de Azcapotzalco Ing. Héctor M. Calderón, colocándose un busto de bronce obra del escultor Tamariz de la compañera del Benemérito de las Américas con una columna basáltica sosteniendo la efigie y dotándosele en el otro segmento del Parque con juegos infantiles. Aunque tenía ya un nombre que le habían puesto los vecinos, las autoridades no lo tomaron en cuenta quizá no era mucho de llamar su atención el nombre de “Parque de los Vagos”.

  Se cuenta la anécdota que el cantante José-José en su juventud, cuando su nombre artístico en sus inicios era el de José Sosa, venia a tocar a este jardín, a este parquecito con su guitarra en una de las bancas y que a veces, los vecinos que aún no lo conocían lo tomaban como uno de los músicos aquellos que tocaban y que les llamaban vagos por lo que en ocasiones los vecinos se mostrarían quejosos del cantante, como se quejaban de otros músicos se dice, sin saber que sería un famoso cantante que ha dado nuestro México al mundo, surgido de la colonia Clavería y que llevaría sus interpretaciones a diferentes países del orbe.

  Hace tiempo en décadas anteriores, se instalaba desde los setentas a los noventas y aún el 2000, una vistosa y pequeña feria, alrededor de este parque que, con alegría de los vecinos, llenaba de luces multicolores y juegos, así como de vendimia el lugar en el mes de septiembre de cada año en las festividades patrias, a lo cual los niños y adultos del sitio y alrededores esperábamos año con año la llegada de esta feria. Actualmente ya no se instala esta pequeña y colorida feria.

  De manera aledaña a un costado del parque en la esquina de Novedades y Nilo se encuentra una casona que llama la atención, ya que es una gran casa que tiene toda su fachada completamente de azulejos, por lo que le dicen “la Casa de azulejos de Clavería”, que forma ya parte referente del Parque de los Vagos la única en Azcapotzalco con una fachada así y dentro de su pequeño patio, la escultura de un monje o de un fraile impávido que parecería cuidar el lugar.

  En este parque, asimismo se reúnen organizándose los contingentes de las escuelas que se enfilaban desde esta calle de Nilo, para entrar marchando por la Avenida Azcapotzalco en los tradicionales desfiles del 16 de septiembre, por lo que es un punto de reunión vistoso, colorido y de entusiasmo en la organización de este evento cívico año con año de las escuelas de todo Azcapotzalco.

  Hace algunos años se instaló a un costado del Parque de los Vagos sobre la calle de Memphis, un local con visos románticos llamado el “Bouquet Café”, un lugar agradable para tomar un café y degustar un aperitivo, que esperemos sea reabierto este atractivo y romántico café.

  En este sitio también ocurre un fenómeno curioso, pues se cuenta que aquí como en sitios cercanos y en diversas partes de Azcapotzalco, se aparece un carruaje como de leyenda. Dicen vecinos que lo han escuchado que se perciben los cascos de caballos y se siente que pasa un pesado vehículo con ruedas que rechinan, aunque no lo ven, aseguran escuchar. Una persona que fue testigo de haber visto este carruaje es Fabian R.K., músico de profesión, quien nos comenta que en una ocasión más allá de la medianoche como a la una y media de la madrugada, salió solo del café situado en glorieta de Heliópolis donde tocaba, fue a caminar para tomar un taxi y buscando llegó al Parque de los Vagos, donde se recostó un momento en una de sus bancas de piedra, era noche de luna llena al momento, escuchó cascos de caballo y dirigió su vista a donde se escuchaban éstos y vio que se estacionó un carruaje en la esquina justa del parque en la calle de Cairo esquina con Nilo. Este era tirado por dos caballos y extrañamente no vio a ningún conductor, si no que parecía el carruaje sólo, por lo que extrañado se asomó pensando que era una broma de alguien o bien que llevarían a una quinceañera en su fiesta y vio bien que el carruaje era muy antiguo con un par de caballos negros y un farol encendido a su costado, con una ligera bruma y sintió un escalofrió percibiendo que no era algo normal, por lo que dice que un sentido de alerta le hizo alejarse rápido de ahí, por lo que optó por no salir tan tarde del café donde tocaba y evitaba pasar a esas horas por el parque, así como me lo contaron te lo cuento amable lector.

  Aunque este parque lleva el nombre de la compañera del Benemérito de las Américas, “Margarita Maza de Juárez”, los vecinos le siguen llamando con el nombre de “El Parque de los Vagos” y así es como lo conocemos todos los del rumbo, quizá como una idea nostálgica o romántica de antaño, de reunión, de un breve paseo en que nos sentimos atraídos a este pequeño parque que parece llamarnos por breves instantes y que nos invita a estar en él en un momento de sano ocio o de esparcimiento, donde ahora otras generaciones lo frecuentan como son los hijos y nietos de los vecinos que crecieron a su alrededor y si tú visitas este parquecito, que tu visita sea una mañana, que es cuando mejor se aprecia en su esplendor y verdor este Parque de los Vagos de Clavería en Azcapotzalco.

  Este parque tiene un no sé qué, algo mágico, algo de romántico, como una postal, como un cuadro no pintado, algo de antaño en el ogaño de la colonia y que tanto los vecinos de la colonia Clavería como los de la aledaña del Recreo o Barrio San Lucas gratamente compartimos.

  Respetemos los jardines y parques de Azcapotzalco ya sea en sus grandes espacios como en los pequeños, en esos espacios verdes con sus árboles, plantas en fin de los jardines que son vida, ya que son un pulmón en nuestro Azcapotzalco y que es una manera de poder demostrar nuestro amor, gusto y cultura por la naturaleza que convive con el ser humano.

Para esta crónica del “Parque de los Vagos” se recurrió a testimonios de los vecinos de la colonia Clavería habitantes de los alrededores del parque.

 

Correo electrónico del autor:

josecarbajalcortes_josiel@outlook.es

 

ODISEA EN EL PARQUE TEZOZOMOC

Por Patricio Garibay

Con el siempre recuerdo para Indira. 

Claudia y yo no podemos recordar con exactitud si fue hace unos 12 o 14 años cuando llegamos al Parque Tezozomoc, lo que sí tenemos claro es que aquella tarde  la Selección Mexicana de futbol se enfrentaría al equipo de Brasil, ¿o era a la de Argentina? La cuestión es que el parque estaría desierto al menos hasta las 4 de la tarde en que terminaría el esperado partido e incluso el propio personal del lugar estarían atentos en algún televisor observando  ese espectáculo de masas en el que  22 hombres en calzoncillos persiguen una pelota  y que al menos a Claudia y a mí no nos causaba el más mínimo interés, pero que sin embargo lo aprovecharíamos a nuestro favor pues estando solos en el enorme parque azcapotzalca podríamos realizar una serie de fotos de Claudia posando casi cuál Eva moderna en aquel edén tecpaneca, para una serie de fotografías que yo pensaba exponer próximamente en la galería de la videoteca que se encuentra al costado del edificio de la hoy alcaldía de Azcapotzalco.

Así pues el plan era perfecto y con esa  intención entramos al parque y de inmediato comprobamos qué efectivamente estaba desierto. Yo con mi cámara colgada al cuello y Claudia con una gabardina a la detectivesca que cubría su belleza natural buscamos un lugar adecuado en dónde poder tomar la primer serie fotográfica, luego de unos minutos llegamos a una zona rodeada de verdes lomas cubiertas de pasto. De las muchas personas que visitan el parque pocos saben qué cada una de estas pequeñas lomitas junto con el lago artificial representan a escala menor a los montes, cerros y zona  lacustre del Valle de México, por ello en medio del lago del parque hay un conjunto escultórico que  recrea el encuentro que tuvieron los recién llegados tenochcas con él águila sobre el nopal devorando una serpiente, mítica señal qué indicaba que ahí se debía construir la ciudad de Tenochtitlan. 

Pues ahí entre aquellas montañitas a escala decidimos tomar algunas fotos, no sin antes cerciorarnos de qué no hubiera testigos que se pudieran escandalizar por nuestra labor, enseguida Claudia, mi musa y cómplice de alegrías, de tristezas de amores y de mil proyectos se quitó la gabardina e iniciamos la sesión, el sol era perfecto y el escenario era tan bello como la modelo, confié en que conseguiría lo que buscaba, imágenes bucólicas y edénicas en aquel oasis verde y solitario en medio de la jungla de asfalto chintolola, solo había el inconveniente de que algunas nubes en su paso acelerado saboteaban en repetidas veces mi trabajo al ocultar la luz solar por algunos momentos. 

Luego de una docena de fotografías decidimos cambiar de locación y buscar que esta vez  en las imágenes apareciera parte del lago, y así llegamos frente al lago y un enorme pato blanco surgió de entre los juncos y se nos acercó, jugamos con la idea de que el pato apareciera al lado de Claudia imitando aquel cuadro atribuido a Leonardo da Vinci que representa a la hermosa Leda a quién el Dios Zeus enamorado de su belleza decidió convertirse en un blanco cisne para poder acercarse a ella mientras se bañaba, escena erótica que yo también pinte alguna vez, de aquel encuentro amoroso la hermosa  Leda daría a luz dos huevos de los cuales de uno saldría la bellísima Helena de Troya y del otro su hermano el poderoso guerrero Pólux.


1-Leda y el Cisne, atribuido a Leonardo da Vinci, Florencia 1516. 2-Leda y el Cisne de Patricio Garibay, Azcapotzalco 1992.

Entre aquellas evocaciones mitológicas estábamos cuando apareció un viejecito que con escoba en mano se disponía a barrer alguna hojarasca exactamente en el lugar dónde habíamos elegido para tomar las fotos. Amablemente nos saludó y le dimos las buenas tardes, y el simpático viejecito con más ganas de conversar que de iniciar a barrer  nos preguntó:
-¿Viendo los patitos muchachos?
- Sí, están preciosos.
Le respondió Claudia, y en vez de continuar nuestro camino e ir en busca de otro nuevo sitio qué sirviera de escenario le pregunté:

- Oiga Don y ¿es verdad que vienen de Estados Unidos y de Canadá?
- Sí señor, quién sabe cómo le hacen pero cada año en los meses fríos llegan muchos por aquí desde aquellas tierras, son muy  listos estos animalitos, pero lo malo es que muchos terminan convertidos en cena navideña.
- ¿Cómo es eso?
Dijo Claudia que no quitaba su atención de aquellas aves.
- Si, entradito el  mes de diciembre no falta la persona que viene con un costal y se lleva uno o dos animalitos para echárselos la noche del 24, cuando nos llegamos a dar cuenta se los quitamos pero pues el parque es muy grande y a veces pues no nos damos cuenta. Imagínense, pobres animalitos.

- ¡Qué barbaridad!
Dijo Claudia indignada y preocupada de semejante cosa.

El simpático anciano continuó platicando interminables anécdotas ocurridas durante los años en los que había trabajado en el parque, toda una vida, ya que dijo haber sido  parte del equipo de mantenimiento desde el primer año en  el que el parque abrió sus puertas, su plática no dejaba de ser interesante pero los minutos  avanzaban y en poco tiempo el partido de fútbol concluiría y el parque se inundaría de personas como cualquier otro día, así que tuve que cortar abruptamente el ya monólogo de don Aquiles quien dijo  así llamarse, y que sentado en una banca de cemento  no dejaba de hablar.
- ¿Y usted por qué no quiso ver el partido de la Selección Nacional Don Aquiles?
No !Qué partido ni qué partido! eso del fútbol es para gente ociosa que no ha de tener nada que hacer, yo soy hombre de trabajo, bueno hasta cuando estoy enfermo vengo a chambear, yo creo que después de muerto seguiré viniendo a chambear.
- Pues fíjese que también nosotros tenemos que trabajar hoy, y tampoco queremos quitarle más su tiempo.
Con esas palabras me despedí de aquel buen hombre y Claudia hizo lo mismo diciéndole:
- A ver qué otro día nos sigue contando cosas del parque.


Nos alejamos de ahí y decidimos darle la vuelta al lago, y aunque no estaríamos cerca del conjunto escultórico cómo era nuestra intención, si estaríamos lejos de la vista de Don Aquiles, con la lentitud de mi silla de ruedas y los elevados tacones de Claudia el trayecto  se hacia lento mientras el tiempo corría, en el camino Claudia y yo debatimos lo cínico que yo fui al decir que “íbamos a trabajar”, como si el “trabajo” de los que nos decimos artistas fuera equiparable al duro trabajo de él y de la gente que de verdad trabaja, cómo mis abuelos, uno campesino y el otro albañil, ellos sí trabajaron, por ello consideré que el quehacer artístico debería llevar otro nombre pues precisamente el 90% de los que se dedican al arte lo hacen huyendo del trabajo mismo. En esas sesudas reflexiones nos encontrábamos cuándo de pronto nos dimos cuenta qué dos policías se aproximaban hacia nosotros.

- Buenas tardes.
Dijo uno de ellos, que más que sonar como un saludo, sonaba a preámbulo de un regaño, y sospechando de lo que se trataba le dije:

- Buenos tardes oficial, ¿hay algún problema?
- Sí vamos a tener que remitirlos por faltas a la moral.
- ¿Faltas a la moral? ¿Cómo que faltas a la moral?

Dijo Claudia asombrada y molesta.
- Sí señorita por las fotos que le tomó el caballero.
- ¿Y de cuándo acá tomar fotos está prohibido  poli?

Cuestioné a los policías, uno se identificó con el nombre de Héctor y el otro  dijo llamarse Ulises, este último dijo:

- Está prohibido tomar fotos desnudos, bueno, más bien a personas desnudas.

- Desnuda, desnuda propiamente no estaba.

Argumentó Claudia y yo también argumente:

-En la galería del parque hay una exposición de fotos de desnudos? No es incongruente lo que usted dice?
- Bueno, pero esas fotos Se tomaron en un estudio. Pero hacerlo en un lugar público son faltas a la moral y hay una sanción administrativa.
- En primera no sabemos si esas fotos fueron tomadas en un estudio y en segunda, cómo va ser una falta a la moral pública el tomarle fotos a mi novia en traje de baño? Habría que multar a todos los qué se toman fotos en las playas.
- Sí caballero pero aquí no es la playa estamos en la Ciudad de México.
- ¿Y eso qué? ¿La moral va de acuerdo a las zonas geográficas? ¿Y las playas artificiales que pusieron en el Zócalo? Ahí también van a castigar a la gente que ande en traje de baño tomándose fotos?

Claudia interrumpió el absurdo debate en el que nos habíamos enfrascado el policía Héctor y yo diciendo:

-¡¡Fue el tipo de la gorra negra el que fue de chismoso con ustedes!! ¿Verdad?
- ¿Cuál tipo de la cachucha negra?

Le pregunté a Claudia desconcertado por el hecho de  interrumpir mis ”sólidos alegatos” agregando un factor más, la intervención de un chismoso, y que ese nuevo elemento  fuera un agravante o un atenuante.

- Un tipo de cachucha negra que se hacía tonto pero en realidad nos estaba espiando.
Aclaró Claudia, y me dio pie a usar este nuevo elemento a nuestro favor.
- Bueno, si ese sujeto es el denunciante, tráiganlo, que nos acompañe a la delegación.

Foto: Patricio Garibay, Modelo Claudia Djaddah 

Al parecer funcionó, pues los policías nos dijeron que no tenía sentido hacer tanto escándalo, qué le mostráramos las fotos para borrarlas de la cámara y ahí terminaba el asunto, pero la idea me molestó, consideré que más bien querían echar un ojo a las fotos y que para ello usaban como pretexto la necesidad de borrarlas. Y entonces les dije envalentonado desde la típica y snobista superioridad moral del artista qué lucha contra el mundo por el bien del sacrosanto arte.

- De ninguna manera permitiré que se destruya una obra de arte, eso sería volver a los tiempos más sombríos del nazismo.

(Años después lo harían las feministas, no los nazis)

Mi petulante frase no tuvo mucho éxito y los policías insistieron en ver y en borrar las fotografías y yo en negarme a ello.

- Lo mejor es que venga el chismoso que nos denunció  y el director del parque, para aclarar esta situación.

Dije esto tajantemente y Claudia  opinó lo mismo, por lo que el policía de nombre Ulises  fue a buscar al chivato y al encargado del parque. No tardaron mucho tiempo en aparecer a la vista el policía acompañado del encargado del parque pero sin él chismoso que al parecer se había esfumado. El director de marras era un hombre de unos 30 años con actitud salomónica y dispuesto a resolver el caso en cuestión de segundos para volver a sus asuntos, argumentaron los policías y después lo hicimos Claudia y yo. El sujeto dijo que efectivamente era una falta administrativa, y que pensáramos en los niños que visitan el parque.

- ¿Pero sí cuáles niños? El parque está vacío, y que venga ese fulano para que diga  que hacía espiándonos.
Dijo esto Claudia ya más molesta y la discusión volvió a ponerse intensa hasta que finalmente el encargado del parque aceptó que no podía echar un ojo a las fotos y mucho menos solicitar que las borrará, y  concluyó que lo mejor para la próxima vez era solicitar un permiso a la delegación para tomar las fotos sin problemas y que incluso podrían ser expuestas en la galería del parque , le dijimos que posiblemente lo haríamos, quedamos todos muy cuates y nos despedimos no sin antes decirles que si querían ver las fotos acudieran a la futura exposición. 

Cuando nos dimos la vuelta para alejarnos notamos que un ejército de gente en su mayoría niños comenzaba a invadir el sitio, la caballería montada en bicicletas y la infantería armada de balones se preparaba para realizar similares hazañas deportivas como las vistas por televisión minutos antes,  el partido había terminado.

El plan se había arruinado, ya era hora de comer algo, nos dirigimos a la salida cuando una joven pareja instalada tras un puesto de comida nos dijo que no podíamos salir del parque sin antes probar sus deliciosos helados de yogurt, fueron tan insistentes que lo hicimos, el matrimonio estaba compuesto de unan guapa cubana y un mexicano, y como buena caribeña sólo bastó con que le preguntáramos de qué dónde era, para que no para de contarnos sobre Cuba y su comida. Luego de un rato de charla y dos yogures más nos despedimos ahora sí con la firme determinación de salir del parque, pero un nuevo contratiempo nos hizo  cambiar de planes, faltaban las gafas oscuras de Claudia,  seguramente quedaron olvidadas en donde se tomaron las fotos, volvimos a buscarlas y en esta ocasión corrimos con suerte, pues las hallamos entre la hierba, nuevamente nos dirigimos rumbo la salida pero en el trayecto nos topamos con un payaso que hacía chistes a un nutrido grupo de niños, nos detuvimos un momento para contemplar el espectáculo pretendidamente infantil, y ¡oh sorpresa! el show consistía en una serie de chistes de doble sentido bastante subidos de tono, el payaso en cuestión se hacía llamar Piratin, medía como uno noventa de estatura y lo único que lo definía como pirata era un parche en el ojo. Al escuchar el repertorio soez del comediante, Claudia dijo:
- ¡Que grosero!
- Y se supone que son chistes para niños, y supongo que esto no es inmoral para las autoridades del parque. El mundo está loco, mejor vámonos.
Le respondí a Claudia en un tono elevado de voz con la finalidad posiblemente inconsciente de que algún adulto o el propio payaso escucharan mi protesta, y Claudia en un tono aún más fuerte dijo:
- Sí, vámonos de aquí !payaso pelado!
El payaso Piratin que había  escuchado  todo lo que dijimos comenzó a reclamarnos con las ironías propias del payaso amargado y resentido.
- Pues si no les gusta el show regrésense a su convento, ¿verdad amiguitos?

Los niños no dijeron nada y mi hermosa modelo y yo buscamos nuevamente la salida, pasamos por el embarcadero y nos detuvimos por un momento a contemplar la gris y melancólica tarde que caía sobre las quietas aguas del lago, ahí por alguna razón se encontraban colocadas tres sirenas de largas colas azules,  hechas de fibra de vidrio y de tamaño natural, a pesar de su estilo tosco y piñatesco poseían cierto erotismo, nos lamentamos el no haber podido tomar algunas fotos ahí, entonces comenzó a llover y con la  prisa que nos fue posible llegamos al fin a la salida que da a la calle de de Zempoalteca  donde habíamos dejado el coche, y justo al tener la salida frente a nosotros vimos como Héctor el policía le ponía candado a la reja pues ya era la hora de cerrar, le dijimos que nos abriera para salir pues de ese lado estaba me automóvil, dijo que sólo tenía el candado, más no tenía  la llave, y dijo que tardaría más en ir a buscarla y que lo mejor era salí por la puerta principal, le dijimos que con la silla de ruedas y los tacones de Claudia tardaríamos al menos  20 minutos y la lluvia comenzaba a intensificar, él, que se encontraba del otro lado de la infranqueable muralla dijo que no podía hacer nada por nosotros, así que no tuvimos otra opción que cruzar el parque bajo el torrente fluvial y no hubo parte de nuestro cuerpo que no fuera empapada de agua. 

Nunca en mi vida había estado en medio de una lluvia tan intensa como aquella, cuándo al fin llegamos al auto, como en el más predecible guion hollywoodense de suspenso  no encontramos las llaves del coche, hasta que al fin luego de unos minutos y decenas de litros de agua cayendo sobre nosotros recordamos que las habíamos puesto en la cangurera de la silla de ruedas y pudimos al fin refugiarnos en el interior del vehículo. Mojados como peces era imposible ir a comer al Toks como lo habíamos planeado, así que fuimos a casa a darnos un baño y evitar con ello un posible resfriado. 

Así concluyó aquella tarde en el Tezozomoc, tarde de extraños  sucesos donde hubo en cierta manera, ejércitos invasores, agresivos gigantes de un solo ojo, de un Héctor y un Aquiles, de sirenas que nos retuvieron, de una tempestad, de una puerta infranqueable, de la belleza seductora de una Circe, y otras tantas evocaciones mitológicas, en fin, de  hechos dignos de ser contados por el gran Homero.