lunes, 16 de agosto de 2021

 

EL ÁRBOL HISTÓRICO DE NEXTENGO, 

UN REQUIEM

Por: José Carbajal Cortés. Cronista del Barrio de Nextengo, Azcapotzalco.


  Azcapotzalco es un sitio lleno de lugares y de, además, rincones poco conocidos en sus diversos barrios y pueblos. Uno de estos rincones es el Barrio de Nextenco o Nextengo con su capilla, su atrio y su vetusto e histórico árbol.

 

El entorno del árbol.

  El día 20 de noviembre del 2020, nos enteramos con tristeza de la pérdida de este histórico árbol que formaba parte del entorno, dándole una característica al atrio que lo albergaba.

  El vetusto árbol que habitaba en este lugar era un gran Fresno de los pocos que existen en Azcapotzalco y el único que quedaba en el Barrio de Nextengo, antiguo calpulli prehispánico.  Los fresnos llegan a crecer hasta una altura de 35 metros, sus ramas son horizontales y de tronco grueso e imponente y de gran follaje, características que tenía este corpulento fresno, ya que era de gran altura, con varias ramas a manera de brazos. En torno a este fresno se suscitaron varias historias que retomaremos a manera de memoria. Este frondoso árbol habitó durante mucho tiempo no sabemos cuánto este lugar, pero nos comentaba el padre Gerardo en su momento que podrían ser centenares de años debido a su grosor, quedando dentro del atrio de la capilla de San Salvador Nextengo o Nextenco, cuyo significado en náhuatl es: “A la orilla de la ceniza”. Es de mencionar que existían a principios del siglo XX, entre 6 y 9 árboles de fresno en este barrio, que rebosaban en un verdor han dicho los habitantes más longevos y de los cuales sólo quedaba este árbol en pie.

 

El histórico árbol de Nextengo.

  Aunque este árbol era ya longevo, la primera referencia escrita de éste la precisamos a principios del siglo XX, en el año de 1906, cuando le cayó un rayo a este fresno en el templo de Nextengo, desprendiendo algunas partes del árbol que cayeron sobre la capilla haciendo algunos destrozos, esto nos lo contaba el párroco Gerardo Morales quien se hacia cargo de esta capilla y de la parroquia de San Lucas por el año del 2000, y tal referencia se encuentra en el archivo parroquial de este lugar. También nos decía el párroco que observáramos el árbol, ya que podíamos apreciar los estragos que hizo el rayo, ya que la mitad del árbol estaba seco y la otra mitad reverdecía su follaje cada año con todo esplendor, el párroco nos mencionaba que este prodigio de la naturaleza era digno de ver ya que, al sobrevivir al terrible rayo, se debía al agua que tomaba al dejar al descubierto el manantial que había debajo.

  Este árbol también albergaba dos curiosos hechos. El primero es que tenía un modesto altar prácticamente unido al árbol con una pequeña escultura del Cristo de Burlas, un bien mueble valioso ya que databa del siglo XVIII, situada en la cavidad del nicho que, desafortunamente el pasado siglo en la década de los ochenta, desapareció siendo sustraída de manera indebida.

  El segundo hecho también interesante, es que en el año en que la cayó el rayo en 1906 dejó al descubierto un manantial, con lo cual cuentan los vecinos se construyó un pozo, aunque investigaciones más recientes nos indican que este pozo en realidad es más antiguo ya que se han encontrado en sus alrededores vasijas prehispánicas (por parte de Salvamento Arqueológico del INAH) y que se encontraría oculto, escondido, hasta la caída del relámpago mencionado. Aunque nos comenta más como el de un imaginario colectivo que no un hecho, Gonzáles Gómez en su Cronología Histórica de Azcapotzalco que la población de entonces tanto de Nextengo como de San Lucas, barrio contiguo, llegaron a creer que el rayo fue un castigo por haber restaurado la imagen del Cristo de Nextengo por aquellos años.

  Mencionaremos el hecho de que este árbol estaba catalogado como Histórico por el INAH, sintiendo el barrio su pérdida de manera casi repentina en el 2020.

 Tenemos un testimonio de don Luis Téllez, vecino de toda la vida en este barrio:

“En la calle de Nextengo [Camino a Nextengo] había 6 árboles, ahora solamente queda uno, dentro del atrio de la iglesia había 3 árboles grandísimos y ahora solamente queda 1” (Azcapo tu revista, 2007. p. 19).

  Este árbol grandísimo que nos comentaba don Luis que sólo quedaba uno es, precisamente este noble Fresno que se ha tenido que retirar por su resquebrajamiento. ¡Cuántos festejos patronales sintió en lo hondo de sus raíces pasar este árbol a través de las generaciones, con las tradiciones de antaño y en compañía de más árboles hermanos como él, compañeros cercanos en su entorno natural! El árbol que habitaba este sitio, era el testimonio del verdor de Azcapotzalco que nos cuentan los mayores de que este lugar allá por la década de los treinta, estaba lleno de sembradíos, de campos de alfalfares, árboles de pino y fresnos. Sitio donde ahora ya no hay ningún pino y tampoco ya ninguno de los fresnos de los ejemplares que existían, siendo escasas las áreas verdes de este antiguo barrio originario. Solo quedan los testimonios, imágenes de cámara y fotos de un Azcapotzalco que quedó en el tiempo.

 

Allá en el Rancho Grande.

  Este Fresno último de los tres del atrio, fue testigo de la vista o paso por el lugar de muchas generaciones chintololas a lo largo de su vida, sus ramas y hojas dieron sombra y viento fresco. Entre las muchas personas que estuvieron bajo su follaje, están los actores que llegaron en el año de 1936 para filmar en esta capilla la película representativa de nuestro cine mexicano que dió comienzo a la época de oro, en Azcapotzalco: la cinta “Allá en el Rancho Grande” (Valdés, 2005). Las personalidades que nuestro árbol testimonio “ver” y sentir pasar fueron: Tito Guízar, Esther Fernández, René Cardona, Carlos López, Emma Roldán, de Gabriel Figueroa y del director Fernando de Fuentes entre otros, en la escena final de la película. También, asimismo atestiguará con su presencia nuestro corpulento árbol de nueva cuenta en la filmación del remake versión de “Allá en el Rancho Grande”, rodada en 1948 al final nuevamente, ahora con Jorge Negrete, Lilia del Valle, demás actores y director que fueron acompañados por chintololos haciéndola de “extras”. Podemos observar este gran árbol de Fresno, al final de ambas películas en conjunto con la capilla y el atrio en una algarabía en las escenas finales de las bodas, en las que nuestro árbol hace presencia en cámara, que observamos que tenía una corpulencia, gallardía y seguro verdor.


Su leyenda o suceso.

  Se dice que entorno a este árbol a un costado del pozo que lo albergaba, se aparecía una presencia que cuidaba el lugar, que hacía acto de presencia repentinamente de manera difusa, vaporosa, estática por momentos, que se deslizaba al lado del pozo y recorría el alrededor del árbol y del atrio, ello nos lo mencionaba así un habitante cercano al lugar (Carbajal, 2017).

 

El Réquiem.

  Es en febrero de 2020-1, que el árbol se empezó a abrir, para partirse finalmente meses después. El hecho nos lo refiere el sr. Juan Rojas, vecino de este barrio quien ha sido una de las personas que ha cuidado a través de los años esta capilla del Señor de Nextengo con aprecio. Es en el mes de febrero de este año del 2020-1 nos comenta, que este Fresno se empezó a partir, por la fuerza del viento y empezó a resquebrajarse poco a poco por dentro y que, en el mes de noviembre entre el 19 y 20 del año referido, término por desprenderse abriéndose dramáticamente en dos, partiéndose y quebrajándose casi desde su mitad y por lo tanto se pide a la Alcaldía por ser un árbol histórico que se debe hacer. Hay llegar el personal se dictamina que el árbol se encuentra en malas condiciones, encontrándose dos terceras partes del árbol con la madera deshecha en su interior pudiéndose observar el mal estado de la madera interior podrida con el resquebrajamiento de tal. Se decide por tanto conseguir el permiso y cortarlo para evitar accidentes, llevándolo a cabo el personal de la Alcaldía.

  Así, la fisonomía del Atrio ha cambiado, ya que además de no estar el árbol, el pozo ha quedado tapado y con ello, parte de su historia y leyenda del lugar.

 Los árboles mueren de pie, como dice la gran obra de Alejandro Casona, abrigando una memoria de lo que sigue en pie, aún en las malas condiciones interiores o exteriores. Gaia, la madre tierra lo ha recibido en su seno, ya que los árboles son seres vivos de la naturaleza, como aquella sombra del árbol que cobijo al Maestro de todos los tiempos.

Decimos por tanto unas palabras de introito: «Requiem æternam dona eis».

Despidiendo y recordando tanto material como simbólicamente a nuestro noble árbol.

 Cuando pases lector por el barrio de Nextengo, advertirás que ahí estaba un árbol dentro del atrio de la capilla, era un singular Fresno del cual, ya sabes su historia y así como la he contado ¡cuéntala!

 Agradezco a sr. Juan Rojas Soriano por su amable atención, al párroco del templo de San Lucas, por su apreciable amabilidad.

 

Referencias.

Azcapo tu revista. (edit). (septiembre 2007). Entrevista Sr. Luis Téllez. Azcapo tu revista, (1), p. 10-12.

Carbajal, C. J. (2018). “Crónicas junto a la ceniza”. En Consejo de la Crónica de Azcapotzalco (comp.). Tlacuilos Tepanecas: XVIII Encuentro de Cronistas de Azcapotzalco. (p. 18-28). México: Delegación Azcapotzalco.

Valdés, P.A. (2005). “Allá en el Rancho Grande”. En Ortiz E.R. (comp.). Miradas al acervo. México: Conaculta, Cineteca Nacional.

Gonzáles G, A. (2003), Cronología histórica de Azcapotzalco. Mexico: edición del autor.

 

1 comentario:

  1. Hermosa crónica querido amigo José Carbajal, me llevo a imaginarme la película y ese pozo que no devieron tapar gracias pir compartir!

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