miércoles, 15 de mayo de 2019


AZ PATO ZALCO

Por: Martin Borboa

Hay dos sitios fantásticos para encontrar centenares de estos animales en la alcaldía de Azcapotzalco. Son muy distintos entre sí estos lugares, lo cual enriquece la experiencia, y se puede ir a su encuentro cada día de la semana.
Un poco sobre las diferencias entre estas aves acuáticas, es que la forma del pico del ganso es un poco más corta que la del pato, y la cabeza del ganso puede parecer de perfil algo triangular si se compara con la del pato. El ganso tiene su pareja de por vida, y el pato establece vínculos temporales. Los gansos incuban los huevos ambos sexos, y en los patos solo las hembras. 
En lo que se refiere a Azcapotzalco, los patos pueden andar en grupo o en solitario, pero los gansos se mantienen en conjunto.
Estimo que observar a las aves, y poder convivir con ellas, nos enseña mucho sobre esas especies, y al descubrir las similitudes o diferencias que tenemos con ellas, nos permite apreciar mejor el don de la vida, las peculiaridades de la naturaleza, y hasta reflexionar sobre nosotros mismos.

EN EL PARQUE TEZOZOMOC

Ubicado en terrenos que fueron parte de la Hacienda del Rosario, se inauguró en 1982, y cuenta con 28 hectáreas de extensión. Como se diseñó para representar a escala el antiguo lago de Texcoco en su forma de 1521 así como la orografía correspondiente, el parque tiene una fisonomía única, atractiva, divertida y didáctica. Pero será en otra ocasión cuando aborde lo relacionado a su historia. Esta vez voy directo a la afortunada presencia de estas aves acuáticas llamativas, sensibles y expresivas.

En este parque las hay de diferentes especies, blancas, cafés, negras. Al entrar a la propiedad uno las ve nadando en el lago artificial, caminando en tierra, descansando en la isla, buscando comida entre la vegetación, y alguna hasta se sale del agua para acercarse a la gente que viene comiendo chicharrones. Unos ejemplares son tímidos y otros completamente desinhibidos. Hay zonas donde solo parecen estar tomando el sol o un descanso. Desde cualquier ángulo del lago pueden admirarse. Unos nadan en grupo con elegancia, otros parece preferir la completa soledad.

Mucha gente se acerca al borde del lago a saludar a alguno de los más de cien ejemplares (yo conté 133 el último domingo de abril pasado). Otros prefieren ir al Embarcadero Tezozómoc y alquilar un bote de remos o pedales (los hay para 2 o 4 personas), y adentrarse al lago para verlos desde puntos distintos. En la fachada del edificio anexo al embarcadero, hay varios murales hechos de mosaico, y en ellos se muestran 11 diferentes tipos de patos y 1 garza. En uno de esos murales se plasmó al Pato mexicano, nombre científico Anas platyrhynchos diazi, que es de color pardo con manchas negras en forma de letra “u”. Su pico puede ir del color mostaza al verde olivo.

Al recorrer este parque bordeando el lago, se llega a escuchar con frecuencia el grito de Tarzán. Es el claxon del “Rocatren”, vehículo eléctrico que da constantemente vueltas al circuito interior del lugar. Su estación se ubica junto al embarcadero. La entrada al parque es gratuita, así que no cuesta nada ir a disfrutar de la presencia de más de cien aves que encantadas aceptarán lo que el público lleve para convidarles. Mi amigo Patricio Garibay, (“Pato” Garibay) me comenta que, en cierta ocasión, un viejo trabajador del parque le contó, que hubo un tiempo en que, acercándose las fiestas decembrinas, a algunos malévolos visitantes les dio por robarse los patos para la cena navideña, los capturaban con alguna frazada y los escondían en morrales, por lo que se necesitó redoblar la vigilancia.

Yo recomiendo al visitante buscar entrar por la puerta sur y comprarse ahí una bebida llamada “Murirais” que en un vaso de a litro escarchado de tamarindo, lleva hielo, jugo de naranja, de limón, refresco de toronja y sal. Muy fresco y grande. Muy adecuada para compartir. A una cuadra larga de distancia (aprox 1 km) por la calle de Manuel Salazar, se llega desde este parque al otro sitio donde también hay patos, mencionado a continuación.

EN EL ROSARIO TOWN CENTER

Es un enorme complejo arquitectónico de uso comercial inaugurado en 2012, tiene una población de patos y gansos que supera los cien individuos, siendo gran mayoría los primeros. Viven en un lago artificial que tiene un puente concurrido que permite apreciar muy bien el área y el nado de estas aves. Lo peculiar en este sitio es que desde la entrada por la avenida Aquiles Serdán, en el pasillo principal ya se encuentran patos caminando, sentados o incluso durmiendo. Pueden estar echados junto a las bicicletas, esperando que alguien les arroje comida al salir de los negocios o la gente que descansa en las bancas o en el contorno del puente. Puede uno sentarse a comer una crepa y de repetente ya percibe la llegada de uno o dos patos que esperarán que algo caiga de la mesa o amablemente uno les ofrezca un bocado.

Algunos de ellos son muy pacientes, tranquilos o incluso asustadizos. Pero hay otros que pueden ser demandantes si no continúa uno dándoles de comer luego de un par de convites previos, particularmente los blancos de antifaz rojo carnoso son así. Al menos esa fue mi experiencia en dos ocasiones.

Hay patos en el pasillo desde la entrada por avenida Serdán, en el estacionamiento de bicicletas, afuera de los locales de comida, en la zona de juegos infantiles, sobre el puente, en los caminos que rodean el golfito y hasta la zona de ascenso y descenso de personas que entran en auto por la bahía vial. Aquí conté 104 individuos el último domingo de abril pasado, mismo día que los conté en el parque Tezozómoc. Donde pueden surgir emociones u opiniones encontradas es en la zona donde estas aves se acercan, quizá demasiado, a los carritos del supermercado y a los autos. Se puede ver gente que se preocupa porque no vaya a darse un accidente con estos animales, así como personas que “se hacen pato” y ven con indiferencia como se acerca un animal a la defensa de un auto o taxi detenido al que están subiendo bolsas del mandado. Pero ¿Cuándo arranque ese vehículo? Desde los más pequeños visitantes a esta plaza, hasta los más grandes, pueden disfrutar de la convivencia con estos emplumados personajes que habitan su jardín. Con paso lento y meneado, llegan a meterse incluso hasta la zona de restaurantes en donde hay sillas y una pantalla gigante, casi del tamaño de una sala de cine, estupenda para ver los partidos que ahí sintonizan.

Yo sugiero al visitante llevar pan para compartirlo con los patos y gansos que ahí viven, pues ellos quedarán satisfechos de haber sido alimentados. Especialmente hay dos patos negros que siendo minoría, se nota que sus semejantes no los dejan comer a gusto, pues enseguida los corretean para jalarles las plumas de la nuca, la cual por cierto ya traen muy pelona por dichos castigos.

En general, cuando hay riñas por la comida, los de plumaje negro hayan o no hayan alcanzado alimento, terminan “pagando el pato”. Yo cuando voy, trato de alejar a los patos negros del acoso de los numerosos blancos, e intento que llenen algo la barriga antes de la sesión de maltrato casi asegurada.

En esta plaza comercial está la única sucursal de las Librerías Gandhi que hay en Azcapotzalco. En ella se puede adquirir en diferentes editoriales la selección de cuentos del fantástico danés Hans Christian Andersen, que incluye por supuesto su famoso “Patito Feo”. En esta ocasión lo compré para volverlo a leer. No recordaba que en la historia participan cazadores que dan muerte a más de un par de patos salvajes, y que el patito feo se esconde entre los juncos tratando de salvar su vida mientras dura la balacera.

Solo recordaba el amor de su madre que confiaba que él lograría abrirse camino en la vida, y el luminoso final que tiene el cuento. Ahora buscaré un buen sitio para donar este libro que he terminado de leer. ¿Será a una de las 17 bibliotecas públicas que tiene la alcaldía? ¿Lo dejaré propósito en una banca de la plaza? ¿Propondré que algún día la revista electrónica “la hormiga en línea” haga una trívia entre sus lectores y este libro forme parte de los premios?


SOCIEDAD COOPERATIVA PASCUAL CEDIS VALLEJO

Un pato muy querido en México es el pato Pascual, emblema de una empresa refresquera orgullosamente mexicana. Generaciones hemos crecido con él. Nos ha acompañado en el recreo y en la fiesta de cumpleaños, y ya de mayores, se nos presenta en mi opinión como la oferta más sana dentro del amplio espectro de refrescos que hay en el mercado. Siempre me ha gustado que lo vendan en la Cineteca Nacional. La empresa de bebidas existe desde finales de la década de 1930, inicios de los cuarentas, y en los ochentas, derivado de una huelga, el negocio pasó de ser una empresa privada, a ser una sociedad cooperativa, es decir, propiedad de los trabajadores. Una de sus estrategias es tener centros de distribución a lo largo del país, y uno de ellos está en Avenida Norte 45, No. 601, Esquina Ferrocarriles, colonia Industrial Vallejo. Tiene una simpática ventanita en una esquina donde manejan venta al público, y ahí ofrecen una gran variedad de sus productos, incluso algunos que quizá no son tan conocidos, como el litro de leche Pascual, los cuartitos de leche saborizada, el refresco de cola llamado Mexicola, las aguas de limón mexicano o manzana, además de las muy típicas presentaciones de Boing. El horario de atención actualmente es de lunes a viernes de 7:45 a.m. a 7:45 p.m. En sábado es igual, pero cierran una hora más temprano. Una frase en su fachada alienta al éxito: “Cooperativa Pascual y sus marcas líderes reiteran su confianza en México y su gente, ofreciendo le bebidas con calidad que su paladar merece. ¡Mexicanos si podemos!. “


LA CASA DE LOS PATOS

Así se llama el restaurante ubicado en Avenida Ceylán No. 1115, colonia Industrial Vallejo, casi llegando a Tlalnepantla, donde desde hace 15 años, el entusiasta Chef Lázaro Espinoza, cocina platillos que además de fotogénicos y coloridos (sugiero ver las fotos en su portal de internet), son exquisitos. Lo primero que yo tuve ante mi de sus alimentos fue un consomé de pollo. Al oído suena simple, pero en verdad que su presentación lo lleva a niveles de antojo y disfrute elevados.

Un servidor en medio del Chef Lázaro Espinoza y una de sus asistentas.  

Nunca había probado un consomé tan colorido, abundante, generoso y especial. Continué con la milanesa de pollo acompañada de verduras. Otra sorpresa, la milanesa fue flameada en la mesa y era en verdad tan suave, tanto como las verduras delgadas y cocidas de la guarnición, la cual estaba muy bien aderezada. Mientras me deleitaba vi que en el menú del día había hamburguesas de (hongo) portobello. ¿Dónde más hay algo así en el menú del día? Aquí la pasión del Chef, su buen humor, la atención de su equipo, sumado a la presentación de primera que tiene sus platillos, y el sabor que destaca en cada uno de ellos, en serio que a mí me dio mucho gusto no solo por Azcapotzalco, sino por México. 
Al final, de postre comí una cremosa gelatina de yogurt con salsa de zarzamora, al mejor estilo de una Panna cotta italiana. Y vean aquí una foto de su excelente presentación.



Yo no sabía de este restaurante, pero por buscar en internet el tema: “Patos en Azcapotzalco”, lo encontré, vi las atractivas fotos de sus platillos que hasta mostré a mis compañeros de trabajo, y quise ir a comprobarlo. Pronto regresaré para volver a apapachar mi paladar. Les recomiendo mucho ir a comer a este restaurante y averiguar en persona porque se llama “La casa de los patos”. Su local abre de lunes a sábado.

EL GANSITO MAS FAMOSO Y QUERIDO DE MEXICO

Recordándolo como lo solicita cada vez que habla, y ahora que la crónica se trata de gansos y patos, pues no podía omitir la mención del Gansito, el pastelito que tiene más de 50 años de elaborarse, que tuvo su timbre postal en aquel cincuentenario, y que se sigue haciendo con la misma receta de su origen. Lo único que ha cambiado es que al inicio lo cubrían de trocitos de nuez y luego cambiaron a usar granitos de chocolate. Fuera de eso, misma receta. Es un gusto poder decir que el Gansito se elabora en la planta de Marinela ubicada en la zona de San Pablo Xalpa, alcaldía de Azcapotzalco, para surtir varias regiones del país. La línea de producción del Gansito está robotizada, completamente automatizada, y es en hispanoamérica una de las más grandes que existe, si no es que la más grande. Es muy importante señalar que la empresa que los elabora ofrece visitas guiadas, y créanme, es una experiencia muy interesante para todas las edades. Yo la he vivido. Las medidas de higiene y seguridad son de primer nivel, tal como lo es esta fuerte y dinámica empresa mexicana, que comparte el destino Azcapotzalca cada día.


SE RENTABA ISLA POR DOS PATOS

Nos enseñan que los mexicas llegaron en peregrinación desde Aztlán hasta el valle de México, guiados por su deidad ave Huitzilopochtli. Dicen algunas crónicas que él les pidió buscar un sitio donde un águila posada en un nopal, devorara un animal, y ahí debían asentarse. Vieron dicha señal en una isla que pertenecía al señor de Azcapotzalco, el gran Tezozómoc. Dice la enciclopedia “México a través de los siglos” Tomo II, Capítulo III que: “los mexicas se reconocieron como tributarios desde un principio al señor tepaneca… si bien pintan a los tenochcas alimentándose de yerbas, pececillos y ranas de la laguna, en cuyos cañaverales se ocultaban, también refieren que iban a los pueblos circunvecinos a cambiar su pesca y los patos que cazaban por madera y piedra, con la que fueron aumentando el templo de su dios y el terreno de su isla”.
Vemos entonces que el comercio de patos ayudó a obtener los primeros materiales para levantar su adoratorio y acondicionar viviendas. Estamos hablando del Templo Mayor en Tenochtitlan. Pronto, los mexicas tuvieron un primer gobernante, Acamapichtli, quien entre sus hijos tuvo a Huitzilíhuitl, y dice la misma fuente, pág 73: “quedó pues por segundo rey de los tenochca Huitzilíhuitl, cuyo nombre significa “pluma de colibrí”. “Era joven todavía el nuevo rey y soltero, por lo que los tenochca, a fin de atraer la buena voluntad de Tezozómoc y aliviarse algo del pago de tributos, decidieron enviar una embajada al señor de Azcapotzalco para pedirle una hija que fuese su reina casada con Huitzilíhuitl. Dio por resultado la embajada, el que Tezozómoc le entregase a su hija Ayauhchíhuatl”. “De esta unión nació a su tiempo un niño a quien se nombró Chimalpopoca por el mismo Tezozómoc… que no solo hizo numerosos obsequios a su hija, sino que a ruego de ésta quitó el tributo a los tenochca y solamente les dejó en prueba de sumisión, el deber entregarle dos patos y algunos animales del lago…”.
Así que hubo un tiempo en que nuestros antepasados mexicas pudieron rentar su famosa isla al señor de Azcapotzalco, al costo material de un par de patos y algunos otros animales. Y nos despedimos con musica de fondo de Cri Cri, aquello que dice; La patita de canasta y con reboso de bolita, va al mercado a comprar todas las cosas del...


La última batalla en Azcapotzalco 1821… Una evidencia de peso.

Por: Patricio Garibay.

A casi dos años de que se cumpla el bicentenario de la consumación de la llamada independencia mexicana, aún existen personas que ponen en tela de juicio si en nuestro querido Azcapotzalco se combatió la última batalla del ejercito Trigarante o no fue así. Mi amigo Martin Borboa comenta que los duranguenses se atribuyen también la épica acción bélica. Al mismo tiempo mi estimado José Carbajal descarta con argumentos sólidos que la última batalla haya ocurrido en el bello estado de Durango, pues dice, que lo ocurrido en la capital duranguense la noche del 30 de agosto de 1821, se trató en realidad de una rendición de un destacamento Realista que había sido  sitiado días antes, y no una batalla como la ocurrida en la villa de Azcapotzalco la noche del 19 de agosto de 1821. Es decir, que mientras en Durango no se disparó ni un solo tiro y únicamente se entregó la plaza: en Azcapotzalco si hubo disparos, cañonazos, heridos y difuntos, difuntos dentro de los que se cuenta al heroico Encarnación Ortiz “el Pachón”. Y Borboa replica pidiendo que se busque en "Historia de México", libro 5, capitulo IX, pag. 210 de don Lucas Alaman, donde afirma que; sí hubo balazos en Durango.  Yo sugiero que tampoco olvidemos que las ultimas fuerzas españolas fueron obligadas a abandonar la veracruzana fortaleza de San Juan de Ulúa cuatro años después.


Pero por si fuera poco aún hay personas que niegan el hecho de armas ocurrido en Azcapotzalco. Si, lo niegan, como cierto amigo nativo de San Juan Tlihuaca, amigo del que prefiero omitir su nombre, quien hace eco de algún historiador que afirma categóricamente que tal Batalla Azcapotzalquence nunca sucedió. El historiador y mi incrédulo amigo sostienen que no hay documentos históricos que acrediten ese suceso, que solo existen testimonios orales trasmitidos de padres a hijos, algunos breves apuntes de don Carlos María de Bustamante y nada más. A tal argumento le respondo entonces que eso es algo tan absurdo como pensar que si no encuentro el acta de nacimiento de mi abuelita entonces eso significaría que mi abuelita nunca existió. 

Entiendo que la historiografía es una disciplina o si lo prefieren una ciencia que se debe fundamentar ante todo en evidencia sólida y tangible. Y precisamente tal evidencia fue la que encontró mi amiga y actriz de la compañía teatral “Club Sándwich” Graciela Rojas en su casa en el año de 2015. He aquí los hechos tal como me los narró…   

-Bueno yo toda la vida he tenido perros, ni yo ni mi familia podemos vivir sin al menos un perro. Hace aproximadamente 2 años nuestra perrita llamada Wendy se murió, como nosotros tenemos desconfianza con respecto a llevarlos a que los incineren, pues consideramos que tal vez ni los cremen, sino que simplemente los tiran a la basura y luego le entregan a uno las cenizas de quién sabe cuántos fumadores y después dicen que esos son los restos del perrito. 

Afortunadamente donde vivo en la calle de alcanfores en la Colonia Pasteros la propiedad es relativamente grande y contamos con un patio exterior, pues ahí, a un ladito de un árbol hicimos un hoyo para enterrarla, queríamos que fuera bastante hondo, porque estaba cerquita de los cuartos que habitamos. Entonces mi hijo comenzó a escarbar y escarbar hasta que se topó con una cosa muy dura, pensó que tal vez se trataba de una piedra, pero enseguida se percató que tenía más facha de pelota que de piedra, continuó escarbando hasta que al fin descubrió de que se trataba, soltó la pala y entró corriendo a la casa a toda prisa a decirme: ¡Mira mamá lo que encontré! ¡Es una bala de cañón! 



Está cubierta de herrumbre y pesa aproximadamente 5 kilos

Al principio no le creí, por lo que me pidió que la tomará pero que la sujetara con las dos manos, y efectivamente era bastante pesada, yo me quedé muy asombrada, aunque a decir verdad yo sospechaba que ahí hay más cosas enterradas, seguramente si continuamos escarbando encontraríamos más cosas, porque, de hecho, ahí hay un pozo sin fondo, una cavidad que por más que le echamos agua y piedras jamás hemos escuchado el ruido del fondo. Después la entrada quedó sepultada por piedras y cosas de cascajo, y aún más cuando empezamos a construir los demás cuartos. Considero que ahí hay muchas cosas por descubrir, pero claro que no me voy a poner a destruir toda la casa para averiguarlo. 

El caso es que guardé la dichosa bala de cañón en espera de saber qué hacer con ella, primero pensé en donarla al historiador y en ese entonces delegado Pablo Moctezuma, ya que éramos amigos, por lo que le pedí varias veces una cita, cita que nunca me dio.  Por esta razón y otras cosillas, le perdí la confianza. Desde entonces conservo la pesada bola y sigo con la idea de donarla algún día a un museo de Azcapotzalco, siempre y cuando se coloque una plaquita con mi nombre y donde fue encontrada la histórica bala.

Está documentado que en agosto de 1821 esa zona fue el paso de las fuerzas Insurgentes que desde la antigua hacienda de los Remedios avanzó rumbo a la Ciudad de México al mando de los comandantes Luis Quintanar y Anastasio Bustamante y la bala encontrada en la colonia Pasteros es la evidencia tangible y de peso, de mucho peso de que en el viejo Azcapotzalco tuvo lugar una batalla que se llevó acabo hace casi doscientos años, doscientos años en que las élites novohispanas decidieron dejar de ser parte de un imperio y formaron una nueva y frágil nación a merced de los imperios emergentes. 



La “Azcapotzancla” y algo más.
Un emblema desconocido en el barrio de San Marcos Iztitlan:

Por: José Carbajal Cortés

Existen en los diversos barrios de todas las diversas partes que contiene la ciudad, historias a pie, en sus sitios históricos, en sus calles, que recorremos sin darnos cuenta de manera frecuente o del día a día. Uno de estos lugares que llama la atención por no ser tan conocido y que está lleno de leyendas, se encuentra al norte de nuestra ciudad en Azcapotzalco, es el Barrio de San Marcos Iztitlan, que es un barrio originario o antiguo calpulli de la época prehispánica en cuyo lugar han acontecido hechos históricos y sucedidos que se antojan como un sitio lleno de leyendas, relatos y descubrimientos.
Foto de 2015 y otra del 2019

Nos encontramos en el antiguo barrio originario de Iztitlan (lugar de esquites o del maíz tostado) que tomará el nombre español de San Marcos, (San Marcos Izquitlan) barrio que se dedicaba a los plantíos de maíz y de alfalfares, que será con el transcurrir del tiempo un Rancho y que, al paso de la modernidad, se situaran casas, negocios y algunas industrias. Una de estas industrias se localizaba en la antigua Calzada de Guadalupe en el corazón del Barrio de San Marcos en el Azcapotzalco del siglo XX: nos referimos a la fábrica de muebles “La Checoslovaca”, cuyos dueños provenían de Checoslovaquia, de ahí el nombre una familia proveniente de aquellas lejanas tierras, huyendo posiblemente de la guerra, al parecer y que ostentaba el apellido Stroquer.
Los Stroquers, arriban a México, en una fecha que no se precisa, adquiriendo parte de lo que fueron estos antiguos lugares un Rancho en el Barrio de San Marcos, estableciendo con el paso del tiempo la fábrica mueblera “la Checoslovaca”. Este entorno de lo que fue antaño un rancho, estaba construido con forma de barco (y por ello todavía podemos apreciar una diagonal, en que esta la actual Plaza Ferrería) con la fábrica se vería un edificio construido en el terreno en estas instalaciones, que se extendían desde aproximadamente la privada de Guadalupe, hasta la Calzada Azcapotzalco-la Villa, siendo anteriormente los terrenos del rancho aludido. La construcción de la fábrica mueblera, nos cuentan vecinos, aparece a mediados de los 70´s con el edificio y la imprescindible forma de barco y que tenía al frente o popa un ancla dentro de sus instalaciones y del extremo opuesto o a babor una hélice.

Cuando se tira el edificio industrial entre el 2014 y 2015, es cuando se aprecia con toda claridad el Ancla en el pavimento, tal como la vemos ahora, un poco remozada, ya que se conserva esta ancla en perfecto estado, pudiéndose apreciar en su esplendor con todo y la enorme cadena de forma parte de ésta. Así, el único vestigio que queda de este rancho y posterior fábrica de muebles industriales es la enorme ancla, la cual los vecinos la conocen como la Azcapotzancla. Esta quedó pues ahí situada, no sabemos con exactitud la razón, quizá el dueño del momento la quiso dejar ahí, quizá el peso no permitió moverla o a lo mejor éste la dejo como un recuerdo de su paso por este lugar, como sea, es ahora un emblema poco conocido de este Barrio de San Marcos y esto es parte de su leyenda, ya que se dice que es un ancla presuntamente checoslovaca, utilizada en algún barco (o quizá el barco que trajo a los Stroquers). Por ello es que no es un monumento propiamente dicho, ya que no existe ninguna placa que nos de algún dato del porqué de la enorme ancla en medio de la banqueta y la razón de que este gran metal se encuentra ahí es, porque era parte de la construcción referida y no un monumento mandado a hacer. Este ahora emblema de San Marcos, se sitúa en la Antigua Calzada de Guadalupe en el Barrio de San Marcos, entre la Privada de Calz. de Guadalupe y la Calzada Azcapotzalco La Villa, y que es, ya conocida actualmente con el famoso nombre de “la Azcapotzancla”.

Y ALGO MÁS… LA APARICIÓN DE UNA EXTRAÑA PROCESIÓN

En la antigua Calzada de Azcapotzalco -La Villa, nos dicen las crónicas, que, por este sitio, entre otros caminos, recorrió a pie, la primera peregrinación a la Ermita de Guadalupe por los naturales de Azcapotzalco, registrada por la crónica, como la más antigua o primera, un año después de la aparición Guadalupana, ello en el año 1532- siendo el paso de innumerables peregrinaciones que año con año han realizado los habitantes de Azcapotzalco, entre otras calles y avenidas en sus itinerarios recorridos pues a pie año con año.
Entre el Barrio de San Marcos Izquitlan y el de Santo Tomás, se encuentra la Calzada de Azcapotzalco La Villa, este es un antiguo camino, como muchos otros en Azcapotzalco, y que es, en este camino que cuentan algunos vecinos de este rumbo, (que prefieren permanecer en anonimato) un suceso de leyenda, una aparición en conjunto: una extraña procesión que pasa por este lugar a cierta fecha del año, a cierta hora de la madrugada, tras una neblina vaporosa, de una procesión de naturales indígenas de aquel entonces, ya que se dice que los han visto con apariencia de una vestimenta muy antigua y sobrenatural: de taparrabos, mantas, capas, con tocado de plumas y otros ornamentos y de facciones indígenas, no caracterizados, sino de verdad antiguos, recorriendo con paso silencioso en la bruma, una fila con rumbo presumiblemente hacia la Villa…. No sabiendo por qué penan en procesión, se cree, que quizá en el camino, sucedió algún accidente, no se sabe, el caso es nos comentan los habitantes de estos sitios, que evitan ese día o mejor dicho madrugada que se repite al parecer ya que dicen que esta procesión fantasma de indígenas se va llevando a quien se atraviesa por esta procesión… y que es, cuando desaparecen tras la bruma todas éstas ánimas en pena y la gente queda afectada por el susto, que dicen, sucede por este antiguo camino de la Calzada Azcapotzalco La Villa…


El señorío de Azcapotzalco

 (Corrido)


Por: María Elena Solórzano.

El nombre de Azcapotzalco
quiere decir hormiguero,
habitantes laboriosos,
profesionistas y obreros.

Nos dan los historiadores:
el año de novecientos
que se fundó Azcapotzalco.
aunque ya había población.

Gobernando Tezozómoc
aumento su dominancia:
Guerrero, Jilotepec,
al poniente Michoacán.

A las orillas del lago
se levantaba imponente
con sus casas bien blanqueadas
como muestra de su gente.

Un embarcadero había
donde se encuentra la calle
que se llama Acalotenco,
hoy sólo queda el recuerdo,

Los artesanos vivieron
en la población de Amantla,
maravillas de penachos
la pluma bien trabajada.

Su gran mercado vendía
plata y oro convertidos
en joyas de gran belleza,
textiles y alfarería.

Herencia teotihuacana
los tepanecas tenían,
herencia teotihuacana
en sus obras se veía.

Cuando murió Tezozómoc
heredó el mando Tayauhtzin,
muere por orden de Maxtla
en una innoble traición.

Arruinó con sus desplantes
el señorío de su padre,
por su errática actuación
llegó la desolación.

Los mexicas les declaran
una guerra sin cuartel.
Señores de Tlaltelolco,
Tenochtitlán y Texcoco,

formaron la triple alianza
que termina de una vez
con los fieros tepanecas
en batalla sin cuartel.

Al mando del gran guerrero
(que lo nombraban Izcoátl)
incendiaron la ciudad.
Cayeron los tepanecas.

Vuela, vuela palomita
y dile a toda la gente

que Azcapotzalco fue un día
el más grande del Anahuác.



La guerra mexica contra los tepanecas.




Ciclo cultural: Un espacio de cultura 

independiente para Azcapotzalco


Por: Joshua Art L.

En un ambiente de música de cumbia y música de son, acompañados por el taconeo constante de un zapateado en baile de tarima y rodeados por las pinturas de amplios murales en las paredes del espacio, Cronistas de Azcapotzalco, visitó el 4º. Encuentro Ciclo Cultural en Avenida Clavería 22 el pasado 13 de abril. ¡Era un fiestón! En este espacio para la cultura rodante, todo era juventud, baile, festejo de la comunidad ciclista, se ofrecía, y esto lo notamos, para un consumo consciente, productos de elaboración artesanal como: cervezas, mezcal, comida vegana, artesanías, estampados, playeras, accesorios para la bikes (artesanales), refacciones y un taller de reparación para bicicletas.
  
En entrevista, nos comentaba Héctor que, éste es un Proyecto Independiente y Autogestivo para  todos los que se organizan alrededor de la bici y cuya finalidad es fortalecer a la comunidad ciclista en la Ciudad de México. Otra finalidad es, conocer nuevos integrantes que se sumen a los ya existentes, también, es un evento para la identidad, para saber quiénes somos. 
                                                                                              
Como objetivo a largo plazo es: traer el festival internacional conocido como Bike Bike.
Daniela, entrevistada, también, mencionaba que; es un encuentro entre diversos colectiv@s ciclistas, bicimensajer@s y personas que trabajan o que están generando proyectos en torno a las bicis, tales como: talleres o espacios culturales en torno a la bicicleta. Dandy, afirmaba que sí, es una propuesta alternativa, que se ha organizado, anteriormente, en tres ocasiones y en la que se ha ido retomando el nombre.
Daniela, nos comentaba que era una jornada de tres días que inició el viernes 12 de abril en el espacio Okupa del auditorio Che Guevara, C. U., en donde hubo proyecciones que usaron energía la eléctrica producida por bicigeneradores, una expo de tendedero fotográfico, estampado de playeras, buffet vegetariano y otras actividades.
En Clavería 22, el fiestón, se hicieron carreritas con rodillos y un Rally, en donde se trataba de ganar puntos al visitar el mayor número de espacios independientes y autogestivos.
Ante la pregunta ¿Qué tan importante es la bicicleta como un medio para la movilidad social? Dandy, respondía que, más que un medio de movilidad, es un medio de resistencia contra un sistema que nos aplasta. Considera que, la bicicleta vista por los ecologistas como un medio de movilidad social es limitado.

Daniela, mencionó que; la participación de la mujer debería ser escuchada y tomada en cuenta. En la comunidad del Ciclo Cultural se está consciente de ello y este 4º. Encuentro, en su mayoría ha sido organizado por mujeres.  Para toda la comunidad Ciclo Cultural, la Autogestión es muy importante, no se necesita que alguien (persona o institución) venga a decirnos que hacer. La Autogestión es como la vida.

El Encuentro Ciclo Cultural terminó el domingo 14 de abril en el callejón de San Ignacio en el Centro Histórico de la Ciudad de México con una convivencia y exposición de bicicletas, esperando que el próximo año se realice el siguiente evento.

Ciudad de México, abril de 2019


Si no me enchilas no hay bronca

Por: Gustavo Aquino

No desapareció cuando arreglaron por vez primera vez el Jardín Hidalgo, sabía que venían a barrer y ya, una manita de gato, al tercer día regresó con su canasta, sus servilletas bordadas de flores, y su rostro denotando seriedad, -Ojalá que regresen los clientes- llegó a comentar con un transeúnte. Y otra vez a despachar sobre aquella banca. ¡Una señora que vendía enchiladas, tres tortillas enrolladas y ya! Bañadas con una salsita verde, con algo de suerte podrías encontrar hilillos de algo que podría ser un pollo, (¿pobre pollito, como vino a dar aquí?). Engullir esas enchiladas ricas de salsa, mientras los comerciantes de discos piratas, de medias para señoritas, de pants, de dulces, de licores adulterados, de supuestas artesanías, se metían en aquellos rincones y arremolinaban sus cosas destruyendo el mínimo pasto que quedaba de ese lugar, sin contar a los arremolinados teporochos (hoy les dicen personas en situación de calle, ¡yaa!, en mi pueblo les dicen más gacho).
La gente discutiendo con los comerciantes, por no dejarles pasar, -por favor no pise el producto decía serio el vendedor. El marchante como que veía la mercancía, como que preguntaba, y se seguía de largo. No faltó quien retara a golpes al tipo barbudo pero corrió porque “traen a su banda”. ¡córrele guey, a´i vienen los demás!, Algunos salían sangrando, y, maravillosamente no se aparecía ningún policía. No había denuncias porque, -vas a perder tiempo en la agencia, y a lo mejor te detienen a ti, por eso mejor a´i muere-. Ella con su mandil blanco, con tantas manoseadas, llenas de un cielo manchado de dedos, de saludos, de buenos días ante el trajeado que apresurado sorbe su enchiladas, antes de pedir la cuenta busca sus monedas y descubre que le alcanza para las otras.
Y las pide.

Pide la cuenta rápido porque tiene se le acaba su hora de comida y tiene que regresar a la oficina. El tiempo cambió: había que abandonar el espacio. El desalojo fue brutal, una cortina negra rodeó aquel Jardín, desapareció el Kiosko, desapareció el señor que invitaba a os niños a pintar, desaparecieron los payasos.
Pasaron no dos, cinco meses, se reabrió el Jardín, seguía siendo Azcapotzalco, otra vez la tienda de Super Soya, y los vinos de Salgado. Otra vez La Luna, con sus ventanas fisgoneantes, que al calor de un sorbo de tequila observa a la hormiga que asciende por la torre de la iglesia, en espera de que acabe el mundo (algunas ñoras dicen que de chiquita la vieron cerca del piso, y como que ya caminó algo, como para estar cerca en lo alto de la torre se arrodillan y persignan, no vaya a ser cierto eso del fin del mundo).
Lo cual no ha sucedido desde que se inventaron los marcianos, desde que se inventaron los españoles desde que los revolucionarios inventaron a Carlos Marx, y el 68. Inventaron las enchiladas, difícil saber si tiene origen prehispánico, tepaneca o azteca, pero un paseo en este este espacio es equivalente a navegar al Mictlan de Netzahualcóyotl que le enseñaron los Mexicas. Ella con su mandil de fondo blanco floreado como una primavera floreciente, y a pesar del invierno y algún otoño, siempre estaba allí. Esta reconstrucción no la devolvió.