viernes, 19 de abril de 2019



Varias versiones sobre la fundación de Azcapotzalco.

Por: María Elena Solórzano.  

Cuando los mexicas derrotan a los tepanecas, queman sus templos y destruyen sus códices, esa es la razón por la que la historia de Azcapotzalco es tan pobre en cuanto a documentos prehispánicos en los cuales los historiadores se puedan apoyar para reconstruir el pasado de este gran señorío. La información que se ha recabado proviene casi siempre de fuentes externas, que no narran con fidelidad los acontecimientos tepanecas.
Una de las versiones cuenta que los tepanecas son uno de los siete linajes que salen de Chicomostoc o lugar de las siete cuevas en Cápsulas históricas Antonio Urdapilleta.
 Posterior a los xochimilcas y chalcas, fundando su ciudad en Azcapotzaltonco (San Pedro) y Tlilhuacán (San Juan): …los cuales asimismo poblaron quieta y pacíficamente a la orilla de la laguna. Estos tomaron el sitio que cae a la parte del occidente, extendiéndose tanto por toda aquella parte y crecieron en tanto número que a la cabecera de su provincia llamaron Azcaputzalco que quiere decir hormiguero por la mucha gente que tenía… (SEP, 1975:11).

Finalmente tenemos la versión tezcocana que dice que estando establecido el chichimeca Xólotl en Tenayuca y 52 años después de la destrucción de Tula, en el año de 1220 d.C. (Carrasco, 1979: 254)1 se presentaron ante él tres caudillos que guiaban a tres naciones provenientes de delante de Michoacán: los otomíes, los acolhuas y los tepanecas, estos últimos eran conducidos por Acolhua, el más principal, a éste, Xólotl le otorga a su hija Cuetlaxóchitl y le da por ciudad y cabeza de señorío a Azcapotzalco, con otras muchas tierras y provincias que poblaron sus vasallos, los tepanecas (Alva , 1975, vol.I :229)

 (Córdoba, 1989) localiza en el Archivo de Indias de Sevilla que Azcapotzalco fue fundado hacia 1155 d.C
En los Anales de Tlaltelolco narran que cuando los mexicas ocupan el islote de Tenochtitlán en el año de 1325 d.C., hacia 170 años que existía el reinado de Azcapotzalco, el que fue fundado por Matlaccohuatl y su esposa Azcueitl, lo que da el año de 1155 años d.C. para la fundación del lugar de las hormigas. (Córdoba, 1989).
…algunos investigadores proponen que Azcapotzalco fue fundado a la caída de Teotihuacan por la nobleza de ese lugar, sin embargo, hoy sabemos que no es así y que Azcapotzalco es más antiguo que Teotihuacan . Las exploraciones dentro del área de Azcapotzalco han aportado algunos datos sobre la ocupación tolteca en la localidad, dándosele el año de 900 año d.C. para este asentamiento. Estos datos concuerdan con lo que se narra en las fuentes históricas, ya que los primeros pueblos en donde se asentaron los chichimecas fueron Azcapotzalco, Tenayuca, Tacuba, Quiyohuacan y Coatlichan, mismos que fueron fundados anteriormente por los Culhua, se supone que los culhuas son toltecas o sus descendientes, por lo que estas ciudades son de origen tolteca (Córdoba, 1989:2). Azcapotzalco crece y se convierte bajo el mando de Huey Tlatoani Tezozómoc en un gran señorío.
El gran estadista Tezozómoc muere y designa a Tayatzín como sucesor, Maxtla inconforme termina asesinando a su hermano. Maxtla endurece la política para con los pueblos sometidos y se rebelan, le declaran la guerra a Azcapotzalco Tenochtitlan, Texcoco y otros aliados. Gana Tenochtitlán y caen los tepanecas. Cuando llegan los españoles, Azcapotzalco el gran señorío tepaneca había sido derrotado por los mexicas y sus aliados, encontraron a los Tenochtitlan en todo su esplendor y al señorío tepaneca reducido y sometido principalmente a los mexicas. El gran mercado fue trasladado a Tlaltelolco y el mercado de esclavos se instaló en Azcapotzalco. También fueron llevados al señorío dominante a los mejores arquitectos, lapidarios, orfebres, artistas de la pluma y otros magníficos amantecas para contribuir al esplendor y engrandecimiento de la gran Tenochtitlan.
El glifo que representa al pueblo de Azcapotzalco está constituido por una hormiga rodeada de trece granos de maíz y piedrecillas que se supone son arenas del hormiguera, el glifo más usado es del Códice Mendocino.
Azcapotzalco, estaba conformado por veintisiete calpultin:
El arqueólogo Antonio Urdapilleta apunta en la publicación
“…de acuerdo a la Cédula Real de 1591, ordenándose la posesión de la tierra comunal y particular. Así quedo asentado que Atzcapotzalco estaba formado por 27 barrios cuyas tierras comunales estaban en el paso llamado Ahuehuetitlán y Jilotepetitlán, con doce caballerías más ocho caballerías de españoles dentro de los límites y linderos del pueblo; además comprendía seis haciendas y nueve ranchos dedicados a la siembra de trigo, cebada, maíz, hortalizas y la cría de ganado vacuno”.
Los calpultin recibieron el nombre de barrios, hay que decir que el concepto español de barrio no fue la más adecuada pues la organización del calpulli es muy diferente     es una organización de un grupo de gentes conocidos o parientes con derechos igualitarios establecidos en un territorio propio y comunitario. Había una división del trabajo. En el calpulli todos se ayudaban, por ejemplo, si se realizaba una boda, todos contribuían para su realización con trabajo y en especie. Cuando había necesidad de construir un canal para riego de igual manera todos cooperaban. Las cosechas se repartían entre los integrantes del calpulli, creo que tenemos mucho que aprender de este tipo de organización.
Atzcapotzalco se desarrolló con la presencia de diversas etnias que se establecieron en sus tierras: matlatzincas, otomíes, mazahuas, chocho-popolocas, chichimecas, nonoalcas y nahuas, quienes fundaron la cabecera y sus barrios.
Los habitantes de los barrios se dedicaban a dos actividades por un lado los agricultores y por otro los que se dedicaban a la cerámica: olleros, tinajeros, cantareros, cazueleros, comaleros, ladrilleros, maceteros. Los agricultores: tomateros, calabaceros, floristas, cebolleros, nixtamaleros, tlacloyeros e izquiteros.
 Cada calpulli adoptó una actividad específica y se les nombraba de acuerdo con el oficio que realizaban.
Los siguientes datos han sido tomados de la investigación del arqueólogo Antonio Urdapilleta Pérez.

Los 27 barrios prehispánicos que conformaron el pueblo de Atzcapotzalco son los siguientes:

Nombre náhuatl                                          Nombre católico
      
Atenco o Atempan (en la orilla del agua)     San Lucas
Acayucan (cañaveral)                                  Santa Cruz
Acolnáhuac (en el recodo del agua)            San Bernabé                                   
Ahuizotla (lugar de nutrias                           Santiago el menor
Amantla (lugar de amantecas)                    San Miguel                                                                                
Atzacualco (en la represa)                           Santa Catarina
Atenco   (junto al agua)                                San Sebastián
Cahuacaltongo (casa abandonada)             San Bartolomé
Cuautlan ( lugar donde hay águilas)            Santa Cruz del Monte
Coltongo (en la curva)                                  Jesús Nazareno
Huexotitla (en el sauzal)                               Santo Domingo
Huitznáhuac (junto a las espinas)        Nuestra Señora de la Concepción
Izquitlán (lugar de los esquites)                     San Marcos  
Malinalco (lugar de hierba de agua)              La Asunción de Santa María
Nextengo ( en el borde de la ceniza)             San Salvador
Pochtlan (lugar de mercaderes)                     Santos Simón y Tadeo
Tetlanman (casa común)                                San Andrés
Tezcacoac (lugar de la serpiente de espejo) Los Santos Reyes
Tezcolco (lugar de la encina torcida)               Santa Apolonia
Tlamatzinco (En el lugar del venerable sabio) Santo Tomás
Tlilhuaca (lugar de lo negro)                             San Juan Bautista
Tomatlán (donde se cultivan tomates               Santa Lucía
Xaltilolco (en el montículo de tierra)                  San Mateo
Xalpa (sobre la arena)                                       San Pedro
Xocoyohualco (en el círculo de ocotes)            Santa María Nativitas
Xochimancas (lugar de los que ofrecen flores)  San Salvador
Xochináhuac (junto a las flores)                          San Martín de Tours
Yopico (donde está el extranjero)                        Santa Bárbara      
      
                                                                                             
Los calpultin han conservado muchas de sus costumbres, sus deidades ancestrales fueron sustituidas por los santos católicos y las ceremonias rituales por las fiestas patronales, donde los vecinos se identifican y estrechan lazos de amistad. Son comunes las comidas comunitarias ofrecidas por los mayordomos del barrio. 
Codice Techialoyan García Granados. Muestra las principales ciudades tepanecas sus señores gobernantes.

Después de la conquista los españoles se repartieron las tierras y riqueza de los tepanecas. Nada quedaba del grandioso señorío. Azcapotzalco quedó dividido en unas pocas haciendas: San Nicolás (después Careaga y por último El Rosario), Clavería, San Antonio y algunos ranchos: San Alvaro, Amelco, San Rafael, San Marcos, Pantaco, San Isidro y Azpeitia.
Nombraron a dos encomenderos de triste memoria Delgadillo y Maldonado. Fue tanta la explotación que de 14000 naturales quedaron 3000. Los frailes domínicos compadecidos intercedieron a su favor, cuando les pidieron colaborar en la construcción del convento, los naturales accedieron de buen grado y se inició la construcción del Convento de Azcapotzalco en el año de 1565, siendo el director de obras Fray Lorenzo de la Asunción. Legado virreinal que es una patrimonio tangible invaluable.


Agasajo por el metro Tezozomoc

Por: Martín Borboa Gómez

Aunque no siempre es fácil afirmar con total certeza que un platillo fue preparado por primera vez aquí o allá, hay ocasiones en que la vida nos sonríe y nos permite hasta estrechar la mano de quien se animó a innovar en el mundo de la gastronomía.
El trabajo creativo que la humanidad ha aplicado a sus alimentos, ha permitido que se pase de un simple acto de satisfacer el hambre, al de experimentar verdaderos placeres, lo que gusta al paladar se busca repetirlo, se establece una costumbre y con el tiempo se vuelve una tradición. La receta para las creaciones no existe, pero contiene imaginación, ingenio, lleva a menudo un poco de inspiración en algo ya existente, puede enfrentar la posibilidad o no de conseguir los mismos ingredientes, se agasaja con el deseo de explorar nuevos matices, innova hacia lo extraordinario, se adapta a la realidad, y atiende la curiosidad del público que agradece cosas nuevas. Hay hasta quien ha creado algo porque lo soñó, como el caso del científico ruso Dimitri Mendeleyev nacido en 1834, quien en un sueño vio una tabla en la que todos los elementos químicos encajaban ordenados. Dijo que cuando despertó, tomé nota de todo en un papel, y así creó la tabla periódica.
Siguiendo la receta inexistente de las creaciones, un día alguien adaptó un reloj en una pulsera, alguien diseñó las letras minúsculas, usando un motor con aspas dentro de un vaso se licuaron ingredientes, una bola de helado triturada en leche formó una malteada, y así. Lamentablemente no siempre se sabe quien hizo las cosas por primera vez. ¿Dónde se habrá servido el primer hígado encebollado o la primer papa horneada envuelta en aluminio? De aquí la conveniencia de hacer registros sobre algunas cosas sencillas pero sabrosas que se han creado en Azcapotzalco, y que se pueden degustar a menos de 3 cuadras de la estación del Metro Tezozómoc, línea 6 (Cruce de Av. Ahuehuetes y Sauces), Colonia Pasteros.
Es oportuno mencionar (por si decide venir en Metro) que en los andenes de dicha estación, se exhiben replicas de 15 obras escultóricas antiguas de las culturas Huaxteca y Olmeca principalmente, incluidas 4 cabezas colosales. Es de resaltar que siendo el emblema de Azcapotzalco el dios Quetzalcóatl en forma de hormiga roja, rodeado de granos de maíz, entre las
figuras exhibidas, hay una lápida que representa a ese dios sacrificándose, y otra que es la diosa del maíz.
Respecto al personaje histórico Tezozómoc que da nombre a esta estación, fue el gobernante más destacado del pueblo tepaneca, cuya sede principal fue Azcapotzalco, y por ello con justicia la nomenclatura urbana de la alcaldía le asigna parque, avenida, estación y hasta museo de ciencia del IPN, además de una digna escultura frente al edificio de gobierno local.
Afuera de la estación hay un parque de bolsillo muy amplio con juegos infantiles, zona de patinetas, foro, cancha de básquet y fútbol, murales y 13 cómodas bancas circulares de madera cuyos centros tienen un árbol. También está la moderna Parroquia de San Martín de Porres, en la calle de Sauces No. 597, colonia Pasteros. Sus bellos vitrales son muy coloridos, y representan la vida de Jesucristo desde su nacimiento hasta su resurrección y ascensión. Me parece una agradable coincidencia que mi tema es la comida sencilla en esta zona, y que la escultura de San Martín (mi patrono) en el altar, con la mano izquierda sostiene una canasta con pan, y con la derecha ofrece un bolillo a quien lo mira de frente.
En la banqueta de dicha parroquia, hay un remolque del negocio Délit que prepara crepas, malteadas y frappés moleculares deliciosos. Las crepas van muy bien servidas, las hacen sencillas, combinadas, coquetas o especiales, todo lo preparan con productos de muy buena calidad y los frappés mencionados se hacen con perlas explosivas (leyó usted bien). La atención es amable y los precios muy razonables por lo rico y generoso de sus alimentos.


Petrolera de "Las Originales"
PETROLERAS
Este famoso antojito empezó a servirse en el marco de la refinería de Azcapotzalco, en donde la gran cantidad de trabajadores de la construcción que la levantaron, y luego la numerosa plantilla de empleados que laboraron en ella, vieron satisfecha su necesidad de comer en los puestos de comida que se habrán asentado en la zona, además de los que ya habrían existido.
La refinería de Azcapotzalco, la primera de la ciudad de México (hablando de creaciones y novedades), fue inaugurada en 1933 por la empresa privada El Águila, (nótese que fue antes de la expropiación). Contaba entonces con 60 hectáreas que llegaron a ser hasta 174. En 1946 fue reinaugurada con el nombre de “Refinería 18 de marzo” para conmemorar la fecha de la expropiación hecha en 1938. En esta etapa ya como propiedad nacional, se usaron por primera vez en México tanques esféricos (otra novedad). Esta planta llegó a producir principalmente gasolina magna, Premium, turbosina, diesel, gas, gas LP y combustóleo, y alcanzó a refinar hasta 7,500 barriles de petróleo al día.
Mucho tiempo después, por accidentes, contaminación y otros factores, la sección de refinación cerró 18 de marzo de 1991. La revista Proceso del 23 de marzo de 1991 reprodujo las palabras del entonces Jefe del Ejecutivo en la ceremonia de celebración de la expropiación petrolera de ese año: “Doy instrucciones al Director General de Petróleos Mexicanos para que a partir del dictamen de la SEDUE y desde esta tarde, cierre definitivamente la refinería de Azcapotzalco. Solo se mantendrán las instalaciones de depósito y distribución… doy instrucciones al Jefe del Departamento del Distrito federal para garantizar que los predios hoy ocupados por la refinería sean, tan pronto como lo permitan las circunstancias, destinados a la creación de áreas verdes…”.
Efectivamente, se creó el Parque Bicentenario en aquel espacio, se inauguró el 7 de noviembre de 2010. Para transformar la refinería en un parque ecológico, se dio el proyecto a un grupo multidisciplinario a cargo del arquitecto mexicano nacido en la ciudad de México, Mario Schjetnan, egresado de la UNAM en 1968. El diseñó en Azcapotzalco el Parque Tezozómoc en un espacio de la antigua Hacienda El Rosario y el Campus corporativo Tecnoparque donde antes hubo una planta industrial que producía acero. Entre otras cosas, también proyectó el Parque La Mexicana en Lomas de santa Fe, en un espacio que fue antes una mina de grava y arena. Como se ve, el rescate de sitios para integrarlos a una función armoniosa de convivencia son lo suyo. Por eso también se encargó de la rehabilitación del Bosque de Chapultepec. 
La refinería de Azcapotzalco funcionó en su totalidad por casi 6 décadas. Y en una esquina vecina de su instalación se creó el hermano mayor del sope, la Petrolera. Es una base redonda y plana de maíz de tamaño superior a la de un sope normal, untada de frijoles, bañada de salsa verde o roja, con cebolla picada y queso rallado. Se le puede poner algún guiso encima, como bistec, chorizo, huevo, etc. Originalmente iban sin guisado, eran más grandes y mucho más gruesas. Hay pocos sitios para comerlas en Azcapotzalco. No es mi intención proporcionar aquí un directorio de ellos, sino hacer la sugerencia de buscarlas y probarlas. El que si quiero y debo mencionar primero que todos es el llamado “Las originales Petroleras”, ubicado en el contorno del Parque Bicentenario (antigua Refinería) en la esquina de Av. Aquiles Serdán con la calle Otoño, Colonia Ángel Zimbrón. Desde 1970 empezaron la preparación de dicho platillo, así que el año próximo cumplirán 50 años de haber creado el más distintivo platillo de nuestra alcaldía. Es obligatorio ir a probarlas en el mismo sitio donde su historia comenzó. Según me contó muy amablemente la Sra. Lorena Vallejo (descendiente de los iniciadores de esta tradición), la refinería cerró sus secciones en diferentes periodos. La zona de aceites al inicio de los noventas, la de reparto hasta inicios del siglo XXI, y por ejemplo el Hospital de Pemex sigue funcionando. El primer día que fui a conversar con ella, llegaron a comer trabajadores de dicho hospital, así que la historia de este negocio se debe narrar en pasado y en presente: los petroleros siguen viniendo a comer aquí sus especialidades. Incluso choferes de pipas de Pemex siguen parando aquí a deleitarse. No puede haber una crónica que mencione las Petroleras sin decir cuál es su punto de origen, invitar a que se visite el negocio que las inventó, en donde puede seguirlas consumiendo, y vibrar con la historia que hay en sus paredes, y sobre todo, en su comal y en el esmero que ha puesto la familia y Doña Rosita en cada Petrolera que han amasado sus manos en estos cincuenta años.
Habiendo hecho honor a quien honor merece, dirijo ahora mi texto hacia el área del Metro Tezozómoc, en donde he encontrado sabrosos platillos que deseo recomendar y dejar registrados.

A dos cuadras del Metro Tezozómoc, en la colonia Pasteros, están las “Petroleras y Huaraches Vero”, en Av. Aquiles Serdán No. 92, casi esquina con Sauces. Su Petrolera mide 30 centímetros de diámetro, su grosor ronda el medio centímetro, el frijol negro viene integrado a la masa de maíz, aun frita en manteca es suave, y calentada solo al comal sin grasa es aun más suave. El precio varía dependiendo del guisado que se le agregue, aunque también puede ser sencilla sola con salsa, queso y cebolla. No son caras y su tamaño permite compartir. Este negocio se estableció hace 4 años, y coincidentemente ha participado en las 4 ferias gastronómicas anuales que se han hecho en Azcapotzalco desde 2016. La atención personalizada de la Sra. Verónica Guzmán garantiza que la experiencia de probar sus Petroleras sea un éxito.

APLASTADAS
En el mismo local recién mencionado, la Sra. Verónica Guzmán creó este antojito mexicano de excelente sabor, que es muy similar a la Petrolera, pero en vez de llevar frijol tiene chicharrón prensado integrado. Las combinaciones posibles son semejantes a las descritas anteriormente. Podemos decir que es un platillo con apenas 4 años máximo de antigüedad, no son todavía una tradición, pero deseando que lleguen a serlo, más vale registrarlo, que para ello también sirve la crónica.


TORTA DE ESQUITE
Afuera del Metro Tezozómoc en el cruce de Ahuehuetes y Sauces, hay un negocio que vende elotes y esquites, se llama “Con Poldo”, derivado del nombre de Leopoldo, su dueño. Además de patitas, mollejas y elotes, vende esquites, y su propuesta es servirlo en torta.
El bolillo calientito se unta de mayonesa y se le vacía un vasito completo de esquite, el cual puede ir con chile. Rápido, sencillo y barato, es un bocado sabroso que nació en febrero de 2018. El puesto emprende y propone, es una aventura conjunta con la clientela por cuya preferencia y comentarios, puede ir evolucionando. Por ahora es bastante satisfactorio y solicitado, lo cual me hace sospechar que estamos ante el posible surgimiento de una tradición.

TOSATADAS MANSU
Dentro del mercado de la colonia Pasteros, en el local 74 de toldo verde, está la cocina de la Sra. Blanca Díaz. Sus comidas corridas son deliciosas y más sanas que el promedio en otros mercados. Su gusto por la cocina se nota desde que uno cruza palabra con ella. Los viernes de todo el año ofrece pescados y mariscos, y en fin de año bacalao. En búsqueda de lograr un platillo original y sabroso, combinó ingredientes que ha tenido oportunidad de probar en experiencias laborales previas, y una de sus propuestas es la tostada de surimi con mango, pepino y cebolla morada. Del mango y el surimi derivó el nombre de “mansu”. Ahora en su propio negocio, que en mayo 2019 cumplirá 3 años, deleita cada viernes a sus comensales con frutos del mar (además de otros platillos con pollo o carne), de ese modo un viernes ofrece como especialidad ceviche de pescado, y el siguiente viernes las tostadas de surimi con mango, que son una fresca delicia en el paladar y muy agradables a la vista. La porción es muy bien servida, queda uno satisfecho. Vale advertir que estas tostadas son lo primero que se le termina, así que si las desea probar, la sugerencia es ir temprano. Pasado el mediodía ya hay. Diario tiene agua fresca hecha con fruta de verdad, no usa polvos pintados industriales.

CONCHAS TIPICAS, DE CANELA, CREMA PASTELERA, INTEGRALES Y MANTECONCHAS
En la calle de Jacarandas No. 44 esquina con Tejocotes, a un par de cuadras del Metro Tezozómoc, está la Panadería Paulino, bonita por fuera, sabrosa y económica por dentro, además de inspiradora con frases en la pared en donde aclaran que hornean felicidad, y que en donde hubo pan, migajas quedan. Las conchas tradicionales de vainilla y chocolate destacan por su gran suavidad y rico sabor del decorado. Además, tienen una variedad de conchas de tamaño similar pero de canela espolvoreadas de azúcar. Otras con un decorado de vainilla o chocolate más sencillo, pero rellenas de crema pastelera, muy suavecitas. A estas les llaman también “patas”. Ofrecen también las recientemente afamadas manteconchas, que desde un máximo de 2 años se hicieron populares, aunque aún es pronto para asegurar que se quedarán en el gusto del respetable.


Hay en ésta panadería una gran variedad de figuras y panes, pero menciono las conchas porque las diferentes versiones superan lo habitual: regulares, manteconchas, de canela y las rellenas de crema pastelera, éstas últimas por cierto se han convertido en mi pan dulce favorito. También venden unos roles y polvorones de cacahuate deliciosos.

ROSAS, LECHE Y CAFE
En la misma cuadra del Metro, en la calle de Sauces No. 38, desde 2014 está “Campos de Café”, un negocio que ofrece crepas saladas y dulces, sodas, y como su nombre lo indica, café. Aquí crearon el “Rose coffee”. Su carta dice: “¿Rosas, leche y café? Te encantará”. Y es verdad. Su original sabor es tenue pero suficiente para apreciar el enfoque floral que se desea, y brinda una deliciosa experiencia inesperada.


En resumen, este registro que agradece su atención, reúne algunas piezas gastronómicas que surgieron en Azcapotzalco, y están a su alcance a una distancia no mayor a tres cuadras de la estación del Metro Tezozómoc, línea 9, colonia Pasteros. Si usted no ha probado todavía las aplastadas, las tortas de esquite, los frappés moleculares, las conchas de canela o de crema pastelera, ni el café con sabor a rosas, venga y verá que agasajo se da.
¡Buen Provecho!


La crónica de la infamia.

Por: Patricio Garibay

Dentro del quehacer de la crónica en Azcapotzalco, nuestros talentosos cronistas han realizado trabajos formidables sobre las diversas y entrañables tradiciones y consejas de un pasado lejano y próximo, historias y sucesos que muchas de las veces consiguen dibujar en nosotros una sonrisa en los labios y nos hacen querer regresar a un pasado que ya se fue. Pero también no debemos olvidar que existen otro tipo de episodios, la otra crónica, esa de la que se ha escrito muy poco, la crónica de lo sórdido, de lo desagradable, de lo indignante, de lo que quisiéramos olvidar pero no es fácil hacerlo, y es más, sucesos que tenemos la obligación de no perder de la memoria, casos e historias que deben ser documentadas, escritas y difundidas para que ese tipo de episodios no vuelvan a ocurrir.
Podríamos comenzar mencionando la casa de seguridad que en los años 80s operaba la siniestra División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD) La famosa policía secreta de Arturo el negro Durazo, misma que era dirigida por su compinche el sombrío y nunca detenido Francisco Sahagún Baca, por cierto, primo de la ex primera dama Marta Sahagún. Dicha casa de seguridad se ubicaba en la calle de Libertad, muy cerca del centro histórico de Azcapotzalco. Ahí, en esa propiedad y con toda impunidad, los desdichados que caían en poder de la terrible corporación eran sometidos a torturas, con el fin de extraerles alguna información u obligarlos a firmar una confesión verdadera o falsa. Muchas veces en ese lugar la gente llegó a escuchar algunas noches, gritos de los detenidos mientras eran sometidos a suplicios pesadillescos.
Y ya que andamos por esa misma calle, podríamos mencionar un suceso menos lúgubre pero también indignante, la muy opaca desaparición de lo que pretendió ser el museo de sitio, “Príncipe Tlaltecatzin” un museo que a pesar de sus múltiples limitaciones que conllevaba ser el proyecto de un solo hombre, (Don Octavio Romero y Arzate) se mantuvo abierto al público durante muchos años. Dicho museo por largo tiempo fue nutriéndose  de cientos de piezas, casi todas del periodo prehispánico por vecinos de Azcapotzalco, quienes las descubrían al mover la tierra de sus propiedades, personas que con enorme confianza y entusiasmo se las entregaban a don Octavio para que las exhibiera en su museo, hasta que finalmente con la muerte de su fundador, director, velador y curador (Don Octavio Romero y Arzate) cerró sus puertas, y las piezas prehispánicas que ahí se guardaban, fueron catalogadas por el INAH y otras autoridades de manera poco transparente, una vez catalogadas la colección fue sometida a una “depuración” pues según se dijo, algunas piezas no eran genuinas.  Supuestamente todas esas piezas se encuentran hoy en el recién inaugurado Museo de Azcapotzalco, ubicado en el Parque Tezozomoc, pero muchas personas sostienen que faltan muchísimas piezas más del acervo que guardaba el viejo museo “Príncipe Tlaltecatzin”.
Acercándonos mas al centro de nuestra alcaldía llegamos al Jardín Hidalgo y nos topamos ante dos casos lamentables; el robo cínico e impune de dos emblemas azcapotzalquences, Y a diferencia del caso anterior, este caso es un ejemplo nítido y cínico del hurto y la rapiña desde el poder. Se trata del robo de los dos enormes leones de bronce ubicados majestuosamente al frente del jardín hidalgo, hermosos felinos metálicos que servían de marco al bello kiosco que era el eje del antiguo jardín, kiosco también metálico y también robado para ser remplazado por otro de piedra hecho en serie y seguramente a un contratista, ya que recordemos que es idéntico a otros Kioscos como el de la Colonia Nueva Santa María y el de la colonia Clavería entre otros.  El kiosco “extraviado” era un magnífico trabajo en herrería del periodo porfiriano que colocado sobre el nivel del piso permitía que los vehículos se desplazaran por debajo, para doblar de la Avenida Azcapotzalco y tomar el viejo Camino de los Ahuehuetes, como se puede ver en la imagen. De los dos leones solo nos quedaron dos pequeños leoncillos de piedra en la parte opuesta de donde se encontraban los originales, a modo de condescendiente compensación, y nos queda también, la imagen que de ellos plasmó en su mural sobre Azcapotzalco Juan O'Gorman y que podemos admirar en la Biblioteca Fray Bartolomé de las Casas, Las figuras en bronce de casi 2 metros de alto debieron ser sumamente bellas para que el pintor las haya tomado como referentes de Azcapotzalco.  Como bien todos sabemos el principio de la física que nos dice aquello de que la materia no se crea ni desaparece, kiosco y leones deben seguramente estar hoy  adornando alguna casona del Pedregal o las Lomas de Chapultepec, y seguramente los actuales "dueños"  de esas piezas, ni siquiera estén enterados que fueron robadas de nuestro  querido Jardín Hidalgo.

Recordemos que Azcapotzalco junto con otras delegaciones fue  el lugar a donde el PRI mandaba a personajes que no encajaban con el sexenio en turno, pero que a la vez no se les podía ignorar del todo por tener cierta fuerza en el partido.  Entonces se les daba como premio de consolación, una Delegación Política y con el derecho de corso para poder robar o hacer negocios con toda la libertad que el régimen permitía. De esa forma los habitantes de Azcapotzalco sufrimos una y otra vez delegados tan impresentables que van de Tulio Hernández hasta una larga lista de delegados ladrones que le antecedieron y le siguieron. Así pues, es un trabajo tal vez no muy grato, pero es un trabajo que se tiene que hacer, elaborar la crónica de los delegados que haciéndole al mago Fu Manchú, desaparecieron además del dinero, nuestro patrimonio histórico y cultural.


 La Partera de Izquitlan
 
Por: Marcelino Peña Fernández

  Siempre que salgo de mi casa, el departamento de la Unidad Habitacional El Rosario, me sorprende ver cómo somos tantas almas que recorremos y deambulamos en este lugar, y al mismo tiempo se esta tan solo, o más bien yo soy la que está sola, y más desde que mi padre murió. Mi cabeza está llena de recuerdos que se me vienen a la mente cuando voy rodando en mi bici Windsor roja que él me regalo.
   
Ahora que estoy haciendo mi tesis; tengo que ir hasta el Archivo General de la Nación; mi primera escala es el estacionamiento de la terminal del metrobus. Al abordar me asaltan de modo inevitable las historias de mi padre me contaba. Les confieso que ahora estos recuerdos me producen una fascinación; soy consciente que tales pensamientos podrían provocar posibles retrasos hacia mi destino , ya que podría pasarme de estación, pues mi imaginación vuela y hasta en algunas ocasiones me he quedado dormida; a veces he comenzado a ensoñar, como el otro día, cuando recibí el relato de la piedrita de la cara de la luna, esa preciosa pieza que don Octavio rescato de la ruta donde se encontraba el acueducto de la patria del Manantial Xancopinca hasta la antigua ciudad de Tlatelolco. Por ese día, debo revelarles, que desde el cuarto piso del edificio donde vivo, en un extraordinariamente luminoso me de junio, sin contingencia ambiental, pude ver con toda claridad el cerro de Chiquihuite con sus inseparables torres transmisoras, mi padre las tomaba como referencia de orientación porque hay se localizaba el norte de la ciudad. Para allá se ve Ecatepec, de donde viene el viento, Ehecatl que nos trae la lluvia.
   
Nuestros antepasados veían como se derramaba el agua por las faldas del cerro, lo que asemeja a un canasto donde se ponían las tortillas. Su amigo le afirmaba am mi papá: “A ver, échale agua a un canasto y veras como se derrama”. ¡Ahora puedo ver esta hermosa imagen plasmada en el horizonte!
   
Estas historias, sin embargo, nunca dejaron de llamar mi atención, por lo que saque de mi morral el dibujo que mi papá hizo de esta piedrita al contarme de la historia; observe con mucha curiosidad la imagen y no es más grande que la palma de mi mano, tiene dos pequeñas perforaciones en sus extremos para ponerle un cordoncito y portarla como collar; ya eran amuletos para mujeres embarazadas. Esta piedra fue hecha por las tlamanticihuameh (mujeres sabias).  En aquella época también había mujeres que participaban en la búsqueda del saber cómo Quiauitl (lluvia) logro impregnar de energía de piedra, para que llegaran a buen término los embarazos de las mujeres que los portaban; pues ella se consagro a venerar a Tonantzin Coatlicue, ya que al vivir en Izquitlan, hoy San Marcos Izquitlan, donde actualmente se encuentra la antigua Calzada de Guadalupe, en aquellos ancestrales tiempos que datan dela cultura tapanca por el año 1400, 100 años antes de la llegada de los españoles a esas tierras, Quiauitl frecuentaba el cerro del Tepeyacac. Realizaba rituales siguiendo las fases de la Luna, iniciaban con un ayuno durante veintiocho días; en el mes del año lunar otorgado a Xipetotec quemaba incienso con aroma a vainilla, para regresar a Izquitlan, cerca  lugar donde habitaban los señores pochtecas (donde ahora está el Templo de San Simón y San Judas Tadeo) porque ellos reconocían su sabiduría, de gran Valía para el Señorío de Azcapotzalco, ya que ellos comerciaban estas piezas por todo el territorio de las costas del Golfo y el Pacifico.

   
   Al multiplicar cuatro por siete igual a veintiocho cuatro fases de la luna, lo que da por resultado los veintiocho días que abarca cada período menstrual de la mujer… ¿Por qué estoy pensando en esto?,¿De dónde salen las conjeturas? Estoy cerrando los ojos y lucho con todas mis fuerzas para no dormirme.

    De pronto ya estoy de pie frente al Manantial Xancopinca, mirando hacia el norte; observo el cerro del Tenayo y otra vez el Chiquihuite. ¡Se mueven, parecen que tienen vida! ¡Pero, chi… ¿Me está haciendo daño?¡Pero no! ¡Todo es luminoso! Y me está rodeando una multitud de conejos, son tan bonitos, se dejan tocar, son tiernos y suavecitos; ¡Hay de todos colores: amarillos, rojos, blancos y negros y hasta azules! ¡Si yo no fumo tabaco ni marihuana ni tomo alcohol! ¿Qué me está pasando? Se mueven los árboles, hablan entre ellos, me saludan con sus ramas, el agua es tan azul y transparente; se siente el viento tibio, fresco y aromático, el olor de las flores se encuentra por todas partes. Escucho unos sonidos que son miel para mis oídos. V en elevarse una ola que del centro del estanque llega directamente a mí, y que me sumerge quedando atrapada tan plácidamente.  Estoy llena de regocijo, son un ser en gestación, escucho ecos, suaves melodías que producen las plantas, tambores y los sonidos de los caracoles, no siento frio ni calor. Me sorprende entonces la presencia de una hermosa mujer de impecable limpieza. M e gustan su Huipil y su falda blanca. Su cabello es negro, peinado con listones multicolores; estoy embelesada con esa música rítmica que producen los silbatos y el agua. La impresionante señora a mi extendiendo su brazo y me entrega en mi mano la piedrita de la luna me dice: “hija mía, estamos en comunicación; en esta dimensión no hay límite: tu tiempo es el mío. Lo realmente importante es que tenías que venir. Soy tu madre Tonantzin. Debes saber que en este lugar han sucedido muchas cosas, que había mujeres sirenas que se aparecían de noche y de día dentro de la alberca y se llevaban a hombre , mujeres y niños que transitaban por los lugares solitarios¡ Esto no es cierto!, digo en mis adentros debe saber que en el tiempo que se hizo el acueducto que llevaba el agua para que bebieran mis hijos de la antigua ciudad de Tlatelolco, una sabia mujer de San Marcos Izquitlan elaboraba las piedritas de la luna, pues recogía con su mano derecha pedazos de barro y con gran destreza, bajo el mágico resplandor de la luna , modelaba lunitas en cuarto menguante, con delicadeza y perfección que resplandecían en su mano. Con una espina de maguey les hacia 7 perforaciones. Los rayos de la luna las convertía en mágicos talismanes. Acto seguido, las depositaba en algún sitio de Xancopinca para que las conociera el sol y las siguiera serenando la luna, durante siete días y siete noches. Así, con los días maduraban como los tejocotes y con la corriente del agua adquirían esa textura y brillo y sobre todo adquirían ese poder de curación con los mágico rayos de la luna. Como decía Quiauitl, la sabia curandera y partera que conocía el movimiento de los astros: una obra de arte sirve para curar el alma. ¿Cómo tú te estas curando?; yo, adormecida, conteste: ¿De qué me estoy aliviando? - ¿Cómo de que niña? ¡Entiende que tu presencia aquí le da sentido a tu vida y lo que te rodea ¡Observa cómo está el mundo! carente de hermandad, sin esperanzas. Tú tienes la torre de contar del lugar donde vives, de la grandeza del pasado de tu pueblo…
       ¡Hay, ya me pase de estación ¡ ¿Qué les voy a decir? A ya se, ya se, que se le poncho una llanta al metrobus.


Jazz en Azcapotzalco: Cantantes, músicos, intérpretes y compositores.
Por: Joel Luna Mendoza

La música de Jazz surge en bares y calles de las principales ciudades de la costa este de los Estados Unidos de América, a principios del siglo XX. Es el producto de una mezcla de varias culturas migrantes, que como la africana, dan la base de ritmo con sus percusiones y cantos al Jazz, la instrumentación de cuerdas y alientos llegan de Europa y la sensibilidad y creatividad de los músicos, propiamente norteamericanos, plasman en sus composiciones esta nueva cultura musical.
El Jazz a lo largo del siglo XX se extiende por todo el mundo por medio de festivales, conciertos, grabaciones, películas, artículos periodísticos, revistas, libros, posters y fotografías. México conoce esta cultura, y en la década de los 40’s, del siglo pasado, es la época en la que surgen las primeras orquestas de Swing y Jazz.

En Azcapotzlaco, el Jazz ha estado presente en algunos eventos y con algunos cantantes y músicos, algunos nacieron aquí y otros llegaron a vivir en colonias de esta alcaldía. Se comenta, con pocas referencias y escasa información en las redes sociales, que Luis Arcaraz, el músico y director de orquesta vivió en la colonia Clavería, lo cual es importante saber con más detalles, pues es el compositor de grandes letras y música de varias canciones de Jazz y Swing consideradas como de la época de las Big Bands, en la década de los 40’s del siglo pasado. Un comentario más que puede anotarse aquí, del cual también se tiene pocas referencias e información, es de una agrupación musical de Jazz Rock, cuyos integrantes eran de la colonia Nueva Santa María y que se conoció en las tardeadas de Azcapotzalco con el nombre de Chocolate Band.
Como una primera agrupación musical ya conocida plenamente el día de hoy y que interpretaban covers de Jazz y Bossa Nova, fue un trío, en el cual participó nada más y nada menos, que el PRÍNCIPE DE LA CANCIÓN, JOSÉ JOSÉ. El nombre que tuvo esta agrupación fue: Los PEG (PEPÉ, ENRIQUE Y GILBERTO). Era una agrupación musical de la colonia Clavería que inició en 1966, interpretó su música en bares, centros nocturnos y tuvo una temporada amplia en el CAFÉ SEMÍRAMIS. José Sosa Ortiz era la voz y el contrabajista del trío y mostraba ya su excelente voz que lo caracterizó alo largo de toda su carrera. Este trío llegó a grabar un Extender Play de 45 Rpm con cuatro canciones: TRISTEZA; TE DESEO AMOR; VIVO SOÑANDO; y SI ME ENAMORO. El proyecto continuó hasta 1967 y a partir de 1969 JOSÉ JOSÉ siguió como solista su exitosa carrera que todos conocemos.
En la década de los 80’S en la colonia Clavería, se formó una agrupación de Jazz, dirigida por el trompetista Gerardo Yamamoto, que llevaría por nombre OASIS, la cual se presentó en varios locales por tres años consecutivos tocando Standards. En marzo de 2011 se presentó en el evento de la Segunda Feria del Libro de Azcapotzalco el músico Héctor Infanzón y su trío. Durante el concierto, quienes asistieron, pudieron enterarse que este relevante músico es originario del Centro de la Ciudad de la calle de Regina, pero en un tiempo, él y su familia vinieron a residir a Azcapotzalco y fue vecino de la colonia Arenal. En esta ocasión presentó su disco compacto CITADINO, donde uno de sus temas es: NO PORQUE ME ACUERDO que se refiere a los lugares emblemáticos de la ciudad, sus edificios, bares, cafés, sastrerías, librerías… Ese año en el mes de diciembre, la entonces delegación Azcapotzalco, realizó un concierto de jazz en el jardín Hidalgo para reconocer la larga trayectoria de Héctor Infanzón.
La trayectoria de este músico, pianista, compositor y arreglista, es muy amplia, aquí sólo mencionaremos algunos detalles importantes, estudio en la Escuela Superior de Música, igualmente en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, en el Berklee College of Music y el año de 1985 se definió por el Jazz. En 1989 participa en el trío Antropleo con Agustín Bernal en el contrabajo, Tony Cárdenas en la batería y una de sus composiciones a ritmo de swing va a ser PRIMER ENCUENTRO, esta pieza no llegó a grabarse. Tres años después formó un cuartero: HÉCTOR INFANZÓN QUARTET, el cual perduró por 13 años.
En 2016 realizó una gira por el continente asiático y grabó un disco en vivo en Hong Kong. Se presentó en el programa COVERSANDO conducido por Cristina Pacheco, y su CD: HÉCTOR INFANZÓN LIVE IN HONG KONG Se presentó en el Auditorio Blas Galindo del CENTRO NACIONAL DE LAS ARTES el 19 de mayo de 2017. Hacia el año 2018, como pianista, estrena su obra IRIS para cuarteto de marimbas, percusiones y voz, pieza que le fue encargada para la celebración del centenario del Teatro de la Ciudad ESPERANZA IRIS.
Este año, al cuarteto de Héctor Infanzón le tocó cerrar el evento del Festival NOCHE DE PRIMAVERA 2019 organizado por la SECRETARÍA DE CULTURA DEL GCDMX, en el espacio de la Plaza TOLSA, frente al Caballito, el Palacio de Minería y El Museo Nacional de Arte. Inició la presentación con su pieza EL VAGO; COMO EN FERIA y otras más, pero lo más relevante fue la interpretación de algunas de sus nuevas composiciones que, según comentó, saldrá al alcance del público en el mes de abril o mayo. Dentro de estas composiciones se encuentra EL ARENAL que está dedicada a los barrios de México y que lleva por título el nombre de la colonia ARENAL (de la alcaldía de Azcapotzalco), además interpretó BOTICA Y SINGAPUR misma que fue compuesta en su gira por el oriente y que musicalmente hablando es un huapango.
Como hemos podido visualizar en este breve panorama, el Jazz a hecho presencia en Azcapotzalco y cabe la posibilidad de que haya más intérpretes, compositores, voces de este género; aquí, entre cafés, bares, calles y colonias, las cuales aún no conocemos, pero continuaremos actualizando en la crónica del Jazz en el espacio urbano y cultural que es AZCAPOTZALCO.