miércoles, 20 de noviembre de 2019

LOS NAHUALES 

Barrio de Santa Apolonia.


Por: Ana Marisol Resendiz Pizarro.

En el camino que va hacia San Juan Tlilhuaca, lugar místico donde habita lo oscuro  donde probablemente existía un observatorio astronómico prehispánico sin embargo después del periodo de la conquista existe cierta mística oscuridad, en noche de tormentas eléctricas se escuchan unos extraños aullidos de un ser entre una fusión de animal y hombre, con unos extraños aullidos, en el límite de lo animal y lo humano, desgarradores sonidos que estremecen a propios y extraños y generalmente comienzan a partir de las seis de la tarde y podrían confundirse con el sonido de un lobezno pero al preguntar a los vecinos de la demarcación todos dicen que aquí es tierra de nahuales. La luna incita el aullido de un ser sobrenatural que habita entre lo humano y lo animal, dicho sonido parece hacer ver a la luna más brillante, una vez que el nahual ha emitido su desgarrado aullido un coro de aproximadamente veinte perros le sigue el desgarrador canto, que se intensifica cuando la faz de la luna es descubierta por el tránsito de las nubes.
Como si una danza de macabras jaurías sobrenaturales enmarcara el ambiente, aullidos que se intensifican en las tormentas eléctricas, un sonido ahogado e inhumano que en las noches de luna aumenta el tono de su desesperación.

            Dichos aullidos a veces atraviesan la alegría del día, y se intensifican en las puertas de la noche para incrementar un terror hacia lo sobrenatural.
                                                                                  
            Complementa el monje Molinero y algunos habitantes del lugar que al igual que en Europa un ser siniestro, sobrenatural, toca las campanas de la iglesia para anunciar alguna fatalidad, previa la aparición de este espectro en el atrio de la iglesia se aparecen cinco sombras, que al verlas se toman de la mano en un extraños circulo, son tres hombres y dos mujeres, las mujeres traen su cabeza cubierta con un sombrero cilíndrico y un velo negro de red para cubrir sus espectrales rostros los que las han visto las describen como calaveras polvorientas que con cierta luz de luna parecen recuperar su forma y belleza humana, cuando se puede cruzar palabra con ellas, piden que se les dé una adecuada sepultura debido a que son las almas en penan en la parroquia y en los alrededores del barrio, por no haber perdido su sepultura cuando se renovó el patio atrial.

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