domingo, 17 de abril de 2022

 

PARROQUIA DEL SAGRADO CORAZON DE JESUS, COLONIA REYNOSA TAMAULIPAS

Por Martín Borboa Gómez  (Grupo Formiga)

Los vitrales me gustan mucho, y es algo que tengo en común con mis compañeros del Grupo Formiga, Diana y Don Nayarito.

Y los de esta parroquia me parecen únicos, en su concepto circular, casi tubular. Ruedas grandes, chiquitas, de color intenso, o tenue, casi lisas o casi saliéndose del muro, toda una diversidad de formas. Me puedo quedar mirándolo mucho tiempo.

Católico significa: universal.

Ese vitral tan diverso me parece que representa la universalidad de espíritus que somos, y así también, formamos parte de una misma iglesia. Y es muy especial poder mirar por dentro y por fuera ese maravilloso efecto. Y me refiero tanto a la diversidad de espíritus como a la de vidrios coloridos en ese vitral.

Adentro, en su altar y en su techo interior, han hecho una hermosa obra pictórica que merece ser admirada con calma. Relaja, evoca paz, y deja sentir cercanía divina si uno es creyente. Si uno no lo es, de todas formas creo que inspira alegría por su belleza estética.

En una sencilla placa metálica exterior, expresa su gratitud a los señores Párrocos Manuel Rosas y Héctor Meléndez, por haber sido los fundadores y constructores de la parroquia, que puede entenderse aconteció en octubre de 1966. La placa fue colocada en noviembre 1989.

La modernidad no admitió en varios casos, que las nuevas construcciones religiosas tuvieran atrios como fue en el tiempo después de la conquista. Puede identificarse un sencillo y pequeño patio entre la reja exterior junto a la calle y la primera pared de la parroquia, pero no es un atrio.

Sin embargo:

Si una barda atrial engloba y abraza, los brazos abiertos de la imagen del Sagrado Corazón pretenden igualmente abrazarnos.

Y si un atrio es un amplio espacio en donde cabemos todos en paz y alegría para acercarnos a Dios, el pecho de rojo corazón de la imagen titular de esta parroquia, lo es también, un amplio sitio en donde todos cabemos.

Me gusta mucho la parte arquitectónica de esta parroquia, al igual que su sentido tan lleno de color, de paz y de espiritualidad.

Su insistencia en la luz y sus matices, me lleva a pensar en la Fe y sus efectos.

En una sola frase, me hace pensar en la luminosidad del diálogo de Dios con nosotros.

En un: “¡Hágase la luz!” y la luz se hizo.

En la creación de la noche y el día, y en toda la creación completa.

Y así, así van mis ideas cuando me adentro en los colores de sus vitrales y sus murales, en sus motivos y sus trazos. Esta parroquia es para mí, un sitio artístico hermoso, que nos arropa para convivir con lo Superior, repasar sus dictados morales, y agradecer su bella creación.

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