martes, 23 de agosto de 2022

 

 

SAN JUAN TLILHUACA, EL YONIZ

Por Nayarito Cantalicia  (Grupo Formiga)

Ya he comentado que voy con frecuencia a San Juan Tlilhuaca, desde mi querido San Álvaro, para que mi sobrino visite a su chica en la Farmacia Similar en la Glorieta de los Ahuehuetes, y para que mi nieta se tome su café mezclado de varios sabores en el Oxxo de la misma glorieta, y luego desquite la pila de la cafeína y el azúcar en los juegos infantiles de ese lugar.

Resulta que en días pasados, mi sobrino y mi nieta se fueron a visitar a la familia a la costa del Pacífico, y me quedé yo solo dos semanas en esta Cdmx (Aún no me resigno a que esas cuatro letras nombren la ciudad). Por increíble que me parezca, lo primero que quise hacer fue ir con mi soledad a esa glorieta.

No habrá sonrisas de mi enamorado sobrino en la Farmacia, no habrá sudor de mi nieta en los juegos infantiles. Pero mi ser quiso regresar a ese espacio, que ya he dicho lo veo más como parque que como glorieta. Y a la gente de San Juan la veo con un pasado de profunda sabiduría, un presente de remarcada Fe, mucho ánimo trabajador, y nula onda brujeril. De verdad me molesta que haya quien subraye cada vez que puede, que aquí son brujos. Ya que renueven sus discursos, que oxigenen sus frases hechas, que se inventen nuevos personajes sí quieren, pero por favor que vuelvan a asomarse a este pueblo que tiene maravillas luminosas que ofrecer, un pan delicioso, armonía en sus espacios públicos urbanos, que abre sus negocios temprano para laborar, que sabe festejar o llorar en días especiales que tocan las fibras. Ganas me dan de que esos pregoneros de disco rayado que solo se saben la cancioncita de “dicen, cuentan, que en las noches de luna llena…”, se atrevan a actualizarse de forma constructiva y sepan que en sus palabras están rociando pintura falsa sobre un cuadro que es originalmente brillante, luminoso y colorido.

Me rehúso a aceptar que eso sea permisible, seguido veo que va la burra al trigo: que si fiesta bonita, “si pero son brujos”, que si procesión religiosa llena de fervor agradecido, “si pero son brujos”, que si emotiva celebración de día de muertos como el resto del país, “si pero aquí son brujos”, que acá tienen mucha tradición charra y musical, “si pero luego les da por ser brujos”, que acá curaban en ánimo positivo –curar siempre es en positivo- porque sabían de hierbas y sus efectos medicinales, “si pero acá son brujos porque se me da la gana”.

Ay, que rabia con esa gente que falsea tan bella realidad. Que vayan a hablar así de la más trabajadora de su casa, a ver si les hace gracia que con palabras les ensucien sus esfuerzos.

Ya chole. Ya estoy harto. Que se quiten las chinguiñas de los ojos, que renueven su repertorio, dejen de decir tanta cosa vieja, indemostrable y fantasiosa que ensucia de forma real una tradición de gente trabajadora, constructiva, positiva y heredable. Porque esas voces que tanto les gusta decir que en Tlilhuaca brujas, sapos y cebollas, esparcen ese rumor para entretener a su público, para estirar la mano para despedirse y quizá recibir propina, pero esas voces no duermen aquí, no son de aquí, no tienen sus predios aquí, no heredan a sus hijos y nietos sus hogares aquí. Entonces como por qué tanta enjundia para insistir en algo que ni es cierto. He oído cuando dicen “es que fulanito vio bolas de fuego en no sé donde”, pero no dicen que tomó antes, o si estaba mintiendo, o si se vaciló al metiche que andaba preguntando, o si esas bolas no son nada comparadas con las que se ven en otro lado, y aunque alguien hubiera visto bolas de fuego en algun lado, ¿de verdad eso hace a TODOS los habitantes de un pueblo sean brujos?. Exagerar no es bueno, y exagerar una mentira, peor.

Estaba yo sentado en el parque de San Juan Tlilhuaca que muchos llaman glorieta, enojado en estos pensamientos, en completa oposición a esas voces que ensucian lo que ni es suyo y que a mí me consta que es limpio, agradable, luminoso, trabajador, juguetón, con risas de niños corriendo, con música pegajosa en su quiosco, con enamorados positivos en sus bancas, con gente fiel que acompaña a su Santo Patrono en fiestas, que anima su panteón cuando corresponde con música de mariachis, que luce su cabalgata y departe con su pueblo, con compromiso ciudadano participativo en su parque aglorietado, caray, si me constan tantas cosas buenas que no dañan a nadie es porque vengo muy seguido en plan familiar, y por lo que me comparte mi compañero Martin Borboa en sus videos, como testimonios de esta luminosidad, (excepto uno en donde sale uno de esos narradores precisamente regalando oscuridad) como no me iba a estar encanijando por esos fulanos que se relamen los bigotes narrando falsedades que nomas manchan lo que no es suyo, y que me pregunto que ganan, o cuanto ganan, con esa insistencia mala leche. La verdad, acá no hay brujos maniobrando, pero si he visto injustos narrando oscuridades falsas.

Pienso que un profundo conocimiento de sabiduría acerca del poder curativo de las plantas, que es tan grande que por ello destaca en comparación al conocimiento de los demás, te coloca como sabio, no como brujo. Que alguien les explique eso a esos falsos pregones.

En San Juan Tlilhuaca, no se debe hacer referencia a brujos, la palabra correcta es SABIOS.

Vaya que estaba yo enojado. MUCHO. Lástima que no están aquí mi sobrino y mi nieta para dedicar mi energía y mente en ellos en vez de revisar como maltratan a Tlilhuaca con distorsiones mal intencionadas. Como llegué muy temprano y las aguas que acostumbro comprar atrás de la Farmacia aun estaban cerradas, no tenía forma de distraer mi molestia. Tuve que sentarme, amarrarme los brazos uno con otro y respirar hondo para bajarle a mis ánimos iracundos. Ansiaba que por fin abriera mi amigo de las aguas su cortina para moverme, que me circule la sangre, y charlar sabroso con él, en vez de mascullar mi enojo.

 

EL YONIZ

En eso, llegó un joven, no parecía tener ningún propósito más que el de sentarse. Como si fuera lo único que importara. Yo soy de la tercera edad, pero el que actuaba como cargado de achaques era este joven. Acomodó su humanidad en la banca como si fuera un costal, postura incomoda, como si no se importara él mismo, y se quedó tan quieto, que parecía decidido a ser una estatua las próximas dos horas.

Él inmóvil. Yo miraba de reojo. Paso un minuto. Dos. Tres. Y así.

Un pequeño folleto se deslizó de la bolsa de su chamarra de mezclilla. Vi la portada del folleto. Tenía el glifo prehispánico de San Juan Tlilhuaca, bueno, algo muy similar pero no idéntico. Creo que él ni cuenta se dio que se le salió ese folleto.

Iba a decirle lo que vi, cuando se movió para quitarse la chamarra. Se hizo hacia enfrente, se la quitó, y la tumbó en la banca, en el espacio entre él y yo. Pude ver que en la espalda de su chamarra llevaba ese mismo glifo de Tlilhuaca modificado, en grande, como si fuera de un grupo de rock, con broches metálicos y brillos. Me llamó mucho la atención. (Me grabé mentalmente el glifo modificado y luego pedí a una de las mejores personas que he conocido en mi vida, que me ayudara a reproducirlo, y es la foto al inicio de mi texto).

Una vez sin su chamarra, volvió a quedarse inmóvil. Una estatua, pero desde su quietud, me mandaba señales: “Tlilhuaca… Bola negra…. Alas amarillas…. Cruz roja….. Juventud….. Estoy ido….”.

El folleto se asomaba un poco debajo de su chamarra que casi la cubría en la banca, e intenté charlar con la estatua, pues podía ver que todavía no abría su negocio el señor de las aguas, y es con quien suelo charlar un poco cada vez. Así que entre mi -inquietud y su quietud-, quise proponer un balance.

Le saludé, le pregunté si podía mirar su folleto que decía San Juan Tlilhuaca en la portada, nunca lo había visto (al folleto) y vengo con cierta frecuencia, así que me da curiosidad.

Accedió, aunque me pidió que no divulgara nada de lo que viera en él pues es de un grupo de amigos que lo van a promocionar pronto localmente, pero desean que sea completa sorpresa. Prometí no decir nada del contenido. Solo les adelanto que está muy interesante y muy completo.

Luego de hojearlo un rato, se lo devolví, y con esas dos acciones de comunicación, afortunadamente puso los pies en la tierra, se despabiló, y comenzó a estirarse como quien se acaba de levantar, frotó sus brazos y digamos que entró en calor. Vigor de juventud. Me dio gusto su transformación.

Empezó a platicar que se sentía noqueado pues una persona muy especial para él, una ex compañera de la secundaria con  la que había estado teniendo contacto con mensajes de celular, audios y textos, se fue ayer día 9 de agosto con rumbo a España a estudiar un año. Y él no supo lo valioso que tenía en esa chica hasta ahora que la ve partir, y que como seguro le esperan miles de aventuras, ella no tendrá tiempo de echarle ni un mensajito en 12 meses. Probablemente se olvide de él.

Le pregunté si era su novia, su enamorada, su pareja o qué. Me contestó muy tranquilo que solo era una amiga, pero que se daba cuenta que esa discreción de conversación mensajera vía celular, y no ser ni llamada telefónica, sino que puros audios o textos, pues veía que se había abierto por completo con ella, -amiga y con puros audios, pues rete fácil, como enviar confesiones al aire-, ni como apenarse o ni para que medirse, las netas como son, total es amiga, no tengo que andar quedando bien ni pintándole las cosas color de rosa-. Pude decirle a ella con toda franqueza y sin limitaciones, mis defectos, mis anhelos, pues dejarle un mensaje de audio o un texto con dibujito en el celular, era como, dejar un papelito debajo de una piedra en un parque, y luego viene esa persona, levanta la piedra, toma el mensaje, y deja respuesta.

Más que cohibirme, que la verdad no creo ser tímido, deje de ser prevenido, simplemente fui yo, como si estuviera hablando con un cuate, quizá lo único que si detuve fueron las groserías, que con un cuate si las hubiera  usado muy seguido. Fuera de eso, creo que no me reservé nada. Fue muy padre, pero apenas me doy cuenta. Era como mi confesora, mi bitácora, mi diario, mi reserva por si me quedo tieso, la que les habría contado en mi funeral a los demás mis últimas ocurrencias o angustias. No se veían porque ella vive en Querétaro y él en la ce-de-mex.

Todo eso me dijo. Me sentí bien pues entre verlo como estatua a verlo desahogándose, pues mejor esto. El celular, la distancia y el ser solo una buena amiga, le permitió abrirse sin maquillajes, a nadie le ha contado sus cosas tan nítidas como a ella en esos mensajes, y ahora, ella se va. Se fue más bien. España tendrá mil novedades diarias con que distraerla, y su frustración era que ella no tendrá tiempo de acordarse de él.

Chale.

Decía chale a cada momento. Y no enojado. Era nostálgico, abandonado, impotente.

Yo le dije que en mi opinión estaba jugando al adivino, al pitoniso, todavía eso ni pasaba y el ya estaba muy seguro y además derrotado.

Le sugerí que mejor lo enfocara siendo él como un faro que siempre le podrá decir a ella en donde está México, y cuando las cosas en España un día no le salgan tan bonitas, o se dé un tope con la realidad de que allá no tiene conocidos ni amigos, y extrañe acá, él podría ser el primero en mostrarse sólido, firme, interesado, constante, atento a saber de ella. Hazla reír le dije, es una gran medicina, cuando sea conveniente, aplícale una dosis. Ella se fue, pues ella que te extrañe, que te busque y te necesite. Dale chance, por ahora vuelos, cambio de horario, cama distinta, comida diferente, caras nuevas, tanto por procesar, se va a tardar, dale chance.

Apenas hace unos días mi sobrino me dijo una frase muy interesante: “los hechos por si solos no pueden afectarte, te afecta el significado que les des”. No sé porque me lo dijo, yo ni le pregunté, pero si me la grabé. Ahora veo que me tocaba oírla para regalársela a este joven. A ver que hace con la frase.

Le dije que de ella ni se preocupara, seguro que estará bien. Pero de tu estado de ánimo si eres responsable. Estabas ido. Otro te roba la chamarra. Mira, si ella va a vivir grandes cosas allá, que sepa que te las puede contar a ti. Si le van a poner piedritas en el camino aquellos compadres, que sepa que te lo puede contar a ti. Aunque ella tenga mil contactos en su celular, ¿cuantos crees que ahorita le están extrañando como tú?

Y si le está yendo rete bien o rete mal y por eso no te contacta, pues está bien, es su experiencia, y a eso a fue, a tenerla. Tu tranquilo. Ni te fijes. Ya se fue, y ya regresará.  Y es más, le dije, capaz que se fue para dejarte que pienses en –tus- cosas un rato, concentrado, algo has de tener que componer, arreglar, mejorar en tu propia vida.  Aprovecha de aquí a que se pone en contacto contigo.

El señor de las aguas de horchata aun no subía la cortina de su local, y yo no soy mucho de Oxxo, así que le quise regalar una anécdota por si le servía. A mí me serviría contársela.

Una vez me leyeron las runas junto con la que entonces era mi pareja. Ella debía viajar y esa separación era inquietante para mí, y por eso una amiga de ella ofreció tirar las runas para ver el tema.

Luego de arrojar sus piezas rúnicas en un tapete, nos dijo lo siguiente: “Tú (refiriéndose a mi), eres como una SERPIENTE que puede trepar ágilmente un árbol, esconderse, recorrer el suelo sin temores, pero no te desplazas muy lejos, contemplas, analizas, miras, exploras tu cercanía. Ella en cambio es un CABALLO, necesita galopar, quiere ejercitarse yendo lejos y regresando, el suelo no lo explora, lo pisa con energía para ganar inercia y velocidad, pasa metros y metros sin distinguir lo cercano porque su objetivo está en lo lejano, su mirada es en aquel paisaje al que pretende llegar a toda velocidad. Tú en cambio, revisas cada cosa a tu alrededor más próximo, cada piedra, cada rama, y eres capaz de quedarte extremadamente quieto, como serpiente. En cambio ella, como caballo que agita su cola, parpadea, relincha, voltea, da un golpe con su pata al suelo, revela su sangre caliente fluyendo por su cálido cuerpo, y con bastante frecuencia, necesita salir, probarse, conocer y disfrutar los límites de sus capacidades, ir al reto, al esfuerzo, con la mente y el cuerpo abierto a esa nueva zona por conocer, por descubrir”.

Yo entendí muy bien lo que nos estaban explicando, pero y entonces ¿qué? ¿Cómo conciliar esta inquietud?

La chica me explicó que como serpiente podría hacer varias cosas. Primero admitir la gran diferencia de personalidades. Segundo, como serpiente podría desear colgarme del cuello de ese caballo y aspirar a acompañarlo, pero es probable que por no ser lo más recomendable, acabaría asfixiando al caballo por la tensión de mi cuerpo en su garganta, para sostenerme y no caer con las sacudidas de su galope. O por eso mismo provocaría yo que su galope fuera lento, muy diferente a lo que en verdad ese caballo deseaba y necesitaba por su naturaleza.

Otra opción, su recomendación, era, que el caballo se fuera tan lejos como necesitara, que gastara su energía y probara sus músculos tanto como quisiera, que sus venas sintieran el torrente sanguíneo a tope para avivar su naturaleza, ser para lo que está hecho, para que resuene el suelo con su galope, que levante polvo con su velocidad, que recorra la extensión del paisaje hasta donde termina, y que nutra su mente con tantas y nuevas impresiones. Y yo, la serpiente, trepara a lo más alto de un árbol, usando todas mis capacidades naturales, me acomodara en una buena rama, y desde ahí viera como mi querido caballo disfrutaba su ser, sus capacidades y sus posibilidades, y si acaso va tan lejos que lo pierdo de vista, alegrarme por su sana corpulencia que le facilita esos alcances. Yo debería disfrutar como serpiente mi pacifica morada, mi quietud serena, puedo bajar a comer algo en un par de días, mientras esos días sigo divisando el posible camino que siguió el caballo.

El consejo era, en resumen, cada uno atendiendo a su naturaleza, sin reprimir la del otro, alegrándose de que el otro disfruta las oportunidades, sus capacidades y que se ocupa de sus ideales y sueños, que enfoca sus actividades a ejercitar eso para lo que siente que está llamado.

Ella a ir a su viaje, y yo a continuar en mi casa mis actividades. Ese fue el resumen de la chica, ese fue el acuerdo con mi pareja de ese tiempo, y fue prueba superada. Ambos nos extrañamos, y ambos disfrutamos el reencuentro, con mucho que contarnos.

Y descubrí algo más: ese caballo regresó cansado, satisfecho, alegre, pero con hambre de reposo, de apapacho, y necesitado de poder contar todo lo que vio, conoció e hizo. Y una serpiente sabe estar muy quieta escuchando, mi cuerpo de serpiente pudo acariciar y abrazar por horas y días, y fui refugio insuperable para ese caballo que ahora ansiaba reducir su ritmo cardiaco, su ritmo respiratorio, suspirar y relajarse. ¿Cómo no iba a relajarse ese caballo en compañía de un ser que por naturaleza sabe ser calmado, quieto, paciente, presente pero imperceptible si se lo propone, silencioso y todo oídos? Y sabe aprovechar todo su cuerpo para rodear, abrazar, acompañar y cuidar?.

El joven terminó de escuchar atentamente. Y como digo que estaba antes tan quieto, que me dejó pa esperanza de que también sea serpiente como yo.

Me dijo, tiene razón, muchas gracias, me llevo su narración para reflexionar en ella todo el día.

¿Usted como se llama?. Nayarito Cantalicia le dije. Se presentó: Soy Tiberio Barragán, pero me dicen el Yoniz. Órale pues mucho gusto. Oye ya abrieron las aguas que estoy esperando, te invito una. Sale, se la acepto. Fuimos a las aguas. Dos de horchata. Grandes. Fantástico precio. Nos regresamos a la banca del parque, esta vez con vista al ahuehuete más seco pero más famoso de Azcapotzalco.

Le dije oye Tiberio… y me detuvo, Yoniz por favor. Esta bien. Oye Yoniz, pues te quiero distraer mientras tomamos esta horchata, y preguntarte de tu escudo en la chamarra, se parece al típico de Tlilhuaca pero es algo diferente ¿no?

Si Nayarito, es una variante más siglo XXI. Le dije que yo vengo de vez en cuando nomás a este parque. Él me dijo que está comenzando a venir pues compró un departamento en un edificio que están construyendo, y quiere darse sus vueltas para familiarizarse con el barrio.

Me contó que él vive en las Lomas, cerca de un restaurante que tiene con su papá, y que cerraron dos meses por remodelaciones de la plaza en que está, y aprovecharon para remodelar el restaurante, y que uno de los cocineros que trabaja ahí, es de por acá, y cuando platicaron de que haría ese empleado en estos dos meses que estaría cerrado, le dijo que iba a preparar comida para los chavos que trabajan en la construcción de un edificio de departamento muy padres que están haciendo en mi colonia, allá en San Juan Tlilhuaca.

El Yoniz no había escuchado nunca hablar de este barrio, y me dijo, que como sabe que el dinero vale más invertido en inmuebles que depositado en el banco, pues se dio una vuelta para ver que onda con esos departamento. La verdad están muy padres, me dijo, así que compré dos, pero ahora falta que los terminen.

Yo supongo, le dije, sin entrar en confidencias o intimidades, que siendo dueño de un restaurante en las lomas, viviendo en las lomas, tendrás mucho más capital que lo que cuestan dos departamentos en Tlilhuaca. Claro, no voy a contarte de mi dinero, pero estas en lo cierto. Sin embargo, uno nunca sabe dónde va a saltar la liebre. Hace cuatro años muchas empresas de servicios fueron a instalarse cerca de Texcoco por el aeropuerto, y ni quien pensara que eso se iba a cancelar. Ahora la liebre saltó por el AIFA, y a muchos los agarró desprevenidos. No sabemos si un día esta región de la ciudad detona, más vale tener muchos honguitos en el bosque. Me dijo, ahí nomás te paso el dato, así es como mi familia se hizo de dinero el siglo pasado, mi abuelo y mira, ahora andamos en las Lomas.

Oh pues que interesante, pues deseo que te salga la jugada. Como inversión. ¿O te vas a venir a vivir acá un tiempo?

Me explicó varias cosas que no terminaba de contestar mi pregunta, pero me quedó claro que andará por aquí seguido, ya que hasta chamarra con el glifo de Tlilhuaca tiene, aunque con una modificación interesante, una cruz roja. No del tipo de la asistencia vital en emergencias, sino una cruz roja que inmediatamente hace referencia a una cruz de crucifixión, es decir, a una implicación religiosa nítida y directa, sin intentos simbolistas de diseño moderno. Se me hace que no me contó todo lo que piensa hacer por estos lares y está en su derecho. Un agua de horchata no es un elixir de la verdad.

Lo que si me dio mucho gusto, es que nos despedimos como buenos nuevos amigos, colgó su chamarra al hombro, luciendo orgulloso el glifo de Tlilhuaca, y al pasar junto al quiosco, en ese rato estaban bailando como todas las mañanas entre semana, varias damas, ritmos muy alegres y llenos de energía positiva.

Vi como se contagió un poco del ritmo, movió un poco su cuerpo al son de la música, y alcancé a ver cómo le cerró el ojo a una de las damas, moviéndose él un poco más. Ella siguió mascando su chicle, siguiendo perfectamente el ritmo de la canción, se le quedó viendo y luego se volteó hacia otro lado.

El Yoniz me volteó a ver y me sonrió. Supongo que fue el rostro del joven que ya se había recuperado del abandono que sentía antes.

Se alejó.

Bebiendo el final de mi agua de horchata, pude ver que la dama era ahora la que buscaba discretamente por donde se había ido el Yoniz.

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