lunes, 19 de septiembre de 2022

 

¿DEBEMOS TUMBAR EL MONUMENTO A MIGUEL HIDALGO?

 Por Patricio Garibay.

Monumento a Miguel Hidalgo. Jardín Hidalgo, Azcapotzalco.

Hoy que está de moda el quitar estatuas de personajes históricos que para bien o para mal contribuyeron a construir nuestro presente, y a propósito del mes patrio un amigo mío estudioso de la historia me preguntó recientemente si los chintololos debiéramos quitar la estatua de don Migue Hidalgo de nuestro tradicional y céntrico jardín, y me dio sus razones; Quitarla por los terribles crímenes que el cura nacido en el pueblo de Dolores cometió en la ciudad de Guanajuato y Guadalajara en el año de 1810. Y mi amigo respaldó su argumento agregando; Si quitaron el monumento a Colón que artísticamente era muchísimo más valioso e histórico que nuestro Hidalgo azcapotzalca y que además  fue  un símbolo de la Ciudad de México por más de 100 años, y todo debido a que  indigenistas que jamás han abierto un libro de historia le achacaron crímenes absurdos ¿Por qué entonces no quitar también nuestra estatua de Hidalgo?.


Monumento a Colón año 1877, Monumento a Colón año 2021

Efectivamente, a don Cristóbal Colón le han achacado toda clase de barbaridades personas que jamás han leído ni siquiera el Diario de a bordo de Colón,  (dudo que sepan siquiera de la existencia de tal libro) pero veamos cuales son esos crímenes cometidos por Hidalgo que mi amigo hace referencia, crímenes que la historia oficial jamás menciona.

LOS TERRIBLES EXCESOS DE MIGUEL HIDALGO. 

Muchos fueron Los excesos y las barbaries cometidas por los insurgentes bajo las órdenes de Miguel Hidalgo desde los primeros días de su levantamiento armado del 16 de septiembre de 1810, el que mas repercusión tuvo fue el brutal asalto a la Alhóndiga de Granaditas el día 28 de septiembre del mismo año en la ciudad de Guanajuato, donde una vez tomado el edificio fueron masacrados sin ninguna consideración sus más de 300  ocupantes que en su mayoría eran civiles, ancianos, niños y mujeres, entre ellas 20 humildes tortilleras. Hubo testimonios que aseguraron que los capitanes Allende y Aldama intentaron detener la masacre pero Miguel Hidalgo se los impidió. Ahí defendiendo la alhóndiga fue muerto también junto con su hijo el intendente Juan Antonio Riaño amigo cercano de Hidalgo y Allende. Luego de Aquellos brutales hechos muchas personas que habían sido partidarias de los insurgentes repudiaron el levantamiento.

Asalto a la Alhóndiga de Granaditas

Pero 3 meses después Miguel Hidalgo y Costilla superó esas atrocidades mientras la ciudad de Guadalajara estuvo bajo su poder.

En diciembre de 1810, el cura Hidalgo se encontraba fuera de sí, poseído por la sospecha y embriagado de poder, entregándose a una serie de reprobables y criminales excesos. Miguel Hidalgo había llegado a la ciudad de Guadalajara el 26 de noviembre de 1810, donde, con grandes festejos y ceremonias fue recibido como gran “Generalísimo de América”.

Nuevamente como en otras ocasiones, el jefe insurrecto con gran satisfacción y sentado en una especie de trono afuera del Palacio de Gobierno, fue adulado y saludado (con más miedo que respeto) por los notables de la ciudad que, al dirigirse a su persona, lo hacían con el pomposo título de “Su Alteza Serenísima”. Años después el dictador Antonio López de Santana se haría llamar también así.

DICIEMBRE SANGRIENTO EN GUADALAJARA.

La gran ciudad de Guadalajara apenas había caído en manos de los insurgentes el 13 de noviembre de ese mismo año. Los rebeldes eran comandados por un adinerado hacendado de muy buena posición y al que apodaban “el Amo Torres”, quien había sublevado la ciudad desde el inicio de la revolución independentista a petición del mismo Hidalgo.

José Antonio Torres, recién recibida la importante orden, levantó un ejército de indios con los que atacó a la ciudad de Guadalajara. En un lugar llamado Zacoalco, enfrentó y derrotó a un batallón de 300 soldados realistas. Días más tarde, la ciudad sería entregada a Miguel Hidalgo como muestra de reconocimiento al jefe máximo del movimiento. Pero poco tiempo duró el cura rebelde en Guadalajara sin cometer brutales injusticias.

De esta manera el día 12 de diciembre de 1810, día de nuestra señora de Guadalupe el cura insurgente ordenó que en pequeños grupos, 700 hombres que Hidalgo en su delirio consideró  sospechosos  fueran degollados. Una simple duda de conspiración motivó que ésta matanza se realizara, varios días duró la barbarie, cada noche cerca de 50 hombres completamente indefensos e inocentes eran asesinados sin juicio alguno de por medio y bajo las silenciosas sombras de la noche.

Allende, que ya se había sumado de nuevo a las fuerzas insurgentes y que irremediablemente había aceptado otra vez a Hidalgo como líder de la insurrección, trató junto con Abasolo de frenar la absurda masacre, pero el cura incontrolable, prosiguió con los asesinatos hasta que no quedó un sólo preso con vida.

Si hoy este hecho sangriento ha sido escondido por la historia oficial, en aquellos primeros días del año de 1811 no fue así, Hidalgo fue excomulgado como sacerdote al tiempo que se ofrecían misas en todo el país por las víctimas de la ciudad de Guadalajara. Y los ayuntamientos y parcialidades gobernados por indígenas repudiaron a Hidalgo y a su movimiento y le ratificaron su lealtad incondicional al rey Fernando VII.

Meses después mientras huían rumbo a los estados unidos hidalgo allende y Aldama serían capturados por un ejército de indígenas tarahumaras al mando del capitán Ignacio Elizondo, y cuando a Hidalgo durante el juicio se le preguntó el ¿por qué ejecutó en Guadalajara a esos 700 hombres sin antes enjuiciarlos? Hidalgo respondió: ¿Para qué enjuiciarlos si todos ellos eran inocentes? También Hidalgo diría: Veo la destrucción de ésta tierra, que he ocasionado, la ruina de los caudales, la sangre que con tanta profusión y temeridad se ha vertido...

Luego de enjuiciados y fusilados Miguel Hidalgo, Juan Aldama, Ignacio Allende y Mariano Jiménez, sus cabezas fueron llevadas a Guanajuato donde fueron colgadas dentro de jaulas en cada una de las esquinas de la alhóndiga de granaditas, escenario donde cometieron su primera masacre.

En octubre de 2007, diputados de diferentes grupos parlamentarios presentaron una exhortación a la Secretaría de Relaciones Exteriores y a la de Gobernación respectivamente, para gestionar ante el Estado Vaticano, el levantamiento de los edictos de excomunión de dos de los próceres de la independencia de México: Miguel Hidalgo y Costilla, y José María Morelos y Pavón. Mostrando con ello una profunda y doble ignorancia, primero que  al parecer estos diputaditos desconocen estos brutales crímenes cometidos por el cura Hidalgo, y segundo, ignoran que El día antes de ser ejecutado, Miguel Hidalgo recibió los sacramentos de reconciliación y eucaristía por parte del sacerdote Juan José Baca, quedando en comunión con la Iglesia Católica,  y lo mismo sucedió con Morelos (con estos diputados pa vergüenzas no gana uno).


Buda gigante antes y después de ser dinamitado por los talibanes de Afganistán en el año de 2010.

Pero volviendo a la pregunta de mi amigo ¿Debemos quitar el monumento a Miguel Hidalgo y cambiarle de nombre al jardín homónimo? Mi respuesta fue un rotundo NO, quitar un monumento de algún personaje histórico es solo digno de vándalos, de talibanes delirantes o de políticos y políticas ignorantes que sin ningún escrúpulo utilizan la historia para manipular a las masas que desconocen su historia, quitar un monumento que durante años se ha convertido en parte de un espacio público es atentar contra  el paisaje histórico y contra el patrimonio cultural, los monumentos con el paso de los años adquieren valor por sí mismos como objetos históricos  invaluables aún a pesar de a quien representen, de otra manera habría que quitar también las estatuas de Tezozomoc, Cuitlahuac, Cuauhtemoc por haber tenido miles de esclavos, haber sojuzgado a tantísimos pueblos y haber tributado a sus dioses miles de corazones humanos, habría que desaparecer las estatuas de Carranza, Villa, Zapata, Obregón, etc… por todo sus excesos cometidos durante la revolución, habría que dinamitar el hemiciclo a Juárez. 

Hacer tal cosa sería una completa locura, lo que hay que hacer es construir estatuas y monumentos a hombres y mujeres  que no necesariamente hayan sido santos impolutos libres de toda mancha, sino que sus obras hayan traído más beneficios que males, construirles estatuas a Isabel la Católica que tanto amó a los naturales del nuevo mundo, a Doña Marina Malinche, dos mujeres de verdad extraordinarias que fueron determinantes en la historia, monumentos a Hernán Cortés que como bien dice Vasconcelos fue el creador de la nación mexicana,  y al primer virrey don Antonio de Mendoza quien tanto hizo por los indios, monumentos a decenas de frailes misioneros que consagraron sus vidas para traer luces a estas tierras, a Agustín de Iturbide que logró la independencia mexicana sin derramar más sangre de hermanos,  y desde luego  que se reponga el monumento a Colón que su “gran pecado” fue contribuir a sacar del neolítico y la antropofagia a millones de personas para llevarlos a la modernidad.  Cuando un grupo político comienza a quitar monumentos históricos es momento de empezar a preocuparse.

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